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Red Internacional
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Brasil. Las batallas del MRT contra el golpe y los ataques a los trabajadores

Para enfrentar al golpismo institucional y los ataques a los trabajadores con amplia unidad de acción es necesaria una estrategia y un programa independientes del PT.

Miércoles 11 de abril de 2018

Desde el golpe institucional de 2016, el MRT se posicionó de manera firme contra el propio golpe, la operación judicial Lava-Jato y toda la derecha que quería implementar un plan de ajustes aun más duros de los que venía implementando el PT.

Lo hicimos de manera independiente del PT, desde Esquerda Diário, buscando levantar una tercera voz en el escenario nacional. Esta posición se dio en enorme lucha política contra la izquierda conocida como “golpista” que, sea con la consigna “Fuera Todos” o con “Viva la Lava-Jato”, en aquel momento apoyaron el golpe, abriendo espacio para todos los ataques.

También estuvimos en contra de la condena arbitraria de Lula desde el juicio en primera instancia, y frente a la absurda decisión de la Corte Suprema (STF) contra el habeas corpus, planteamos la necesidad de que las centrales sindicales convocaran de inmediato a una lucha masiva para impedir la prisión de Lula y enfrentar todo el plan de ajustes en curso. Venimos insistiendo que, para enfrentar tanto el autoritarismo judicial como los ataques económicos, es necesaria la más amplia unidad de acción.

Ante la orden judicial del juez Sergio Moro pidiendo la prisión efectiva de Lula, el PT, la CUT y otras organizaciones convocaron a una vigilia en São Bernardo do Campo que terminó con un discurso de capitulación y entrega. Como señalamos aquí, esta manifestación que juntó a algunos miles servía solo para encubrir una estrategia impotente del PT.

En definitiva estamos hablando de un partido que dirige una central sindical como la CUT, que tiene 25 millones de trabajadores en su base y que desde la condena en primera instancia hace casi un año atrás, no organizaron una lucha en las bases para efectivamente organizar los trabajadores demostrando que la prisión de Lula se trataba de una continuidad del golpe institucional. Al contrario, actuaron en contra de las luchas de los trabajadores, permitiendo la aprobación de la reforma laboral sin lucha.

Frente a todo esto, rechazamos fuertemente todas las reacciones de la derecha, desde la represión en Curitiba hasta los homenajes reaccionarios a Moro y a la presidenta de la Corte Suprema Carmen Lúcia en San Pablo.

Sin embargo, gran parte de la izquierda guardó su “programa revolucionario” en el cajón para abrazar a Lula y ser parte de esta capitulación histórica en el Sindicato de los Metalúrgicos de São Bernardo do Campo. Más aun, el propio PSOL viene siendo parte de la composición de un “Manifiesto Programático para Reconstruir Brasil”, ahora con un programa “neodesarrollista” junto con el PT y el PCdoB, pero también con los partidos burgueses PSB y PDT. Las especulaciones de que de este frente pueda surgir una cabeza de lista única solo crecen.

La izquierda, con gran responsabilidad del PSOL, fue incapaz de conformar en esta lucha democrática un polo alternativo y de independencia de clase que batallase con todas las fuerzas contra la prisión de Lula y todos los ataques a los trabajadores, pero sin ser funcional a la estrategia electoral de Lula, que solo quiere presionar a la justicia y a la Corte Suprema para aumentar su alcance electoral transfiriéndolo a otros candidatos del PT o a una nueva persona que encabece la lista que pueda fagocitar al conjunto de la izquierda.

Los militantes del MRT buscamos dar una fuerte batalla en los lugares donde estamos en la primera fila del combate al golpe institucional y al avance del bonapartismo judicial que ahora cuenta con el apoyo descarado de las Fuerzas Armadas. Al mismo tiempo, enfrentando la criminal línea de las centrales sindicales de separar la lucha política contra el golpe institucional de la lucha contra los ataques económicos a los trabajadores.

La Central Sindical y Popular Conlutas, dirigida mayoritariamente por el PSTU, definió como eje de su política la consigna “cárcel a todos los corruptos”, una formulación análoga al “Que se vayan todos”, para encubrir con palabreríos supuestamente radicales (supuestamente porque se trata de la misma consigna del Movimiento Brasil Libre y otros grupos de la derecha) su política de defensa del encarcelamiento de Lula.

