Un acercamiento a los orígenes de la prensa y el periodismo obrero. Tiempos de lucha, ideas, y organización, conquistas políticas y derechos sociales, avances, derrotas y esperanzas.
Jueves 18 de mayo de 2023 20:57
Los primeros periódicos con referencias a la clase obrera en la Argentina son realizados por trabajadores y trabajadoras, por artesanos afro argentinos junto a criollos plebeyos. Desde el vamos convocan a la lucha social y exigen derechos. En Buenos Aires, comienzan a salir a mitad del siglo XIX. Uno de los primeros es El Proletario, que aparece en 1858 con el objetivo de servir y defender los “intereses de la clase de color”, y reclama “democracia y libertad para los morenos de Buenos Aires”.
Negros proletarios
La esclavitud va desapareciendo entre 1853 y 1860. Para mitad del siglo XIX la población afro porteña es significativa, y el sector más explotado y oprimido. El Proletario es dirigido por Lucas Fernández, periodista afro argentino que impulsa también un movimiento político llamado Democracia Negra, que exige la igualdad ante la ley y plantean, entre otras, la educación como paso de liberación, tomando conceptos del socialismo utópico.
Pocos años después sale La Broma, que se presenta como “órgano genuino e inalterable de las clases menos acomodadas” y hace votos por la educación, la igualdad y el trabajo. Meses antes, saludan con entusiasmo la huelga de los tipógrafos, la primera huelga de la clase obrera en Argentina.
Corre septiembre de 1878, y “siendo ‘La Broma’ órgano de las clases proletarias, les envía palabras de aliento y desea que las ideas del socialismo cundan no solo entre los tipógrafos sino entre todas las clases obreras”. Más tarde llama a los obreros negros a no participar en las elecciones de un régimen político en el que “sólo se acuerdan de nosotros en los momentos supremos de la batalla cuando podemos servir de carne de cañón”; como en la guerra de la “Triple Alianza” o, como se la ha llamado, de la “Triple Infamia” contra el pueblo paraguayo.
Aquella primera huelga argentina de obreros gráficos arranca con un triunfo. Siendo la solidaridad internacional de los tipógrafos uruguayos un elemento clave para lograr las demandas, como la reducción de horas de trabajo y aumentos salariales.
Un “Crisol de Clase”
Interesante encuentro comienza por esos años. Cuentan que aquellos tipógrafos rebeldes, consultaron “¿declararse en huelga?, ¿y cómo se hace eso?”. Compañeros españoles y franceses, comenzaron a explicar en asambleas nocturnas de qué se trataba eso de la “Greve” (Huelga).
Así fueron los primeros pasos de organización gremial. Entre conventillos, sabores y música, en plazas y talleres, en campos, teatros, clubes, bibliotecas obreras y sociedades de resistencia (futuros sindicatos). Encuentros y combinaciones en base al trabajo, donde esa pertenencia de clase naciente se mezclaba con pueblos originarios, etnias africanas, criollos plebeyos y proletarios europeos socialistas y anarquistas.
Esos obreros gráficos profundizarán su lucha y en 1906 llevan adelante una huelga de 60 días que paralizará las imprentas porteñas, logrando el primer convenio colectivo de trabajo. Otro tanto ocurrirá a finales del siglo XIX, con 10.000 trabajadores ferroviarios que van a la huelga en todo el país durante 4 meses. La primera gran huelga nacional, que involucró la Ciudad de Buenos Aires, La Plata, Tolosa, Rosario, Córdoba y Paraná. Consiguiendo finalmente la reducción de la jornada de trabajo, que era de 10 a 8 hs.
Descamisados que protestan
El Descamisado es uno de los primeros periódicos anarco-comunistas [1], que imprimen en tinta roja en alusión a la sangre obrera derramada. Dirigido por Pedro Sanarau, aparece a finales del siglo XIX como un medio para “retemplar el espíritu de las gentes de los talleres y oponerse a las pretensiones injustas de la aristocracia, de la burocracia y del capital”.
Curiosamente o no, el término “descamisado” será utilizado en enero de 1908 por del diario La Prensa, denunciando las huelgas como “elementos de obreros descamisados, poseídos de ideas inaplicables sobre los problemas entre el capital y el trabajo”. Y posteriormente por el diario Crítica, que reflejará con desprecio la movilización obrera y popular que dará nacimiento al peronismo el 17 de octubre de 1945.
La Protesta Humana, de aparición quincenal, es uno de los primeros periódicos anarquistas; los llamados “anarquistas organizadores”, dirigido por Gregorio Inglán Lafarga. Para 1903, como parte del proyecto de ampliar su difusión y tirada, para lo cual bajan el precio de venta, se redujo su nombre y pasó a llamarse La Protesta; emblemático periódico obrero fundado en 1903.
La influencia anarquista se hace notar, y llevará a un corresponsal del periódico The Times (Londres) a escribir en 1910 que “quizás el problema más serio al que se enfrentan las repúblicas sudamericanas sea la dispersión del anarquismo y su crecimiento en las nuevas atmósferas libres. Y Argentina es el Estado más afectado”.
