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La lucha recién comienza. Sobre la crisis argentina y las tareas de los revolucionarios

Emilio Albamonte

CONFERENCIA

La lucha recién comienza. Sobre la crisis argentina y las tareas de los revolucionarios

Emilio Albamonte

Ideas de Izquierda

El texto que publicamos a continuación es una versión editada y actualizada del informe realizado por Emilio Albamonte, dirigente del PTS y la FT-CI, para la apertura de la sesión sobre Argentina, realizada el pasado domingo 10 de marzo, de la XIII Conferencia de la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional (FT-CI).

Para la discusión sobre Argentina en la Conferencia quisiera dejar planteados una serie de puntos que considero centrales sobre la situación del país, del gobierno y de las clases sociales, así como las contradicciones que se le plantean a la burguesía para el avance del plan Milei y su significación para el proletariado. También voy a referirme a la situación de la clase trabajadora y de las clases medias, qué fenómenos viene habiendo y, en ese marco, las tareas que tenemos los revolucionarios frente a esta situación.

1. El gobierno de Milei y su alineamiento con el Estado de Israel

Para empezar quería resaltar un aspecto en particular que hace al significado internacional del gobierno de Milei. Su gobierno está completamente alineado con la acción contrarrevolucionaria que está llevando adelante el Estado de Israel contra la población palestina, con la complicidad de EE. UU. y las potencias imperialistas occidentales. La guerra lanzada por el Estado de Israel es una respuesta a la acción protagonizada por Hamas el 7 de octubre del año pasado, cuyos métodos y estrategia no compartimos, pero que representa una rebelión anticolonial de importancia mundial que ha vuelto a situar en un primer plano a la cuestión palestina. La ofensiva del ejército israelí ya ha dejado más de 30.000 palestinos asesinados y no hay planteada, de parte del gobierno de Netanyahu, ninguna salida que no sea continuar la guerra. Incluso la política tradicional de “dos Estados” con la que se buscó engañar a las masas palestinas ya hace tiempo que no existe como perspectiva, y Netanyahu junto con su coalición gubernamental es uno de sus principales enemigos.

En esta cruzada, el gobierno israelí hace tiempo que viene aglutinando tras de sí a buena parte de la derecha internacional, no solo en términos políticos sino también ideológicos. Un ejemplo paradigmático en Argentina es el de Rodolfo Barra, procurador del tesoro del gobierno de Milei. En su juventud militaba en un grupo filonazi y ahora se alinea completamente con el Estado de Israel. Son comunes en todo el mundo casos como este de antisemitas declarados que al mismo tiempo son fanáticos pro-Estado de Israel. Parecería un oxímoron pero no lo es. El mainstream de los medios de comunicación hace que personajes antisemitas aparezcan como amigos de los judíos y que los judíos que repudian el genocidio en Palestina aparezcan como virtuales antisemitas. Es la búsqueda de crear una realidad paralela al servicio de los intereses imperialistas.

La cuestión judía en Argentina es un problema muy importante. Hay una importante comunidad judía en el país. Hubo dos brutales atentados en 1992 y 1994, a la embajada israelí y a la AMIA, que aún se mantienen impunes, donde nunca se quiso investigar las responsabilidades del Estado argentino en los hechos y en el posterior encubrimiento. Hubo una negativa sistemática ante el reclamo de sectores de familiares de una comisión investigadora independiente. También hay una comunidad árabe muy importante en el país, con la cual venimos coordinando, junto con “Judíes por Palestina”, organizaciones de DD. HH. y la izquierda, acciones en solidaridad con el pueblo palestino.

El alineamiento del gobierno de Milei con el Estado de Israel es total. El mismo se enmarca, a su vez, dentro de su alineamiento incondicional con el imperialismo norteamericano, pero me parece importante destacar esta cuestión porque constituye, hoy por hoy, un elemento clave para la política exterior argentina en el marco de una ofensiva total del Estado de Israel contra la Franja de Gaza que amenaza con escalar a un conflicto regional.

2. El experimento de Milei para barrer con el “Estado ampliado”

Milei representa un experimento para barrer con muchos de los elementos de lo que llamamos el “Estado ampliado” o “Estado integral”. Esta conceptualización que retomamos de Gramsci, él la utiliza para explicar que la burguesía, para su dominación, va mucho más allá de la “espera pasiva” del consenso y desarrolla toda una serie de mecanismos para organizarlo. Lo que Milei llama “privilegios” de determinados sectores de trabajadores y populares, en realidad son conquistas que se han obtenido producto de determinada relación de fuerzas. Pero, al mismo tiempo, se trata de conquistas que fueron envenenadas por la burguesía al ir de la mano con el desarrollo de diferentes burocracias, en los sindicatos, en los movimientos sociales, etc. que “organizan” la vida de la sociedad civil y del movimiento de masas.

La clave de Milei es destruir esas instituciones. Por ejemplo, el capítulo laboral del mega DNU (que ahora está frenado en el poder judicial hasta que resuelva la Corte Suprema) es de terror. Cambian el régimen de indemnizaciones para imponer lo que se llama “el modelo UOCRA”, según el cual los trabajadores no cobran indemnización por despido sino que tienen un sistema de “fondo de desempleo” a través de una libreta de aportes. Esto es para que las patronales puedan despedir más fácil y barato. Además se eliminan las multas por empleo no registrado, se aumenta el período “de prueba”, etc. Toda una serie de medidas flexibilizadoras que van a de la mano con el objetivo de lograr un fuero judicial laboral más duro, ya que los burgueses lo consideran demasiado “progre”.