En el Sindicato de Trabajadores de la Universidad de San Pablo (Sintusp) en el que actuamos como minoría de la dirección del Sindicato y del Consejo de Dirigentes de Base, a través del movimiento Nossa Classe (Nuestra Clase) encabezado por nuestro camarada Marcelo Pablito, referencia en la lucha de los trabajadores y de los negros, buscamos apoyo en sectores de la base, con un manifiesto expresando una posición independiente en la lucha contra la prisión de Lula y los ataques a los trabajadores, y ganamos esta posición en la última reunión del Sintusp. De esta manera, el Sintusp es el único sindicato de la CSP-Conlutas en todo el país que no asumió una posición golpista ante el avance del poder judicial.

En el subte de San Pablo, el movimiento Nossa Clase Metroviarios encabezado por el operador de trenes Felipe Guarnieri reunió 70 firmas de trabajadores exigiendo a su Sindicato dirigido mayoritariamente por la CUT y por la CTB que organizaran una asamblea en la que los trabajadores del subte pudiesen posicionarse en contra de la prisión arbitraria de Lula, de forma independiente de la estrategia petista y señalando la relación de ese ataque con los ataques que vienen sufriendo los trabajadores subterráneos, como el mantenimiento por parte de la justicia de 42 despidos.

En los lugares de trabajo y estudio en los que actuamos en todo el país, estamos batallando por esta política independiente junto con el movimiento Nossa Classe, la agrupación juvenil Faísca (Chispa), la agrupación de mujeres Pão e Rosas (Pan y Rosas) y el agrupamiento de jóvenes y trabajadores negros Quilombo Vermelho, agrupaciones que impulsamos junto con compañeros y compañeras independientes. En nuestra opinión, esta batalla en las estructuras para unificar a los trabajadores y organizar desde las bases sería la tarea elemental de las centrales sindicales, que en caso de haberlo hecho, en esta situación podrían haber convocado a una medida elemental como un paro nacional.

Todos estos días, Esquerda Diário buscó levantar esta posición independiente, manteniendo la exigencia a las centrales sindicales. Sin embargo, se comprueba que el PT y la CUT no quieren organizar una lucha de masas en contra de la prisión de Lula. En primer lugar, señalamos la desmoralización que construyeron en los trabajadores a lo largo de los 13 años que administraron el sistema capitalista brasileño, asumiendo los métodos de corrupción, comenzando un plan de ajustes y abriendo espacio a la derecha. En segundo lugar, porque le dieron tregua a los principales ajustes del gobierno de Temer, como la reforma laboral, que es subproducto de la traición de las centrales sindicales que desorganizaron el paro nacional del 30 de junio de 2017. Pero también porque ahora, lo que predomina es la estrategia puramente electoral. Veamos.

Este martes se publicó en el site de la CUT la convocatoria “11 de abril: Día Nacional de Lucha en todo Brasil en defensa de Lula Libre” desde la reunión del Ejecutivo Nacional del PT del último lunes. En esa convocatoria dicen: “Elegir a Lula significa rescatar la dignidad de los trabajadores/as, restablecer la democracia, devolver la soberanía a Brasil, revertir las privatizaciones, preservar nuestras riquezas naturales y revocar la reforma laboral, que promueve la tercerización y precarización generalizada de las relaciones de trabajo, y la enimienda constitucional 95 que congela el presupuesto público y desarma las políticas públicas en el país”.

Terminan diciendo que “Solo Lula podrá revertir la actual situación política en la que nos encontramos, como ya lo demostró en sus dos gobiernos, generando empleos, mejorando los salarios y las condiciones de trabajo, revirtiendo la nefasta reforma laboral, sacando de agenda la reforma previsional, volviendo a desarrollar políticas de protección social, recuperando el Pre-Sal (área de explotación marítima de petróleo, NdT) para la nación, ofreciendo educación y salud de calidad al pueblo brasileño”.

O sea, al hacer el llamado así se niegan a unificar en la base de sus sindicatos a los trabajadores que tienen acuerdo con la política del PT con aquellos que, aun sin estar de acuerdo y aun sin votar a Lula, entienden que su prisión tiene el objetivo de acelerar los ataques a los trabajadores. No es por nada que todo el eje de la movilización es sobre la libertad de Lula y no incluye la reforma laboral y todos los ataques anteriores. Eso es un gran impedimento para masificar la lucha.

Pero más aun, quieren conducir cualquier indignación popular a la vía electoral, ya que el centro de su argumento es que “solo Lula” podrá revertir la actual situación. Para los trabajadores es impotencia y desmoralización. Les quedaría solamente ser parte de una campaña electoral para supuestamente detener a la extrema derecha, ya que “solo Lula” lo puede hacer. Es por eso que los trabajadores no “necesitarían” luchar ahora contra las reformas, quieren transmitir la utópica idea de que es posible frenar los ataques con votos.

