La provincia que hoy atraviesa los mayores índices de conflictividad social tiene una larga historia de tradición de lucha. Allí mismo, veinticinco años atrás, surgió el movimiento piquetero como actor social de peso en el país.
Claudia Ferri @clau.ferriok
Miércoles 28 de abril de 2021 19:45
Foto de Jorge Ariza
Durante veintidós días las rutas de Neuquén estuvieron paralizadas. Manifestaciones masivas, asambleas autoconvocadas y más de 20 cortes en distintas ciudades demostraron que la rebelión de los y las trabajadoras de la salud ya es histórica consiguiendo un importantísimo triunfo, a pesar de los intentos del gobierno y de los grandes medios de taparlo. Hasta la ruta a Vaca Muerta, el centro petrolero más grande del país, fue cortada por mujeres dispuestas a todo.
Estas escenas que se replicaron en distintas partes de esta provincia cruzada por increíbles paisajes patagónicos y caminos desérticos no son nuevas, tienen una larga y tal vez desconocida historia detrás. Fue en esas mismas rutas donde, 25 años atrás, surgió el movimiento piquetero argentino.
El piquete
A pesar de la mala prensa que se le intentó dar prácticamente desde siempre, los piquetes no son un invento “argento”. La palabra viene del inglés pickets que en castellano podríamos traducir como “plantarse” o “estaquear en un lugar”.
Es un método histórico usado por trabajadores para hacer efectivas las huelga que hacían. Les permitía cortar y bloquear la entrada y salida de las mercancías de las fábricas que intentaban paralizar y también evitaban el ingreso de los carneros, o también llamados rompehuelgas pagados por los patrones.
Hubo piquetes en el siglo XIX y en las primeras década del siglo XX en Francia y en Inglaterra, pero también en Estados Unidos. Allí se transformó en una herramienta muy poderosa del movimiento de desocupados que surgió a lo largo de la década de 1930, producto de la enorme crisis que había significado la caída de la Bolsa de Wall Street con bancos y empresas quebradas y trabajadores desempleados por todos lados. Incluso en una huelga en Minneapolis en el año 1934 se armaron “piquetes móviles”, porque el ingenio es lo último que se pierde. Eran cortes que se iban moviendo por la ciudad para impedir que circulen los camiones que trasladaban a rompehuelgas pagos o a agentes de la Policía y fueron organizados por militantes trotskistas.
Pero quiero volver a nuestro país porque también acá se usó en numerosas ocasiones para bloquear portones de fábrica. Están los famosos piquetes de la Semana Trágica de 1919 para garantizar la huelga de los metalúrgicos en las puertas del taller Vasena. De allí en adelante este accionar se replicó en distintos momentos de la historia argentina. Pero la idea de los “piqueteros”, es decir el movimiento piquetero como actor social, apareció en la década de los 1990 como consecuencia de las políticas menemistas y tuvo rasgos específicos.
¿Dónde y cuándo se hicieron estos piquetes y cortes de ruta? en la provincia de Neuquén en junio de 1996.
Piqueteros y piqueteras en la capital del petróleo
Los 90 no fueron nada fáciles para las grandes mayorías en Argentina, sobre todo para quienes perdieron sus empleos y pasaron a ocupar las largas filas de trabajadores desocupados. En muchas provincias la situación fue muy dura, particularmente en Neuquén.
YPF había sido privatizada en 1992 y despidieron al 70% del personal. Los neuquinos que en muchos lugares vivían del petróleo quedaron en las calles. Aunque fueron indemnizados, la falta de trabajo hizo que se comieran los ahorros mientras que quienes armaron emprendimientos comerciales se terminaron fundiendo por la pésima situación económica general.
Pasaban los años y con ellos las promesas de los gobernantes de traer “nuevas inversiones y empleos” pero la situación fue totalmente distinta.
Muchos de estos despedidos vivían en Cutral Có y Plaza Huincul, dos ciudades separadas apenas por una calle y cercanas a los pozos petroleros, que quedaron en la ruina. En estos lugares la desocupación fue durísima llegando al 26%. Los comerciantes ya no tenían a quién venderle mientras que muchas familias quedaron desamparadas. Y la bronca explotó. Una pregunta siempre válida es ¿qué haría una en su lugar?
El 20 de junio de 1996 los trabajadores desocupados convocaron a una asamblea que terminó siendo muy masiva, en la ruta 22. No había grupo de difusión ni whatsapp por lo tanto las noticias llegaban a través de la radio. La FM Victoria abrió sus micrófonos para que oyentes y vecinos indignados con la situación se manifestaran y empezaron a autoconvocarse allí.
