La política de Izquierda Socialista, el MST y el Nuevo MAS ante los debates que cruzan a la izquierda en Francia y Brasil, reflejan distintos grados de adaptación a las políticas de conciliación de clases que atraviesan las formaciones llamadas “partidos amplios”, como el Partido Socialismo y Libertad (PSOL) o el Nuevo Partido Anticapitalista (NPA). En un sentido aparentemente opuesto el Partido Obrero y el grupo de Altamira, sin sacar ninguna conclusión de su práctica internacional en el pasado, ahora se abstienen de tener política hacia esos fenómenos. Como complemento de la política errática en el terreno internacional, particularmente el NMAS y Altamira se niegan a fortalecer la lucha por la independencia de clases en Argentina. Una combinación de rasgos oportunistas y sectarios que ha llevado a un retroceso a todas esas corrientes.
En este marco, la emergencia de dirigentes obreros trotskistas que se destacan en Francia y Chile luchando por la independencia política de la clase trabajadora como expresión de la fusión del marxismo con sectores de la vanguardia obrera muestra otro camino.
Partidos “amplios”, conciliación de clases y electoralismo
Los principales debates de la izquierda en Brasil y Francia actualmente no son sobre cómo combatir la política de Bolsonaro y Macron para descargar la crisis económica y sanitaria sobre la espalda de las y los trabajadores. No se discute la mejor forma de enfrentar la tregua de las organizaciones sindicales y movimientos sociales dirigidos por el PT o por la centroizquierda francesa, funcionales a los ataques capitalistas en plena crisis. Al revés, la presión para apoyar a la centroizquierda reformista como alternativa electoral contra los candidatos de derecha y de extrema derecha en ambos países ejerce una fuerte presión sobre las corrientes de izquierda. Algo similar a lo que vivimos en Argentina luego de las jornadas contra la reforma jubilatoria de Macri en diciembre de 2017, cuando el peronismo kirchnerista en la oposición garantizó la paz social para canalizar el descontento de las masas hacia las elecciones de 2019.
En el caso del PSOL de Brasil, un ala del partido defiende no tener candidato propio a presidente en las próximas elecciones para apoyar a Lula ya en primera vuelta. Un Lula que salió de la cárcel defendiendo el “perdón” a los que dieron el golpe institucional contra el PT, no dice una palabra siquiera sobre la necesidad de revertir los ataques estructurales implementados por el golpismo, y busca desesperadamente alianzas con golpistas antibolsonaristas para disputar las próximas elecciones. Mientras otra ala del PSOL quiere que el partido tenga candidato presidencial propio, proponiendo la pre candidatura del diputado federal Glauber Braga.
En el caso del NPA de Francia, como hemos debatido en otro artículo, el ala derecha del partido dirigida por las corrientes mandelistas herederas de la Liga Comunista Revolucionaria de Ernest Mandel defiende un frente electoral con la centroizquierda que se postula para administrar el Estado capitalista. Esta hoy es liderada por Jean-Luc Mélenchon, quien integró el Partido Socialista durante cuatro décadas, rompiendo en 2008 para formar el Partido de Izquierda y luego el movimiento político electoral Francia Insumisa. Una “izquierda institucional” que busca aliarse con el Partido Socialista y los Verdes, que fueron responsables por ataques neoliberales bajo sus gobiernos en Francia y a nivel europeo.
Tanto en Brasil como en Francia, la política de adaptación a los frentes de conciliación de clases genera divisiones en la izquierda. En el PSOL, contra los que defienden apoyar a Lula ya en primera vuelta, se unen varias corrientes internas del partido defendiendo la pre candidatura presidencial de Glauber Braga para 2022. En el NPA, el partido se divide entre: un ala derecha que promueve acuerdos con Mélenchon; un ala centro que resiste de palabra a esos acuerdos aunque en los hechos hacen que la política de la derecha avance; y, finalmente, un ala izquierda que lucha por refundar el NPA cómo un partido con un programa y una estrategia revolucionarios.
