[Desde Nueva York] En el presente artículo, Tatiana Cozzarelli de Left Voice analiza el movimiento de solidaridad con el pueblo palestino en los Estados Unidos, en particular, los elementos de solidaridad que se han desarrollado en sectores del movimiento obrero. Junto con ello introduce una serie de debates sobre las perspectivas del movimiento. Este artículo fue publicado originalmente en inglés en Left Voice el 27 de noviembre pasado. Posteriormente el sindicato automotriz UAW (United Auto Workers), con más de 400 mil afiliados, se pronunció a favor de un alto el fuego en Gaza.
La brutalidad del asedio a Gaza es casi insondable. Hospitales, campos de refugiados y escuelas bombardeados. Más de 14.000 muertos. Decenas de miles de heridos. Millones de personas en todo el mundo alzan su voz en denuncia, con protestas masivas en Oriente Medio, acciones que desafían las prohibiciones en Alemania y Francia, y movilizaciones masivas en el Reino Unido. Estamos en medio de un movimiento global por Palestina que sacude al régimen estadounidense hasta la médula. Más de 100.000 personas se movilizaron recientemente en Washington DC, y los días nacionales de acción están reuniendo a cientos de miles en todo el país. El movimiento estudiantil en los campus recuerda a las protestas contra la guerra de Vietnam y el Apartheid en Sudáfrica, que desempeñaron un papel importante en el fin de ambos.
El 66 % de los estadounidenses apoya algún tipo de alto el fuego, no una pausa. Mientras tanto, demócratas y republicanos negocian aún más financiación para el Estado de Israel. La fe en los demócratas y en Biden está cayendo en picada, especialmente entre los jóvenes y los estadounidenses de origen árabe, lo que podría afectar sus posibilidades de reelección en 2024. Para millones de personas, estas encuestas ponen de relieve que nuestros representantes no representan la voluntad del pueblo y que el fin de la limpieza étnica en Palestina depende de nuestras acciones.
El movimiento obrero tiene un papel central que desempeñar en la lucha para poner fin al asedio en Gaza, así como contra la financiación estadounidense de Israel, el fin de la ocupación y por una Palestina libre. Los trabajadores tienen una posición estratégica en su capacidad para parar la producción, pero esa es precisamente la razón por la que las direcciones burocráticas mantienen vínculos con el Partido Demócrata y con el imperialismo, y tratan de evitar la organización obrera contra la guerra: detener el potencial disruptivo e incluso revolucionario que tiene la clase obrera.
En un momento en que el movimiento obrero está resurgiendo en EE. UU. y hay numerosas huelgas, la pelea por organizar una corriente pro Palestina es, en muchos sentidos, la lucha por el futuro del mismo. Es una lucha para forjar un nuevo movimiento obrero que se base en un sindicalismo clasista, no uno empresarial, y en el internacionalismo de la clase obrera, no en el nacionalismo y el chovinismo. La pelea para que los trabajadores asuman la lucha por Palestina es, además, para que los trabajadores rompan con la dirección verticalista que traicionó a los trabajadores durante décadas.
En otras palabras, es el momento de impulsar un nuevo capítulo combativo del movimiento obrero estadounidense, que redunde en beneficio de los trabajadores estadounidenses, así como del movimiento por Palestina.
Los trabajadores estadounidenses empiezan a apoyar a Palestina
Además de alzar la voz contra el genocidio, nuestros sindicatos deben exigir que Estados Unidos deje de financiar al Estado de Israel, especialmente ahora que Biden ha solicitado 14.000 millones de dólares más, además de los 3.300 millones que envía anualmente. Esto significa poner de relieve nuestra solidaridad con los palestinos, así como denunciar la falta de financiación de los servicios sociales en Estados Unidos. Siempre hay dinero para el imperialismo, pero no para hacer frente a las terribles condiciones de nuestros hospitales, escuelas y servicios públicos.