También quieren prácticamente liquidar el derecho a huelga en muchos sectores ampliando el concepto de “servicios esenciales” a casi todas las actividades económicas. Tanto el transporte, la salud, como la educación, la industria alimenticia, metalúrgica, los medios, frigoríficos, telecomunicaciones y un largo etcétera. Así, por ejemplo, si hay paro docente solo podrían parar el 25 % y el otro 75 % tendría que presentarse a trabajar. Es delirante y va contra todos los principios, incluso de organizaciones como la OIT. Los docentes en la Argentina son más de un millón en todo el país y hay una parte muy importante afiliada a los sindicatos. En caso de pasar esta reforma estarían considerados como “servicio esencial”.

En relación a la burocracia, lo que más la afecta directamente es que quieren anular el 2 % que cada trabajador tiene que pagar de su sueldo al sindicato, sea o no afiliado, por la “utilización” del convenio. Pero también hay un ataque en regla a las Obras Sociales que es un punto central con el que la burocracia sostiene su aspecto “hegemónico”. Las Obras Sociales son vitales para la mayoría de los trabajadores sindicalizados porque brindan una salud que, en líneas generales, es mejor que la salud pública aunque inferior a la salud privada monopolizada por las “prepagas”. Buscan poner a “competir” a las Obras Sociales sindicales con las grandes prestadoras privadas. Mucha gente que se atiende en las primeras no tiene recursos para pagar una “prepaga”, menos ahora cuando los precios se fueron por las nubes.

Estos ejemplos parciales son para ilustrar que se trata de un plan muy duro hacia el movimiento obrero que, por ahora, se encuentra en un impasse en la justicia laboral pero que toda la gran burguesía apoya.

3. Un proyecto de país al servicio del capital financiero y las grandes corporaciones

El proyecto que está en curso en la Argentina tiene el objetivo de construir, sobre los hombros del pueblo trabajador, un país al servicio del capital financiero y las grandes corporaciones, sobre todo, aquellas ligadas a las actividades extractivistas. Nosotros definimos en su momento, en uno de nuestros congresos del PTS, a la Argentina como un país dependiente con rasgos semicoloniales. Esta definición se puede emparentar con la de algunos autores que hablan de “occidente periférico”. Una especie de situación intermedia en esquema “oriente-occidente” con el que discutía la Tercera Internacional.

Por ejemplo, Argentina tiene 12 terminales automotrices, tiene producción de satélites, tiene una empresa como INVAP que desarrolla tecnología nuclear y, junto con la Comisión Nacional de Energía Atómica, construye reactores en países como Arabia Saudita, la India, entre otros. No se trata de un país simplemente sojero. Argentina tiene una aerolínea de bandera que transporta a alrededor del 70% de quienes viajan en avión en el país y controla el 28 % de los vuelos internacionales. Para comparar, un país mucho más importante como es Brasil carece de una aerolínea de bandera. Es decir, Argentina es un país con un amplio desarrollo desigual y combinado.

El objetivo del plan que encarna Milei es transformarlo en un país mucho más extractivista, pero esto plantea muchas contradicciones. Este plan comenzó hace muchos años. Tiene una de sus bases principales en el agropower. El campo fue protagonista de una especie de “revolución pasiva” durante las últimas décadas del siglo XX con la siembra directa y una serie de tecnologías que ni siquiera se aplican en Europa. Gracias a ello el país se transformó, junto con Brasil y EE. UU., en una de las grandes cuencas graníferas del mundo que le vende a Oriente. En el campo se encuentra buena parte de la llamada “burguesía nacional”. No se trata solo de quienes alquilan sus campos a los pools de siembra, sino que en el campo también hay una gran burguesía agraria, de terratenientes que concentran 5, 6, 10 mil hectáreas en zonas núcleo, que trabajan con los pools de siembra y, a su vez, le venden a las cerealeras multinacionales.

En las últimas 3 o 4 décadas la estructura de la burguesía argentina cambió cualitativamente. No es la estructura de hace un siglo, con la burguesía “nacional”, por un lado, y la oligarquía terrateniente, por otro. La gran burguesía, por decirlo de algún modo, “territorializó” sus ganancias comprando tierras. Una especie de reversión de lo que había sucedido en la década de 1930 durante el llamado proceso de sustitución de importaciones. Así, uno de los grandes actores de la burguesía nacional está en el campo. Por otro lado, la industria quedó dividida en dos sectores: una gran industria extranjera, donde están las multinacionales alimenticias, las automotrices, etc., junto con una gran burguesía local y, por otro lado, una extensa burguesía mediana y pequeña de las Pymes protegida por el Estado pero no totalmente improductiva que se concentra, en buena medida, en la provincia de Buenos Aires y Córdoba. En términos de ocupación, este sector concentra buena parte de los puestos de trabajo industriales.

En el proyecto extractivista de un país reducido esencialmente a la extracción de minerales, hidrocarburos y soja, la pobreza, que hoy roza el 60 % según las mediciones de la Universidad Católica, se dispararía seguramente a más del 80 %. Un país así sería muy difícil de manejar teniendo en cuenta el carácter relativamente jacobino que tiene el movimiento de masas en la Argentina. Desde este punto de vista, las reformas de Milei no solo implican un ataque en regla contra la clase trabajadora y las clases medias, sino una verdadera destrucción de fuerzas productivas más de conjunto. Todavía no empezaron los despidos en masa pero se calcula que desde que asumió Milei ya se perdieron 100 mil puestos de trabajo, muchos en la construcción. Hay muchos informes de gente con pequeños negocios que antes eran rentables y ahora ya no lo son. También ahí se van a perder muchos puestos de trabajo.

