Reproducimos a continuación el reportaje realizado por el medio de la izquierda crítica cubana Comunistas a la diputada nacional por el PTS en el Frente de Izquierda de Argentina, Myriam Bregman. En el mismo abordan la situación actual en Argentina y Cuba y el rol y las tareas de la izquierda en ambos países.
Martes 16 de agosto de 2022 13:21
“Protestar ante el deterioro de las condiciones de vida no es ser contrarrevolucionario sino ejercer un derecho elemental ante las consecuencias del despotismo burocrático”, nos dice Myriam Bregman en esta entrevista exclusiva para Comunistas refiriéndose tanto a las manifestaciones del 11J, como a las ya frecuentes protestas [1] que tienen lugar en Cuba. ¿Qué piensa La Rusa -como le dicen sus cercanos camaradas- sobre Fidel, el pluripartidismo en el socialismo o la vía electoral para la construcción del socialismo? La diputada nacional por el trotskista Partido de los Trabajadores Socialistas en el Frente de Izquierda de los Trabajadores – Unidad responde a estas y otras preguntas en nuestra nueva sección de entrevistas “Exclusiva para Comunistas”. Nos convertimos así en ser el primer medio de prensa cubano para el que Myriam Bregman ofrece una entrevista. Es que ese es uno de los principales deberes de Comunistas: que la clase trabajadora cubana, en especial la juventud, sepa que el socialismo no es el sistema al cual ha degenerado la burocracia cubana y que en el extranjero existe una izquierda internacionalista que está con las mayorías cubanas y no con la burocracia cubana.
El FIT-U ganó en las elecciones parlamentarias de 2021 la cifra histórica de 1.300.000 votos, logrando una bancada de cuatro diputados, de la cual usted es una de sus integrantes. Sin embargo, cuatro diputados en todo un parlamento es una pequeña minoría ¿qué puede hacer en un parlamento burgués una bancada trotskista de cuatro diputados?
Myriam Bregman (MB): Efectivamente, aunque en la última elección fuimos la tercera fuerza política a nivel nacional, somos una minoría de diputados y diputadas socialistas en la Cámara de Diputados. Sin embargo, nuestro rol allí es muy importante porque llevamos la voz de las demandas de la clase trabajadora y una perspectiva socialista al parlamento, amplificando fuertemente tales planteos, instalándolos en el debate nacional; ya no solo está la mirada de los partidos tradicionales, va apareciendo cada vez más la postura de la izquierda. Junto con esto acompañamos las luchas en las calles y alentamos la movilización extraparlamentaria del movimiento de masas, de los trabajadores y trabajadoras, del movimiento de mujeres, del movimiento ambiental. Por ejemplo, ante la discusión del acuerdo con el FMI, lxs diputadxs del FIT-U ni bien fuimos elegidos nos pusimos a la cabeza de convocar a una amplia coalición para organizar las movilizaciones en repudio a dicho acuerdo. Logramos agrupar más de 200 organizaciones y realizar cuatro movilizaciones multitudinarias en diciembre de 2021 y en febrero, marzo y julio de este año. La de marzo tuvo lugar mientras sesionaba la Cámara de Diputados debatiendo el acuerdo, del que hemos sido la principal oposición tanto dentro como fuera del Parlamento. Creo que es un buen ejemplo de lo que podemos hacer aun siendo una minoría. Por supuesto, también presentamos proyectos sobre distintos temas que juegan un papel centralmente político aunque no sean aprobados por las fuerzas mayoritarias.
Nuestro balance es que la acción parlamentaria de nuestro partido el PTS y del FITU en general viene siendo muy positiva para colaborar en instalar a la izquierda anticapitalista y socialista como alternativa a las fuerzas políticas que representan los intereses de la burguesía, tanto el gobernante Frente de Todos, como la derechista Juntos por el Cambio o la ultra derecha de los llamados libertarios. Todo esto favorece el desarrollo de una conciencia de clase en franjas de la clase trabajadora.
En síntesis, intervenimos en el parlamento sin ninguna ilusión en que los objetivos por los que luchamos vendrán por la vía parlamentaria, sino tratando de continuar la mejor tradición del parlamentarismo revolucionario defendida por la III Internacional cuando era dirigida por Lenin y Trotsky. Somos además un partido internacionalista que lucha por reconstruir la IV Internacional fundada originalmente por León Trotsky, perspectiva que sostenemos conjuntamente con las distintas organizaciones que conforman la Fracción Trotskista por la Cuarta Internacional, en Estados Unidos, América Latina y Europa.
