×
×
Red Internacional
lid bot

Marcha del 1F en Tucumán: la pelea sigue en las calles

El pasado 1° de febrero en Tucumán, al igual que en el resto del país, las calles se llenaron de colores, banderas, carteles y expresiones artísticas en protesta contra los dichos misóginos y homofóbicos de Javier Milei en Davos.

Domingo 9 de febrero 16:14

Escuchá esta nota

La movilización se llevó adelante a las 18hs en las calles del centro tucumano, donde no solo confluyeron activistas del movimiento de mujeres y el movimiento LGBTIQ+, sino que también se sumaron otros sectores que vienen siendo blanco de ataques de las políticas de ajuste del gobierno provincial y nacional, como lxs estudiantes, trabajadores y jubiladxs.

Diferentes medios de comunicación dan cuenta del número aproximado de personas que se sumaron a la convocatoria, estimando unas cinco mil o seis mil. Independientemente del número, la realidad es que lo se expresó en aquellas 7 cuadras que dividen a la Plaza Urquiza y la Plaza Independencia, es la bronca y organización de todos aquellos sectores que quieren ponerle un freno a los ataques del gobierno.

Una de las grandes columnas destacadas de la marcha fue la de la agrupación feminista socialista Pan y Rosas, del PTS en el Frente de Izquierda - Unidad, que congregó a cientas de mujeres, sectores de la diversidad y sectores de trabajadores bajo sus consignas que peleaban por la unidad de las luchas de todos los sectores atacados por el gobierno. Desde la misma organización, que tiene un alcance internacional además de nacional, se están llevando adelante charlas, debates, asambleas en todo el país para discutir de qué manera continuar con la pelea pasada esta movilización.

¿Hacia dónde avanza la libertad?

Como ya es de público conocimiento, hace unas semanas, el presidente Javier Milei se encontraba en el foro internacional de economía en Davos, donde eligió no hablar de sus supuestos “logros” económicos. En cambio, decidió que era un momento perfecto para hablar del fantasma del “wokismo” y la “ideología de género”, en el marco de la “batalla cultural” contra la izquierda y el progresismo. No contento con eso, estuvo más de veinte minutos despotricando contra conquistas históricas del movimiento feminista y de la diversidad, como la figura del “femicidio” en el Código Penal, el cupo laboral travesti-trans, entre otras. A esto se suma el habernos comparado a lxs homosexuales con pedófilos. Cabe destacar que, para cada una de estas declaraciones, Milei aseguró contar con “datos” que lo respaldan.

Pero, ¿cuáles son realmente los datos que acompañan el discurso de nuestro presidente? El dato de que en 2024 se cometieron 255 femicidios y que, en lo que va de 2025, se registra un femicidio cada 26 horas. El dato de que, antes de la legalización del aborto, en Argentina más de 3.000 mujeres murieron en abortos clandestinos. El dato de que las personas trans tienen un promedio de vida de entre 35 y 40 años debido a la marginalidad que enfrentan al no poder acceder a un trabajo formal. El dato de que el 89% de los casos de abuso sexual infantil son cometidos por varones heterosexuales en contextos familiares o cercanos.

Es evidente que a Javier Milei los datos no le interesan en lo más mínimo. Su objetivo no es analizar la realidad, sino construir un enemigo (las mujeres y la comunidad LGTBIQ+) y alimentar una supuesta batalla cultural que lo distraiga del fracaso de su plan económico de ajuste. Porque tal vez, subirse al Foro de Davos y admitir que, en el primer año de su gobierno, la pobreza aumentó un 11%, que la derogación de la Ley de Alquileres disparó los precios en un 213% o que las universidades públicas enfrentan un desfinanciamiento histórico no resultaba tan atractivo.

Para mala suerte del gobierno y su gabinete compuesto por gente igual de reaccionaria y anti-derechos como el presidente, el tiro les terminó saliendo por la culata. Internet se llenó de críticas y posteos en contra de los dichos del presidente, ola a la cual se sumaron muchos “influencers” incluso. La culminación de esa mezcla de bronca, rechazo y euforia llegó con la convocatoria a la ya conocida asamblea en Parque Lezama, a la cual asistieron más de cuatro mil personas y pusieron fecha para una marcha: el 1ro de febrero.

Es así como en diferentes puntos del país se comenzó a extender rápidamente la convocatoria y las ganas de organizarse. Aquí en Tucumán, por ejemplo, unos días antes de la marcha se llevó adelante una asamblea en Plaza Independencia donde se decidió replicar provincialmente la movilización convocada desde Buenos Aires.

La resistencia se construye desde abajo y en las calles

La movilización llenó las calles tucumanas de música, perfos artísticas y consignas en contra del gobierno. No se marchó solamente en contra de los discursos de odio, sino que también contra el ajuste y la precarización a la que somete el gobierno a la clase trabajadora y los sectores populares. Así también, se exigió justicia por los crímenes de odio, el cumplimiento de la ley de VIH y la ley de ESI, la correcta implementación del cupo laboral travesti-trans, entre otras demandas. En efecto, fue una marcha donde se expresó una parte de la resistencia.

Hablamos de “parte de la resistencia” porque, evidentemente, el sábado pasado faltó algo que hubiera sido clave para mostrar efectivamente el alcance de la lucha y la organización contra este gobierno: el sindicalismo conducido por el peronismo como la CGT. Para sorpresa de nadie a esta altura del partido, la principal central sindical del país decidió nuevamente seguir durmiendo la siesta. Con poca claridad desde un inicio en sus declaraciones, la CGT decidió adherir a la movilización, pero permitiendo que cada gremio eligiera su modo de participación. Se ve que su orientación colaboracionista sigue en pie. Sobre el plan de lucha y el paro general, se escuchan solamente grillos.

Podemos afirmar que la pasada marcha fue un claro mensaje político para el gobierno expresado por el movimiento de mujeres y la diversidad, pero también por lxs propixs trabajadores de nuestro país. La importancia de expresar dicho mensaje radicó principalmente en el hecho de que esos dichos fueron pronunciados no por un troll libertario más de twitter, sino por el propio presidente, lo cual avala que los discursos de odio se transformen potencialmente en actos de violencia. A su vez, la impotencia del gobierno hacia la situación podemos verla claramente desde el minuto uno en que pronunció su discurso en Davos. Impotencia que se replicó luego en sus tuits y en la última entrevista que realizó para La Nación+ donde nuevamente arremetió contra la comunidad LGBTIQ+.

Además de eso, podemos ver a la movilización como un puntapié para pensar cuáles son los posibles caminos a seguir. Lo que es claro y cierto es la necesidad de organizarse y pelear en unidad con todos los sectores que estén en lucha. Esa unidad es la que desde el Partido de los Trabajadores Socialistas buscamos construir, no así la “unidad” puramente electoral que proponen dirigentes del peronismo como Grabois que ya sabemos de sobra que sirven solamente para pavimentar el camino a nuevos fenómenos de derecha.

A la vez que es necesario pelear por la unidad de todos los sectores en lucha, es esencial continuar exigiendo a las centrales sindicales como la CGT y la CTA que dejen de dormir la siesta y convoquen a un paro general con un plan de lucha consecuente que culmine en una huelga general. Solo así podremos derrotar todos los planes de este gobierno reaccionario.