También es esencial que nuestros sindicatos defiendan nuestro derecho a pronunciarnos contra el genocidio en Palestina, contra la equiparación del antisionismo con el antisemitismo. Vimos ataques macartistas contra trabajadores de todo el país, y ciertamente hay una atmósfera de miedo e intimidación. Necesitamos que nuestros sindicatos defiendan nuestro derecho a la libertad de expresión.
Aunque la participación sindical cayó durante el neoliberalismo, siguen siendo las mayores organizaciones de la clase trabajadora, representando a unas 14 millones de personas. Si movilizaran aunque solo fuera una fracción de sus afiliados, desempeñarían un papel central en la masificación del movimiento por Palestina.
Aunque la mayoría de los sindicatos no se han puesto del lado de Palestina, hay innumerables comités de base y sectores de trabajadores que han aprobado resoluciones de alto el fuego y de apoyo al pueblo palestino. En una declaración titulada "Starbucks Stands with Palestine" ("Starbucks se solidariza con Palestina"), el recién creado Starbucks Workers United ("Trabajadores de Starbucks unidos"), fruto de los últimos años de sindicalización en más de 300 locales de Starbucks, declaró: "Los miembros de Starbucks Workers United se solidarizan con el derecho del pueblo palestino a la autodeterminación ... Condenamos la ocupación, el desplazamiento, la violencia estatal, el Apartheid y las amenazas de genocidio que sufren los palestinos". Como consecuencia, la empresa Starbucks demandó al sindicato, pero el SBWU se mantiene firme. Los trabajadores de Starbucks incluso hicieron huelgas en conjunto con la organización judía antisionista Jewish Voice for Peace, vinculando la lucha por Palestina con la lucha por su contrato. Otras declaraciones incluyen a la Federación de Profesores de Minneapolis, el Sindicato de Profesores de Chicago, la Asociación de Profesores de Massachusetts y la Alianza de Profesores y Personal de Apoyo de San Antonio. United Electrical (UE) y al sindicato United Food and Commercial Workers (UFCW) Local 3000, que iniciaron un llamamiento al alto el fuego, así como al sindicato American Postal Workers Union, que publicó una declaración pidiendo el alto el fuego.
Además, hay numerosos grupos ad hoc de trabajadores. Un grupo llamado Healthcare Workers for Palestine (Trabajadores sanitarios por Palestina) consiguió más de 4.500 firmas en su declaración y creó una red por todo el país.
Las direcciones sindicales se han puesto inequívocamente del lado de Israel. En una declaración oficial, la AFL-CIO, la central sindical más importante del país, criticó al pueblo palestino y negó los 75 años de ocupación de Palestina. Además silenció a un representante sindical del estado de Washington que criticó la declaración de la AFL-CIO y pidió un alto el fuego, y envió un correo electrónico "recordando" a los afiliados que tienen prohibido adoptar posturas contrarias a las de la AFL-CIO. La presidenta de la Federación Americana de Profesores, Randi Weingarten, emitió un comunicado en el que afirmaba que "apoyamos inequívocamente al pueblo israelí" y que la federación acogía con satisfacción "la rápida respuesta de Biden". Incluso afirmaba que "Israel tiene todo el derecho a defenderse". Y el Consejo Estatal de Connecticut del Sindicato Internacional de Empleados de Servicios (SEIU) despidió a su director ejecutivo, Kooper Caraway, después de que hiciera comentarios en una manifestación en apoyo de Palestina, uniéndose a la persecución contra los activistas que se levantan contra el genocidio.
Existe una clara división. Las burocracias sindicales se alinean con el sionismo, mientras que sectores crecientes de las bases, junto con los sindicatos en los que las bases están movilizadas y tienen más poder, se alinean con el alto el fuego y con Palestina.