En el más reciente congreso del PTS usted fue electa como candidata presidencial, ¿existen posibilidades de que usted gane la presidencia? Si no es así ¿para qué ir a elecciones presidenciales sabiendo que no se va a ganar?
MB: En tanto la mayoría de la población sigue confiando en la democracia burguesa es una obligación de nuestra parte dar batalla en los distintos procesos electorales, que son un momento donde hay interés político en la población en su conjunto. Es una vía para popularizar nuestro programa antimperialista, anticapitalista y socialista y, como decía Engels, “hacer un recuento globular de fuerzas”: medir nuestra influencia política aun sabiendo que jugamos con las reglas que no son las nuestras.
En las últimas elecciones legislativas, por ejemplo, mi compañero Alejandro Vilca, que es trabajador municipal de la recolección de residuos y de origen colla, obtuvo un 25% de los votos en la provincia de Jujuy, saliendo diputado en un distrito donde solo se eligen tres miembros al congreso nacional. En la Provincia de Buenos Aires las listas de diputados encabezadas por Nicolás Del Caño obtuvieron casi un 7%, una votación impresionante en números absolutos, con más de 600.000 votos y resultados que van entre el 8 y el 10% en los distritos del conurbano bonaerense, obteniendo por primera vez representación en los concejos municipales en La Matanza, Merlo, Moreno y José C. Paz. Ahí logramos captar el voto de parte importante de los desencantados con la coalición peronista gobernante del Frente de Todos, que llegó al gobierno prometiendo revertir el desastre hecho por el derechista Macri e hizo lo contrario, siguió ajustando al pueblo y beneficiando a los empresarios. Incluso ahora han puesto como superministro de Economía a Sergio Massa, un amigo de la embajada de los Estados Unidos y de los grandes empresarios.
En mi caso, logré un 8% de los votos en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, la capital del país, donde hacía 20 años que la izquierda no podía lograr una diputación nacional, cosa que esta vez conseguimos. A diferencia de otras fuerzas de izquierda en el continente, que se proponen la gestión del capitalismo, nosotros tenemos un objetivo revolucionario y luchamos por un gobierno de la clase trabajadora basado en sus propios organismos de auto determinación como fueron los soviets rusos. Pero mientras estos organismos no estén desarrollados y no podamos reemplazar al actual estado burgués por uno de los trabajadores y trabajadoras, y la mayoría de la población participe de los procesos electorales, es una obligación para nosotros y nosotras dar la pelea en este terreno, independientemente de si podamos lograr más o menos apoyo.
El momento político actual es muy importante porque millones están haciendo nuevamente la experiencia con el peronismo en el poder, pero en esta ocasión un peronismo que ajusta al pueblo trabajador desencantando a su base social. ¿Significará esto una ruptura política hacia izquierda de sectores relevantes de esa base social? A favorecer el desarrollo de este proceso apunta nuestra intervención en el terreno electoral.
¿El FIT-U puede convertirse en un frente unido que articule como FIT-U a movimientos sociales, sindicales, estudiantiles, feministas y LGBTIQ o sea: el FIT-U mucho más allá de las elecciones?
MB: El FIT-U es más que una coalición electoral en tanto tiene una intervención coordinada en los parlamentos y reuniones periódicas donde discute intervenciones políticas comunes de distinto tipo, como la que te mencionaba ante el acuerdo con el FMI. Nuestros partidos participan también de numerosos frentes únicos en los sindicatos, en el movimiento estudiantil, en el movimiento de mujeres, en el terreno anti represivo y en el movimiento socio ambiental.
Pero el grado de acuerdos y desacuerdos existentes no ha permitido que se avance hacia un partido común. Por ejemplo, tenemos diferencias ante la guerra entre Rusia y Ucrania, que se han expresado en debates públicos que hemos realizado. En nuestro caso hemos rechazado la invasión de Rusia, pero sin dar apoyo a Zelensky que está totalmente alineado con la OTAN. Izquierda Socialista y el MST se ubican en el campo de la “resistencia ucraniana” aun cuando está comandada por la OTAN, lo que para nosotros es un grave error. PO, por su parte, minimiza el derecho de Ucrania a su autodeterminación.
