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Red Internacional
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Aniversario. Osvaldo Bayer y el fútbol que llegó con los barcos

A un año sin Osvaldo Bayer, presentamos una reseña de un gran libro que cuenta el origen del fútbol en Argentina, “el juego” de los anarquistas, socialistas y el negocio capitalista.

Martes 24 de diciembre de 2019 15:16

Fotomontaje: Ana Laura Caruso

En su libro Fútbol Argentino. Pasión y gloria de nuestro deporte más popular, Osvaldo Bayer describe la historia del “más popular de los deportes” desde sus inicios hasta 1986. En tiempos donde no existía la televisión ni internet, el autor va recorriendo parte de la historia argentina y cuenta cómo el fútbol de manera veloz termina en el negocio que hoy conocemos.

El fútbol es un magnífico cuento de magos, volatineros, malabaristas y hasta clowns. De titiriteros de gran proscenio. Un teatro inigualable para niños y grandes, y para niños grandes. Un encuentro humano con alegrías y lágrimas, con ruidos y espantos. El circo de la gente pobre, la misa de campaña de los solitarios que quieren sentirse acompañados por una vez. Es la humanidad en el pequeñísimo cosmos de un cuadrilátero verde”.

El historiador de La Patagonia Rebelde y Severino Di Giovanni se pregunta: ¿Por qué el fútbol no puede ser un tema para un historiador, para un sociólogo o un politólogo? ¿Acaso no es parte de la vida misma ese extraño y mágico influjo ejercido por veintidós jugadores y una pelota sobre el mundo entero?

Es que en la historia de los clubs de los barrios suburbanos en nuestro país es interesante pensar ¿cómo nacieron? ¿porqué se llaman así y a que se debe la elección de sus colores? ¿Quiénes son los actores sociales fundamentales que hicieron del fútbol una pasión de multitudes, donde hoy un grupo reducido solo ve sponsors, pases millonarios y negocios?

Bayer en su libro Fútbol Argentino nos cuenta todo esto.

Resulta que llegaron los barcos de inmigrantes europeos y en 1867 promovido por los ingleses que se dedicaban al negocio de ultramar, en nuestro país se juega el partido inaugural de “Los ocho contra ocho”, en aquella oportunidad los de pantalones largos y sombreros se enfrentan al equipo local Buenos Aires Criket.

Por aquel entonces los anarquistas y socialistas se referían al fútbol como “Misa y pelota la droga de los pueblos”, ellos que tenían la tarea de organizar a la clase obrera, veían que el nacimiento del fútbol era una distracción para los trabajadores que, cansados por largas jornadas laborales, al llegar el fin de semana iban a correr detrás de una pelota. Y ello se convertía en una distracción para los trabajadores y sus hijos, dado que el trabajo infantil, y de las mujeres, era lo cotidiano.

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Resulta interesante señalar que de allí viene la categoría “menor”, los hijos de los inmigrantes y obreros anarquistas y socialistas fundantes del movimiento obrero argentino fueron los primeros niños convertidos en menores. Los niños de la mala vida decían y para ellos el Estado tenía “trabajo, educación, misa y pelota”. Porque la iglesia también se aggiornaba y levantaba el lema “misa por la mañana, futbol por la tarde”.

Ante esto los anarquistas y socialistas estaban alarmados, porque en vez de ir a las asambleas obreras o picnics ideológicos, los trabajadores iban a la cancha los domingos.

Tenían que conspirar contra eso y fue así como decidieron meterse en la cancha y pasaron a ser claves en la formación de los primeros clubs de barrio en nuestro país, pensando tácticamente no solo ¿como se ganaría el partido? sino ¿que nombre se pondrían como club, y de color tendría que ser la camiseta que iban a vestir? Y vaya que lo pensaron.

Así surgió el club que hoy conocemos como Argentinos Juniors, pero que por aquel entonces se llamaba Los Mártires de Chicago, en honor a quienes dieron la vida en la pelea por la jornada laboral de 8 horas, acusados sin pruebas por un crimen que no cometieron.

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Entonces resulta que para discutir qué nombre le ponen al club, la discusión no era el marketing y los millones que se podrían conseguir, sino ¿qué banderas queremos levantar?

Con nombre libertario y camiseta roja se formó el club “Independiente”, en un café del centro, en la calle Perú e Yrigoyen, los trabajadores de una tienda inglesa a quienes no les era permitido jugar en el equipo titular de la empresa, se juntaban a discutir porque ellos querían jugar y fue así como se declararon “independientes de la patronal”, así surgió su nombre.

También está Chacarita, que tuvo su origen en una biblioteca libertaria y se fundó un 1º de Mayo.

Bayer cuenta como seis adolescentes, hijos de italianos y vecinos del barrio de La Boca, un barrio de trabajadores inmigrantes, una noche en un banco de la plaza Solís crearon el club Boca Juniors. Primero anduvieron de baldío en baldío, hasta lograr una canchita detrás de las carboneras Wilson, en la Isla Demarchi, pero los desalojaron y de allí partieron para Wilde, para en 1923 ranchar en Brandsen y Del Crucero, era el nacimiento de la Bombonera.

Pero el no puso solo el ojo en el fútbol, va recorriendo cada parte de nuestra historia, porque a través del fútbol se mostraba la estructura social de un proceso en transformación, así se enfrentaban talleristas versus ferrocarrileros y será con la televisión que el fútbol se popularizó y con ella la “exportación de jugadores, porque el negocio era claro hay que mirar hacia afuera”.

El fútbol se capitalizo, se empezó a retener a los jugadores por dinero, y los clubs que tenían dinero con la promesa de un futuro mejor atraen a los mejores de los clubs pobres. A comienzos de los años ’20 del siglo XX, aparecen las categorías de clubs “grandes” y “chicos” y el fútbol pasa de ser un deporte a ser un negocio, dando un giro donde comienza el momento del profesionalismo.

Su libro termina en 1986 con el campeonato mundial que gana Argentina. Allí hace el corte de su historia. Osvaldo Bayer dice que fue hasta ahí donde disfrutó del fútbol, porque después de ahí la noticia más importante pasó a ser cuantas veces Maradona se sonó la nariz.

Es que el fútbol no es solo el negocio, con grandes sponsors y pases millonarios. También hay cientos de ejemplos que exceden esta nota, hoy podemos nombrar el grito de varias hinchadas europeas, quienes ante la grave crisis migratoria que vive el continente, se han levantado frente a la violencia y repudiando la xenofobia levantando la bandera “¡Bienvenidos a los refugiados! ¡No importan los papeles!” acompañadas con otras medidas de solidaridad hacia la comunidad inmigrante que era asediada por la derecha fascista.

Si Bayer accedió a varias ediciones más de este libro, es por esto, para no borrar la historia, para hacerle llegar a los hinchas como fue el fútbol que él vio en su niñez y adolescencia, aquel que se jugaba en los baldíos y en las calles de tierra.

En definitiva, este querido hincha fanático de Rosario central, biblioteca del club que lleva su nombre nos habla del Fútbol y lo que definió como su naturaleza dialéctica:

“El fútbol es un juego capitalista, porque requiere de rendimiento, afán de ganar, de ser superior, pero a la vez de un juego socialista porque necesita del esfuerzo de todo el equipo, la ayuda mutua para obtener el triunfo, que es una vida mejor. Y en medio de todo: el gol. El sueño. La esperanza y con ella la felicidad”.