Esta ala izquierda adentro del NPA es la expresión de la fusión de la Corriente Comunista Revolucionaria, organización hermana del PTS en Francia, con lo mejor de la vanguardia obrera que ha emergido de los procesos de la lucha de clases que atravesaron este país en los últimos años. Son decenas de trabajadoras y trabajadores que se acercan al trotskismo, que estuvieron al frente de grandes huelgas como las del ferrocarril en 2018, la revuelta de los Chalecos Amarillos, la gran huelga de los transportes públicos que paralizó París por semanas contra la reforma jubilatoria de Macron, y, más recientemente, la huelga de la refinería de Gandpuits de la petrolera Total contra despidos en masa. Hay entre ellos organizadores obreros que se destacaron en cada uno de esos procesos por impulsar la unidad en la acción con movimientos de lucha contra la xenofobia, el racismo, la persecución a los inmigrantes y la destrucción del medio ambiente, dando ejemplos de alianzas entre obreros, estudiantes y los sectores más oprimidos de la población. Esta fue la base de la enorme simpatía conquistada por la pre candidatura presidencial de Anasse Kazib, dirigente ferroviario descendiente de inmigrantes marroquíes que se destacó como referente de ese ciclo de luchas y cuya pre-candidatura presidencial la CCR puso a consideración de las corrientes que reivindican la independencia de clase en el NPA para simbolizar la batalla por la refundación de este partido en clave revolucionaria, en contra del proyecto de conciliación de clases del ala derecha mandelista.
Veamos cómo se ubican las corrientes del trotskismo argentino ante estos acontecimientos que cruzan la izquierda internacional…
IS, MST y NMAS juntos contra la independencia de clases en Brasil
Para el NMAS, “la pre-candidatura de Glauber Braga es el instrumento vital de lucha contra el frentepopulismo”. Para el MST, Braga “refleja la oposición de gran parte de la militancia al liquidacionismo de aquellos que se rinden frente al proyecto de conciliación de clases”. La corriente brasilera de Izquierda Socialista, en un artículo titulado “Batallar por la independencia de clase en el PSOL”, dice que Braga “tiene credenciales para presentar un mensaje para fuera, para que el partido batalle para ser una representación política de las luchas que existen y de las que están por venir”. ¿Es así?
Glauber Braga inició su carrera política en 2001, ocupando secretarías en el gobierno de su madre, en un municipio de la región metropolitana de Rio de Janeiro. Madre e hijo pertenecían al Partido Socialista de Brasil, el PSB, donde Braga pasó los 15 primeros años de su carrera política. Teniendo la paloma de la paz como símbolo y al nacionalista burgués Roberto Mangabeira Unger como ideólogo, el PSB en ese momento era controlado por el populista Anthony Garotinho, gobernador de Rio de Janeiro durante la ofensiva neoliberal de 1994 a 2002. A partir de 2003, el partido pasa al control del clan oligárquico de tinte nacionalista burgués de la familia Arraes/Campos del nordeste brasilero.
Braga fue electo diputado federal por primera vez por el PSB en 2010, cuando este partido todavía era entusiasta de la coalición de gobierno nacional del PT. En 2014, cuando obtuvo su primera reelección, Braga apoyó la candidatura presidencial de la neoliberal Marina Silva, defensora de las reformas jubilatoria y laboral, apoyada por uno de los mayores bancos brasileros (Itaú) y uno de los principales monopolios cosméticos del país (Natura). En 2016 el PSB termina apoyando el golpe institucional contra Dilma Rousseff e integrando el gobierno del golpista Michel Temer. Glauber Braga migra al PSOL en 2015, luego de haber perdido la presidencia del PSB en Río de Janeiro.
Su precandidatura no ganaría importancia si no fuera por el apoyo de Luiza Erundina y el Movimiento de Esquerda Socialista (MES) de Luciana Genro y Samia Bomfim; dirigido por el exdirigente del viejo MAS argentino, Pedro Fuentes. ¿Quiénes es Erundina? ¿Qué es el MES?
Luiza Erundina se hizo conocida por asumir el gobierno de la ciudad de São Paulo en 1988. La primera candidata del PT a ganar una alcaldía importante del país, también responsable de la primera represión por parte de un gobierno petista a una huelga de trabajadores. En 1992, ante una enorme huelga de 9 días de la Compañía Municipal de Transportes Colectivos, Erundina autorizó el uso de las fuerzas represivas para atacar los piquetes y proteger a los rompe huelgas, resultando al menos 50 activistas presos. Luego, rompe con el PT y entra al partido que fue la cuna política de Glauber Braga, el PSB, para integrar como ministra el gobierno de Itamar Franco (vicepresidente del derechista Collor de Mello destituido por corrupción). Actualmente Erundina es diputada federal por el PSOL.