Por otra parte, la articulación que planteás entre movimientos sociales, estudiantiles, feministas y LGBTIQ en realidad excede al FIT-U incluso si fuera un partido común, es una coordinación que debemos impulsar y en nuestro caso impulsamos permanentemente, en la vía que pueda ser la base para el desarrollo de organismos tipo “consejos” o como se llamen, que puedan jugar el rol de los soviets en la Revolución de Octubre, y son a la vez la forma más avanzada del frente único de las masas para la lucha y base de lo que sería un estado de la clase trabajadora en el cual empecemos la construcción del socialismo. Más allá de que organismos de tipo soviéticos en un sentido pleno solo pueden desarrollarse en medio de un ascenso revolucionario de las masas, creemos que hay que impulsar coordinaciones entre distintos sectores en todo momento que se pueda, para ir creando una tradición y superar el estadio corporativo de las distintas luchas y movimientos. En este sentido consideramos que los partidos revolucionarios tienen que tener como norte impulsar organismos de este tipo. Tal como lo hacía Lenin, vemos al partido y los soviets como aspectos complementarios de una estrategia revolucionaria.
¿Cree usted que se puede construir el socialismo por la vía electoral?
MB: Más allá de creencias, la experiencia histórica demuestra que esto no es posible. Como ha ocurrido con todas las clases dominantes a lo largo de la historia, la burguesía no va a resignar sus privilegios si la clase trabajadora no la obliga con su fuerza. Tenemos varios ejemplos en el siglo XX donde los capitalistas fueron expropiados por vía revolucionaria, pero ni uno solo donde se haya hecho esto por vía pacífica. Veamos sino el ejemplo de Chile en 1973 y la llamada “vía pacífica al socialismo” que pregonaba Salvador Allende. La burguesía se preparó y dio un golpe sangriento con Pinochet, auspiciado por el imperialismo yanqui. Lo mismo ocurrió en mi país Argentina en marzo de 1976 cuando sufrimos un golpe de estado que provocó un genocidio con 30.000 detenidos-desaparecidos. Más recientemente en América Latina hemos presenciado golpes o intentos de golpe de distinto tipo auspiciados por el imperialismo estadounidense aun ante gobiernos que ni siquiera pretendían ser socialistas, sino que eran meramente progresistas, como fueron los casos de Zelaya en Honduras o Evo Morales en Bolivia, o los “golpes institucionales” contra Lugo en Paraguay o Dilma Rousseff en Brasil. O también los intentos golpistas en Venezuela, contra Chávez en el 2002 y con Guaidó después, que hemos repudiado activamente más allá de nuestras críticas a los gobiernos bolivarianos. Justamente otro ejemplo de la imposibilidad de llegar al socialismo por vía electoral es el caso venezolano. Cuando Chávez hablaba de que estaban construyendo el socialismo del siglo XXI, les decíamos: “¿socialismo sin destrucción del estado burgués y bajo liderazgo de las fuerzas armadas?”. Y no nos equivocamos. Pese a la retórica de los gobiernos de Chávez y Maduro, Venezuela nunca dejó de ser un estado capitalista, más aún, siquiera logró diversificar su economía y hoy sigue siendo completamente dependiente de la renta petrolera y de los minerales. Ni bien cayeron bruscamente los precios del petróleo su economía se derrumbó. Es decir, sería poco realista pensar que se puede avanzar en conquistar un gobierno y un estado de lxs trabajadorxs y comenzar la construcción del socialismo sin grandes acciones revolucionarias protagonizadas por la clase trabajadora y el conjunto de los explotados y oprimidos, sin terminar con el estado burgués y poner en pie otro tipo de estado, uno de las y los trabajadores y trabajadoras. Aspiramos a una revolución protagonizada por las amplias masas trabajadoras desarrollando sus propios métodos de lucha, en particular la huelga general.
Ante un posible estallido social como el que tuvo lugar en Argentina el 20 de diciembre de 2001 ¿El PTS estaría dispuesto a dirigir a la clase trabajadora a la toma del poder y comenzar así la construcción de un Estado socialista?