Votaron y cortaron esta ruta -por la que se cruzaba a Chile- impidiendo que pasen los camiones que trasladaban el petróleo a distintas partes del país. El objetivo era golpear las ganancias de los empresarios y de hacerse oír a nivel nacional. Y como ya no podían hacer piquetes en los lugares de trabajo porque estaban desempleados, los hicieron en lugares estratégicos claves destinados a afectar la circulación.
Troncos, cubiertas de autos, alambrados, tambores de petróleo y autos quemados fueron usados para armar los piquetes. Fueron seis días de lucha y de tensión. Seis grados bajo cero debieron soportar todas las noches lo que mostraba su fuerza para pelearla. Pedían trabajo genuino.
Desde el comienzo los habitantes de Cutral Có y Plaza Huincul se sumaron a la lucha. La solidaridad era impresionante. Si buscan en youtube los videos de la época, emociona ver las muestras de apoyo de vecinos y familias. Los centros de jubilados preparaban y llevaban la cena a los piqueteros, los comerciantes cerraban sus negocios y acercaban víveres a los cortes. Los hospitales y salitas se ponían al servicio de los piqueteros y los taxistas trasladaban gratis a las personas para que sumen a los cortes.
Las mujeres como siempre (como ahora), pusieron el cuerpo en la primera línea. Muchas de ellas contaron cómo sus maridos se habían deprimido, se enfermaban o dejaban su hogar, y todo eso las volvió más fuertes. Todas las decisiones se tomaban en asamblea, lo que además muestra el aspecto democrático de estas acciones.
Los piquetes de Neuquén dieron lugar a una verdadera pueblada, lo que se suele conocer en la historia argentina como “un azo”, fue el primer Cutralcazo. Seguramente quienes hoy salen a cortar las rutas neuquinas recuerdan esta rebelión, incluso pueden ser hijos e hijas de sus protagonistas.
Recién al quinto día de cortes dieron señales de vida desde la gobernación provincial. Primero el gobernador Felipe Sapag (del MPN) los llamó “delincuentes”, y luego envió a la jueza federal Margarita Gudiño de Arguelles que ordenó el desalojo por la fuerza. Incluso llegaron gendarmes desde Buenos Aires.
El día 24 de junio reprimieron con balas de goma, gases lacrimógenos pero el pueblo resistió y mucho. Con gomeras, piedras y mucha moral resistieron la represión. La jueza que se encontraba en las inmediaciones finalmente debió intervenir y ante los medios dijo:
“Al ver esta cantidad de gente acá, sinceramente les digo, yo tuve mucho miedo. Les aconsejo como juez y como creyente que esto es un delito. Que si ustedes quieren tener un buen diálogo con el gobernador, dejen la ruta. También les digo que por un delito mayor que es el de sedición, yo me declaro incompetente, me retiro del lugar y las fuerzas que vinieron conmigo también”.
Los presentes estallaron en abrazos y alegría y comenzaron los cantos: “el pueblo unido, jamás será vencido”.
La presión obrera logró que se hiciera presente el gobernador el día 26 de junio y terminó firmando un acuerdo con los delegados elegidos por los desocupados. Así se cerraría el primer Cutralcazo. Primero porque hubo un segundo azo al año siguiente, igual de enorme, donde la policía asesinó a una joven trabajadora de casas particulares de 24 años llamada Teresa Rodriguez, quien se convertiría rápidamente en un símbolo de lucha de los primeros movimientos piqueteros. El segundo cutralcazo se produjo porque Sapag incumplió las promesas que había hecho en el primero.
Más allá de esto, la pueblada neuquina fue un hecho muy importante para la historia de la lucha de clases en el país. Mostró una nueva forma de pelear; con piquetes duros y combativos, pidiendo trabajo genuino y cortando vías de circulación importantes. Esta tradición de lucha siguió viva con el paso de los años en los ceramistas de Zanon, en las docentes y hoy mismo en las trabajadoras de la salud que mostraron una fuerza y una moral impresionante, y consiguieron un gran triunfo arrancándole un aumento al gobierno para todos los estatales.
Hoy los piquetes no sólo son utilizados por los trabajadores desocupados sino por los ocupados, para exigir reclamos salariales o por despidos, y también por otros sectores oprimidos para reclamar por sus derechos y sus reivindicaciones. Desde aquí le mandamos mucha fuerza y apoyo a ellas y ellos.
Claudia Ferri
Historiadora, UBA. Columnista de la sección Historia de La Izquierda diario.