Por su parte, el MES tiene en su curriculum haber recibido financiamiento del mayor empresario de la industria del acero de Brasil, Jorge Gerdau, análogo a lo que en Argentina sería un Paolo Rocca. Además, fue un defensor entusiasta del juez Sergio Moro. Sí, el mismo que con los auspicios del Departamento de Estado norteamericano y en articulación con los carteles internacionales del petróleo y toda la derecha más rancia del país articuló el golpe institucional que terminó sacando al PT del poder.
A pesar de dividirse ante la táctica electoral en 2022, las dos alas enfrentadas del PSOL tienen 100 % de acuerdo en preservar y promover los lazos estratégicos del partido con el PT para intervenir lo más en común que puedan en los temas candentes de la realidad nacional. Ninguna de las dos alas en disputa cuestiona el bloque del partido con los gobernadores y las bancadas parlamentarias del PT para defender el impeachment de Bolsonaro, que resultaría en nada menos que la asunción del general Mourão como nuevo presidente de la república. Tampoco cuestionan la adaptación del PSOL a la tregua de las burocracias sindicales del PT ante a los brutales ataques del gobierno Bolsonaro. Al revés, en la alcaldía de Belém do Pará, al norte del país, el alcalde del PSOL en este momento está implementando una reforma jubilatoria.
Como viene insistiendo el Movimiento Revolucionario de Trabajadores (organización hermana del PTS en Brasil), hay que construir un polo de lucha común por la única política capaz de enfrentarse al régimen golpista de conjunto y construir una alternativa revolucionaria al PT y a la dirección del PSOL: unir fuerzas alrededor de la agitación de un programa anticapitalista para enfrentar la crisis económica y sanitaria; ligando la organización de la vanguardia obrera a la pelea por imponer, con la movilización de masas, una Asamblea Constituyente Libre y Soberana que termine con la herencia golpista y debata un programa para que la crisis la paguen los capitalistas.
Pero esta necesidad no tiene importancia en el debate interno del PSOL, donde domina la rosca alrededor de las lejanas elecciones de octubre de 2022. Como no existe la posibilidad de coaliciones electorales para cargos legislativos en Brasil (solo hay coalición a cargos ejecutivos), lo que está en juego en la “gran disputa” al interior del PSOL es cuál sería la mejor vía para conquistar lo que en Argentina se conoce como “corte de boleta”. Un fenómeno extendido que ya verificamos en las elecciones de 2018, cuando el candidato presidencial del PSOL, Guilherme Boulos, sacó 0,58 % de los votos; mientras los candidatos a diputados sacaron más de 8 % en Rio de Janeiro y más de 4 % en São Paulo, por ejemplo, eligiendo 10 bancas en todo el país. O sea, parte importante de los votos de sus diputados se dieron “cortando boleta” con el petista Fernando Haddad, algo posibilitado también por el sistema de voto electrónico en Brasil. Hablando en términos sencillos: en el marco que ambas alas presuponen mucho “corte de boleta” una opina que podría salir mejor directo con Lula y otra con candidatura propia. A la vez que ambas alas acuerdan en rechazar a Bolsonaro en el balotaje sea como sea, aunque la alternativa signifique una consolidación de la herencia del golpe institucional.
Consecuente con esta indistinción de ambas alas en la alianza estratégica del PSOL con el PT y sus objetivos estrictamente electorales, el Manifiesto de lanzamiento de la precandidatura de Braga para 2022 no dice una sola palabra sobre el rol de los sindicatos y movimientos sociales dirigidos por los petistas en la tregua que impide el desarrollo de cualquier resistencia seria a los ataques en curso actualmente. Eso es lo que se esconde detrás de la “gran lucha por la independencia de clases” que postulan el MST, IS y el NMAS apoyando la candidatura de Glauber Braga en Brasil. Tanto por su programa, por su trayectoria, como por carecer de la más mínima relación con las organizaciones de los trabajadores, es una verdadera estafa plantear que se trata de una candidatura de “independencia de clase”.
Oportunismo y sectarismo: dos caras de una misma moneda contra la independencia de clase
Pero no se trata solamente del apoyo externo a una política de conciliación de clases. En las últimas elecciones municipales de Brasil, en la ciudad de Santo André (São Paulo), una de las pocas en que tienen algunos militantes, la corriente brasilera del NMAS, Socialismo o Barbarie, fue parte con su candidata a vicealcalde de una lista integrada por el partido golpista llamado “Rede”. Sí, integró una lista común con el partido creado por Marina Silva, que como explicamos arriba fue una neoliberal apoyada por el Banco Itaú y otros grandes monopolios capitalistas en las presidenciales de 2014.
