¿Cual es la situación del movimiento de mujeres frente al gobierno de Milei? Ya estamos dando los primeros pasos de la resistencia a las medidas que tomaron para salvar los negocios de la casta empresarial y política, mientras ajustan a la clase trabajadora y nos hunden aún más en la pobreza. Hagamos un paréntesis entre las movilizaciones, los cacerolazos y las luchas en curso. Te invitamos a mirar este video, debatirlo y si estás de acuerdo, a organizarte con Pan y Rosas en todo el país.
Asumió Milei y ya descargó un ataque brutal contra las mayorías populares: ajuste fiscal, devaluación, liberación de los precios, congelamiento salarial en el sector público, el protocolo represivo de Bullrich, el decretazo y el paquete de leyes reaccionarias que envió al Congreso. [1]
Pero la situación especialmente de las familias trabajadoras, ya es insoportable desde hace mucho tiempo con la inflación y la pérdida de poder adquisitivo de los salarios, con 6 de cada 10 niñas y niños pobres. Y ahora, lejos de mejorar, el panorama empeora mucho más, sobre todo para las mujeres del pueblo trabajador. El 64% de los ingresos más bajos lo perciben las mujeres trabajadoras. Esos ingresos no alcanzan a cubrir la canasta familiar. El 12% de los hogares son sostenidos por una mujer sola.
Unir en las calles la lucha por el pan con la lucha por las rosas
Avanzó la ultraderecha de Milei y metió al feminismo en la misma bolsa con los responsables de la catástrofe en la que nos dejó el gobierno anterior. Tenemos que volver a poner en pie el poderoso movimiento de mujeres, que sea verdaderamente independiente de todos los gobiernos y del Estado, que recupere el protagonismo que tuvo con NiUnaMenos y la marea verde.
Y no tenemos que separar la lucha por esos derechos, de la lucha contra los despidos, los tarifazos, la inflación, contra el hambre y la pobreza que van en aumento. ¡Ya vimos al gobierno anterior diciendo que había acabado con el patriarcado, mientras las mujeres pobres sostenían con su esfuerzo los comedores populares para paliar el hambre de millones de familias! Por eso, nuestro nombre es Pan y Rosas. Porque lo que planteamos las feministas socialistas es la necesidad de unir todos nuestros reclamos y nuestras luchas. Porque no hay "mujeres" por un lado y "trabajadoras" por otro. Porque la inmensa mayoría de las mujeres, como la inmensa mayoría de la población, vivimos de nuestro trabajo, sin explotar a otros.
El movimiento de mujeres fue -junto con el movimiento de la diversidad sexual- la avanzada en los últimos años, en la lucha por nuestros derechos. Las amenazas de Milei de recortarlos, como también el discurso de sus diputados y referentes contra lo que él llama la "ideología de género", contra el derecho al aborto y tantas aberraciones que dicen contra la diversidad sexual, ¿podrá reactivar este movimiento en las calles?
Nosotras no vamos a esperar de brazos cruzados. Las feministas socialistas tenemos que promover permanentemente la unidad de acción. Por eso con Pan y Rosas impulsamos comisiones de mujeres y otras formas amplias de organización en centros de estudiantes, sindicatos y en cada lucha. Queremos que cada vez más trabajadoras participen activamente en el movimiento de mujeres y que el peso político conquistado por el movimiento de mujeres se vuelque a apoyar efectivamente a las trabajadoras en la lucha contra los despidos, los tarifazos, la pulverización del salario, la precarización laboral, el derecho a la vivienda, contra el hambre.
A diferencia de otras épocas, ahora, las mujeres somos casi la mitad de los asalariados en nuestro país y a nivel internacional. Y somos la mayoría en sectores como Salud y Educación, donde el vínculo con las familias del pueblo trabajador que asisten a los hospitales y las escuelas pública, les otorga un enorme potencial en la articulación de la unidad para la lucha del conjunto de la población.
El nudo bien atado entre capitalismo y patriarcado: trabajo gratuito de reproducción social
Pero veamos algo que va más allá de nuestra situación actual en Argentina. La Historia nos muestra que cuando no hay luchas, en los períodos en que las clases explotadas y los oprimidos no se rebelan contra el estado de cosas, las clases dominantes y las instituciones del régimen político, imponen mucho más fácilmente sus ideas reaccionarias y más conservadoras sobre el rol de las mujeres en la familia. Hacen caer tanta responsabilidad sobre las mujeres por sostener la vida de todos los que la rodean que, cuando el capitalismo entra en crisis y le arranca el pan de la mesa a las familias trabajadoras, las mujeres se transforman en las combatientes más heroicas contra esa catástrofe que las amenaza. En esos momentos, ¡hasta el patriarcado queda patas para arriba! Todo se pone en cuestionamiento.