Los trabajadores tienen un papel estratégico que desempeñar en el apoyo a Palestina
Nuestro poder no reside únicamente en nuestra capacidad de hacer declaraciones o de movilizar, aunque el movimiento obrero estadounidense debería hacer más de ambas cosas. El verdadero poder está en su capacidad para paralizar la producción y la distribución. La clase obrera hace que todo funcione. Como explica Lenin en "Sobre las huelgas":
”Todas las ruedas se detienen, si tu poderoso brazo lo quiere", dice una canción obrera alemana refiriéndose a la clase obrera. Y así es en la realidad: las fábricas, las tierras de los terratenientes, las máquinas, los ferrocarriles, etc., etc., son todos como ruedas de una gigantesca máquina: la máquina que extrae diversos productos, los procesa y los lleva a su destino. Toda esta máquina es puesta en marcha por el trabajador que labra la tierra, extrae minerales, fabrica mercancías en las fábricas, construye casas, talleres y ferrocarriles. Cuando los trabajadores se niegan a trabajar, toda la máquina amenaza con pararse.
Las huelgas detienen el flujo de beneficios capitalistas y ponen de rodillas a todo el sistema. Los sindicatos palestinos lo comprendieron hace tiempo y publicaron una declaración en la que piden a los sindicatos de todo el mundo su solidaridad:
Mientras Israel intensifica su campaña militar, los sindicatos palestinos hacemos un llamamiento a nuestros homólogos internacionales y a todas las personas de conciencia para que pongan fin a todas las formas de complicidad con los crímenes de Israel, deteniendo urgentemente el comercio de armas con Israel, así como toda financiación e investigación militar.
Si la clase obrera del mundo lo decidiera, no se enviarían armas a Israel. La clase obrera tiene el poder de hacerlo. Nada se mueve sin los trabajadores.
Ya hemos visto sindicatos que rechazan los envíos de armas a Israel en todo el mundo, desde Italia a Bélgica. La Central de Organizaciones Sindicales de la India, que representa a 100 millones de trabajadores, emitió una declaración en la que decía que se negaría a un plan de exportación de trabajadores indios para sustituir a trabajadores palestinos.
En Estados Unidos existen antecedentes de sindicatos que han emprendido este tipo de acciones. El International Longshore and Warehouse Union (ILWU), en gran parte como resultado de la presión de numerosos miembros trotskistas y anarquistas, organizó acciones de solidaridad a lo largo de la historia. En 1984 hubo una huelga de 11 días en la que se negaron a descargar piezas de automóviles, acero y vino sudafricanos. En 2008, el ILWU cerró los puertos de la Costa Oeste durante todo el día con el lema "Sin paz, no hay trabajo".
Los trabajadores también se han enfrentado al sionismo en sus organizaciones. En 1973, los trabajadores árabes estadounidenses de las fábricas de automóviles de Detroit abandonaron el trabajo en protesta por la inversión de la su sindicato en bonos del Estado de Israel.
Podemos volver a hacerlo. Los trabajadores de McDonald’s y Starbucks, así como los trabajadores automotrices que vienen de un triunfo histórico, podrían impulsar una campaña de desinversión en Israel. Esta vez uniríamos a los árabes estadounidenses con los judíos antisionistas, así como a la generación Black Lives Matter, que se está movilizando ahora mismo por Palestina. Los trabajadores y estudiantes universitarios podrían salir a la calle y pedir que nuestras universidades desinviertan de Israel.
Y los trabajadores pueden hacer algo más que una huelga. La clase obrera produce y puede producir para Palestina. ¿Si los trabajadores que fabrican suministros médicos exigieran que esos suministros se enviaran a Gaza? ¿Si en lugar de enviar armas a Israel, los trabajadores se coordinaran para enviar alimentos y los suministros necesarios? Este es el poder de la clase obrera, y es precisamente este poder el que los capitalistas quieren frenar –utilizando la burocracia sindical, los agentes del capital en las filas de la clase obrera–.
“AFL-CIA”, sindicalismo empresarial y sionismo obrero
El “imperialismo laboral” de los sindicatos estadounidenses es un fenómeno antiguo: la Federación Estadounidense del Trabajo (AFL) de Samuel Gompers apoyó al imperialismo estadounidense en la Primera Guerra Mundial y se opuso a la revolución bolchevique. Las direcciones sindicales desempeñaron un papel de apoyo al imperialismo estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, imponiendo medidas antihuelga a un combativo movimiento obrero, con la ayuda del Partido Comunista estalinista. Tras la purga masiva de comunistas del movimiento obrero a finales de los años 40 y la fusión del CIO más radical con la AFL en 1955, se sentaron las bases para una mayor coordinación entre la dirección obrera y el imperialismo estadounidense. Desde entonces, la AFL-CIO ha apoyado todas las guerras importantes de Estados Unidos, pero ha ido aún más lejos: ha desempeñado un papel en el desmantelamiento de los sindicatos más progresistas y de izquierdas y ha apoyado el sindicalismo empresarial ligado a la patronal y a los gobiernos dictatoriales.