Siguiendo la máxima de Trotsky, para quien oportunismo y sectarismo son dos caras de una misma moneda, complementando la integración oportunista a las alianzas de centroizquierda del PSOL que señalamos antes, tanto en Francia como en Argentina el NMAS rechaza la posibilidad fortalecer la lucha por la independencia de clase.
En Francia, como debatimos en este artículo, el NMAS, con militantes sueltos que no pertenecen a ninguna corriente política allá, declara su rechazo al llamado de la CCR para que todas las corrientes que reivindican la independencia de clases dentro del NPA luchen en común para refundarlo como un partido de la lucha de clases. En contraposición, el NMAS apoya la política de L’Etincelle (ex Fracción de Lutte Ouviere - FLO), Anticapitalismo y Revolución (AyR) y Democracia Revolucionaria (DR), que prefieren defender una “candidatura unitaria de consenso para no romper el partido”, aunque en la práctica eso signifique defender la subordinación de todo el NPA al rumbo de conciliación de clases de su ala derecha, ya que ni siquiera proponen otra candidatura alternativa que se oponga al proyecto mandelista. A la vez, el NMAS se calla ante la política de expulsar a la CCR, impidiendo la participación de sus militantes en plenarios comunes donde se voten los delegadxs a la conferencia electoral, por temor a los resultados.
En Argentina vemos una actitud con puntos en común que es la otra cara de la moneda. El NMAS viene rechazando sistemáticamente los llamados del PTS a conformar un solo frente electoral que unifique todas las corrientes que luchan por la independencia de clase, para fortalecer la pelea contra la política del gobierno peronista y de la oposición de derecha de descargar la crisis sobre las espaldas de las mayorías populares.
En Francia el oportunismo del NMAS se expresa en una política que fortalece los frentes de conciliación de clases orquestados por el ala derecha del NPA. En Argentina, al partido de Manuela Castañeira no le importa si la consecuencia de sus intereses sectarios es que termina beneficiando a los enemigos de la clase trabajadora. Oportunismo y sectarismo: dos caras de una misma moneda en contra la independencia de clase.
Pero el NMAS no está solo en su empresa. A él se sumó la corriente llamada Política Obrera, fundada por Jorge Altamira luego de que este terminó afuera del partido que fundó. Juntos integraron un frente electoral en Salta para competir con el FITU. La oligarquía de la provincia agradece. Justo Altamira, que siempre tuvo la lengua tan afilada para criticar las “capitulaciones” del PTS, y que se pasa inventando argumentos “de izquierda” para criticar el FITU, terminó aliándose con los que integran listas de conciliación de clases en Brasil y se adaptan al mandelismo en Francia. Para justificar intereses de secta, los principios son muy maleables.
Seguimos insistiendo en el llamado a que revean esta política para que la izquierda pueda conformar un solo Frente clasista unitario para enfrentar al peronismo, a la oposición de derecha y a la centroizquierda en las elecciones por venir.
Partido Obrero, memoria corta y nacional trotskismo
El Partido Obrero y Altamira se pasaron la vida criticando al Secretario Unificado (SU, corriente al que pertenece el mandelismo francés) como casi “contrarrevolucionario”. En especial se dedicaron a atacar cualquier actuación dentro de partidos amplios como el NPA y el PSOL como un abandono de la independencia de clase, sin importar el contexto de cada país y el contenido de la política.
Ahora que se dividieron en dos partidos distintos en Argentina, lo que se conoce como “PO oficial”, frente a la crisis del NPA, se encuentra cultivando relaciones diplomáticas con la tendencia “La Chispa”, ex Fracción de Lutte Ouvrière, o sea, la corriente del “centro” del partido que más capitula a la política de los mandelistas.
La situación actual tanto del PO oficial como de la ruptura de Altamira en el terreno internacional, donde no tienen más que relaciones meramente diplomáticas con corrientes de este índole, es el resultado de una concepción de construcción internacional basada en declaraciones de circunstancia, como complemento del nacional trotskismo indiferente a la política real que cada corriente tiene en su propio país.
