Las imágenes de los enfrentamientos en Guernica atravesaron todos los medios de comunicación el pasado jueves 29 desde temprano en la mañana. Miles de efectivos policiales de diferentes fuerzas, cantidad de motos, cuatriciclos, camiones hidrantes, división de perros, drones y helicóptero incluidos, un pequeño ejército equipado virtualmente para una guerra de baja intensidad.
Pero ¿por qué no fue un simple desalojo donde las fuerzas represivas humillan una vez más a los que nada tienen para defender a los capitalistas usurpadores? Los teóricos militares sostienen con razón que el conflicto no surge con el ataque, porque este no tiene por objetivo el combate en sí mismo sino tomar posesión de algo. El combate surge con la defensa, porque es el que se defiende quien busca detener el golpe y por ende está obligado a combatir para lograrlo. El atacante siempre preferiría no encontrar resistencia. Pero en Guernica la hubo.
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Del desalojo a la resistencia
El miércoles 28, ante la abrupta ruptura de las negociaciones por parte del gobierno, las distintas organizaciones y delegados de la toma convocaron a un acampe y a un abrazo solidario para acompañarlos.
En la noche de ese mismo miércoles desde diferentes puntos del GBA comenzamos a verificar la partida de decenas y decenas de micros cargados de efectivos que se dirigían hacia Guernica. La Escuelita del barrio La Lucha se convirtió en un punto de organización de la resistencia. Más de 200 compañerxs de la militancia del PTS, docentes, estudiantes, trabajadores, nos dirigimos en la madrugada al predio para estar junto a los vecinos ante el inminente ataque, siendo la organización política más numerosa en este abrazo solidario. Alrededor de las 3am la cantidad de efectivos movilizados hacía evidente que la disposición de Berni era largar ese mismo día la ofensiva contra los cuatro barrios recuperados.
Al amanecer comienza el ataque. Desde el norte contra el barrio La Unión y contra el barrio La Lucha desde los terrenos del concejal del PRO, Guido Giana. Detrás de las arboledas de la propiedad de Giana se escondía Berni a la cabeza de un contingente de varios cientos de efectivos. Toda una metáfora la colaboración del hombre del PRO con las tropas del carapintada. En ambos puntos se ensayó una primera resistencia con lo que había, tratando de evitar el avance. Así fue como acompañamos la resistencia de los vecinos en el barrio La Lucha.
Mientras tanto cientos de efectivos más iban realizando un cordón sobre el margen que divide los barrios del campo abierto, con antimotines y división de perros, para desde allí disponerse a avanzar. Grupos de policías hacían de destacamentos de vanguardia, se iban atrincherando detrás de las casillas frente a la resistencia de los vecinos para ir ganando terreno para desde ahí disparar sus postas. Cada porción de territorio “conquistado” era debidamente señalizado con banderines. A su paso la policía iba quemando las casillas. Una vez mínimamente emplazados comenzó el avance de las divisiones de canes.
Entre paréntesis, cabe mencionar que el antiguo “estratega” del gendarme carancho, Sergio Berni, ahora sostiene que la policía no tiró ningún gas y que todos habrían provenido de “grupos más radicalizados de izquierda”. Ante lo cual se abren dos hipótesis: o bien el ministro se pasó de payaso, o bien la bonaerense está dirigida por alguien que no está en uso de sus facultades mentales.
En el predio transcurrió la primera hora de la batalla. Fue una resistencia en condiciones extremadamente adversas por tratarse de una lucha a campo abierto frente a la amplia superioridad numérica de la fuerza represiva que había desplegado el gobierno provincial. Sin embargo, la defensa se hizo fuerte una vez que fue empujada hacia el casco urbano, que con sus calles angostas, hace que las posibilidades de combatir en desventaja sean mucho mejores. El principal punto de resistencia se desarrolló en la calle Entre Ríos. Allí se fueron reagrupando grupos de vecinos, en especial la juventud y las mujeres, junto a ellos estuvimos codo a codo acompañándolos.
Los jóvenes del barrio, al modo de los jóvenes chilenos, se pertrecharon de escudos improvisados con chapas y plásticos para resistir las balas de goma. Y cientos detrás buscando repeler el ataque policial en el medio de los gases y la lluvia de balas goma disparadas incluso desde los cuatriciclos que atravesaban el terreno periódicamente. Este reagrupamiento de las fuerzas de resistencia, primero se dedicó a retroceder muy lentamente, palmo a palmo tratando de entregar el menor terreno posible, y luego afirmándose pudo detener el avance policial, y por último logró intermitentes retrocesos de las fuerzas antimotines.
