El jueves 9 el presidente Barack Obama recibió en la Casa Blanca al precandidato demócrata Bernie Sanders. El mismo día Obama anunció que apoyará la candidatura de Hillary Clinton.
Celeste Murillo @rompe_teclas
Viernes 10 de junio de 2016
El senador por Vermont y precandidato demócrata Bernie Sanders fue invitado por el presidente Barack Obama a la Casa Blanca. En la reunión con el mandatorio, Sanders le aseguró que espera reunirse próximamente con Hillary Clinton para “trabajar juntos” para derrotar al republicano, Donald Trump, en las elecciones generales de noviembre.
La larga carrera primaria estuvo signada por la crisis de los candidatos del establishment y la elite política. Si entre los Republicanos, esta crisis se tradujo en el liderazgo “indiscutido” de Donald Trump entre los votantes Demócratas significó una competencia hasta último momento entre la favorita Hillary Clinton y el “outsider” Bernie Sanders. Recién en el último de los “supermartes” Clinton pudo cantar victoria.
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Ese día Hillary anunció haber conseguido la mayoría de los delegados con mandato y los 2.383 delegados necesarios para la nominación (contando los superdelegados, que no tienen mandato de los votantes en las primarias y pueden elegir a cualquier candidato). Clinton incluso ganó en California por varios puntos, donde se esperaba una pelea ajustada.
El factor Obama
Este jueves mismo en que presidente Barack Obama invitó a Sanders a la Casa Blanca, respaldó formalmente a Hillary Clinton en su candidatura presidencial y pidió a los demócratas que se unan en torno a ella tras una prolongada contienda con el senador de Vermont.
“No creo que haya existido jamás alguien más calificado para ocupar el cargo”, dijo Obama en su video de apoyo.
Ya desde antes del apoyo de Obama crecía la presión para que Bernie Sanders abandone la carrera y se encolumne detrás de la candidatura de Hillary Clinton. Sin embargo, tras la reunión en la Casa Blanca Sanders volvió a confirmar que competirá el martes 14 en las primarias de Washington DC, que ponen fin al proceso de primarias previo a la convención del partido. El respaldo de Obama aumenta la presión sobre Sanders.
Hillary Clinton agradeció el apoyo del presidente: “Es absolutamente un placer y un honor que el presidente Obama y yo, después de tantos años, hayamos pasado de ser feroces competidores a ser verdaderos amigos". Obama había derrotado a Clinton en las primarias demócratas de 2008. Durante su primer gobierno, Clinton fue designada secretaria de Estado del presidente.
De la “revolución política” de Sanders a la reforma moderada del partido
Se espera que Bernie Sanders se mantenga en carrera hasta la convención. El senador ya adelantó que buscará influenciar el programa que Clinton llevará a las elecciones generales.
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Ya durante los últimos meses, los esfuerzos de la campaña de Sanders venían enfocándose en ganar terreno en la comisión que dirigirá la convención y en la discusión de las reglas internas del partido. Pero si la justa bronca de su base apunta contra el sistema antidemocrático de elección del candidato, donde el voto del funcionario del partido vale más que el de un votante “raso”, las críticas tibias de Sanders no cuestionan ese mecanismo que expresa en última instancia quiénes deciden en el partido. Porque aunque hoy Hillary haya conseguido más delegados votados en las primarias, desde la primera elección en Iowa los medios de comunicación y el partido la declararon ganadora aún sin ganar en cantidad de votos.
Sanders nunca cuestionó este mecanismo seriamente, aunque contaba con la fuerza para hacerlo, y sus críticas contra la participación de las grandes empresas y los bancos en el financiamiento de las campañas no pasaron de declamaciones. Claro que esto no es más que la continuidad de su decisión de competir dentro del partido Demócrata, que benefició ante todo al establishment y al partido, que pudo canalizar internamente el descontento de la juventud y los sectores de bajos ingresos con la elite política (algo que el partido Republicano no consiguió).
Después de su reunión con Obama, dijo que trabajaría con la exsecretaria de Estado para “derrotar a Donald Trump y crear un gobierno que nos represente a todos y no solo al 1 por ciento”. Todo parece indicar que Sanders está dispuesto a limitar su promesa de “revolución política” a una vía interna para hacer pesar su capital político dentro de un partido irreformable y que ha demostrado a cada paso que sus intereses son los de Wall Street y Washington.
Resta esperar si cumplirá su promesa inicial y llamará a los millones que lo adoptaron como vocero de su descontento a votar por la candidata del establishment. Si el llamado se concreta, el verdadero interrogante será la respuesta de los millones que apoyaron, financiaron y militaron su campaña que prometía pelear contra la desigualdad y las corporaciones. ¿Qué quedará de la enorme energía desplegada durante en su campaña? Todavía es una incógnita. Lo que cada día es más claro es que el “fuego” de Bernie Sanders poco tenía que ver con el candidato y mucho con sus votantes.
Celeste Murillo
Columnista de cultura y géneros en el programa de radio El Círculo Rojo.