El plan es parar la inflación con la recesión. Esperan una recesión en V. Que se hunda todo ahora y que a partir de junio o julio vuelva a arrancar la actividad económica, estabilizándola en un país mucho más dividido, con muchos más pobres, pero que pueda repuntar. Hay un ataque generalizado durante los últimos 3 meses donde los precios están por las nubes. El campo pide una nueva devaluación, porque la que hubo, de más del 100 %, en buena parte se la comió la inflación y no es suficiente para convencerlos de vender la cosecha. Se plantea el problema de a qué dólar van a vender los sojeros, ya que el gobierno necesita los dólares para las reservas del Banco Central. En enero logró un superávit pero el 43% de este superávit se obtuvo gracias a no aumentar las jubilaciones que son de miseria.

Es un plan de una economía de guerra de un gobierno que tiene un aire refundacional con el objetivo de hacer un país sojero, minero, etc., basado en el extractivismo y antiindustrial, pero está atravesado por todo tipo de contradicciones. El propio The Economist sostiene que “los primeros 100 días de Milei están marcados por serios problemas. Más allá del dolor, el plan económico está plagado de incertidumbres. Uno de los riesgos es el tipo de cambio. En un intento por frenar la inflación, el gobierno está devaluando el peso en un 2% cada mes. Sin embargo, con una inflación mensual muy superior al 2 %, probablemente sea menos de lo necesario. Por desgracia, un avance más rápido o una devaluación brusca y repentina provocaría más inflación”.

4. Los cuatro ciclos de intentos de reestructuración del país en torno al capital financiero

El gobierno de Milei encarna uno de los clásicos planes para reestructurar el país alrededor del capital financiero, de los que ha hecho varios la burguesía en la Argentina. Hubo cuatro ciclos de este tipo. El primero vino luego del derrocamiento de Perón en 1955 y llevó al proceso de resistencia obrera que se conoció como la “Resistencia peronista”, y a una huelga general en el marco del conflicto contra la privatización del frigorífico Lisandro de la Torre. Esta huelga fue derrotada pero hirió de muerte al régimen de la llamada “revolución libertadora”.

El segundo fue con Onganía a partir de 1966, que era una mezcla de conservadurismo social y liberalismo a pleno muy ligado a la política de EE. UU. Aquella reestructuración tiene muchos parecidos de familia con la que está encarando Milei. Este ciclo llevó a la semiinsurrección del Cordobazo en el año 1969, parte del ciclo de levantamientos de los “azos”, que también dejaron herido de muerte al gobierno de Onganía y abrieron una etapa revolucionaria que terminó con el golpe del ‘76.

El tercer ciclo se abre con la dictadura en 1976, que termina cayendo no solo por el comienzo de la resistencia del movimiento de masas, sino también por sus propias contradicciones; incluido el haberle declarado la guerra al sistema de Yalta con la guerra de Malvinas, cuya derrota marcó el comienzo del fin de la dictadura. La transición pactada dio lugar a la democracia de la derrota, como la hemos llamado, que tenemos hace 40 años. Una democracia burguesa profundamente pro-imperialista.

En ese marco, a finales de la década de 1980 vinieron los gobiernos de Menem, quien hizo las llamadas “reformas de segunda generación”, y por 10 años tuvo éxito. Vendió montones de empresas públicas que eran deficitarias y la burguesía lo reivindica porque aumentó la productividad de sectores de la economía. Por ejemplo, en el terreno de las telecomunicaciones. También en el campo, ya que es el momento de la entrada con todo de Monsanto, los transgénicos, etc. Este ciclo termina con una catástrofe económica y social que llevó al levantamiento de 2001 que hizo caer a De la Rúa.

Si nosotros tomamos el conjunto de estos ciclos, cada uno de ellos profundizó la decadencia nacional y le quitó jirones al movimiento obrero. Sin embargo la burguesía no lo considera suficiente para el objetivo de construir un país extractivista, con una economía reprimarizada basada en las exportaciones cuya estructura social se asemeje al promedio de los países latinoamericanos. En ese sentido, no lograron cambiar definitivamente la relación de fuerzas. Ni durante todos estos años de crisis del kirchnerismo, ni en el caso de Macri que no pudo llevar adelante sus reformas, la burguesía se atrevió a hacer reformas estructurales profundas. Por eso el carácter disruptivo, y un poco loco, de Milei.

Con su línea de dolarización, que al principio ganó algunos convencidos, y con su pretendida lucha contra la casta política, que plantea como responsable exclusiva de todos los males, Milei logró reintroducir al neoliberalismo que había salido muy mal del gobierno de Macri. El gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Massa fue un gobierno horrible, con una inflación elevadísima de dos dígitos en el último año. Ahora Milei la ha duplicado con un 25 % en diciembre, un 20 % en enero y un 13 % en febrero. Dicen que iría bajando pero hay serias dudas, además tienen en galera los tarifazos de los servicios públicos que implicarían un nuevo salto en la inflación. La burguesía está en un gran problema.

5. La situación de la clase trabajadora y el problema estratégico de su fragmentación

El sociólogo Juan Carlos Portantiero tenía una frase bastante ilustrativa. Decía que a la Argentina le falta burguesía y le sobran sindicatos. Lo decía para describir el problema del capitalismo argentino desde el punto de vista burgués. En Argentina hay sindicatos por todas partes. Y lo nuevo de las últimas décadas es lo que el sociólogo Juan Carlos Torre llamó el fenómeno de “la pobreza en movimiento”. Al revés que en otros países del mundo, centenares de miles de personas trabajan en cooperativas, se movilizan y reclaman al Ministerio de Acción Social (hoy “capital humano”). Han conseguido conquistas como la asignación universal por hijo y otros planes sociales que, en la mayoría de los casos, sirven para mejorar el salario de miseria que perciben como trabajadores informales.