La AFL-CIO ha tenido fuertes vínculos con la CIA. El Comité de Sindicatos Libres (FTUC) de la AFL se creó en 1944 para subvertir los sindicatos de tendencia izquierdista y socialista en el extranjero. En 1949, se asoció con la CIA, que financió al grupo a cambio de pasarle información de inteligencia sobre la organización sindical en el extranjero. Con la ayuda de la FTUC, los dirigentes sindicales estadounidenses intentaron subvertir la Revolución china, llegando incluso a patrocinar y financiar atentados terroristas.
En América Latina, el Instituto Americano para el Desarrollo Laboral Libre (AIFLD), financiado por la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional, formó a dirigentes sindicales para luchar contra la izquierda en sus sindicatos. Ayudó a los golpes militares de Guatemala en 1955, de Brasil en 1964 y de Chile en 1973.
La AFL-CIO apoyó la guerra de Estados Unidos en Vietnam (a pesar de la resistencia de las bases), la dictadura de Marcos en Filipinas, a los líderes del Apartheid en Sudáfrica y mucho más; por eso se la conocía como la AFL-CIA. Casi siempre, esto se hizo sin el conocimiento de los trabajadores de base que no decidieron, votaron o estuvieron de acuerdo con este enfoque.
Los sindicatos llevan mucho tiempo vinculados al sionismo. Mientras que los trabajadores judíos de Estados Unidos mantenían en general posturas antisionistas en la década de 1930 (al igual que la mayoría de los judíos de todo el mundo), los sindicatos con sede en Estados Unidos desempeñaron un papel central en el apuntalamiento del Estado de Israel, así como en la creación de apoyo a este en el movimiento obrero. La AFL-CIO tiene cientos de millones invertidos en bonos del Estado israelí, beneficiándose de la ocupación allí; esto es un signo de lo cerca que los líderes de la federación se ven a sí mismos y actúan en nombre del Estado de Israel.
¿Por qué los sindicatos están del lado del imperialismo?
Esta historia va en contra de la idea de los sindicatos como únicos defensores progresistas de los trabajadores. Como escribe Jeff Schuhrke: “Que los dirigentes sindicales estadounidenses forjaran una alianza secreta con la CIA para dividir a los sindicatos en el extranjero puede resultar difícil de entender. Pero los dirigentes de la AFL y la CIA compartían la creencia de que los sindicatos de orientación izquierdista eran literalmente capaces de provocar la revolución proletaria”.
Los sindicatos forman parte de lo que Gramsci denomina "Estado integral", extensiones del Estado en la sociedad civil, destinadas a contener la acción independiente de la clase obrera en un contexto en el que el sistema capitalista e imperialista está en crisis y, por tanto, no puede elevar el nivel de vida de los trabajadores. Sostuvo que la supremacía del sistema capitalista se mantiene no solo por lo que él llamó el "Estado coercitivo" –es decir, por los "cuerpos de hombres armados" descritos por Friedrich Engels, que actúan para preservar el statu quo opresivo a través de la amenaza o la fuerza real–, sino también por las "instituciones de la sociedad civil", instituciones que "construyen la hegemonía" mediante la creación de consentimiento entre los oprimidos y explotados. Entre esas instituciones, Gramsci incluía a las iglesias, los sindicatos y las escuelas, y hoy incluiríamos a las organizaciones sin fines de lucro. De hecho, como hemos visto, los sindicatos desempeñan un papel en la construcción de la hegemonía para las empresas imperialistas estadounidenses. Y este es precisamente el papel que ha desempeñado la AFL-CIO en EE. UU. y en todo el mundo: como lugarteniente del capital y contra los intentos en EE. UU. y en el extranjero de que los socialistas desempeñen un papel dirigente en los sindicatos.