MB: Eso no depende de nuestra disposición sino de la influencia que tengamos y de cómo se desarrolle el proceso. En diciembre de 2001 la rebelión popular no se expresó en términos claros de clase, como fue por ejemplo el Cordobazo en 1969, sino que los sectores de trabajadores que estuvieron en las calles el 19 y 20 de diciembre lo hicieron disueltos en la multitud. Es cierto que a partir de la caída del presidente De la Rúa ganaron protagonismo los movimientos de desocupados, las fábricas recuperadas y, más efímeramente, las asambleas populares. Pero los sectores ocupados de la clase trabajadora fueron contenidos por la burocracia sindical y casi no tuvieron protagonismo en aquellos días. Esto se explica en parte porque la clase obrera venía de una serie de duras derrotas en la década de los ’90 y la izquierda clasista también era muy débil cuando ocurrieron esos hechos. Hoy somos más fuertes y los trabajadores en parte han recompuesto sus fuerzas, aunque la clase obrera está fragmentada y nuestro peso es por el momento minoritario. Si ocurriese un proceso revolucionario por supuesto que intentaríamos influenciar su desarrollo y que terminase con la conquista del poder por parte de la clase trabajadora, pero que eso ocurra es algo que excede meramente nuestra voluntad.
Usted como abogada defensora de los derechos humanos y militante trotskista ¿Qué considera de las formas que el gobierno cubano empleó para contener a las protestas del 11 de julio y las sanciones posteriores a los detenidos?
MB: Creo que las protestas del 11 de julio, en lo esencial, expresaron un descontento legítimo ante el empeoramiento en las condiciones la vida de parte importante de la población cubana. Aunque el proceso de incremento de las desigualdades sociales viene de hace años, entiendo que la caída brutal en los ingresos del turismo provocada por la pandemia y la forma en que se produjo la unificación monetaria, acrecentaron el malestar de los sectores más vulnerables del pueblo trabajador. Esta fue la base de las protestas, según ustedes mismos han señalado. Sobre esta protesta legítima quisieron montarse sectores contrarrevolucionarios y llevar agua para su molino, pero de ninguna manera fueron los organizadores o protagonistas centrales de las protestas. Vemos que el gobierno cubano utilizó esto para desacreditar el conjunto de las protestas y perseguir a quienes participaron en ellas. Desde un primer momento rechazamos esta política persecutoria y represiva frente a reclamos justos realizados por sectores que nada tienen que ver con los grupos contrarrevolucionarios organizados desde Miami, reclamando su libertad y el fin de las persecuciones.
¿Cuál usted cree que debe ser la postura de la izquierda marxista internacional para con el gobierno cubano?
MB: Lo primero es repudiar el criminal bloqueo de los Estados Unidos contra Cuba y las distintas sanciones aplicadas contra el país. En ese marco, nosotros somos críticos del régimen de partido único y del despotismo burocrático vigentes. Defendemos la libertad para los partidos que defiendan las conquistas de la revolución, es decir, que se opongan a la restauración del capitalismo en la isla, y la plena libertad para la organización sindical de los trabajadores y trabajadoras y por la independencia de los sindicatos respecto del estado, una posición por la que batalló Lenin en la Unión Soviética hacia finales de la guerra civil rusa. Es falso que las únicas alternativas posibles sean un régimen burocrático de partido único o la democracia liberal.
Nosotros defendemos una democracia de las y los trabajadores, basadas en consejos del tipo como fueron los soviets rusos en los primeros años de la revolución de octubre, donde sea el pueblo trabajador el que participe activamente en todas las decisiones tanto políticas como en la planificación democrática de la economía, donde rija lo que Trotsky llamaba el “pluripartidismo soviético”. Esto en el caso cubano implica la legalidad para todos los partidos y fuerzas políticas que no se planteen la vuelta al capitalismo. A la vez creemos que el gobierno cubano ha tomado medidas que han favorecido el incremento de la desigualdad social y el desarrollo de una burguesía o proto burguesía en la isla, que presiona en favor de una restauración plena del capitalismo. Son medidas que van en el sentido de la “vía china” o la “vía vietnamita”, que defienden abiertamente sectores del gobierno y del Partido Comunista, de apertura al capitalismo y que, de seguir desarrollándose, va a tener como resultado terminar con las conquistas que quedan de la revolución.
No se nos escapa que Cuba vive nuevamente una situación económica muy complicada. Pero ella solo se puede enfrentar con la libre deliberación de trabajadores, campesinos, estudiantes, científicos, en suma, del pueblo cubano planificando democráticamente la economía y decidiendo las medidas a tomar. Al contrario de la combinación de apertura económica y autoritarismo político que existe hoy, se trata de poner en pie una amplia democracia de las y los trabajadores sobre la base de la defensa de la economía nacionalizada surgida de la revolución.
¿Qué cree usted que debiera hacer la izquierda crítica cubana en la crisis económica y política por la cual hoy atraviesa Cuba? ¿Cuál debe ser la postura de la izquierda crítica cubana ante la burocracia?