Si tomamos el conjunto del proletariado argentino, hoy hay más de 13 millones de trabajadores asalariados. A esto se le suman los trabajadores desocupados y trabajadores no asalariados y cuentapropistas. Hay diferentes cálculos y estimaciones, algunos hablan del 40 %, otros hasta del 50 %, de los trabajadores que están de algún modo en la informalidad, ya sea como “no registrados” o falsos “cuentapropistas”. Este es el mapa de la fuerza de trabajo.

Ahora bien, dentro de esta fuerza de trabajo ¿cuál es el peso de los sindicatos? Los sindicatos son fuertes porque, por más que haya rebeliones y sean sindicatos vaciados desde el punto de vista de la militancia, tienen hegemonía, por decirlo de algún modo, a través de las Obras Sociales y porque consiguen frenar la degradación de conjunto del proletariado en blanco vía los convenios colectivos, mientras que dejan pasar los despidos y la imposición de condiciones cada vez más flexibilizadas de trabajo.

Hay una diferencia muy grande entre la clase obrera en blanco que tiene paritarias y la que no. Desde inicios del gobierno de Macri a esta parte, el sector informal ha retrocedido en su poder adquisitivo alrededor del doble de lo que ha retrocedido el proletariado privado registrado. Esta es una herida abierta en el corazón del proletariado que la ideología oficial busca profundizar fomentando ideas racistas entre los sectores mejor pagos contra quienes están peor. De ahí la dificultad que hay para la unidad de las filas obreras. Esta división constituye uno de los problemas principales para la revolución en Argentina.

En este marco, el peronismo conserva peso en la clase obrera porque luego de la megadevaluación del 2001 –y gracias al fuerte crecimiento asociado al ciclo internacional de las commodities por el crecimiento de China– consiguió un cierto repunte de la industria y un cierto avance de los salarios (desde niveles bajísimos), sobre todo, para los trabajadores en blanco. También por el papel que juegan los sindicatos en la salud con las Obras Sociales. El proletariado en blanco en este momento está en una posición conservadora ante el peligro de perder el puesto de trabajo, en primer lugar. También está con bronca frente al empeoramiento de las condiciones, aunque no es suficiente aún para que salga con movilizaciones espontáneas generalizadas. En las últimas semanas comienza a haber síntomas significativos. Por ejemplo, uno de los conflictos más duros se da en Río Negro con la lucha en el sector de la salud. En Tucumán hay una vanguardia “autoconvocada” bastante extendida que hace acciones contra la burocracia y el gobierno provincial. En Neuquén, donde la izquierda dirige la seccional más grande de ATEN, se está llevando adelante un plan de lucha que ya lleva 3 semanas. Entre otros ejemplos que comienzan a surgir.

La burocracia hizo un paro aislado el 24 de enero y sigue posponiendo la posibilidad de uno nuevo. No quiere arriesgarse a poner en movimiento a la base de los sindicatos. El gran problema que tiene es que el gobierno la está atacando brutalmente, sacándoles las cuotas sindicales y golpeando a las Obras Sociales, aunque esta parte del mega DNU está frenada en la justicia. Si eso se consolida no le va quedar otra que hacer algo. Por otro lado, ahora está habiendo paritarias. El gobierno no convalida más del 12 % o el 16 % de aumento cuando la inflación acumulada en estos meses supera el 50 %. Entonces se está haciendo una caldera ahí, donde la burocracia está bailando en el fuego de esa caldera. Desde ese punto de vista no podemos descartar que las cosas vayan más allá de lo que quisiera la burocracia.

6. La división de las clases medias

El carácter de “occidente periférico” de la Argentina también se plasma en el peso que tienen las clases medias, en la estructura social y mucho más en términos de influencia política y en la formación de la llamada opinión pública. La clase media hoy está dividida. Podríamos distinguir tres grandes sectores. Un sector más alto que es fanáticamente bullrichista. Otro sector de clase media media compuesto por profesionales universitarios, clase media “progresista” y trabajadora, representado en parte por los radicales (actualmente divididos) y en parte por el kirchnerismo, sobre todo en el AMBA. Por último, un sector más plebeyo, la clase media más empobrecida, del cual una parte importante votó a Milei en las últimas elecciones.

Estas divisiones pueden rastrearse como mar de fondo en los movimientos actuales de la superestructura donde, por ejemplo, el sector del radicalismo de Lousteau y Yacobitti en el Senado formó parte del bloque que votó en contra del mega DNU. Es el ala del radicalismo más ligada a las instituciones de la educación superior, universidades, institutos de investigación, etc. que es uno de los blancos de ataque que ha tomado el gobierno.

Hay un sector de vanguardia de las clases medias que ya se expresa en las asambleas barriales. A su vez, hay un ataque redoblado hacia las universidades, donde Milei prácticamente ha congelado el presupuesto para su funcionamiento a valores 2023, prometiendo un incremento del 70 % cuando la inflación acumulada supera el 200 %. Esto plantea también, como hipótesis probable, que vuelva a emerger el movimiento estudiantil que tiene una importante tradición en defensa de la universidad pública, la cual es considerada una conquista histórica por las clases medias.