Pero ¿esto significa que hay que renunciar a los sindicatos? No. Debemos luchar por recuperar los sindicatos como armas de la clase obrera, contra el Estado e independientes de los partidos capitalistas. Entender el papel de los sindicatos como parte del Estado integral nos ayuda a comprender que la lucha por sindicatos combativos en casa está ligada a la lucha por sindicatos internacionalistas y antiimperialistas; es parte de la lucha por sindicatos independientes que realmente defiendan a los trabajadores. La lucha en nuestros sindicatos por Palestina es también una lucha por cortar los lazos entre nuestros sindicatos y el imperialismo. También es una lucha para democratizar nuestros sindicatos, para promover el debate y la toma de decisiones entre las bases.
Existen vínculos inherentes entre el sindicalismo empresarial, el imperialismo y el Partido Demócrata, y debemos contrarrestarlos con el sindicalismo democrático de lucha de clases, el internacionalismo y el socialismo internacional.
Construir una nueva tradición en el movimiento obrero
En medio de una ola de lucha de clases en EE. UU., nos encontramos en un momento clave para forjar un nuevo camino para el movimiento obrero estadounidense. Un sector de la clase trabajadora ha vivido experiencias políticas clave en la última década, empezando por Occupy Wall Street, con la ira contra el 1 por ciento. Unos años más tarde, vimos cómo millones de personas votaban a Bernie Sanders, que expresaba su descontento con la clase capitalista y el establishment político. Aunque Sanders representa reformas progresistas del capitalismo, sigue atado al sistema capitalista y al régimen político. Su política se niega a romper con el imperialismo estadounidense, lo que se expresa en su fracaso a la hora de pedir un alto el fuego, y mucho menos de posicionarse contra el sionismo. Sin embargo, los millones de votos por Sanders expresan una creciente ira contra los capitalistas. Y, por supuesto, la pandemia marcó a la clase trabajadora, que por un lado vio que somos esenciales, pero como dijo un paramédico: "Cuando te das cuenta de que tu jefe te va a matar, cambia tu relación con el trabajo".
La clase trabajadora también fue moldeada por el movimiento BLM, que sacó a millones de personas a las calles contra el racismo y puso de relieve los enormes presupuestos policiales; gracias a este movimiento, vimos que siempre hay suficiente dinero para los policías pero nunca suficiente para la gente. Muchos participantes en BLM denuncian ahora el inflado presupuesto de ayuda militar a Israel.
Política obrera independiente contra el capitalismo y el imperialismo
El movimiento obrero se encuentra en una encrucijada. A medida que se vuelve más combativo –con el aumento de las huelgas y la construcción de más sindicatos– debe romper completamente con el sindicalismo empresarial, el imperialismo y el Partido Demócrata si quiere luchar del lado de Palestina. Y al ver todas las resoluciones y declaraciones de las bases a favor de Palestina, está claro que hay mucho potencial para que las bases empujen a nuestros sindicatos a romper con el imperialismo.
Además, debemos entender que los líderes sindicales nos van a llevar de vuelta al Partido Demócrata. Demócratas y republicanos, Biden y Trump, representan el genocidio, el imperialismo y la brutalidad contra la clase trabajadora y los oprimidos en Estados Unidos y en el extranjero.
Esto significa que también debemos proporcionar una perspectiva política y un liderazgo político. Significa crear nuestra propia organización política, un partido obrero internacional que luche por el socialismo, en Estados Unidos y en todo el mundo, desde Palestina hasta México. Una organización política internacional que luche por el socialismo en Estados Unidos, así como por una Palestina socialista laica y libre donde árabes, judíos y pueblos oprimidos puedan vivir en paz: un mundo sin patrones, fronteras ni imperialismo. La clase obrera internacional tiene el poder de hacer realidad este futuro, y debemos organizarnos para luchar por él.
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