El 27 de septiembre de 1933 llegaron, a La Habana, las cenizas del revolucionario Julio Antonio Mella y una comisión integrada por Juan Marinello y el Comité Julio Antonio Mella con miembros del Partido Comunista de Cuba, los cuales organizaron para el día 29 un acto político de masas.
Martes 14 de septiembre de 2021 20:48
La llegada de las cenizas de Mella fue aprovechada por el Partido Comunista de Cuba (PCC) y la Confederación Nacional Obrera de Cuba (CNOC) para realizar una gran demostración de fuerzas en el contexto de un nuevo gobierno (el llamado "de los 100 días” por los historiadores) y en medio de una cada vez más dura pelea política con los trotskistas del Partido Bolchevique Leninista (PBL).
Según Ofelia Domínguez Navarro la acción debía realizarse en el local de la Liga Antimperialista, pero éste estaba tomado militarmente. Según los militantes del PCC, los primeros disparos partieron de la Iglesia Reina, cerca del local de la Liga, que había sido ocupada por los grupos de acción del ABC (organización terrorista) y el Ejército Caribe (organización armada afín al gobierno de Grau San Martin) que surgió al calor de la revolución de agosto.
Represión
La idea inicial del evento consistía en instalar, con la colaboración de la Secretaría de Obras Públicas, en la Plaza de la Fraternidad, un pequeño mausoleo con las cenizas de Mella. Al acto fue disuelto por el ejército, por el Ejército Caribe y por las milicias del ABC.
Las cenizas de Mella fueron salvadas por el Dr. Luis Díaz Soto quién huyó por el fondo con la urna mientras los soldados subían las escaleras. Otra versión insiste en que fueron Caridad López y María Regla, quienes fingieron dolores de parto y subieron a un taxi que las llevó a la imprenta clandestina del PCC, en las calles de Lamparilla entre Compostela y Aguacate.
En este ataque fueron asesinados 30 asistentes, entre ellos el niño Paquito González, y fueron heridos 100 trabajadores. Estas acciones fueron alentadas por Fulgencio Batista, jefe de las Fuerzas Armadas, para quien era una prioridad ser reconocido por el gobierno norteamericano y por eso no podía permitir un acto comunista de estas características.
Según Ofelia Dominguez:
A nuestra salida de la gobernación intercambiamos opiniones de si sería conveniente o no, ver al presidente de la república, doctor Grau, pero antes quisimos consultar a Rubén Martínez Villena, quedándonos Alberto Moré y yo, en el parque Zayas, en espera de la respuesta que traerían los compañeros. Estando allí́ se empezaron a oír ráfagas de disparos, pero esto no nos alarmó, porque esos días toda
La Habana experimentaba violencia. Luego un camión cargado de soldados y de miembros del directorio estudiantil pasó con velocidad por un costado del parque. Los compañeros, a su regreso, venían espantados del espectáculo que acababa de contemplar. No habían podido llegar a la LIGA ANTIMPERIALISTA, porque ésta estaba rodeada y tomada militarmente y frente a la misma se había librado la más brutal e inhumana de las agresiones con un saldo fabuloso de muertos y heridos, entre ellos numerosos niños. [1]
Ese día Rubén Martínez Villena, poeta y abogado comunista, daría unas palabras. Lo haría aunque ya estaba casi sin voz, como resultado de su enfermedad. Villena diría en el acto:
“Estamos aquí, sobre todo, porque tenemos el deber de imitar a Julio Antonio Mella, de seguir sus impulsos. Para eso estamos aquí camaradas, para rendirle de esa manera a Mella el único homenaje que le hubiera sido grato el de hacer buena su caída por la redención de los oprimidos con nuestro propósito de caer también si fuera necesario.” [2]
La opinión trotskista
La Federación Obrera de la Habana (FOH), organización sindical dirigida por los militantes del trotskista Partido Bolchevique Leninista también condenó los sucesos. El día 30 repudió la masacre y denunció al gobierno, aunque insistió́ en que la política de la CNOC de llevarlo a cabo en ese nuevo contexto era “aventurera”.