Así, en el caso del Partido da Causa Operária (PCO) de Brasil con el cual el PO rompió hace más de 15 años, nunca se supo ni siquiera el por qué de la ruptura luego de compartir por décadas una misma “corriente internacional”. En el marco de que el socio brasilero pasó años adentro del PT, aun cuando este ya había participado activamente del pacto de transición que permitió a la burguesía salir de la dictadura evitando una acción independiente de las masas. La única explicación pública es la de que en un determinado momento el PCO dejó de cotizar para la corriente internacional. Años después el PCO se transformó en el principal partido satélite del PT, mucho más lamebotas aún que el PSOL.
En cuanto a sus partners italianos del Partito Comunista dei Lavoratori (PCL), terminaron rompiendo en 2017 por diferencias alrededor de la caracterización del “catastrofismo” (una discusión teórica), y porque jamás quisieron sacar un periódico propio. Durante toda una parte de su trayectoria previa se habían negado a delimitarse del centroizquierdista Rifondazione Comunista dentro del cual militaban y por el cual llegaron a elegir legisladores (un partido que tenía entre sus dirigentes a Armando Cossutta, el más reconocido agente de la KGB stalinista en Italia). Cuando en 2006 finalmente fueron expulsados porque no apoyaron el bombardeo de Italia como parte de la OTAN en los Balcanes, rompieron como un pequeño grupo producto pasar tantos años diluidos en el reformismo, que posteriormente se dividió y del cual una parte fue a la Liga Internacional de los Trabajadores (LIT) y otra – la juventud – años después constituyó la FIR como sección italiana de la Fracción Trotskista.
En el caso de sus aliados del DIP turco, buscan “reconstruir la IV” con un partido que plantea refundar la III Internacional con el programa de la IV. Especie de versión extemporánea de planteos como el de Isaac Deutscher, con sus críticas a Trotsky por haber fundado la IV Internacional para pelear contra el stalinismo.
En el caso de sus simpatizantes actuales de Luta por el Socialismo de Brasil, basta con decir que apoyaron al petista Haddad ya en la primera vuelta de las elecciones de 2018 y ahora son parte de la campaña petista por el impeachment a Bolsonaro que implicaría que asuma el general Mourão.
Cualquier similitud con respeto a la actuación de los de las corrientes trotskistas que hemos criticado adentro del NPA o del PSOL no es mera coincidencia. La dispersión total de lo que hace tiempo fue la organización internacional del PO (la CRCI) demuestra que la diplomacia internacional como complemento del nacional trotskismo llevó esta corriente a una derrota en toda línea en el terreno internacional.
Partidos amplios, táctica y estrategia
Cuando en el NPA francés, la FLO, AyR y la DR elijen aceptar las condiciones del ala derecha del partido en vez de la alianza con la CCR, están demostrando que el principio de la independencia de clase para ellos es una cuestión táctica subordinada a la estrategia de conciliación con el ala derecha del partido, incluso cuando estos se unen con los reformistas y centroizquierdistas. Que quede claro: las corrientes de centro y de izquierda del partido juntas tendríamos la mayoría en el organismo de dirección nacional del partido, como demuestran varias resoluciones, por lo cual fue una decisión (no una “imposición de la relación de fuerzas”) aceptar la política del ala derecha mandelista. En esta subordinación dentro del NPA francés vemos el principio orientador con que estas corrientes trotskistas actúan dentro de los llamados “partidos amplios”.
A pesar de que Izquierda Socialista, el MST y el NMAS no tienen militantes en Francia, vemos exactamente los mismos criterios en la actuación de sus corrientes hermanas adentro del PSOL brasilero. Ahí, el abandono de la independencia de clase en función de la alianza con reformistas se ha transformado en algo común. Es así que esas corrientes compartieron el entusiasmo por la campaña municipal de Guilherme Boulos en São Paulo a pesar de su confraternización con empresarios bolsonaristas. Particularmente la CST, corriente hermana de IS, integró las listas legislativas el PSOL de Rio de Janeiro como parte de una campaña electoral cuyo candidato a vice alcalde era un excoronel de la Policía Militar. Lo que no sorprende cuando vemos su actuación en Perú, donde participan del Frente Amplio, un engendro centroizquierdista a la derecha del NPA y del PSOL, semejante a lo que fue Proyecto Sur, con el que en Argentina el MST compartió años antes de adherir al FITU. Son debates que ya fueron parte de la Conferencia Latinoamericana y de los EEUU realizada en mediados de 2020 y hay que seguir.
