Se cumplen 88 años de la creación de la Confederación General de Trabajadores. Un recorrido por los orígenes de la misma y su papel en la clase trabajadora.
Jueves 27 de septiembre de 2018
Si en países más avanzados la consolidación del movimiento obrero organizado tardó más de un siglo, en nuestro país la clase obrera comenzó a organizarse casi desde sus inicios. El capitalismo argentino no escapó en los hechos a las leyes del desarrollo desigual y combinado, que como planteó Trotsky, “obliga a los países atrasados a avanzar a saltos”. La estructuración de la clase obrera se dio a través de los capitales extranjeros que colocaron los primeros talleres y establecimientos en estas pampas. Ya para 1855 se había fundado una asociación de resistencia de carpinteros, y dos años después hace su aparición el primer sindicato de los trabajadores gráficos, La Unión Tipográfica.
Desde sus orígenes y por varias décadas, las corrientes políticas que influenciarán y moldearán la combatividad de gran parte de la clase trabajadora serán los anarquistas y socialistas extranjeros, exiliados o expulsados de sus países de origen. El escritor Osvaldo Bayer, haciendo referencia a este hecho, señala: “Esos socialistas vivían pobremente, aprendían el castellano y por la noche, con hambre en el estómago y con la Revolución en los ojos, enseñaban a obreros y estudiantes argentinos el socialismo científico. (…) Un 2 de mayo protestaron en un artículo del Vorwarts (“Adelante”) “por la impuntualidad de los compañeros argentinos en el acto de ayer. Se había programado a las 8.30 y ellos aparecieron a las 10”. (Entredichos, 30 años de polémicas).
Las primeras centrales
Ya desde 1901 con la creación de la FOA (Federación Obrera Argentina) se iniciarán las múltiples discusiones sobre qué política deben levantar los sindicatos para el movimiento obrero. Las polémicas se centrarán sobre si participar o no políticamente, si solo debían ser organizaciones de resistencia económica, si promover la acción directa o la colaboración con los gobiernos por conseguir mejoras económicas, etc. Los primeros estatutos o declaraciones hablarán de independencia política de los partidos de todo tipo, sin distinción de los que eran burgueses o se reclamaban obreros.
En 1902 los socialistas van a conformar la UGT (Unión General de Trabajadores), luego de algunos años, quedará bajo la dirección de los sindicalistas revolucionarios, que había sido una tendencia que se escindió del propio Partido Socialista en 1905. También en 1905 los anarquistas orientaran a la FORA (Federación Obrera de la República Argentina) bajo el signo del comunismo anárquico, una central que en su momento más importante nucleara más de 100 sindicatos. Así los “sindicalistas” y los anarquistas se convertirán en las dos principales tendencias políticas en el sindicalismo por varias décadas.
La Revolución Rusa impactará en los propios trabajadores argentinos, que también se alinearán a favor y en contra de los bolcheviques, incluso en las propias filas anarquistas. Los años de gobiernos radicales no presentarán cambios importantes en las condiciones de vida de los trabajadores, que sufrían condiciones de super explotación y contagiados por los aires revolucionarios de sus hermanos de clase rusos, se enfrentarán a los capitalistas empresarios, a los gobiernos de Yrigoyen y Alvear, a sus funcionarios políticos y a las fuerzas represivas del Estado. Las luchas obreras más emblemáticas de estos años serán las de la “Semana Trágica”, “La Forestal”, “La Patagonia Rebelde”, todos conflictos duros que enfrentaron a los obreros con los garantes del sistema capitalista. En estas luchas que marcaron a fuego la historia de la clase trabajadora argentina, aun no había penetrado el veneno que años después inyectará el peronismo al movimiento obrero a través de las burocracias sindicales, donde buscará emparentar los intereses de los obreros con los capitalistas en una nociva idea de conciliación de clases; que lo que hay es luchas de estrategias, de programas, de orientaciones políticas.
Otro hecho que impactará fuertemente en el país será la caída de la Bolsa de Wall Street en 1929. Las consecuencias de la misma en el país implica: “la caída de los precios agropecuarios en el mercado mundial, el consecuente descenso en el nivel de las exportaciones argentinas y el estancamiento en el flujo de inversiones extranjeras. La crisis económica se genera, al ritmo del aumento de la inflación, de la caída de los salarios y la actividad económica y, por ende del aumento de la desocupación, lleva a que el gobierno pierda rápidamente su base de apoyo en las clases medias”.(1) La crisis mundial que lleva a la quiebra de innumerables bancos, arruina a las clases medias y deja millones de desocupados en el mundo, junto con provocar una crisis económica y social en nuestro país, llevará a que los sectores de la oligarquía terrateniente y las fuerzas armadas, derribaran al gobierno de Yrigoyen e instaurasen la primera dictadura militar argentina, abriendo el periodo conocido como “la década infame”.