Lo que está aun más profundamente detrás de esta política es una completa mentira, ya que cualquier gobierno capitalista, incluso de centroizquierda, tendrá enormes dificultades para revertir el plan de ajustes que fue llevado adelante por el golpe institucional. Es una ilusión completa considerar que es posible volver a los años áureos del lulismo, en los que el mantenimiento de todas las concesiones precarias era posible sin atacar los lucros capitalistas gracias a la favorable situación económica alentada por la economía internacional con la venta de las commodities. Cuando vino la crisis económica, ese “sueño” cayó por tierra, el propio PT tuvo que comenzar a implementar los planes de ajustes, en un ritmo más lento que el que a burguesía nacional necesitaba, por lo que se dio el golpe institucional.

La crisis internacional no es lo único que hace imposible que el PT cumpla las promesas de que Lula vaya a revocar todas las reformas, generar empleos y mejorar salarios. La propia política de los 13 años de gobierno del PT, en los que priorizó la subordinación al capital financiero y al imperialismo, al mantener por ejemplo el pago de la deuda pública, nada menos que el 40% del presupuesto público nacional. ¿Por qué algún trabajador que vivió los 13 años del PT creería que ahora Lula tendría una política distinta? Se trata de pura demagogia electoral. Basta ver que el día anterior a la prisión de Lula, Dilma estaba lanzando su campaña electoral en Minas Gerais al lado de Fernando Pimentel, quien había acabado de reprimir la huelga de los trabajadores.

Con todo esto, el PT quiere transformar a Lula en el gran salvador de los trabajadores, cuando lo que hicieron en esos 13 años fue salvar a los capitalistas e impedir que los trabajadores se organicen de manera efectiva, generando desmoralización e impotencia.

Sin embargo, esa desmoralización e impotencia no son condiciones eternas. Vimos a las masas levantarse en las jornadas de junio de 2013 contra las pésimas condiciones de los servicios públicos, identificando al PT como parte de todo este sistema político. Vimos a los trabajadores levantarse, por millones, contra la reforma previsional en la huelga del 28 de abril de 2017.

Podremos ver a los trabajadores levantarse nuevamente contra todo este orden represivo que nos quitó a Marielle y contra la intervención federal en Rio de Janeiro, todo este avance autoritario del régimen brasileño con apoyo de los generales del Ejército y todo ese avance para descargar la crisis sobre las espaldas de los trabajadores y del pueblo pobre, carga que sin duda las mujeres y los negros sentirán doblemente. Al contrario de la estrategia del PT, hay que creer en la clase obrera, ya que la lucha de clases es la única forma de enfrentar estos ataques.

Criticar una estrategia parlamentaria no tiene nada que ver con dejar de actuar en los espacios electorales y parlamentarios. La cuestión es al servicio de qué están esos puestos. En Argentina, el Frente de Izquierda y de los Trabajadores, encabezado por el PTS, es el ejemplo más avanzado de cómo es posible utilizar las bancadas electorales al servicio de potenciar la lucha de clases de los trabajadores con un programa anticapitalista y revolucionario. Eso se expresó fuertemente en las batallas contra la reforma previsional a fines del año pasado y en las luchas que siguen en curso en ese país contra la agenda de ajuste macrista.

Por eso, en este momento, es fundamental que la izquierda, al contrario de lo que hace ahora, pueda ser una verdadera alternativa. Sacar las profundas lecciones de la situación actual y de la estrategia impotente del PT es un presupuesto fundamental para construir una organización revolucionaria. Romper con el Manifiesto “Unidad para Reconstruir Brasil” también sería algo elemental. No es necesario constituir ningún frente político con esos partidos, hay que movilizar a los sindicatos y lugares de trabajo para poner en pie la más amplia unidad de acción desde las bases.

La cuestión es si en los momentos decisivos, al contrario de la impotencia y desmoralización, habrá una alternativa. Nuestra política de construir fuertes fracciones revolucionarias en el movimiento obrero y en la juventud, está al servicio de prepararnos para estos momentos de la lucha de clases, batallando también para convencer a los trabajadores de que estratégicamente su energía no puede ser conducida solo al voto electoral, sino debe ser conducida hacia la construcción de un proyecto político apasionante para transformar esta sociedad desde la raíz y por eso es necesario luchar por una estrategia y un programa anticapitalista y revolucionario donde sean los trabajadores los que realmente gobiernen en base a sus organismos democráticos para destruir el capitalismo y abrir paso a una nueva sociedad.

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