La convocatoria de varias Madres de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), el Encuentro Memoria Verdad y Justicia y el Frente de Izquierda reunió a miles que marcharon del Congreso hasta la Casa Rosada. Se destacó la presencia de trabajadoras y trabajadores que hoy luchan por el salario, contra los despidos, los cierres y los planes de ajuste, el gatillo fácil y la represión. Fue un triunfo ante la campaña desmovilizadora del Gobierno del Frente de Todos.
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Daniel Satur @saturnetroc
Jueves 25 de marzo de 2021 00:34
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Este miércoles, al cumplirse un nuevo aniversario del golpe militar genocida en Argentina de marzo de 1976, miles de personas se movilizaron hacia Plaza de Mayo. Convocados por el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia (organización que nuclea a partidos de izquierda, de derechos humanos y movimientos sociales independientes de los gobiernos) marcharon reclamando contra la impunidad a los militares y la represión.
La movilización central se dio en la simbólica Plaza de Mayo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, donde desde temprano llegaron miles de personas. Primero estuvo la convocatoria de las Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora Nora Cortiñas. Mirta Baravalle, Elia Espén y Elsa Pavón. Luego arribaron a la plaza las organizaciones de derechos humanos, políticas, sociales y sindicales nucleadas en el Encuentro Memoria, Verdad y Justicia, de las cuales son parte el Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS) y la principal coalición electoral de izquierda, el Frente de Izquierda Unidad.
Convocatorias similares hubo en Córdoba, Rosario, Mendoza, Neuquén, Jujuy, Chubut, Río Negro, Mar del Plata y decenas de ciudades de todo el país.
En todas se volvió a gritar con fuerza “¡Juicio y castigo a todos los culpables!”, “¡Cárcel común a los genocidas, sin domiciliarias!”, “¡Son 30.000 y fue genocidio!” y “¡Contra la impunidad, el ajuste y la represión de ayer y de hoy!” entre otras consignas históricas.
También se gritó ¡”Fuera Berni!” (el ministro de seguridad de la provincia de Buenos Aires), “¡Basta de gatillo fácil!”, “¡Justicia por Santiago Maldonado, Rafael Nahuel, Facundo Castro y todos los pibes muertos por la represión estatal!”. Y se sumaron los fuertes reclamos del movimiento de mujeres, del ambientalismo.
Luchas
En el marco de la grave situación económica y social, las calles de Buenos Aires fueron testigo de algo distintivo: una gran columna de trabajadores en lucha que se comienzan a poner de pie y plantar frente a la dura realidad. Columna que el PTS impulsó (además de su propia columna partidaria que movilizó miles en Buenos Aires y en otras ciudades).
Poco antes de las 17, luego de la cabecera del Encuentro Memoria Verdad y Justicia, esa columna hizo su aparición en la Plaza de Mayo detrás de una bandera que decía “Trabajadorxs en lucha”, con remeras y camisas que identificaban los más diversos lugares de trabajo.
Allí estuvieron trabajadores de las tercerizadas ferroviarias MCM de las líneas Roca, Mitre y San Martín; de las empresas Líderes y Comahue, Ema (tercerizada eléctrica) y trabajadores ferroviarios despedidos que luchan por la reincorporación. Junto a ellos las familias que pelean por tierra en la Asamblea Permanente de Guernica, en Los Ceibos y en Rafael Castillo. también trabajadores de Coca-Cola, SwissJust y Pilkington.
También marcharon trabajadores y trabajadoras de la salud que vienen peleando contra el ajuste en esa área, como los del Hospital Larcade y de la Clínica San Andrés. Docentes que denuncian las condiciones con las que los gobiernos impusieron la vuelta a clases (estaban las banderas del Suteba Tigre y del Suteba La Matanza, entre otros). Las y los aeronáuticos de GPS-Aerolíneas y de Latam, que pelean en defensa de sus puestos de trabajo.
Se sumaron los trabajadores y las trabajadoras de la gráfica recuperada MadyGraf y de otras recuperadas como Ansabo y Gotán. También trabajadores del subte, entre ellos de la Línea B que enfrentan las amenazas de desafuero por parte de la patronal de Metrovías. Además, se movilizaron trabajadores de agrupaciones combativas y antiburocráticas de la alimentación, docentes, telefónicos, salud, entre otros.
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Al mismo tiempo, dentro de la movilización, varias organizaciones de izquierda basaron el grueso de sus columnas en colaterales de movimientos asociados a sus organizaciones (como el Polo Obrero -tanto el sector oficial como el que responde a Altamira- o el Teresa Vive, entre otros), lo que vuelve a mostrar la predominancia de este tipo de organización de los sectores más pobres y desocupados. Frente a ello es un ejemplo, por ahora muy minoritario, la Asamblea Permanente de los luchadores de Guernica, como instancia de autoorganización democrática donde se discute claramente la relación con el Estado.
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¿Marchar o no marchar?
Durante las semanas previas al 45° aniversario del golpe el debate pareció reducirse a “marchar o no marchar”. Pero así planteado era engañoso. La discusión de fondo era otra: si hay o no razones actuales y presentes para manifestar en las calles, repudiando al golpe genocida al tiempo que denunciando los ajustes, las represiones y las impunidades de hoy.
Vale recordar que varias de las organizaciones que decidieron no movilizarse sí lo hicieron, por ejemplo, el 8 de marzo. Lo cual demuestra que el problema de fondo no es la pandemia sino que se trata de un debate político.
Dicho de otro modo, de lo que se trata es de ver si hay o no una ligazón estrecha entre el genocidio y sus efectos devastadores y las penurias actuales que viven millones de personas en Argentina. Y si esa ligazón amerita la movilización popular, aún con los recaudos y cuidados que impone una pandemia como la del coronavirus.