7. El peligro de la dolarización

El plan más audaz que tiene el ala de la burguesía que representa el gobierno de Milei es el de dolarizar. Ya en el 2001, la burguesía se dividió entre dolarizadores y devaluadores. Ahora está repleto de devaluadores. En aquel momento un dólar equivalía a un peso y existía un mega endeudamiento en dólares, por lo cual, devaluar significaba un desastre para muchos sectores. Finalmente, parte del peronismo junto con el sector burgués de los devaluadores terminaron imponiendo una mega devaluación. No está claro ahora si, en el caso de que el gobierno lograse estabilizar la situación en unos meses, los sectores más concentrados de la burguesía optarían por la dolarización.

La dolarización es el peligro más importante porque establece relaciones de fuerza mucho más duras, más difíciles de revertir. Sería un experimento absoluto en un país con la diversidad económica y productiva que tiene la Argentina. Significaría cuotas de pobreza enormes y la liquidación de grandes sectores burgueses. Sería un plan al servicio del capital financiero y de las grandes corporaciones exportadoras. Sin embargo, el mismo agropower tiene contradicciones, porque se trata de un sector exportador pero que, por otro lado, a veces queda en desventaja respecto a otros sectores burgueses, producto del retraso del tipo de cambio, al tiempo que utiliza insumos en dólares y depende de las variaciones de los precios internacionales. Por eso hay bastante división en el campo sobre la conveniencia o no de una dolarización.

Para el proletariado, la dolarización es una espada de Damocles sobre su cabeza. Todos los analistas coinciden en que ahora Milei no tiene condiciones. Aún no tiene siquiera reservas positivas en el Banco Central. Logró comprar dólares en estos meses para aumentar las reservas pero a costa de pisar la ejecución del presupuesto y reduciendo drásticamente las jubilaciones. El gobierno está haciendo de la inflación la madre de todos los ajustes. Sin embargo, a pesar de ello no consigue los dólares suficientes. Ahora espera aumentar las reservas con la liquidación de la próxima cosecha. En lo inmediato no está en condiciones de dolarizar pero es un tema que hay que estudiar y seguir muy atentamente.

Uno de los grandes impulsores de la política de dolarización en Argentina es el fondo Black Rock, el administrador de activos más grande del mundo. El equipo de Milei está ligado estrechamente a Black Rock, empezando por el ministro Caputo. El gobierno está en contra de devaluar de nuevo, aunque el agro le plantee que el dólar está retrasado, porque si devalúa va a llevar a una nueva carrera de precios, y con el peligro de un estallido social. Parece haber un diálogo muy preciso sobre este punto entre el gobierno y las patronales agrarias, pero estas últimas están firmes en el planteo de una nueva devaluación. Así que veremos cómo se resuelve esta ecuación.

Hay cuestiones que hacen a la consistencia del plan que van más allá de las que señalaba, por ejemplo, está cayendo la recaudación del Estado, el aumento de la deuda externa en dólares, etc. pero no quiero extenderme. Lo que quiero remarcar es el peligro que significa el plan dolarizador y que aún tiene múltiples contradicciones muy importantes.

8. El problema federal y la crisis con las provincias

La cuestión es entonces que, en un país relativamente sofisticado para lo que es un país atrasado, están desplegando un plan de destrucción de fuerzas productivas. No solo en lo que se refiere al proletario sino de conjunto. Un ejemplo ilustrativo es la modificación de la ley de pesca que quisieron introducir, y luego tuvieron que retroceder, a instancias de los gobernadores. Allí se planteaba la entrada libre de todos los pesqueros del mundo, no importa su bandera, para explotar la llamada zona económica exclusiva de Argentina. Algo similar vemos con la idea de liquidar Aerolíneas y hacer una política de “cielos abiertos” para que empresas privadas puedan apropiarse del 70 % de los vuelos de cabotaje que hoy controla. Parte de esto es el ataque que están haciendo con la principal empresa tercerarizada de Aerolíneas Argentinas, GPS, donde estamos enfrentando más de 60 despidos, entre ellos activistas muy importantes de un sector de vanguardia del movimiento obrero.

De conjunto se trata de reestructurar la economía en torno a las actividades extractivistas y agropecuarias reduciendo el peso de la industria. Pero hay un problema adicional para avanzar con este plan que es la composición política federal de un país muy fragmentado. Los gobernadores pugnan por el manejo de aquellos negocios porque son claves para la existencia de las provincias. El problema federal en la Argentina es histórico y se resignificó en la década de los 90. El gobierno de Menem fue muy reaccionario porque pasó casi todos los servicios (salud, educación, etc.) a la órbita de las provincias sin el presupuesto correspondiente.

Entonces hoy la gente no “vive en la nación” sino que “vive en las provincias”. La clave del Estado nacional es recaudar a través de diferentes impuestos para pagarle al FMI y a los acreedores externos una deuda sideral. Es por esto que la nación aprieta a las provincias para liberar más recursos creando graves problemas a nivel provincial. Esto afecta a los gobernadores del PRO, aliados directos del gobierno, así como a radicales y peronistas que quieren colaborar con Milei. El resultado es, por ejemplo, lo que pasó con la Ley Ómnibus, que se la voltearon en la cámara de diputados.

Se ha abierto otra nueva serie de negociaciones. El FMI quiere que vuelvan a cobrar el impuesto al salario (la cuarta categoría del impuesto a las ganancias) que, en una línea demagógica, se había votado en el Congreso en los últimos meses del gobierno del Frente de Todos. Milei había votado a favor de esa medida como diputado y había dicho, incluso, que se cortaría las manos antes de votar un nuevo impuesto. Ahora impulsa el restablecimiento del impuesto al salario pero los gobernadores y muchos aliados del oficialismo se resisten a votarlo por el costo político que implicaría. Otro punto central son las jubilaciones. Actualmente la jubilación es de miseria, la mínima ronda los 130 dólares, con bonos y aumentos adicionales podría llegar a 200 dólares. Tanto las jubilaciones como los salarios están por el piso mientras que los precios están a niveles del Estado español.