MB: En primer lugar saludo la existencia en Cuba de una izquierda crítica que cuestiona la política gubernamental desde los intereses de la clase trabajadora y la lucha por el socialismo en la isla y a nivel internacional. Sería una pedantería de mi parte pretender dar una respuesta acabada a esta pregunta sin estar presente en el país. Solo puedo limitarme a plantear algunos lineamientos generales que espero les sean de utilidad. Como señalaba en la respuesta anterior, parto de las dificultades que crean tanto el bloqueo, que repudiamos incondicionalmente, como la actual situación internacional y de la imposibilidad de construcción plena de una sociedad socialista en un solo país. Esto no quita, sin embargo, que se puedan obviamente dar pasos en la construcción del socialismo, aun en una sociedad económicamente atrasada, como la propia experiencia de la revolución cubana demostró. Sobre la base de la propiedad socializada, la planificación económica debe ser llevada adelante por las masas mismas, en forma democrática, que son quienes deben decidir cómo se asignan y utilizan los recursos económicos disponibles, incluso si es necesario permitir en ciertas áreas la actividad del capital privado y con qué límites, pero siempre en base al monopolio estatal del comercio exterior y a que se mantenga el carácter público de los sectores estratégicos de la economía. Creo también que se debe reclamar por la libertad de organización sindical de la clase trabajadora. Según conozco, en áreas que se han abierto al capital privado las condiciones de trabajo son deplorables, con jornadas de trabajo que superan las 12 horas en los paladares y otras actividades. No puede haber privilegios para quienes cuenten con acceso a moneda extranjera. También hay que defender la plena libertad de expresión artística y cultural, partiendo de los lineamientos del famoso Manifiesto por un Arte Revolucionario Independiente escrito por Trotsky y Breton en México. Y, como señalé antes, plantear la legalidad para todos partidos que defiendan la revolución y se opongan a la restauración del capitalismo, planteando el fin de todos los privilegios de la burocracia y de la proto burguesía.
¿Cómo Myriam Bregman ve al Che Guevara y a Fidel Castro?
MB: Sin dudas ambos tienen el gran mérito de haber dirigido la primera revolución donde se llegó a expropiar a la burguesía y expulsar al imperialismo en América Latina, es decir que adquirió un carácter socialista. El Che fue un internacionalista consecuente y ejemplo revolucionario para toda una generación, con sus puntos fuertes y también sus puntos débiles, que creo podemos discutir desde nuestra admiración a su entrega revolucionaria.
A mi entender el Che fue volviéndose crítico del papel de la Unión Soviética luego del triunfo de la revolución, cuya mayor expresión fue su discurso en la Conferencia de Argel. Fue quien afirmó que la revolución sería socialista o una caricatura de revolución, enfrentando la estrategia de alianzas con sectores de la burguesía y de “revolución por etapas” que sostenían los Partidos Comunistas en América Latina y, más en general, en los países coloniales y semi coloniales. En esta definición el Che se acercó a lo que para Trotsky era el primer aspecto de la teoría de la revolución permanente, el que señala que las tareas de la independencia nacional respecto del imperialismo y la revolución agraria solo pueden darse si el proletariado logra acaudillar al campesinado y hacerse el poder. También el Che fue quien más chocó con los dirigentes que provenían del estalinista Partido Socialista Popular, y cuestionó tempranamente los privilegios burocráticos que iban germinando en el nuevo régimen revolucionario. Desde el Ministerio de Industrias, el Che alentó el debate sobre la planificación económica, invitando incluso a Ernest Mandel a la isla para que intervenga en el debate sobre cómo esta debía llevarse adelante, planteando la diversificación de la producción como alternativa a la dependencia del monocultivo del azúcar. Una batalla en la que el Che no logró que se lleven adelante sus posiciones. A mi juicio uno de sus puntos débiles centrales era su visión de que debido a la opresión política de los gobiernos dictatoriales y pro imperialistas y al alto grado de pobreza y explotación del campesinado bastaba que un grupo de revolucionarios decididos y con capacidad de manejo de las tácticas guerrilleras empezara su acción para que se desarrollase un proceso revolucionario, a partir de una lectura, creo que parcial en este aspecto, de las condiciones que permitieron la victoria revolucionaria en Cuba.
Uno puede preguntarse si el Che hubiese cambiado su punto de vista en este aspecto ante el ascenso revolucionario con fuerte peso del proletariado y el movimiento estudiantil que se desarrolló internacionalmente a partir de 1968, pero son puras especulaciones. Lo cierto es que fue asesinado por la acción conjunta del imperialismo yanqui y la dictadura boliviana cuando estaba luchando por llevar adelante sus ideas.