Según la mesa ejecutiva de la FOH:
la responsabilidad de los sucesos de ayer, no puede recaer en modo alguno sobre los trabajadores, sino sobre los elementos desvergonzados y cínicos de los viejos partidos políticos burgueses, que han tratado de utilizar el desarrollo del movimiento obrero, para realizar descaradamente la contrarrevolución nacional que los llevaría a la detentación del poder. ” [3]
La FOH, a pesar de la crítica a la CNOC, insiste en la realización del Frente Único para preservar las conquistas obreras: “nuestras tareas en este instante consisten en asegurar el desarrollo de las luchas obreras, y proseguir la ofensiva parcialmente hasta la obtención de nuestras reivindicaciones. Sólo el Frente Único de la clase obrera podrá́ evitar la destrucción del movimiento revolucionario.” [4]
Para la FOH, el mes de agosto era un momento para pasar a la ofensiva y en septiembre era necesario realizar un Frente Único de las organizaciones obreras. Según los trotskistas, esto era necesario por estar en un periodo más defensivo desde la lucha obrera. El Ala Izquierda Estudiantil (AIE) denunció que el acto estuvo en manos del Ejército Caribe y el Directorio Estudiantil Universitario (DEU) y condenó a Grau y a Batista. [5]
Según Calixta Guiteras, hermana de Tony Guiteras, el secretario de Gobierno Marina y Guerra presentó su renuncia luego de la masacre, pero no es aceptada por el gobierno de Batista, ante lo cual continúa en el gobierno. Sobre los ataques a los locales de la CNOC sugiere que el gobierno debía indemnizar. Tony Guiteras repudió la represión [6]
Un duro balance de los sucesos del 29 de septiembre lo realizó Sandalio Junco que había militado con Mella en México y conocía muy de cerca las diferencias que el joven comunista asesinado en la Ciudad de México tenía con el PCC. Como se sabe hoy, producto de investigaciones históricas, el PCC había expulsado a Mella del partido por el balance crítico de la huelga de hambre, siendo acusado de ser trotskista desde Cuba, mediante cartas enviadas a los militantes del Partido Comunista Mexicano (PCM). También ahora se sabe que el PCM no tenía una muy buena relación con Mella; por el contrario, fue hostigado por la dirección de dicho partido.
Según Sandalio Junco –quien ya era militante del PBL– el PCC “no puede, en rigor hablar de Mella como líder del movimiento revolucionario porque en México le vilipendiaron y en Cuba lo expulsaron. Pero Mella expulsado, combatido por los mismos que ahora tratan de deificarlo, es más grandes que todos ellos juntos, pues hasta el último momento supo ocupar su puesto de batalla contra el imperialismo y contra la burguesía nacional.” [7]
Para Junco la notable asistencia al acto se debía al gran reconocimiento de las masas cubanas al legado de Mella, mucho más que por la influencia real del PCC: “la clase obrera, todas la capas de la población concurrían a ese entierro porque sigue representando los anhelos de la liberación de y la síntesis de las aspiraciones populares de Cuba, pero no iban de la manera que quiso aparentar el PC y la CNOC.” [8]
Según escribe Rolando Gutiérrez, Antonio Guiteras –que era secretario de Gobernación, Marina y Guerra– no autorizó el evento y el PCC insistió en el llamado a la confraternización de las fuerzas armadas con el proletariado: “se le pedía a los soldados y marinos que confraternizaran con sus hermanos obreros y marinos. Cuando estos dos últimos estaban precisamente asesinando en otras localidades. En efecto lo hacían con los cartuchos 30.06 de los Springfields.” [9]
Sergio Carbó apoyó la acción de ataque del Ejército Caribe en artículos de periódico: el DEU la reivindicaba por derecha como un acto de lucha contra la injerencia extranjera en Cuba Libre. A los días que siguieron a la matanza le siguió el asalto a los sindicatos, por parte del ejército y la CNOC. En Prado no. 123 fueron lanzados, desde lo alto, los muebles y quemadas en una hoguera las sillas y escaparates del local.
