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Red Internacional
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Estados Unidos. Mike Pence se vacuna en público para "generar confianza"

El Gobierno de Trump tuvo un manejo desastroso de la pandemia y durante todo el año negó la peligrosidad del covid-19. Ya con un pie fuera de la Casa Blanca, su vicepresidente Mike Pence se vacunó en público para incentivar. Otro capítulo del nacionalismo de las vacunas.

Viernes 18 de diciembre de 2020 12:18

El vicepresidente saliente de EE. UU., Mike Pence, se convirtió este viernes en el responsable gubernamental estadounidense de mayor rango que recibe la vacuna de la covid-19, mientras el presidente Donald Trump sigue sin aclarar si se la pondrá y cuándo.

"No he sentido nada. Bien hecho", dijo Pence en un acto en la Casa Blanca, donde le pusieron la primera dosis de la vacuna a él, a su esposa Karen y al director general de salud pública del Gobierno estadounidense, Jerome Adams.

Pence dejó que las cámaras de televisión grabaran mientras los doctores le ponían la vacuna, en un intento de generar confianza en la eficacia y seguridad del preparado desarrollado por Pfizer y su socio alemán BioNtech.

Esa vacuna es la primera aprobada en Estados Unidos y empezó a suministrarse este lunes, y el gesto de Pence tenía como objetivo disipar las dudas de algunos estadounidenses justo cuando se espera que el Gobierno dé luz verde a un segundo preparado, el de Moderna.

"El pueblo estadounidense puede estar seguro: tenemos una, y quizá en cuestión de horas dos, vacunas seguras y efectivas para ustedes y sus familias", garantizó Pence, que describió ese logro como un "milagro médico".

El vicepresidente dijo que espera que la vacuna de Moderna quede aprobada "más tarde en la jornada de hoy", cuando podría recibir la luz verde formal del ente regulador del país, la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA, en inglés).

Trump ha guardado silencio sobre el inicio de la campaña de vacunación en Estados Unidos y no ha aclarado cuándo se pondrá la vacuna.

"No tengo programado que me pongan la vacuna, pero espero recibirla en el momento adecuado", escribió Trump en Twitter el pasado domingo.

Tras las elecciones de noviembre y durante el tiempo en el que intentó demostrar un fraude y llevar el resultado de los comicios a la corte suprema, Trump había abrazado la causa de las vacunas diciendo que eran una victoria de su gestión y no de Biden. Sin embargo, ahora ya con el demócrata confirmado como presidente por el colegio electoral, Trump ya está pensando en su futuro y el del trumpismo, por eso no tiene intención de seguir apoyando la vacunación.

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De hecho, algunos de sus seguidores con mucho impacto en las redes sociales lo han criticado en los últimos días por promover la vacuna, después de un año en el que ha minimizado la gravedad de la covid-19 y ha evitado recomendar claramente el uso de mascarillas.

El recelo de los estadounidenses a la hora de ponerse la vacuna está disminuyendo: el 71 % está dispuesto a recibirla, según una encuesta de esta semana de la Kaiser Family Foundation, mientras que otro sondeo de Pew indicó a principios de diciembre que un 60 % planeaba ponérsela.

El Gobierno de Trump tuvo un manejo desastroso de la pandemia y durante todo el año negó la peligrosidad del covid-19. Ya con un pie fuera de la Casa Blanca, Pence se vacunó en público para incentivar el proceso.

Detrás del show están las ganancias multimillonarias del big pharma (grandes farmacéuticas y laboratorios) y el llamado "nacionalismo de las vacunas", que sigue la lógica de las tenciones geopolíticas actuales. Estados Unidos no solo quiere mostrar que es el primero en conseguir la vacuna, después de pagar miles de millones de dólares para acaparar la mayoría de las dosis disponibles, sino que lo hace de forma segura y efectiva. Lo último está por verse, ya que la llamada tercera fase de la investigación, que es la prueba masiva en humanos se está haciendo efectiva al mismo momento en que se vacuna a la población, sin saber aún los efectos colaterales en el mediano o largo plazo. No por nada las farmacéuticas están cubiertas legalmente en caso de que exista algún problema. En cuanto al acaparamiento de vacunas de parte de los países imperialistas, con los que buscan tratar de mantener su imagen de potencias hegemónicas, es lo que va a impedir que las vacunas lleguen en forma masiva a los países más empobrecidos. En 2021 solo 1 de cada 10 personas del 70% de los países (los más pobres) se podrá vacunar, mientras que el 20 % de la población mundial deberá esperar hasta 2022 para recibir la vacuna.

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