En el caso de Fidel, a quien nadie puede negarle el mérito de haber dirigido un proceso revolucionario a pocas millas de los Estados Unidos y haberse logrado mantener pese al bloqueo criminal, creo que el precio pagado por la ayuda soviética terminó siendo muy caro, ya que progresivamente se tomó como modelo de gobierno revolucionario el régimen de partido único y el autoritarismo burocrático vigentes en la Unión Soviética, así como la tesis del “socialismo en un solo país”. Incluso en 1968 Fidel apoya la intervención soviética en Checoslovaquia, adoptando como propio el discurso oficial de Moscú sobre la llamada “primavera de Praga”. Luego, aconsejó a los sandinistas “no hacer de Nicaragua una nueva Cuba”, es decir, que la revolución que volteó a Somoza no tomara un carácter socialista. En Cuba pese a la intervención del movimiento de masas en la revolución no hubo nunca algún tipo de organismos de auto organización parecidos a lo que fueron los soviets rusos, y eso explica en parte el tipo de liderazgo de arriba hacia abajo ejercido por Fidel y el carácter crecientemente autoritario que fue tomando el conjunto del régimen. Y con esto no me refiero a la legítima represión a los contrarrevolucionarios sostenidos por el exilio gusano y el imperialismo yanqui sino al ahogo de la vida política y cultural más en general y la persecución a los disidentes que hubo por izquierda, empezando a la realizada tempranamente contra los trotskistas cubanos o, en otro plano, la homofobia y la lesbofobia desarrollada por décadas.
¿Qué mensaje tiene Myriam Bregman para la clase trabajadora cubana?
MB: Que no es cierto que la alternativa a la situación actual sea profundizar el camino de la restauración capitalista sino todo lo contrario. Es el pueblo trabajador el que debe tomar en sus manos las riendas del estado y dar nuevo impulso a la revolución, hoy amenazada tanto desde fuera por el imperialismo como desde dentro por las medidas que incrementan la desigualdad y favorecen el desarrollo de una nueva burguesía impulsadas por el gobierno. Protestar ante el deterioro de las condiciones de vida no es ser contrarrevolucionario sino ejercer un derecho elemental ante las consecuencias del despotismo burocrático. Se trata de oponerse por izquierda, no por derecha, al actual estado de cosas, y por eso la relevancia de diferenciarse políticamente de toda variante que favorezca la restauración capitalista. Cuba es parte de América Latina y esperamos algún día poder avanzar para conformar una Federación de Repúblicas Socialistas de América Latina y el Caribe.
Estamos viviendo a nivel mundial una nueva actualización de la “época de crisis, guerras y revoluciones” que ha caracterizado la etapa imperialista del capitalismo. Los mayores padecimientos de las masas y las brechas existentes en el sistema mundial por las disputas por la hegemonía de las grandes potencias auguran que más temprano que tarde vamos a ver también en este siglo el desarrollo de nuevos procesos revolucionarios, que volverán a poner ante la prueba de la historia la posibilidad de avanzar en la construcción del socialismo, y que este no tenga el rostro del dominio burocrático sino el de una democracia de las y los trabajadores, superior a la más democrática de las democracias burguesas. El capitalismo no tiene nada más que ofrecer que más desigualdad, guerras, hambre, y hasta el colapso planetario. Es nuestra obligación hacer el mayor esfuerzo posible para evitar que se continúe esta barbarie, y hacer que todos los recursos económicos, científicos y tecnológicos estén al servicio de la emancipación humana y no del enriquecimiento de unos pocos. Al servicio de este objetivo ponemos las publicaciones de la Red Internacional La Izquierda Diario y las publicaciones de Ediciones IPS, que buscan recrear una cultura marxista revolucionaria para terminar con este sistema de explotación y opresión.
[1] En solo tres semanas han tenido lugar en Cuba protestas en Los Palacios, Santiago de Cuba y Holguín -entre otras sin confirmar-, manifestaciones cada una con alrededor de 200 personas. Lo que puede parecer algo normal en cualquier otro país es un hecho relevante en Cuba. Quienes han salido a manifestarse se arriesgan a ser condenados por un severo Código Penal, tener sanciones desmedidas como contra una parte de los detenidos el 11 de julio o ser despedidos; lo cual se hace más riesgoso en una manifestación pequeña.