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Red Internacional
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Venezuela. Maduro y Falcón cierran sus campañas con engaños y la catástrofe económica de fondo

Maduro hizo campaña como si no estuviera en el gobierno y no fuera responsable de la catástrofe económica y Henri Falcón prometió volver al FMI y hasta dolarizar la economía.

Viernes 18 de mayo de 2018 15:52

En una campaña electoral tan corta, Maduro se burló del pueblo haciendo proselitismo como si no estuviera en el gobierno y no fuera responsable de semejante tragedia; por su parte a Henri Falcón no se le ocurrió mejor idea que proponer atarnos a la dictadura del FMI y hasta dolarizar la economía, como si los usureros internacionales vayan a salvar al pueblo.

En los cierres de campaña sobraron promesas, unas hasta trilladas y burlescas como el llamado a “un diálogo político” de Maduro, o el pago a los empleados públicos en dólares de Henri Falcón.

Maduro cerró su campaña desde la Avenida Bolívar, junto a Diego Maradona, y prometió “resolver los problemas económicos”. Buscaba emular los multitudinarios actos de Chávez, aunque esta vez la asistencia fue muy pobre. Falcón, por su parte, hizo un acto en Barquisimeto, capital del estado Lara del que fue gobernador, recordando su promesa de dolarizar los salarios de los empleados públicos.

Maduro, como si fuera un candidato que no lleva más de cinco años en el gobierno habló de llamar "desde ya a la paz, al diálogo, yo voy a convocar a una gran jornada de diálogo nacional para un acuerdo de recuperación económica, de crecimiento económico, de protección de la economía nacional". Cualquiera se pregunta si esto no es burlarse del pueblo venezolano, pues Maduro tiene el control completo no sólo del gobierno sino de la mayoría de los poderes del Estado, como el Tribunal Supremo de Justicia, un Consejo Nacional Electoral que le es afín y una fraudulenta Asamblea Constituyente que le hace el papel de “poder legislativo” y de paso “plenipotenciaria” y supraconstitucional, para rematar sostenido por las Fuerzas Armadas, y la principal industria del país, la petrolera.

El descaro de Maduro fue tal que llamó a "un gran combate" tras las elecciones, pero antes, afirmó, necesita que le den "el poder político" respaldándole en las urnas. Como si no contara ya con semejante maquinaria y “plenos poderes”, con estado de excepción y de emergencia económica permanente incluido, y llevando igual al país a plena catástrofe, donde prefirió pagar una fraudulenta deuda externa de más de 74 mil millones de dólares en vez de responder a las necesidades del pueblo. A los buitres internacionales miles de millones de dólares, al pueblo unas miserables cajas Clap y unos pulverizados salarios que no llegan ni a los cinco dólares.

Maduro también llamó a “un nuevo comienzo, y aprender a hacer las cosas de nuevo para hacerlas mejor, para hacerlas bien", reiterando su llamado a un nuevo diálogo político con la oposición, empresarios, representantes de la clase media, partidos políticos. Maduro quiere aprender a “hacer las cosas bien” y la “oportunidad de un nuevo comienzo”, como si la situación del pueblo fuera un experimento con cuya catástrofe y padecimientos se pueda jugar. Ahora dice que "hay que aprender a oír, hablar con respeto, yo quiero convertirme en el gran oído de la patria y escuchar las ideas, el clamor, las propuestas de un pueblo que sabe lo que hay que hacer para acabar con las mafias económicas", como si el hambre y el sufrimiento de millones, la gran tragedia nacional de un país en situación de catástrofe social no bastaran.

Pero lo que pocos saben, en unas elecciones diseñadas a la medida de Maduro para reelegirse, es que, si llegase el caso de perder las elecciones, recién entregaría el gobierno en enero del 2019 de acuerdo a lo afirmado por los representantes del Consejo Nacional Electoral. Es decir, derrotado y todo, podrá seguir gobernando casi ocho meses más, período en el cual podrá echar mano de su bonapartismo reaccionario con la tutela de las Fuerzas Armadas y su fraudulenta Constituyente –que se considera plenipotenciaria- pudiendo decretar cualquier cosa favorable al chavismo en la continuidad en el poder o postergar la entrega del gobierno.

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Por su parte Henri Falcón, en su cierre desde Barquisimeto, volvió a hablar de sus grandes encuentros con la empresa privada y de lo que él llama “sector productivo” como el magnate Lorenzo Mendoza, para la “transformación de nuestro país” y que entre sus fundamentales medidas está la dolarización de la economía, insistiendo en su apertura al capital transnacional, el recurrir al Fondo Monetario Internacional para más préstamos –que luego son pagados a costa del hambre del pueblo-, incluso proponiendo que entre su futuro gabinete tendrá a figuras como Henrique Capriles Radonski y otros exponentes de la derecha criolla que llevan en su sangre el golpismo y sus políticas proimperialistas clamando por una mayor intervención e injerencia en el país.

No faltaron los juramentos apelando a la religiosidad: "Lo juro, juro que libraré a Venezuela de la dictadura, lo juro en el nombre de Dios y de la Divina Pastora", afirmaba Falcón, quien quiere imponer la dictadura del FMI, del capital financiero internacional y un gobierno obediente a las directrices del imperialismo.

El tercero en la mayoría de los sondeos, el candidato evangélico y empresario, Javier Bertucci adelantó al miércoles su cierre de campaña, quien además de continuar defendiendo sus políticas reaccionarias hasta la médula con respecto al derecho al aborto y el matrimonio igualitario –ideas que por otra parte comparte con el propio Maduro y Falcón-, insistió en la necesidad de asistir al FMI y al Banco Mundial como parte de una política de “rescate” del país, con su habitual reparto de sopa en sus actos proselitistas.

Por su parte, el grueso de los partidos aglutinados en la derechista Mesa de Unidad Democrática (MUD), como Voluntad Popular, Primero Justicia, Acción Democrática, Un Nuevo Tiempo, entre otros, varios de ellos organizados ahora en el Frente Amplio por una Venezuela Libre, continuaron con su política de no reconocer las elecciones. Como siempre, hicieron apelando al imperialismo y la reacción internacional para que aumenten sus sanciones e injerencia en el país, y encubriendo sus objetivos reaccionarios detrás de la demagogia de la demanda de la democracia, bandera que le dejan servida en bandeja las maniobras bonapartistas de Maduro. Es que a ellos les interesa un comino los derechos y las libertades populares, así como tampoco y mucho menos que el pueblo trabajador pueda pesar en las decisiones ante la catastrófica situacional nacional. Su propósito es imponer la dictadura del FMI y la sumisión completa al capital financiero internacional.

En conversación con la Izquierda Diario, Ángel Arias, dirigente de la Liga de Trabajadores por el Socialismo, señaló que “En estas elecciones no habrá ninguna opción que represente los intereses de los trabajadores y el pueblo pobre. No lo es Maduro, no lo es la derecha que las rechaza de la mano del imperialismo para engañar al pueblo que ya no aguanta la actual situación. Tampoco lo son los otros candidatos que se presentan. Por eso, desde la Liga de Trabajadores por el Socialismo, llamamos a la abstención o el voto nulo para el caso de los empleados y trabajadores de instituciones estatales obligados a ir a votar. Lo hacemos al servicio de la lucha por la independencia política de la clase obrera y para fortalecer una perspectiva de movilización de los trabajadores y el pueblo pobre, con un programa de salida a la catastrófica situación actual”.

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