Una postal grafica muy bien la intensidad del contrapunto. En la tarde del martes una asamblea de estudiantes de Filosofía y Letras de la UBA votó marchar a Plaza de Mayo el 24. Pero el dato relevante es que el centro de estudiantes de la Facultad lo conducen La Cámpora, La Mella y otras organizaciones que, en la previa, militaron fuerte la desmovilización (con la excusa de la pandemia).
Pese a todo, en las horas previas al 24 EnClaveRoja (agrupación integrada por la Juventud del PTS más Independientes en el FIT-Unidad) dio una dura pelea para que “Filo” marchara. La moción de la izquierda ganó frente a la de La Cámpora y finalmente la bandera del CeFyL se hizo presente en la plaza.
Las Flores y las plazas
Mientras miles marchaban en Plaza de Mayo yen el resto del país, en la localidad de Las Flores (a 190 kilómetros de la Plaza de Mayo) la vicepresidenta Cristina Fernández hablaba del golpe de Estado de 1976 en un acto junto a Axel Kicillof y su hijo Máximo Kirchner. Entre otras consideraciones, en pocos segundos CFK lanzó al aire una falacia (doble) seguida de una confesión.
La falacia es que “con las políticas de memoria, verdad y justicia y también con la decisión del presidente Alfonsín del juicio a la Juntas se castigaron a los que violaron los derechos humanos”. Es falaz porque da a entender que gobiernos como el radical y el suyo fueron “justicieros” de los genocidas. Algo muy alejado de la realidad.
¿Y las leyes de Obediencia Debida y Punto Final? ¿Y los indultos de Menem que el peronismo avaló por años? ¿Y la desaparición aún impune de Jorge Julio López, secuestrado por “elementos parapoliciales o paramilitares” (al decir del propio Néstor) en pleno kirchnerismo?
Y es doblemente falaz porque en verdad fue la lucha de miles de sobrevivientes del genocidio y familiares de la víctimas, acompañades por las nuevas generaciones de luchadoras y luchadores, la que logró dar los costosos y firmes pasos en la búsquedad de verdad y la obtención de justicia. El Estado, siempre, fue un garante de la impunidad y no del castigo a los culpables.
Ni la anulación de la leyes de impunidad y los indultos, ni mucho menos la realización de cada juicio fueron concesiones de ningún gobierno. Fueron producto de una pelea a brazo partido de millones de personas. Lo que lograron las políticas oficiales, sí, fue que de los 863 genocidas detenidos en la actualidad, 638 (el 75 %) tengan domiciliaria (muchos de ellos viven en mansiones) y que el 70 % de los condenados no tenga sentencia firme.
A renglón seguido, CFK hizo una confesión: “a los que los instigaron, a los que los apoyaron, a los que los empujaron (a los militares) a hacer lo que hicieron, a esos no les pasó nada, nunca. Es más, cuando terminó la dictadura militar, terminaron más ricos que cuando había empezado, porque además nos dejaron a los argentinos y a las argentinas el regalo de la estatización de la deuda externa”. Hizo referencia incluso a la familia Macri, cuyos seguidores claramente no marcharon este 24.
Tan certera definición no sería tan curiosa si hubiera salido de la boca de Nora Cortiñas o Mirta Baravalle. O si la hubieran expresado Alejandrina Barry o Myriam Bregman. Pero viniendo de quien gobernó el país ocho años cuanto menos resulta llamativo.
Porque esos organizadores del genocidio, estafadores seriales y estatizadores de deudas privadas que paga el pueblo a costa de su enriquecimiento, “la levantaron en pala” e impunemnte (también) durante las gestiones kirchneristas. Y por si fuera poco, este mismo 24 de marzo el ministro de Economía Martín Guzmán anduvo por Washington buscando una palmada en la espalda del FMI y honrando la deuda que hunde al país.
Por eso muchas de las víctimas del accionar de ese empresariado parásito, que a su vez está amparado por un funcionariado servil, marcharon este miércoles por las calles. Hasta las plazas. Lejos de Las Flores.
Pelea política
El debate abierto sobre si “marchar o no marchar” se extendió en los días previos a gran parte de la militancia política y social y a los organismos de derechos humanos.
Ante la fuerte campaña del peronismo, la izquierda dio una dura pelea por salir a las calles en el 45° aniversario del golpe. En las universidades, en los colegios, en los sindicatos y en las barriadas populares. Y mucha gente decidió sumarse. Como cada año, desde hace décadas.
Así, miles y miles se plantaron y salieron a las calles. Porque no hay que dejar que el árbol tape el bosque.
Porque la lucha por verdad y justicia para nuestres 30.000 está indisolublemente atada a la pelea contra la impunidad y la represión de hoy.
Porque el aparato represivo heredado de la dictadura cambió de rostros, de discurso y de uniformes, pero sus roles y sus objetivos siguen intactos.
Porque al igual que ayer, el FMI y los usureros multinacionales siguen regimentando la vida de la población empobrecida y encorsetada en los límites del “mal menor”.
Y porque no olvidamos, no perdonamos y no nos reconciliamos.
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Daniel Satur
Nació en La Plata en 1975. Trabajó en diferentes oficios (tornero, librero, técnico de TV por cable, tapicero y vendedor de varias cosas, desde planes de salud a pastelitos calientes). Estudió periodismo en la UNLP. Ejerce el violento oficio como editor y cronista de La Izquierda Diario. Milita hace más de dos décadas en el Partido de Trabajadores Socialistas (PTS) | IG @saturdaniel X @saturnetroc