Así se desarrollaron cuatro horas de enfrentamientos, donde peleamos codo a codo cientos de los vecinos, junto a cientos de docentes, estudiantes y trabajadores que los acompañamos, tanto los que estaban desde la madrugada como los que fueron llegando a primera hora de la mañana. Mostrando, frente a la prepotencia del mini ejército de Berni, la “fuerza moral” que solo pueden tener quienes luchan por sus derechos y por lo que saben que es justo. Y de esta forma disminuir la derrota que quiso imponerle impunemente el gobierno a quienes no tienen nada pero no agachan la cabeza, transformando el “desalojo” en lucha, en una lucha que, quiera o no Kicillof, Larroque y Berni, va a continuar.
La fusión al calor de la lucha
El PTS estuvo acompañando el proceso de recuperación de tierras en Guernica protagonizado por vecinos y distintas organizaciones sociales y de la izquierda, desde el inicio. Con su militancia de Guernica integrada por trabajadoras de casas particulares, empleados estatales, docentes y jóvenes precarizados y estudiantes, nos ganamos un lugar yendo día y noche a apoyar a las familias. Esto se fortaleció con el apoyo de la juventud precarizada, que entendió que aportar su granito de arena a que esta pelea triunfe tenía mucho también de “autodefensa” y de luchar por su propio futuro. Por eso estuvieron apoyando, hablando, discutiendo, compartiendo con lxs vecinxs, día y noche, nuestrxs compañerxs de La RED de Jóvenes Precarizados, que además de apoyar en lo que hiciera falta, ayudaban a la lectura de notas mediante audios para resolver la falta de datos, e incluso difundiendo la información en guaraní.
La Izquierda Diario cumplió un rol fundamental con una cobertura permanente en el territorio, donde no sólo se reflejó la realidad día a día, se enfrentó las distintas amenazas de desalojo, sino que también se difundió el más amplio arco de solidaridad con esta lucha. Por eso “lxs chicxs de La Izquierda Diario” eran parte de la toma, como un vecinx más, porque “están con nosotros, no como otros medios”, “apoyan nuestra lucha, nos escuchan y dan voz”, “son de los nuestros” se escuchaba repetir. Nuestrxs compañerxs eran invitados a las ollas, a las casillas, a compartir con lxs vecinxs.
La solidaridad no se hizo esperar. El Movimiento de Agrupaciones Clasistas (MAC), La Red de Trabajadorxs Precarizadxs, la juventud estudiantil y el conjunto de nuestro partido desplegó una enorme campaña en cientos de estructuras obreras, estudiantiles y en los barrios reuniendo así una innumerable cantidad de donaciones, y consiguiendo pronunciamientos de sectores sindicales, obreros, estudiantiles. “Guernica escucha, tu lucha es nuestra lucha”, se escuchaba cada vez que cientxs de nuestrxs militantes se organizaban para ir al predio a entregar las donaciones.
Junto con trabajadorxs de la salud y asistentes sociales colaboramos con la Posta Sanitaria con la agrupación Marrón de salud y estudiantes de la Facultad de Medicina de la UBA, de UNLP, UNLA y UNQui, que atendieron diariamente a decenas de mujeres, niños y vecinos con distintos padecimientos físicos producto de enfermedades derivadas del frío, la lluvia, la pobreza, las carencias y la pandemia, así como psicológicos ya que los amedrentamientos, el helicóptero intimidatorio de la policía que recorría el predio todas las madrugadas, y la amenaza del desalojo violento, también bajaba las defensas y empeoraba la salud de las familias.
A pedido de vecinxs y producto de la relación conquistada con lxs docentxs de la Agrupación Marrón de distintos distrito de la zona sur y de CABA, junto a estudiantes terciarios, se construyó la Escuela de La Lucha, “La Escuelita”, que se convirtió en un lugar de educación, aprendizaje, entretenimiento y contención de decenas de niñxs por un lado, y de organización y emergencia de una vanguardia de lucha por otro, como desarrollamos más adelante. Hacia el final se abrió también a propuesta de vecinxs otra Escuelita en el Barrio 20 de Julio.