La Protesta es uno de los medios gráficos más reprimido y clausurado del período. Son los años de las primeras huelgas generales en la Argentina [2]. Sus editores y periodistas sufrirán deportaciones y cárcel, especialmente la Ley de Residencia y los estados de sitio. Sin embargo, muestran una gran capacidad de resistencia y vuelta a la calle, que aún sorprende a muchos historiadores.
La mayoría de sus periodistas eran obreros, como el ebanista catalán Gregorio Inglán Lafarga o el panadero Francisco Berri. “Difundió constantemente sentimientos de humanidad y de justicia, de libertad y de equidad social, propaló ideales de transformación de la sociedad, y animó campañas solidarias por los presos, perseguidos y condenados” (Fernando Quesada, historiador).
En 1904 se transformó en diario y llegó a su máxima tirada con miles de ejemplares cuando asume la dirección Alberto Ghiraldo. Regularmente se agregaban suplementos o revistas culturales como Martín Fierro y para 1910 se agrega una edición vespertina: La Batalla.
Los directores de La Montaña, serán los jóvenes José Ingenieros (20 años) y Leopoldo Lugones (23), y su nombre recuerda a unas de las fracciones que se ubicaba a la izquierda en la Asamblea Nacional de la revolución francesa. Sus ejemplares se fechaban recuperando el calendario de los días de la Comuna de Paris. Y abordan temas centrales que discute la izquierda en Europa, como la “cuestión social”, y denunciarán la política de “la clase alta argentina”.
Tendrán contacto con sectores anarquistas. Y debaten sobre el arte y la cultura, a los que dan un rol social y político. Afirman que su lucha es “por la implantación de un sistema social en que todos los medios de producción estén sociabilizados; donde la producción y el consumo se organicen libremente de acuerdo a las necesidades colectivas, por los productores mismos”.
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Impresiones y razones
Por entonces, las palabras e ideas escritas se extienden en la naciente República del Plata, y varias imprentas publican más de 300 periódicos, de los cuales 225 son argentinos y 90 extranjeros. De ellos 65 son diarios y 122 salen semanalmente. Esa prensa burguesa no escatima tinta y definen las huelgas como “movimientos inusitados e injustificables de los obreros”; “un recurso vicioso”, típico de “socialistas perturbadores”. Y desde El Nacional sentencian “que el socialismo no es una necesidad en América”.
Dando cuenta de ese temor burgués, desde El Descamisado (Periódico Rojo), escriben (casi a modo de manifiesto): “Somos la razón y somos la fuerza. La razón, porque pretendemos obtener la justicia que se nos niega, porque queremos que el hombre que trabaja sea, por lo menos, igual al potentado que pasa la vida en la ociosidad alimentando vicios que corrompen. Somos la fuerza, porque somos los más y porque la historia tiene probado que cuando el pueblo ha recurrido a la lucha, ha conquistado la victoria, y ha demostrado a sus opresores que es imposible contenerlo y dominarlo”.
En este marco, las publicaciones obreras crecen y los trabajadores publican, entre otros: El Rebelde, La Protesta Humana, Rojo y Negro, Ni Dios ni Amo, La Verdad, La Revolución Social, El Oprimido, La Idea Libre, El Descamisado, La Protesta, El Perseguido, La Vanguardia, La Voz de la Mujer, La Montaña y El Obrero (defensor de los intereses de la clase proletaria y órgano de la Federación Obrera) que saldrá en 1890, meses después del primer 1º de mayo conmemorado en el país; páginas donde se expresan el socialismo, el anarquismo, y honran la lucha de clases, el clasismo y el Internacionalismo obrero.
La II Internacional en la República del Plata
Por aquellos tiempos de finales de siglo XIX llegan al país miles de obreros europeos, militantes franceses y alemanes que huyen de la persecución que se desata tras la derrota de la Comuna de París en 1871, y otros tantos que escapan del régimen de Bismarck en Alemania, y la represión burguesa que se extiende por toda Europa.
En diciembre de 1881 el socialista alemán Karl Mücke convoca en Buenos Aires a otros compañeros exiliados a una reunión en la cervecería Bieckert, a tratar la necesidad de constituir una organización obrera. A los pocos días, el 1° de enero de 1882, son trece los asistentes que fundan el club socialista, cultural y deportivo Verein Vorwärts (Adelante), a los efectos de “cooperar a la realización de los principios y fines del socialismo, de acuerdo con el programa de la Social-Democracia de Alemania”.
El club Vorwärts, como lo llaman popularmente, abrirá locales en los barrios porteños de San Telmo y Balvanera. Y pone en la calle, en octubre de 1886, el periódico Vorwärts, editado primero en alemán y luego bilingüe en castellano. Estos militantes alemanes participarán luego como representantes de la Argentina en el congreso de la Internacional de París en julio de 1889, a través de Wilhelm Liebknecht y del exiliado francés Alejo Peyret.
