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Red Internacional
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EN LOS SETENTA. La historia turbia de la SIDE (I): “Buenos muchachos”

Frente a los acontecimientos de las últimas semanas que pusieron a la Ex SIDE y a la guerra de servicios en el eje de la tormenta, presentamos en este artículo la historia negra de la agencia de inteligencia durante la década del ’70 que analizará su relación con la CIA, el Plan Cóndor y organizaciones parapoliciales como la Tiple A.

Martes 3 de febrero de 2015

La muerte del fiscal de la causa AMIA, Alberto Nisman, sumado a las recientes declaraciones de CFK anunciando un proyecto para disolver la ex SIDE (actual SI) y reemplazarla por un nuevo organismo llamado Agencia Federal de Inteligencia (AFI), generó gran conmoción en la opinión pública. En los últimos días ha surgido un novedoso interés por conocer el mundo del espionaje argentino, luego de que quedaran al descubierto las numerosas crisis internas que sacuden a la SIDE puertas adentro.

Este organismo fue creado por Juan D. Perón a través del decreto 337/46 en el año 1946 para espiar y controlar a sus opositores bajo el nombre de Secretaría de Coordinación de Información del Estado. Depende y responde al presidente de turno desde hace casi 70 años, aunque también actúa de acuerdo con sus propios intereses corporativos, independientemente del signo político del gobierno.

Desde sus orígenes, la SIDE se encargó de espiar a políticos, periodistas, intelectuales y gremialistas; acumulando información que aun hoy permanece “clasificada”. Pero no se detuvieron aquí, también tuvieron un rol destacado en la persecución, asesinato y desaparición de miles de personas, entre ellos delegados de fábricas, estudiantes y militantes de izquierda.

Los espías profesionales (la mayoría de ellos reclutados en su juventud como es el caso de “Jaime” Stiuso) junto con un considerable número de colaboradores externos -que informaban sobre los movimientos diarios de las personas perseguidas- eran (y son) la columna vertebral de la organización bajo el mando del “señor 5” o Jefe de la SIDE y del presidente.

En este artículo nos vamos a referir a las características y roles de estos agentes en la represión desplegada por el Estado en la década del ‘70 para derrotar el ascenso revolucionario de la clase obrera. La historia de SIDE en aquellos años se relaciona de manera directa con el accionar de las organizaciones parapoliciales y con la ejecución del Plan Cóndor, dentro del cual la inteligencia norteamericana –sostén logístico de estos agentes locales- jugó un rol central.

La SIDE al servicio de la CIA y el Plan Cóndor.

El contexto de la Guerra Fría y la cruzada contra el comunismo marcaron el rumbo del espionaje en el mundo occidental. La amenaza de la Revolución Cubana a tan sólo 160 km de la costa de EE.UU. llevó a que el país del Norte oriente su política hacia los países de América Latina entrenando a sus servicios de inteligencia a través de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), animados por las enseñanzas de la Escuela Francesa y de la Doctrina de Seguridad Nacional.

No sólo aportaron con entrenamiento de inteligencia sino también les brindaron ayuda técnica: tecnología en comunicación (microfilm e instrumentos para interceptar líneas telefónicas), suministros de explosivos y armas de fuego “limpias” cuyo origen era muy difícil de detectar1. Los miembros de la SIDE que participaron en estos preparativos fueron alumnos ejemplares.

Luego de haber financiado y apoyado el golpe de Estado en Chile, la CIA impulsó –junto con la DINA (policía secreta chilena)- una coordinación conjunta con las FFAA y los servicios de inteligencia de Argentina, Chile, Brasil, Uruguay, Bolivia y Paraguay en la “lucha contra la subversión” que se inició a finales del año 1975. El objetivo era “cazar” a los exiliados políticos e integrantes de distintas organizaciones político-militares. Así surgió el Plan Cóndor, luego de una reunión que se realizó en Chile, en la que participaron las fuerzas de seguridad de estos países, entre ellos la SIDE.

A partir de este momento, fueron las FFAA quienes dirigieron el operativo a nivel nacional y la SIDE comenzó a trabajar coordinadamente con el Batallón 601, jugando ambos un rol central en esta “lucha contra la subversión”.
Ya en septiembre de 1974, la SIDE y la DINA habían realizado una operación conjunta cuando a fines de ese mes, agentes de ambos servicios asesinaron al General Prats –miembro del gabinete de Allende- y a su esposa, luego de que una bomba explotara en su automóvil en el barrio porteño de Belgrano.

Pero fue en el año 1976 cuando se expresaron más claramente las intenciones de este plan sistemático internacional. Los agentes de la SIDE se hicieron cargo del Centro Clandestino “Automotores Orletti” ubicado en Venancio Flores 3519 (Floresta) junto con agentes del Ejército y de las fuerzas uruguayas. Se estima que pasaron por allí alrededor de 300 personas –la mayoría provenientes de Uruguay- aunque son muy pocos los sobrevivientes que pudieron brindar testimonio. En la planta baja se acumulaban los detenidos mientras que en el primer piso las torturas cotidianas se hacían escuchar bajo el retrato de Hitler2. Todos los bienes de las víctimas fueron repartidos entre los torturadores.