La lucha por la autoorganización y contra los engaños del gobierno
Pero la emergencia de una vanguardia no fue sólo producto de la solidaridad, sino también, como factor decisivo, del impulso de formas democráticas de organización como la propia Comisión de Mujeres, con la que colaboramos desde el PTS, que comenzó nucleando a las mujeres más “aguerridas” del barrio La Lucha y algunas delegadas, y fue sumando a compañeras de otros barrios para después transformarse en una Comisión Vecinal con varones y jóvenes. El reclamo genuino entre las vecinas al cuerpo de delegados de que haya ámbitos más democráticos de discusión, deliberación y decisión se hacía cada vez más extendido, con críticas al manejo de la información, a la forma en que se convocaban las asambleas y a la negativa a que participen vecinxs independientes en la mesa de negociación.
La confluencia entre la militancia del PTS y esta espontaneidad que buscaba canales democráticos de decisión y organización, sin despreciar por eso los acuerdos entre las organizaciones, pero poniendo por encima de todo las decisiones soberanas de las asambleas y lxs vecinxs, fue fundamental. Se estableció una confluencia política con las mujeres en cuanto a no tener ninguna confianza en el gobierno y señalar sus engaños y maniobras. Esto llevo, en muchas oportunidades, a chocar con la política de las organizaciones que eran parte de la mesa de negociación (FOL, FPDS, MTR, PO, Barrios de Pie, Víctor Choque) que consideraban que había que dialogar sin medidas de lucha hacia afuera porque “así se hace cuando hay negociación”.
El día anterior al desalojo, el debate contra los engaños del acta del gobierno, que eran muchos, fue importante. Un sector tenía más confianza en la negociación abierta con en el gobierno (FOL, FPDS, Víctor Choque y Barrios de Pie) y otro sector, con la Comisión de Mujeres al frente, el MAC y el PTS, junto al PO, PO Tendencia y sectores independientes, hacíamos hincapié en no confiar en las maniobras del gobierno y reclamar que se presente públicamente el listado de las familias que podían acceder a los lotes, que se clarifiquen los lugares de transición y que se levante la orden de desalojo.
Las bancas del FITU también se pusieron a disposición de la lucha, con distintas iniciativas impulsadas por Claudio Dellecarbonara como el pedido a la suspensión del desalojo, la ley de expropiación, o las denuncias realizadas por Nicolás Del Caño, Romina Del Pla, Myriam Bregman y Gabriel Solano. Alejandrina Barry con el CEPRODH, junto a otras organizaciones de DDHH y de la izquierda impulsaron distintas iniciativas con el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia.
Perspectivas
Para nosotros es muy auspicioso que un sector históricamente con menor relación política y programática con la izquierda, que en su amplia mayoría era votante del Frente de Todos, se acerque al PTS y sus agrupaciones. Incluso pese a la hostilidad de distintas organizaciones o algunos simpatizantes de ellas, que llegaron al colmo de pretender hacer votar en asambleas que “se eche al PTS”, y perdían por paliza una y otra vez. De esta forma pretendían ponerle “un nombre” a la lucha que daban los sectores de vanguardia por la autoorganización, por la libertad para tener asambleas donde decidir soberanamente por sí mismos, y por depositar la confianza en las propias fuerzas y no en los representantes que se arrogaban un supuesto “saber” de negociación frente al gobierno, que como vimos se mostró más que escaso, no solo por impericia sino, sobre todo, por un exceso de confianza en el propio enemigo.
Lxs vecinxs querían que el PTS se quede. “Son nuestros parientes”, así llaman a la militancia las mujeres, y días atrás proliferaban las anécdotas de vecinos que se acercaban a la Comisión de Mujeres a preguntar “qué era el GPS”, porque a ellos les decían “que eran del GPS” por desconfiar del gobierno, querer organizarse para resistir y que se hagan asambleas. Así se llegó a la resistencia común con mujeres y jóvenes de los distintos barrios que hoy continúa. Esta experiencia es importante por la lucha de Guernica, pero también más allá, de cara a las nuevas luchas que vendrán frente a una crisis cada vez más profunda, donde apostamos a una mayor confluencia entre los sectores de vanguardia que surjan y la izquierda revolucionaria.
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