Aquel Congreso de París, que saludará Federico Engels (fundador del marxismo y compañero de Carlos Marx), dará vida a la II Internacional que definirá (entre otras) la conmemoración del 1° de mayo y la lucha por las 8 horas de trabajo en todo el mundo. En virtud de estas resoluciones, los socialistas alemanes comienzan la tarea de organizar en Buenos Aires el 1° de mayo de 1890, convocando “a todos los trabajadores de las repúblicas del Plata”. Y trazan un programa que llama a “crear un periódico para la defensa de la clase obrera y una federación obrera”; junto a un petitorio que hacen llegar al Congreso Nacional, solicitando “la creación de leyes protectoras para los trabajadores”.
Para diciembre de 1890, saldrá entonces el ya mencionado periódico El Obrero, la primera publicación marxista, que se presenta en “la arena de la lucha en esta República Argentina como campeones del proletariado”. Su primer director será un ingeniero alemán, Germán Ave Lallemant.
Periódicos marxistas
El Obrero, fundado por intelectuales y obreros alemanes, será el primer medio que analiza la realidad social y política argentina desde una perspectiva socialista y marxista. Una referencia para las organizaciones periodísticas posteriores, como ocurrirá con el diario La Vanguardia, del Partido Socialista, bajo la dirección de Juan B. Justo.
Desde El Obrero se informa y se hace periodismo de clase, pero también se realiza una fuerte tarea de formación ideológica. En sus páginas surgen serias denuncias al régimen, donde “el caudillaje ha llevado al país a la bancarrota. El Estado debe a los ingleses 328 millones de pesos oro que se capitalizan con un interés anual de más de 18 millones. El monto total de capital inglés colocado en el país asciende a 624 millones de pesos oro, y hay que pagar anualmente más de 54 millones de pesos oro a las cajas de los banqueros en Londres por ese capital”.
Para esos años se incrementa el desarrollo de las organizaciones sindicales. Y entre 1890 y 1896 se forman un total de 32 sociedades obreras. Entre 1897 y 1910 la lista de suscriptores a periódicos socialistas y anarquistas incluirá a las ciudades de Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Mar del Plata, Junín, Ensenada, La Plata, San Juan, Villa Constitución, Carcarañá, Chascomús, Zárate, Bahía Blanca, Villa Mercedes, Córdoba, Victoria, Río Cuarto, Corrientes, Santa Fe, Resistencia, y más de 100 localidades en todo el país, además de numerosos barrios de la Capital Federal.
La voz de la mujer trabajadora
Siendo las mujeres parte fundamental de la mano de obra en la época, esto no se veía reflejado en la composición de las organizaciones sindicales y sus publicaciones; esto generó también discusiones y polémicas en aquellos años. Hay apelaciones a las mujeres para que participen más y (en algunos casos) a los hombres para que ayuden a participar. Pero la mayoría de los varones mantienen una visión tradicional y conservadora.
En el periódico socialista La Vanguardia y en las publicaciones anarquistas se denuncia abiertamente la explotación que padecen las mujeres y niñas en lugares de trabajo y en sus casas. Pero las voces de las mujeres se independizan y suenan temprano. Para 1896 sale un periódico producido y escrito solo por mujeres que se llamará La Voz de la Mujer.
Allí, militantes anarquistas y marxistas encaran las cuestiones de género ligadas a la lucha de clases y el combate contra la opresión capitalista. Por eso en todos sus números sobresalen artículos políticos y culturales, bajo una constante consigna que agita: “Ni dios, ni patrón ni marido”.
Sin embargo, el conservadurismo de algunos anarquistas y socialistas no deja de sorprenderlas: “esto no puede ser; esta no es manera de escribir; no se pueden tolerar semejantes provocaciones de parte de esas mujeres; es necesario que ese periodicucho desaparezca”.
“Linda manera de pensar (contestan) ¿no es cierto? ¡Bonito respeto a la autonomía! ¡En nombre de la anarquía hacer la guerra a un periódico que al venir a la lucha periodística, vino dispuesto a no transigir con nada ni con nadie en lo referente a defender la emancipación de la mujer!” Y continúan: “(…) a pesar de vuestra guerra, seguiremos firmes en la brecha, dispuestas a mantener bien alta la bandera de la intransigencia pese a quien pese y duélale a quien le duela (…) Nos mantendremos firmes en nuestra divisa, cumpliendo nuestra más completa autonomía dentro de los ideales del comunismo y la anarquía”. Por lo tanto, cierran, “esperamos que nos prestéis la mayor ayuda posible para poder echar en cara a la actual sociedad burguesa todas sus bajezas, todas sus infamias y lanzar al rostro de los tiranos de la humanidad el lodo que nos pretenden arrojar a los proletarios y a las proletarias”.
Publican una decena de periódicos durante dos años, con una tirada de 2.000 ejemplares por número y, como reza en su encabezado, “aparece cuando puede y por suscripción voluntaria”. En la Buenos Aires de aquellos años saludaban sus páginas las empleadas domésticas, cocineras, obreras textiles, costureras, maestras, enfermeras…
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[1] Esta categoría con la que se definían muchos anarquistas refiere en el sentido comunal, no al sistema comunista planteado por Marx y Engels.
[2] Ver Cien años de Historia Obrera en la Argentina, 1870-1969. Una visión marxista de los Orígenes a la Resistencia.