SIDE, Triple A y espías for export: historias de “buenos muchachos”.

En la época de Perón e Isabel, los agentes de la SIDE a cargo de Orletti fueron partícipes de otra empresa de envergadura: la represión paramilitar/parapolicial contra activistas y militantes de izquierda. Uno de los casos más conocidos es el de Aníbal Gordon, jefe operativo de Orletti. Poco después de salir de la cárcel donde cumplió una condena por robo, la SIDE lo reclutó para capitanear un “grupo paralelo” especializado en contrainsurgencia. Según el periodista Juan Gasparini, la flamante banda (formada en su mayoría por traficantes y estafadores) operaba en común con las patotas de la Unión Obrera Metalúrgica (UOM), con el apoyo de la oficina de “operaciones tácticas” de la SIDE. Ambas bandas formaron parte, junto con la CNU, el CdeO y otros grupos ultraderechistas del “sector civil” de la organización parapolicial Triple A, creada por Perón y López Rega. Según el periodista –ya fallecido- Alipio Paoletti, Aníbal Gordon tenía contacto con la SIDE desde 1968.

La sociedad criminal entre Gordon y la UOM tuvo un rol destacado en marzo del ’75 en el operativo represivo desplegado en Villa Constitución contra los obreros enfrentados a la conducción burocrática del sindicato metalúrgico. El operativo contó con presencia de más de 500 matones de la Triple A y personal de las fuerzas represivas del Estado. Según Paoletti y el investigador Martin. E Anderson, el grupo de Gordon fue responsable directo del secuestro de una veintena de activistas y dirigentes obreros. Poco después se produciría una disputa sangrienta entre ambas bandas con varios muertos, uno de ellos incinerado en los sótanos de la sede central de la UOM.

En febrero 1976, el militar peronista Otto Paladino, jefe del Servicio de Inteligencia del Ejército (SIE) especializado en organizaciones políticas de países limítrofes y de América del Sur tomó las riendas de la SIDE, asignándole al “grupo Gordon” nuevas actividades relacionadas con el Plan Cóndor. En aquella época, formaban parte de la banda Eduardo A. Ruffo, apropiador de Graciela Rutila Artés, la primera nieta recuperada; Alejandro Encino, yerno del jefe de la SIDE; Honorio “Pájaro” Martínez Ruiz, entre otros. Todos ellos acompañaban a Gordon desde la época de la Triple A. Entre los miembros de la SIDE a cargo de Orletti también se encontraba el general Eduardo Rodolfo Cabanillas, nombrado jefe del Segundo Cuerpo del Ejército a fines de los ’90.

En Orletti, la SIDE actuó en común con agentes de inteligencia militar del Ejército, como Raúl Guglielminetti, del Batallón 601. A inicios de los ’70, Guglielminetti se había infiltrado como periodista, y luego como empleado de la empresa Impreglio, en la huelga de los trabajadores de El Chocón (Neuquén). Luego de prestar servicios en Orletti y El Olimpo, le asignaron tareas de contrainsurgencia en Fort Lauderdale, EE.UU., donde el Ejército argentino colaboraba con el entrenamiento de torturadores y represores centroamericanos. En los años ’80 fue custodio de Alfonsín e integró un grupo que espiaba a otros espías, junto con ex miembros de la Triple A.

Concluida la dictadura, la SIDE –como el resto de los organismos del Estado- se encargó de proteger toda información que pudiera dejar al descubierto las actividades represivas de sus agentes. Algunos de ellos, como Luis A. Sarmiento –implicado en la tortura y muerte de un estudiante en 1972- fueron enviados al exterior. No obstante, la mayoría de sus miembros –entre ellos, el joven Stiuso- siguieron activos en el plantel de la Secretaría. El caso del “grupo Gordon” fue uno de los pocos que se dio a conocer, probablemente –como da a entender Gasparini- con el consentimiento de la propia SIDE. En los años ’80 y ‘90 estos represores fueron beneficiados con las leyes de Obediencia Debida y Punto Final, y los indultos. Algunos miembros de la banda, como el “Pájaro” Ruiz, cayeron presos por delitos comunes. Otros, en cambio, fueron condenados en la última década a penas de entre 6 a 25 años de prisión por “asociación ilícita”. Las actividades de Aníbal Gordon –fallecido en 1987- y su banda son apenas una pequeña muestra de cómo actuó la SIDE dentro del plan represivo, y luego, abiertamente genocida, de los años ’70 para aplastar el ascenso revolucionario de la clase obrera. Es apenas una ínfima parte de la historia (aún no conocida) de estos “buenos muchachos” al servicio de los capitalistas.

REFERENCIAS:

1. Martin E. Andersen, Dossier Secreto.
2. Jorge Boimvaser, Los sospechosos de siempre. Historia del espionaje en Argentina.


Claudia Ferri

Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.

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