En ese marco, quieren seguir sacándole poder adquisitivo a las jubilaciones y cobrarles impuesto a las ganancias a trabajadores que perciben lo que cuesta la canasta familiar o un poco más. El problema en ambos casos es que nadie quiere cargar con el costo político de hacerlo. Puede ser que la ronda de negociaciones termine fracasando nuevamente. El gobierno está entre una línea de negación del Congreso y una línea de negociación. Después de muchas idas y vueltas empezó otra vez a negociar con los gobernadores. No se sabe todavía que va a lograr.

También está la cuestión del fondo de garantía de sustentabilidad. La acción más de izquierda que hizo el kirchnerismo en su historia fue liquidar las jubilaciones privadas e incautarles fondos por 10 mil millones de dólares en 2009. Con eso creó el fondo de garantía de sustentabilidad por el cual el Estado pasó a tener acciones en todas las grandes corporaciones nacionales y puede controlar los libros de contabilidad, saber cómo se manejan. Este fondo lo quieren privatizar. Estamos hablando de alrededor de 60 mil millones de dólares.

Hasta acá el recorrido parcial que fui haciendo, referido sobre todo a las cuestiones estructurales, es para dar una idea, en líneas generales, de qué país hay y quieren destruir, de qué país es el que se proponen reestructurar y de qué modo. Ahora vayamos al punto sobre el movimiento de masas y el partido.

9. ¿Qué bases de apoyo tenemos para los enfrentamientos que están planteados?

La primera pregunta es qué bases de apoyo tenemos nosotros para los enfrentamientos que están planteados. Nosotros, desde 2011, hemos impulsado el Frente de Izquierda que ha sido muy progresivo en el proceso político argentino de la última década. Desde 2005 hasta 2014 se desarrolló el fenómeno del sindicalismo de base, en el marco de que Kirchner fue subiendo muy lentamente los salarios de los trabajadores después de la enorme caída que significó la megadevaluación de 2002. Nosotros confluimos con este fenómeno, aunque lo agarramos relativamente tarde, y fuimos parte de toda una serie de importantes huelgas, pero en gran escala la huelga de Kraft de 2009, luego Donnelley, y finalmente, en 2014, la gran huelga derrotada de Lear. Allí querían imponer una reforma laboral de hecho, para que todos los nuevos trabajadores entraran en condiciones salariales mucho peores. La comisión interna se negó a firmar semejante cosa y empezó un proceso en el cual suspendieron masivamente, nos echaron y luchamos durante 6 meses casi en soledad contra el gobierno de Cristina Kirchner (que no solo reprimía sino que abrió la importación para que la empresa pueda hacer frente al paro) y contra la burocracia del SMATA.

Después de la llegada de Macri a la presidencia, salvo en 2017 donde estuvieron las jornadas de diciembre contra la reforma jubilatoria, siguieron 8 años de decadencia, precarización del empleo y aumento de la pobreza, marcados por la falta de voluntad de la burguesía para atacar a escala y por la falta de disposición del proletariado a resistir la degradación. En ese marco, el fenómeno más visible fue el de las marchas piqueteras que, como decía antes, es una particularidad importante del país. Con la contradicción de que con su organización en colaterales, tanto el caso del peronismo como de la izquierda, aunque con diferencias políticas, su actividad principal pasa por administrar la asistencia social entregada por el Estado. Nosotros nunca aceptamos ese tipo de actividad, lo cual tiene sus pros y sus contras.

En esta situación nosotros quedamos como una especie de profetas desarmados, diría Maquiavelo. Pero, a diferencia de lo que podría considerar una visión pragmática, yo lo considero muy positivo. En el partido había una tendencia a seguir militando exclusivamente por abajo en las fábricas y facultades, pero cuando hay baja lucha de clases también hay que fortalecer la agitación política y la propaganda. Así, desarrollamos una amplia actividad de agitación política y también de propaganda en momentos donde no había movimiento estudiantil y muchas fábricas se estaban transformando en fábricas tumba. Pero también teniendo en cuenta que en estas últimas había un fenómeno de envejecimiento del personal, ya que a los nuevos trabajadores los contrataban por el lapso de unos meses y los echaban. Así es que el personal permanente de las grandes fábricas y los grandes servicios estratégicos está, en cierta medida, envejecido. Los trabajadores jóvenes no consiguen trabajo en este tipo de empresas, una parte son los votantes de Milei. Argentina todavía no ha llegado a niveles promedio de Latinoamérica, sigue siendo una economía relativamente competitiva en determinadas ramas, con una estructura productiva relativamente sofisticada, pero hay fuertes elementos de “latinoamericanización” con el avance de la informalidad, la precarización, etc.