Analizando la etapa del radicalismo y la intervención de las corrientes que influencian en los sindicatos, se puede ver que la corriente sindicalista “profundiza su deriva reformista, de creciente adaptación al Estado unida a una concepción corporativa y economicista de las organizaciones sindicales. (…) La hegemonía sindicalista encuentra en Yrigoyen un gobierno dispuesto a dialogar, estableciendo una relación en la que el apoyo político y el mantenimiento de la paz social ofrecida por la dirigencia sindical es retribuido con la mediación gubernamental favorable en determinados conflictos”.(2)
Nace la CGT
La fragmentación del movimiento obrero al momento del golpe del 30 será una de las mayores que hubo hasta entonces. Las centrales sindicales de ese momento: COA (socialistas), USA (sindicalistas), FORA (anarquistas) y el Comité Nacional de Unidad Sindical Clasista (CUSC) orientado por los comunistas, que tendrán un peso decisivo años después, iniciarán discusiones y encuentros para unificarse. La ideología sindicalista había calado hondo en toda la década anterior: su no incumbencia en cuestiones políticas y su negativa a sobrepasar los marcos corporativos de las luchas sindicales, influenciarán desde el vamos la conformación de la CGT. La misma fue producto de la fusión entre la COA y la USA el 27 de septiembre de 1930, y prepararán el terreno para la cooptación que años después hará el peronismo con la estatización de los sindicatos.
La central naciente tendrá un papel muy cuestionado ante la naciente dictadura, declarando sobre la misma: “Conocedora de la obra de renovación administrativa del gobierno provisional y dispuesta a apoyarlo como esta en su acción de justicia institucional y social, en nombre de los afiliados de los diversos gremios que la componen, está convencida de que el gobierno provisional no mantiene en vigencia la ley marcial sino para asegurar la tranquilidad pública y para hacer respetar el prestigio y la autoridad del gobierno”.
La nueva central no ofrecerá ninguna resistencia al golpe, el sindicalismo reformista desempeñará un rol nefasto para el movimiento obrero, porque “la corriente sindicalista de estas direcciones (N.d.R: se refiere a los sindicatos que la van a conformar), de negociación con el Estado para obtener mejoras económicas demostró su ineficacia, incluso, para mantener las que pudieron lograrse con la lucha, lo que terminó por adormecer un movimiento obrero que recibió el golpe de Estado con total pasividad”.(3)
El rol de las direcciones en el movimiento obrero será fundamental desde sus inicios como clase hasta hoy en día, donde la burocracia sindical es la encargada de entregar las luchas y la que bloquea toda democracia sindical en sus filas. Los principales sindicatos y centrales obreras se encuentran dirigidos por burócratas traidores y en algunos casos convertidos en empresarios, que se alinean a cualquier variante patronal por mantener sus intereses de casta privilegiada. Recorriendo la historia de los sindicatos en Argentina surge esto con claridad. Pero también surge el rol de las comisiones internas combativas, cuerpos de delegados o seccionales independientes de la burocracia que luchan por conquistar sindicatos que representen los verdaderos intereses obreros.
La burocracia de la CGT a pesar de dirigir el movimiento obrero en la actualidad, se encuentra totalmente desprestigiada y comprometida con el gobierno actual, como también lo hizo con los gobiernos kirchneristas, en aplicar los ajustes contra el pueblo pobre y trabajador, pero también el rol de los delegados y dirigentes combativo ejerce una importante influencia en muchas partes. La heroica lucha que vienen protagonizando las y los trabajadores del Astillero Río Santiago en estas semanas fue un espejo donde se pueden mirar los sectores que salen a la lucha. Es que existe una experiencia combativa y clasista que ocupa un lugar privilegiado en la historia de nuestra clase y es la experiencia de Zanon y el sindicato ceramista, que ya transcurre 16 años de control obrero y de una historia de lucha que no pudo ser borrada por ningún gobierno.
Uno de los principales protagonistas de esta gesta, Raúl Godoy, obrero trotskista y diputado de los trabajadores, se encargo de plasmar sus lecciones en un brillante libro recién editado. Él mismo transmitiendo esas enseñanzas, señala: “Peleamos para que los sindicatos se transformen en sindicatos militantes, activos, que no solo luchen por sus demandas propias y puntuales, sino que abarquen y generen una alternativa para el conjunto del pueblo trabajador. Los objetivos que se plantea un sindicato recuperado, su programa, son importantes como pelea no solo para agitarlos en campañas electorales o en “días de fiesta”, sino para que sea tomado en las grandes organizaciones de masas. (…) En cada pelea parcial, tenemos que ir forjando el objetivo de forjar una fuerza social poderosa y organizada que defiende los intereses de los trabajadores y del pueblo hasta el final, para que la crisis la paguen los capitalistas. Es en este sentido que luchamos por la recuperación de los sindicatos y por cada puesto de lucha en las organizaciones obreras”.(4)
1. Alicia Rojo, Josefina Luzuriaga, Walter Moretti, Diego Lotito, Cien años de Historia Obrera en la Argentina 1870-1969, Ediciones IPS, Bs. As..
2, Ídem.
3. Ídem.
4. Raúl Godoy, Zanon. Fábrica militante sin patrones, el rol de los trotskistas, Ediciones IPS, Bs. As., 2018.