El Ejército Caribe, la derecha del DEU y las fuerzas armadas al grito de Cuba Libre saquearon los sindicatos de la CNOC, los torcedores, los obreros de bahía, barberos, motoristas, fueron asaltados y clausurados. [10]
Según el AIE:
“Las hordas mercenarias el servicio del gobierno del DEU que preside Grau acaban de asaltar el local del Centro Obrero, Prado 123, y sus muebles y sus banderas han sido quemados en la vía pública. He aquí́ una nueva fase de terror que ya ha sido implantado. He aquí́ cómo no se respetan los locales de los organismos revolucionarios del proletariado al igual que no se respetan sus vidas.” [11]
En ese momento se configura un avance de la reacción en el gobierno, contra el movimiento obrero, lo cual pone a éste a la defensiva. No es ocioso preguntar si es en este momento en el que estaba más planteado como consigna de la creación de comités de autodefensa armada en lugar de la consigna de la confraternización del ejército con los trabajadores.
La confraternización estaba fuera de la realidad, pues los trabajadores estaban siendo masacrados por el ejército mismo en todos los lugares en donde había luchas. Esta política del PCC desorganizaba a los trabajadores para conquistar por sí mismos las armas.
El PBL, aunque no criticó directamente la consigna por la confraternización de los soldados con los trabajadores, planteó la política de armamento de milicias proletarias en su programa que, dada su influencia real, no pudo concretarse. Desconocemos si el PBL emprendió algún experimento de defensa obrera armada en los centrales de Oriente que controlaban o en el caso de la FOH.
Esta historia es poco conocida entre la izquierda. Es una historia de “lo minucioso”, no tanto de lo general. No existe nada que no valga la pena ser investigado de nueva cuenta para que las nuevas generaciones puedan conocer la historia de los revolucionarios cada vez más olvidados.
[1] Dominguez, Ofelia, 50 años de una vida, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1971. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana. Cuba. 298.
[2] Martínez Villena, Rubén, Palabras ante las cenizas de Julio Antonio Mella, en Pichardo, Hortensia, Documentos para la historia de Cuba. Tomo IV. Primera Parte. Editorial Ciencias Sociales. Cuba. 1980. P. 65.
[3] Manifiesto impreso firmado por la Mesa Ejecutiva de la FOH protestando por los trágicos sucesos en momentos del entierro de las cenizas de Julio Antonio Mella. La Habana, 30 de septiembre de 1933. A todos los obreros de la provincia. Al pueblo de Cuba. Archivo Nacional de Cuba. Fondo Especial. Caja. 7. Leg. 12.
[4] Ibid.
[5] A todos los estudiantes, el pueblo de Cuba en general. AIE. AIHC. Fondo Villaseca. Doc. 2556. 1933.
[6] Guiteras, Calixta, Biografía de Antonio Guiteras. Departamento de Educación de la Administración Municipal. Habana. 1960.
[7] Junco, Sandalio, ¡¡¡Fuera caretas!!! Contra la demagogia, las vilezas y la incapacidad de los líderes de la CNOC, La Habana, Enero 1934. Archivo Nacional de Cuba. Fondo Especial. Leg. 1. No. 2833. 16 páginas.
[8] Ibid.
[9] Rodríguez, Rolando, La revolución que no se fue a bolina, Editorial Ciencias Sociales, La Habana. Cuba. 2013. P. 331
[10] Ibid.
[11] A todos los estudiantes, el pueblo de Cuba en general. AIE. AIHC. Fondo Vilaseca. Doc. 2556. 1933.