Es decir, al tiempo que continuamos una actividad contra la corriente en las fábricas, en las estructuras de trabajo en general y en las universidades, también fortalecimos nuestra actividad de agitación política “por arriba”. Esto fue muy progresivo porque nos permitió instalarnos en la escena política nacional. El Frente de Izquierda ya lleva más de una década siendo una referencia política de izquierda en el país. Nunca antes en la historia argentina la izquierda trotskista tuvo una participación a este nivel y tan continuada en la escena nacional. La llegada de Myriam Bregman en las redes, por ejemplo, está al nivel de los principales políticos del país y, junto con Nicolás del Caño, tienen un conocimiento que supera el 80 % de la población. También se destaca la participación en la política provincial en varias provincias, el caso más importante es el de Alejandro Vilca en Jujuy que llegó a obtener el 25 % de los votos para diputado. En este marco, el año pasado hicimos una gran campaña electoral, sobre todo, porque, además de explicar lo que vendría tanto con un gobierno de Massa como con un gobierno de Milei, contrapusimos imágenes de movilizaciones de masas planteando que los ataques que estaban sucediendo, y los que vendrían, solo los podríamos parar con acciones de masas. Esto, más la participación muy buena de Myriam Bregman en los debates presidenciales, llevó a que lográramos mantener la votación promedio que venimos obteniendo en las elecciones presidenciales (sacamos promedio alrededor de 800 mil votos, mientras que en las parlamentarias el FITU obtiene alrededor de 1,2 millones y, contando a toda la izquierda, 1,3 o 1,4 millones). Es decir, somos una fuerza minoritaria, pero significativa.

¿Por qué digo que somos profetas desarmados? Porque nuestro discurso suena abstracto porque es un discurso que plantea una salida vinculada a la lucha de clases, ausente en estos años. Recién ahora podemos decir que nuestro discurso empieza a calar en la vanguardia y, en las grandes masas, recién comenzamos a tener un eco amistoso; lo que no significa fusión de sectores con nosotros. Desde que subió el nuevo gobierno, nosotros discutimos que teníamos que hacernos fuertes en el sector de vanguardia que comenzaba a surgir, y nos volcamos a las asambleas barriales desde su inicio, tanto en las que se están desarrollando en CABA como las del Gran Buenos Aires. Las asambleas barriales agrupan a algunos miles de personas, cantidad que aumenta sustancialmente si se suma el total de quienes están en los diferentes grupos de Whatsapp que participan de algunas asambleas. En total suman alrededor de unas 10.000 personas.

10. La emergencia de un nuevo sector de vanguardia y el papel del PTS

Con estos sectores de vanguardia de las asambleas y con el resto de la izquierda confluimos en el combate frente al Congreso, que fue la única resistencia que hubo contra la Ley Ómnibus. A esto se suman los “molinetazos” para denunciar el aumento de las tarifas y otras acciones en las que hemos confluido. Se trata de una vanguardia compuesta, sobre todo, por estudiantes, juventud trabajadora y clase media trabajadora. Lo nuevo, ligado al desarrollo este fenómeno, es que votantes del FIT se activan políticamente y comienzan a acercarse a la izquierda. Todavía son pequeños contingentes, pero la novedad es que se acercan no por la vía de relaciones directas con militantes del partido sino a partir de nuestra agitación política, por los discursos de Myriam Bregman y nuestros referentes en las redes, en los medios de comunicación, etc. Gente que votó al FITU, sin relación directa con la izquierda, que se acerca y quiere militar, ya sea en las asambleas o en Pan y Rosas. Es la primera vez que el trotskismo forja política e ideológicamente un sector con el que después confluye en la vanguardia, y esperemos, que a través de un sistema de engranajes haya una relación virtuosa entre vanguardia y masas.

Lo primero que hay que destacar de las asambleas barriales es que no han sido asambleas testimoniales sino que han combatido, se han enfrentado a la represión de Bullrich con varios heridos. Hay sectores muy dinámicos como la Posta Sanitaria de la que participan muchos trabajadores de la salud y estudiantes de medicina para atender a los heridos. Está Unidos por la Cultura que agrupa a todo un sector de la cultura. También hay un sector cultural, la Crew, que empieza a juntar a mucha juventud trabajadora que hace hip hop, etc. Un sector dinámico que puede reforzar a las asambleas y ligarlas a las estructuras del movimiento obrero. El clima en el movimiento obrero es conservador, sobre todo en la industria (aunque hay síntomas como la marcha en Siderca). En docentes y salud, en especial del interior, hay más movimiento. Si bien hay muchos paros parciales esto puede llevar a una situación como fue con la resistencia contra Menem: muchas huelgas parciales pero una derrota general. Hubo paros en sanidad, paros estatales, paros docente, etc. pero luego del paro que hizo la burocracia el 24 de enero no hay una actividad de conjunto del movimiento de masas.

En términos de resistencia, para tomar los términos que utilizó Nahuel Moreno al inicio de la dictadura de Onganía, la lucha recién comienza. Los meses de marzo a junio son el momento donde es muy probable que se pueda desatar una verdadera resistencia de masas. Sobre todo, porque, a todos los males que ya existen, se le va a agregar el tarifazo a los servicios públicos y va a ser imposible para la gente pagarlos, incluido el transporte, por eso el gobierno busca postergar algunos aumentos. En este marco, la discusión que hicimos nosotros es que, sin vanguardia, solo con el partido, solo trabajando en las estructuras como agrupaciones, que también tenemos que hacerlo, solo con eso, no vamos a ningún lado. Tenemos que golpear desde afuera con los sectores más avanzados, como es el caso de las asambleas, para tratar de fusionarnos y conquistar especies de comités de acción. En muchos lugares comienzan a actuar en ese sentido porque apoyan conflictos, se ligan a los sectores que son atacados, etc. Con “comités de acción” nos referimos, retomando una idea que había planteado en su momento Trotsky, a instituciones de unificación y coordinación de los diferentes sectores en lucha.

