El Presidente Trump ha pasado de descartar el Coronavirus a declarar una emergencia nacional, acordando con los demócratas tomar medidas excepcionales. El jefe del Instituto de Alergia y Enfermedades Infecciosas, Anthony Fauci, llamó a la respuesta política "un fracaso". Las políticas de Trump tienen como objetivo asegurar las finanzas y los grandes negocios farmacéuticos, mientras que la clase obrera sufre cada vez más la crisis.
Domingo 15 de marzo de 2020 15:08
Imagen: AP
Al rescate de los millonarios
La sensación es de completo caos, con un aumento exponencial de los casos confirmados y estimaciones de que las cifras son en realidad mucho más altas. Las escuelas y universidades están cerradas y ya hay despidos y suspensiones que hacen que la situación de la clase trabajadora sea aún más inestable. El gobierno no puede seguir afirmando que el Coronavirus no es un problema - el propio presidente tuvo que decir que se hizo la prueba. Fue cuestionado repetidamente por no hacerlo después de que un funcionario del gobierno de Bolsonaro diera positivo en la prueba del virus tras reunirse con Trump.
Frente a esta crisis, ha habido enormes críticas a la intervención de la Reserva Federal, que inyectó 1,5 billones de dólares para revivir los mercados. A pesar de la intervención, los mercados siguen cayendo en picada y han perdido más del 20% de su valor en tan sólo tres semanas (según informa el economista Jack Rasmus en su blog). La inyección se diseñó para evitar posibles congelaciones del mercado, lo que podría llevar a una parálisis que causaría una crisis importante. Estas medidas fueron anunciadas aunque no hubo respuesta para la clase trabajadora en medio del crecimiento del brote.
Exponiendo la tragedia de la atención médica privada
Los discursos de Trump del viernes y del sábado tenían como objetivo calmar el pánico, pero la verdad es que las medidas anunciadas son completamente insuficientes a la luz de los enormes fallos del sistema sanitario y de las políticas que se han aplicado en las últimas semanas. La falta de pruebas disponibles para detectar la infección ha expuesto la incompetencia del estado, e incluso el gobierno reconoce que la falta de datos centralizados por parte del estado hace enormemente difícil recopilar estadísticas reales sobre las pruebas y los casos sospechosos.
Sólo 79 instalaciones públicas tenían capacidad de pruebas antes de esta semana, según la cadena británica BBC. Recién la semana pasada todos los estados del país tuvieron acceso a las pruebas, ya que muchas de las pruebas que se enviaron eran defectuosas y tuvieron que ser devueltas y enviadas de nuevo. Miles de personas informaron que hacerse la prueba puede costar más de 1.000 dólares. La Reserva Federal dijo que la mitad de los trabajadores de la nación tienen menos de $400 de ahorros para emergencias médicas.
En respuesta a la alarma sobre la rápida propagación del virus, se anunció que se proveerán más pruebas; según el presidente, habrá 100.000 más la próxima semana. Sin embargo, la estimación de los casos actuales supera con creces esa cifra: Sólo Ohio, por ejemplo, declaró que estiman que hasta 100.000 personas en el estado pueden tener COVID-19. La diferencia entre los casos estimados y los confirmados es enorme considerando que los casos confirmados son unos 2.700. El nuevo acuerdo entre republicanos y demócratas permitirá la realización de pruebas gratuitas, pero Trump fue inflexible en cuanto a que no es necesario realizar pruebas masivas y que sólo se harán pruebas a aquellos que presenten síntomas. Esto contrasta con las políticas de los países que han estado respondiendo al brote de manera mucho más eficiente, como Corea del Sur, que realizó hasta 20.000 pruebas por día y ahora tiene el brote controlado. El acceso no sólo debe ser gratuito sino también masivo. El sistema privado debe nacionalizarse y sus recursos deben utilizarse para toda la población. Es necesario, de una vez por todas, tener Medicare for All (seguro de salud universal y público).