De conjunto, son años (en algunos casos más de una década) de subordinación a la política de un partido dirigido por los parlamentarios, con alas derechas que se imponen internamente por fraudes y métodos stalinistas y clientelares. Una trayectoria que demuestra la decisión estratégica de convivir pacíficamente con reformistas que defienden y practican la conciliación de clases. Una decisión que, además de implicar el abandono de la lucha por la independencia de clase, no ha resultado ni siquiera en atajos para un construcción oportunista de sus corrientes, que vienen sistemáticamente retrocediendo ante al avance de las alas derechas dentro de estos partidos.
¿Por qué para los compañeros de IS y el MST los principios de independencia de clases se sostienen solamente en Argentina? ¿Será porque acá el PTS considera inaceptable cualquier acuerdo que no se base en la independencia de clase? Por algo se logró que el MST, luego haberse puesto al lado de la Sociedad Rural en la crisis del campo en 2008 y compartido frentes políticos con Pino Solanas y Luis Juez, terminara después de largo periodo de decadencia adhiriendo a los criterios de independencia de clases del FIT. Sin embargo, para las corrientes que hoy lo integran, la lucha por la independencia de clases no debería ser una particularidad nacional, como el mate o el buen asado...
Junto con la adaptación del PO y del MST a la administración clientelar de la asistencia estatal por parte de sus propios partidos, sin pelear por la unidad de las filas obreras ni por la democracia dentro del movimiento de desocupados, la política internacional de la izquierda trotskista argentina es uno de los principales obstáculos para que la conquista del Frente de Izquierda Unidad como una coalición electoral de independencia de clase tal como no existe en ningún otro país del mundo pueda avanzar estratégicamente hacia la construcción de un partido revolucionario común.
La lucha de la Fracción Trotskista por la independencia de clase
La lucha para influir sobre les trabajadores y jóvenes que alimentan expectativas en los “partidos amplios” con una política revolucionaria, ni oportunista ni sectaria, presupone la lucha incondicional por la independencia de clase ligada a la batalla por la fusión del marxismo con la vanguardia obrera de cada país. Este camino seguido por la CCR en Francia no es reconocido por nosotros, sino la propia ala derecha del NPA, que lo dice en los fundamentos de sus ataques para buscar nuestra expulsión, donde destacan los avances de nuestra construcción en la vanguardia obrera de los principales procesos de lucha de clases y la lucha independiente del diario Revolución Permanente como grandes obstáculos contra el rumbo de conciliación de clases que buscan imponer al partido.
En Chile, donde el PTR, organización hermana del PTS, lamentablemente es la única referencia del trotskismo a nivel nacional, las recientes elecciones para la Asamblea Constituyente reflejaron los primeros pasos de esa fusión con sectores de la vanguardia que protagonizaron la enorme rebelión de fines de 2019. Fueron 87 mil votos a candidatos que reflejaron la lucha por desarrollar los reclamos de la rebelión a través de la movilización de masas, en contra la búsqueda del régimen encorsetarlos en reformas cosméticas de una constituyente amañada y restringida. Votos que se concentraron especialmente en la región de Antofagasta. Ahí Lester Calderón obtuvo casi 13 % como candidato a gobernador; y Natalia Sánchez fue electa concejala. Él, dirigente sindical en esta que es la principal concentración de trabajadores del país, especialmente del proletariado minero y de portuarios. Ella, médica del Hospital Regional de Antofagasta, integrante de las brigadas de salud que atendían a las víctimas de la represión durante la rebelión. Ambos fueron organizadores del Comité de Emergencia y Resguardo, una institución que durante la rebelión coordinó sindicatos, organizaciones territoriales, profesionales, estudiantes, activistas sociales, entre otros sectores, que cumplió un rol fundamental en el estallido e incluso logró imponer a la burocracia de la CUT una movilización unitaria con más de 25.000 personas, en el contexto de la huelga general del 12 de noviembre de 2019.