Actualmente intervenimos en casi todas las asambleas que se han desarrollado, alrededor de 50 o 60. Somos la corriente de izquierda que más ampliamente está participando en estos espacios. Política e ideológicamente hay mucha simpatía con el PTS y el Frente Izquierda, participa también en menor medida el resto de la izquierda y hay un sector minoritario kirchnerista/peronista. Nosotros debemos tener un discurso especial hacia los simpatizantes del FITU porque si hacemos que un 10 % de esos 800.000 votantes que nos acompañaron en estas elecciones, alrededor de 80.000 personas, participe de las asambleas, lograríamos algo muy importante. Esa es mi hipótesis. Al mismo tiempo, el crecimiento del partido, hoy por hoy, está muy vinculado al desarrollo mismo de las asambleas como instancias de autoorganización.

No somos autoproclamatorios, coordinamos también con toda la izquierda, todo lo que podemos, buscando fortalecer esta articulación. Producto de la coordinación entre las asambleas, la izquierda y los sectores combativos del movimiento obrero y piquetero se viene discutiendo públicamente hacer un importante encuentro nacional. A pesar de que hay mucho conservadurismo aún en las masas por el miedo y la inacción de la burocracia para darle tiempo a Milei, el FITU, con un rol protagónico del PTS, cumple un papel significativo impulsando instancias de coordinación, de las cuales surge la organización de un encuentro nacional. Nosotros peleamos a capa y espada para que sea totalmente democrático, que sea una instancia donde se exprese la vanguardia que está surgiendo, que funcione con mandatos de base, etc. El encuentro, que se está discutiendo que sea para el 1ro. de mayo, sería una oportunidad importante para articular en una institución común la multiplicidad de movimientos de lucha, asambleas barriales, sindicatos combativos, movimientos piqueteros, Unidos por la Cultura, etc. en el sentido de los “comités de acción” que mencionaba antes. Esto es fundamental para librar las batallas que tenemos planteadas en la lucha de clases y articular las diferentes luchas que se están llevando adelante en docentes, en la salud, para enfrentar los despidos a escala en estatales, en la principal tercerizada de Aerolíneas (GPS), en TELAM, el INCAA, etc.

En este marco hemos presentado los 10 puntos para unir al pueblo trabajador, la juventud y las mujeres contra Milei y el poder económico saqueador para oponer tanto al plan neoliberal del gobierno como al supuesto “capitalismo regulado” que postula un sector del peronismo. Además del desarrollo de la lucha y de la organización, es fundamental un programa propio de salida a la crisis que la vanguardia pueda tomar en sus manos. Queremos contribuir a armar a la vanguardia, no solo para la lucha sino también para el combate político con el peronismo. Tenemos que evitar un escenario donde nosotros luchamos ahora y después viene el peronismo para llevar todo nuevamente a un callejón sin salida. Por eso para nosotros se trata ver qué bases hay para construir un verdadero partido revolucionario. La estrategia nuestra es impulsar las asambleas, desarrollar la articulación con otros sectores, por eso el impulso del encuentro nacional, buscando una dinámica donde estas instancias se desarrollen como comités de acción y en la perspectiva de poner en pie organismos de frente único de masas, lo que en las revoluciones se llamó consejos/soviets.

No tenemos claridad sobre el ritmo al que se va a dar la salida de las grandes masas. Creemos que se va a acelerar en los próximos 3 meses pero aún está por verse. Además, la burocracia negocia a espaldas de las mayorías como si fuera un partido. Es un sector que siempre que el peronismo sufre una gran derrota actúa como una suerte de reemplazo. Así fue por ejemplo, cuando cayó la dictadura, triunfó Alfonsín y los sindicatos salieron a la calle. Pero por ahora no están jugando ese rol o lo están haciendo, de alguna forma, a través de conflictos sectoriales por separado evitando llamar a un nuevo paro general.

Hay fuerzas en presencia como para parar el plan Milei y derrotarlo. Aunque luego de estos tres meses de ataques el gobierno aún cuenta con el apoyo de alrededor de la mitad del país y en relación a la magnitud del ataque la erosión de su base social es lenta, hay un mar de fondo entre las mayorías. Nosotros nos estamos jugando, no solamente a través de nuestro discurso, sino a través del impulso de las asambleas, de todos los conflictos en los que participamos, a llegar –lo que podemos llegar con las fuerzas que tenemos– a ese 44 % que votó por miedo o por odio contra Milei y confluir con él.

Pero hay una crisis de dirección muy grande, que es la que vengo describiendo. La gran contradicción subjetiva del proletariado argentino es que si bien ha sido muy combativo históricamente también ha sido moldeado por la lógica de conciliación de clases del peronismo. Hoy no tiene odio de clase contra la burguesía sino solo contra sus representantes políticos, por eso un sector votó a Milei. Nosotros hicimos toda nuestra campaña electoral tomando en cuenta este problema. Buscamos dirigir el odio de clase hacia el capital financiero y la gran burguesía; hoy grandes capitalistas como Paolo Rocca prácticamente están copando el gobierno. El proletariado argentino ha sido formado durante todos estos años en la conciliación de clase, en la idea que hay sectores burgueses “amigos” y en el individualismo. Por eso nuestra tarea no es solo empujar la lucha en general contra Milei, sino contra todos los que están detrás de este plan de guerra contra el movimiento de masas.

Si no se logra que un sector rompa con el peronismo, Milei tiene posibilidades, no de aplicar todo su programa, que es contradictorio en sí mismo, pero sí una parte. La clave nuestra no es solo derrotar a Milei como gobierno, la clave es cambiar la relación fuerzas de derecha que quiere imponer la burguesía, sea con Milei, con Macri o con quien fuere. Eso es lo que está en discusión hoy en Argentina.


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Emilio Albamonte

Dirigente del PTS, coautor del libro Estrategia socialista y arte militar (2017)