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Red Internacional
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Medio Oriente. La amenaza genocida de Trump: tomar el control de Gaza

En una conferencia de prensa el martes, Donald Trump declaró su intención de "tomar el control de la Franja de Gaza" y deportar a los habitantes de ese territorio a Egipto y Jordania. Un plan genocida que pretende presionar a las burguesías árabes.

Miércoles 5 de febrero 15:18

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"Cuando Estados Unidos tome el control de la Franja de Gaza, nos pondremos manos a la obra. Seremos dueños del asunto y seremos responsables de ella". Con estas pocas palabras, Trump barrió el martes las esperanzas de respiro de la población gazatí. Pocos días después de la entrada en vigor de un frágil alto el fuego, que puso fin temporalmente a quince meses de genocidio y matanzas, Trump está proponiendo nada menos que un plan de limpieza étnica y anexión total de la Franja de Gaza.

"Estoy pensando en una propiedad a largo plazo de Estados Unidos. A todos con los que he hablado les encantaría ver a Estados Unidos ser dueño de este pequeño pedazo de tierra, desarrollarlo y crear miles de puestos de trabajo, algo que sería maravilloso", dijo Trump. Un proyecto genocida de extrema violencia, presentado como un simple proyecto inmobiliario. Considerando que Gaza no es más que un "lugar de demolición", Trump intenta disfrazar su plan de deportación como un gesto humanitario: "No creo que la gente deba regresar a Gaza. Escuché que Gaza no era más que un lugar de desgracia para ellos. Viven en el infierno. Gaza no es un lugar donde la gente pueda vivir y la única razón por la que quieren regresar, y lo digo en serio, es que no hay alternativa".

Dado que las compañías de seguridad privadas estadounidenses ya controlan el corredor Netzarim en Gaza, el presidente también dijo que está considerando enviar tropas al territorio devastado por el ejército israelí. Para completar este plan de limpieza étnica de la Franja, Trump explica que quiere convencer a Egipto y Jordania de acoger a los exiliados, una propuesta violenta que niega a los palestinos el derecho a la autodeterminación y niega su existencia como pueblo: "Tengo la esperanza de que podamos hacer algo muy bueno, muy bueno, para que no quieran volver".

A su lado Netanyahu, riendo nerviosamente, declaró simplemente: "Eres el mejor amigo que Israel ha tenido en la Casa Blanca". Antes de añadir que este proyecto "podría cambiar la historia y que valía la pena". Netanyahu, claramente meditando sobre las implicaciones de este plan delirante (pero que habla lisa y llanamente de una limpieza étnica), permaneció relativamente en silencio durante la conferencia de prensa en la Oficina Oval. Si la visita de Benjamin Netanyahu a Washington hizo temer que Trump diera a Israel su aprobación para una expansión masiva de la actual invasión de Cisjordania, el anuncio de un proyecto genocida de tal magnitud resulta sorprendente.

Más allá del horror del anuncio, también debe entenderse como una palanca particularmente terrible en la diplomacia transaccional del imperialismo con los estados árabes. Desde su reelección, el presidente estadounidense ha buscado lograr un acercamiento entre Arabia Saudita e Israel. Después de permitir a los saudíes influir en las elecciones presidenciales libanesas y desempeñar un papel en la reconstrucción de Siria, Trump podría intentar obligar a Mohammed Ben Salman (primer ministro y príncipe heredero de Arabia Saudita) a abandonar la idea de condicionar un posible acuerdo de normalización a la creación de un Estado palestino, poniendo en la balanza la deportación total de la población de Gaza y la expropiación de la Franja bajo control estadounidense.

Mohammed Ben Salman retomaría entonces sus proyectos como interlocutor privilegiado de Israel en la región. Una política de ese tipo equivaldría a asumir abiertamente el entierro de cualquier política de apoyo a la construcción de un Estado palestino y a aceptar una limpieza étnica de Gaza, dando al mismo tiempo a Israel mano libre en Cisjordania. Un plan complejo e hipotético, porque podría incluir la participación directa de la monarquía en el mantenimiento de la seguridad en Gaza. Por otra parte, la propuesta de Donald Trump probablemente busca ofrecer a Netanyahu y su coalición de extrema derecha, enfrentados a una crisis política en su país, un momento de respiro después de la firma del alto el fuego en el contexto riesgoso de la apertura de las negociaciones sobre la segunda fase del acuerdo con Hamas.

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Aunque las intenciones del presidente estadounidense siguen siendo por el momento hipotéticas, constituyen una amenaza muy grave contra el pueblo palestino y ya aumentan considerablemente la presión sobre Egipto y Jordania, aliados de Estados Unidos, que están preocupados desde el comienzo del genocidio en Gaza por el flujo de refugiados que provocaría la deportación masiva de palestinos. Luego de lo que fue la crisis de los Acuerdos de Camp David en 1979, estas amenazas podrían abrir una nueva y superior crisis diplomática de extrema gravedad con Egipto. En cuanto a Jordania y la monarquía hachemita enormemente deslegitimada, se encuentran en una situación igualmente difícil.

Pero, pocas semanas después de un alto el fuego que demostró los límites de la capacidad de Israel para tomar el control de Gaza, las amenazas genocidas de Trump también podrían abrir la vía a la movilización masiva de las masas árabes, en solidaridad con el pueblo palestino, contra el imperialismo estadounidense y sus propios regímenes reaccionarios, a los que las palabras de Trump ponen en una situación muy difícil.

Después de la tímida reacción de Egipto, Jordania, Arabia Saudita y algunos otros estados a las declaraciones del presidente de Estados Unidos, las clases trabajadoras árabes y los trabajadores de la región deben tomar la medida del peligro cataclísmico con el que Trump los amenaza: armando al Estado de Israel a plena capacidad, para que pueda librar sus innumerables guerras, Trump también amenaza con fortalecer los peores regímenes autoritarios de la región y deportar poblaciones enteras, como si se tratara de un simple proyecto inmobiliario.

Frente a estos enemigos mortales del pueblo palestino y de los trabajadores de Medio Oriente, las movilizaciones en el corazón de las metrópolis imperialistas son igualmente cruciales. Pueden romper el apoyo cómplice de los países imperialistas del que goza Israel y transmitir la ira de las masas árabes a las calles de las antiguas potencias coloniales. Esto comienza con la exigencia del fin total del bloqueo a Gaza, el fin de la colonización de los territorios palestinos de Cisjordania y la lucha incondicional contra los planes de colaboración y normalización de Arabia Saudita y las burguesías árabes con Israel.