A contramano de la lucha por la independencia de clases en Chile, los pocos militantes de la Liga Internacional de los Trabajadores, organización internacional del PSTU brasilero y argentino, lanzaron candidatos por la Lista del Pueblo, que defiende “respetar cabalmente la constitución chilena” y “respetar el régimen democrático y el orden público”. Un puñado de militantes de Izquierda Socialista en Chile se afiliaron al PTR para lanzar sus candidatos, a pesar de que reivindicaron el triunfo de la Lista del Pueblo como propio, mostrando una vez más que la independencia de clase es un problema “a la carta”. Por su parte, las dos candidaturas independientes de simpatizantes del MST argentino hicieron una campaña de propuestas adaptadas a la constituyente amañanda y restringida. Los cerca de 5 simpatizantes del grupo de Altamira apoyaron la candidata de la LIT en la frentepopulista Lista del Pueblo; y los simpatizantes del “PO Oficial”, si existen, no se pronunciaron a favor de las candidaturas del PTR. Es de verdad sorprendente que después de 50 años de existencia una organización que se dice revolucionaria en Argentina no haya hecho nada para colaborar con la construccion del trotskismo en Chile. Acá, una vez más, sobra oportunismo con los que defienden la conciliación de clases y sectarismo con los que luchan por la independencia de clases.
En Brasil, aunque en el marco de una situación reaccionaria donde todas las corrientes que reivindican la independencia de clases retroceden junto a la clase obrera, el MRT ha demostrado cómo es posible tener una política audaz para influir sobre trabajadores y jóvenes que se sienten atraídos por un partido amplio como el PSOL, sin que eso signifique ceder un milímetro en la intransigente lucha por la independencia de clase. Fue así que, mientras el PSOL era un partido de oposición a los gobiernos del PT y podría canalizar eventuales procesos de ruptura del movimiento de masas con este partido por izquierda, el MRT pidió constituirse como corriente interna para luchar por un programa y una estrategia revolucionarios. ¿Por qué el PSOL rechazó nuestro pedido de entrada? Porque no hay ninguna democracia interna y como en todo partido amplio se dirige desde los parlamentarios. Nuestra entrada hubiera cuestionado ese monopolio político, porque con Esquerda Diário llegamos a centenares de miles por mes en todo el país, un diario que compite en llegada con los principales portales de internet del llamado “petismo crítico”, llegando a un público cinco veces más amplio que el sitio oficial del PSOL. Un medio que todos los días llega a decenas de miles de personas con las luchas que damos en cada lugar de trabajo y de estudio para que la vanguardia obrera emerja en lucha contra las burocracias políticas y sindicales del PT es el contrario a la subordinación que todas las corrientes internas tienen a este status quo impuesto por los parlamentarios.
Aun así, el MRT, ante al restrictivo y antidemocrático sistema electoral brasilero, participó de las tres últimas campañas electorales como parte de un acuerdo con el PSOL para utilizar su personería legal con candidaturas que defendieran una política propia (lo que allá se llama “candidaturas democráticas”, porque se vota por separado sin necesidad de apoyar otras candidaturas del partido). Acuerdo este que nunca nos impidió de pelear contra la política de conciliación de clases de este partido, rechazando claramente las candidaturas del PSOL que hicieron alianzas con partidos burgueses, o que tenían una trayectoria de participar de gobiernos y partidos burgueses. Fue así que en 2016 no apoyamos a Erundina ni a Freixo; en 2018 rechazamos lanzar candidatos donde el PSOL se alió con el PT, partidos burgueses o expolicías como en Rio de Janeiro; y nuevamente en 2020 renunciamos a tener candidaturas donde se repetían esos criterios, incluida la renuncia a la “candidatura democrática” a concejal de la docente Mayra Machado en las listas del PSOL de Santo André (SP), donde el NMAS fue de vice en una lista encabezada por la Rede de Marina Silva.
Al contrario de las demás corrientes de la izquierda argentina, que han retrocedido por su política de adaptación a la conciliación de clases en el terreno internacional, la fusión con la vanguardia obrera que la FT puede mostrar en Francia y Chile son los frutos que recogemos de una política consecuente de lucha por la independencia de clase en todos lados. Cuestión esta que no se muestra en declaraciones diplomáticas una vez a cada tantos años como suele pasar en la tradición nacional trotskista que cierra los ojos ante la práctica política real, sino que se puede seguir día a día en una red de diarios internacionales en 14 países y 7 idiomas. Para los que quieran conocernos mejor, invitamos a conocer nuestra página de internet y el Manifiesto “El desastre capitalista y la lucha por una Internacional de la Revolución Socialista”. En base a esos resultados prácticos llamamos las demás corrientes de la izquierda argentina a reflexionar sobre su política de adaptación a la conciliación de clases en el terreno internacional.
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