Respecto al tema de Carrier se van precisando algunas cuestiones como en su momento sucedió con Ford y su engañoso acuerdo de impedir que el modelo Lincoln se produjera en México, toda vez que no existía la menor intención de hacerlo por parte de dicha armadora.
Raúl Dosta @raul_dosta
Viernes 2 de diciembre de 2016
Al igual que Ford, Carrier se había convertido en un objetivo frecuente de los ataques de Trump al TLCAN, durante la campaña electoral. Según Trump, dicho tratado de libre comercio es el origen de la deslocalización industrial en México de las grandes compañías yanquis.
Carrier, propiedad de United Technologies Corp. (UTC) había anunciado el traslado de 2,300 empleos a México, Así Trump prometió que, si ganaba las elecciones, forzaría a UTC a mantener los empleos en Indianápolis. Lo cual logrará, pero sólo a medias pues, de acuerdo con la revista Fortune, sólo se salvarán mil empleos, pero otros 1,300 más se irán igualmente a México.
Esas cifras son parecidas con las del Wall Street Journal (WSJ), que asegura que el acuerdo con Carrier ampara 800 trabajadores de la planta de horneado de Indianápolis más otros 300 del área de investigación y de la sede del consorcio, aunque estos últimos no estaban programados para ir a México, según pudo averiguar el WSJ con fuentes ligadas a la empresa.
Dichas fuentes le filtraron además que "La compañía todavía planea trasladar 600 empleos de la planta de Carrier a México. También continuará con los planes para cerrar una segunda planta en Huntington, Indiana, que hace controles electrónicos, moviendo otros 700 puestos de trabajo a México" (los 1,300 que menciona Fortune).
Pero no todo salió a pedir de boca
El acuerdo con Carrier muestra cómo la política de coerción que comenzara con la amenaza de establecer un 35% de aranceles a las mercancías producidas en México podría ser un mecanismo predominante en las acciones de Trump, pero bastante limitado para implementar su política proteccionista, de manera que para retener un millar de empleos Trump tuvo que ofrecer subsidios y exenciones impositivas como relatamos aquí.
Pero, a pesar de los esfuerzos del presidente electo, Carrier sigue proyectando la deslocalización de otros 1300 empleos para los que ya tiene una planta lista para funcionar en Nuevo León.
La tarea que se ha impuesto Trump tiene muchas complicaciones, como dice el portal Vox: “The Times y muchos expertos no creen que Trump pueda hacer efectivas sus promesas por una simple razón: La ley no le da al presidente autoridad sobre las relocalizaciones de fábricas. Y los cambios políticos -incluso algunos drásticos como salirse del TLCAN y elevar impuestos sobre las mercancías mexicanas- (que también tienen que ser autorizadas previamente por el Congreso) son improbables para neutralizar las poderosas fuerzas económicas que han encaminado el flujo del trabajo más allá de las fronteras” (1)
Y es que, hay una gran cantidad de empresas que dependen mucho de las exportaciones (y re-exportaciones) desde EE.UU., y expresan su malestar ante los anuncios de Trump. Como el CEO de Ford, que declaró: "Obviamente el Congreso y el presidente siempre pueden revisar todo, pero deben tener en mente que la producción y la cadena de suministros están profundamente integradas en los tres países y que esa integración también apoya a muchos empleos en Estados Unidos".
Y es que, a diferencia de Carrier/UTC que ha deslocalizado sólo una parte pequeña de su producción, otras compañías, como Ford, han expandido su planta productiva no sólo e México sino por todo el mundo.
En el caso de esta armadora de autos y camiones, realiza un fuerte intercambio a través de las fronteras y accede a diversos mercados a nivel mundial, basándose en una red de fábricas armadoras y manufactureras de partes (8 armadoras dentro de EE. UU., y 25 en otros países como Taiwán, China, India, Tailandia, Vietnam, Sudáfrica, Rusia, Alemania, Portugal, España, Brasil, Argentina y México; además de otras 41 manufactureras, 17 de ellas en EE.UU.).
La estructura productiva transnacional de Ford, hace poco probable una política de relocalización de esas plantas al interior de EE. UU., pues perdería el enorme diferencial en salarios y el ahorro de costos operativos por la cercanía a mercados muy alejados de este país.
Las trasnacionales estadounidenses que se han “globalizado” en las últimas décadas simplemente colapsarían si se relocalizaran, más allá que el gobierno yanqui no tiene suficientes recursos para llevar a cabo una empresa de tamaña envergadura, perderían grandes porciones del mercado mundial en la competencia con las transnacionales, japonesas, coreanas y alemanas, en el caso de la industria automotriz. La paradoja trumpiana, por ahora es difícil de descifrar.
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Una salida desde abajo
Ante la crisis de credibilidad de la democracia estadounidense y sus principales figuras y el estancamiento económico, que genera fuertes disputas entre los de arriba, los de abajo debemos dejar asentado nuestro punto de vista, no para tomar partido entre proteccionistas y globalizadores sino para adoptar una postura independiente y antiimperialista en pos de los intereses de los trabajadores y pueblos a ambos lados de la frontera.
Como decimos aquí: “Si la clase trabajadora de Estados Unidos, de México y de Canadá puede superar las divisiones impuestas por los gobiernos y las trasnacionales –entre nativos y extranjeros, por color de piel, por idioma, hombres y mujeres, sindicalizados y sin organización sindical, de nómina, contratados, temporales y contratados– se podrían tejer sólidos lazos para impulsar juntos la lucha contra la crisis actual. Sólo esta fuerza social, a la cabeza de una alianza con los sectores populares –incluyendo a pequeños productores agrícolas, los pueblos originarios, los afroamericanos, la juventud– pueden dar una salida de fondo a la crisis en curso”.
Eso sería el principio para darnos a la tarea de resolver en nuestro favor la situación que enfrenta a las facciones capitalistas, debemos prepararnos y organizarnos para hacer que quienes paguen la crisis del capital sean los que la han propiciado, que paguen por su brutalidad y sus guerras, por la explotación y estrangulamiento económico. Para esto es necesaria una integración política, social, económica y cultural de la población de América del Norte, una Federación de Estados Unidos Socialistas de América del Norte.
Construyamos, como decimos en ese mismo texto:
“Una región sin fronteras, donde exista el libre tránsito a través de los países de la región, y cada ser humano pueda elegir donde vivir, educarse, trabajar y aportar al desarrollo de una sociedad de productores libres asociados, la única que puede terminar con las miserias del capitalismo y hacer posible el pleno desarrollo de la humanidad en todos los ámbitos”.
(1) http://www.vox.com/new-money/2016/11/18/13678404/trump-ford-jobs-mexico