La declaración de emergencia nacional permite asignar fondos extraordinarios para combatir el virus. Se autorizó el uso de 50.000 millones de dólares de fondos federales. Sin embargo, la Ley de Emergencia de Stafford también permite que se gaste dinero en entidades privadas para hacer frente a situaciones de emergencia. Esto abre la puerta para seguir canalizando los beneficios a las grandes empresas farmacéuticas y a las empresas que se han beneficiado de la crisis sanitaria, con el negocio de los test del virus y el aumento de los precios de los suministros básicos y los medicamentos. De hecho, Trump elogió a estas compañías así como a Google, que ha estado desarrollando un sitio web de pruebas de coronavirus a nivel nacional. (La información errónea sobre esto sigue provocando dudas sobre la capacidad del gobierno para afrontar este brote). Estas compañías fueron incluso invitadas a hablar en la conferencia de prensa; los trabajadores, sin embargo, no tienen voz. En lugar de beneficiar a estas grandes empresas, el Estado debería centralizar el control de la producción de suministros y pruebas, con el control de comisiones compuestas por profesionales y trabajadores de la salud y miembros de las comunidades afectadas.
La situación de la clase obrera y la necesidad de luchar para no pagar por esta crisis
En esta situación, los primeros afectados son los trabajadores de la salud, que denuncian no tener la protección necesaria para evitar el contagio, ni el equipo para atender adecuadamente a los que pueden estar infectados. El sábado, Trump destacó que se atenderá a los trabajadores de la salud, pero no se ocupó de la falta de equipos o de medidas de prevención efectivas. Además, los empleados de aerolíneas, turismo y hoteles están siendo suspendidos y despedidos. Los trabajadores que realizan tareas en festivales y eventos culturales, artísticos y deportivos, y los trabajadores precarios de escuelas y universidades también están experimentando despidos. El sitio Forbes informó de numerosos ejemplos de esta tendencia. También hay muchos trabajadores que técnicamente no son despedidos pero que no recibirán su salario debido a los cierres. Los trabajadores no tenemos que sufrir esta desesperación: necesitamos una prohibición de los despidos y la implementación de licencias médicas pagas para aquellos que las necesiten. Además, los trabajadores afectados por la suspensión de sus horas de trabajo deben recibir el monto completo de sus salarios. La situación se hace aún más difícil para los que realizan tareas de cuidado, en su mayoría mujeres trabajadoras. Los niños y adolescentes están regresando a casa debido al cierre de las escuelas y a sus familias les resulta difícil seguir trabajando y al mismo tiempo cuidarlos, cocinar y limpiar. Es probable que las personas que trabajan como niñeras, enfermeras de hogar y otros trabajos de cuidado pierdan sus empleos o sean suspendidos. Las empresas públicas y privadas deben implementar licencias pagadas para quienes realizan tareas de cuidado y se ven afectadas por la situación. Además, los empleados de los servicios de cuidado deben recibir licencias pagadas si sus trabajos son suspendidos.
A fin de aplicar medidas reales para hacer frente al coronavirus y proteger la salud de la clase obrera y los pobres durante la crisis, será necesario organizarse y luchar. En los países en que se están produciendo profundos procesos de lucha de clases, como Francia y Chile, los gobiernos han utilizado medidas de emergencia como paraguas para evitar las movilizaciones y la organización de los trabajadores. No debemos permitir las medidas de militarización y el control policial sobre la población.
Ejemplos como el de los trabajadores de Italia, que organizaron huelgas contra la terrible gestión de la crisis por parte del gobierno, son muy importantes. Todos nuestros esfuerzos deben dirigirse a una respuesta organizada contra el Coronavirus y sus efectos.
Necesitamos una autoorganización desde abajo, con los sindicatos y las organizaciones sociales a la cabeza, tomando las medidas adecuadas para exigir un verdadero plan de emergencia sanitaria para detener el Coronavirus y el caos al que nos conducen los capitalistas y sus gobiernos. Los sindicatos tienen que luchar por los trabajadores y ser una herramienta para conseguir la asistencia médica, las vacaciones pagadas y todo lo demás que la crisis para la clase obrera exige. La clase obrera tiene un papel importante que desempeñar en la resolución de la crisis.
Ana Rivera
Staff de Left Voice.