Lo primero que tendríamos que preguntarnos es por qué una sociedad moderna, como la capitalista, que empuja aceleradamente el progreso aunque destruya países, culturas, naturaleza y vidas humanas a su paso, es incapaz de destruir el patriarcado. Eso es así porque el capitalismo no puede desatar el nudo mejor atado con el patriarcado que es ese trabajo doméstico y de cuidados, el trabajo gratuito de reproducción, que… ¡oh, casualidad!, recae mayoritariamente (incluso hoy en día) sobre las mujeres y las niñas. Es una gran ventaja, para los capitalistas, pagarle a las trabajadoras y a los trabajadores asalariados lo mínimo necesario para que vivan ellos y sus familias pero que, muchas de sus necesidades se resuelvan con el trabajo gratuito que aporta alguien de esa misma familia, que la mayoría de las veces es una mujer.
Con el salario vamos al supermercado. Pero alguien cocina gratis esos alimentos para que podamos comerlos. Con el salario pagamos el alquiler. Pero alguien limpia esa casa gratuitamente todos los días para que podamos habitarla. Y así podemos seguir… El capitalista necesita que las trabajadoras y trabajadores, lo que llamamos la fuerza de trabajo, regresen todos los días a trabajar; si están bien o mal nutridos, aseados, descansados o no, eso considera que no es asunto suyo, que no tiene que pagar por eso.
Por eso, las feministas socialistas luchamos contra la opresión, la discriminación y la desigualdad en la que vive la inmensa mayoría de las mujeres respecto de sus propios compañeros, cargando con toda esa jornada de trabajo invisible y sin remuneración, que nadie reconoce. Y también discutimos con nuestros compañeros para que luchemos juntos contra esa naturalización que obliga a las mujeres a hacer todo eso sin chistar, porque si se rebela se la considerará rara, mala, que no quiere a su familia o se la estigmatiza de muchas otras maneras.
Pero somos feministas socialistas, porque desnudamos lo que el capitalismo quiere mantener oculto: que quien obtiene un verdadero rédito de ese trabajo gratuito, son los capitalistas que explotan la fuerza de trabajo de los asalariados de esa familia, quienes generan enormes ganancias para el capitalista, sin que su reproducción diaria esté cubierta, totalmente, por el salario que perciben.
El feminismo socialista lucha por derrocar el capitalismo para iniciar el camino por la emancipación humana
Ese nudo que el capitalismo estableció entre el trabajo gratuito de reproducción que hacen mayoritariamente las mujeres, con la explotación asalariada de la fuerza de trabajo, no se puede desatar aunque consigamos algunos derechos con nuestra lucha y la movilización. Es necesario derrocar el capitalismo para acabar con este mecanismo perverso de opresión de las mujeres que se presenta como algo natural e incuestionable. En ese rol de subordinación de las mujeres se nutren todos los prejuicios que nos presentan como sumisas, dependientes y serviles. En esas condiciones materiales se funda una cultura machista, patriarcal, que nos tiene como objeto de múltiples formas de desigualdad, discriminación, violencia, en todos los ámbitos de nuestras vidas.
Por eso, aunque hay muchos feminismos que consideran que el capitalismo se puede reformar, las feministas socialistas luchamos por revolucionar esta sociedad capitalista patriarcal y sentar las bases de una nueva sociedad, sin explotación ni opresión.
Nosotras luchamos por arrancarle a las democracias capitalistas todos los derechos que podamos. Pero sabemos que no hay una emancipación total, al final del largo camino de derechos que se van sumando. Los derechos también se pueden perder, se los puede limitar, sae puede retroceder, y hasta pueden liquidarlos. Muchísimo más en una situación como la que vivimos de profunda crisis capitalista y con un gobierno ultrarreaccionario que niega la existencia de la brecha salarial, niega que existe una violencia específica hacia las mujeres y desprecia de manera bestial a la diversidad sexual.
Por eso, contra estos reaccionarios libertarios que dicen que el capitalismo es un paraíso de la libertad de mercado, de la libertad de unos pocos para explotar a millones, donde todo tiene precio, nosotras luchamos por todos los derechos que nos merecemos. Pero también queremos sembrar las ideas de que otra sociedad sin explotación ni opresión de ningún tipo, es posible. Y que sólo quienes no tienen nada más que perder que sus propias cadenas, pueden conducir hasta el final, esa pelea, la lucha por esa sociedad.
El reino de la verdadera libertad
Las mujeres somos la mitad de la clase asalariada, somos la mayoría entre los más explotados, somos la mayoría entre los más agraviados, empobrecidos y oprimidos. Todos los que quieran transformar la vida miserable a la que el capitalismo condena a toda la humanidad, tienen que aprender a mirarla a través de nuestros ojos. Hay que organizar esa fuerza desde abajo, en todos los lugares de trabajo, en las universidades, los colegios y los barrios.
Pan y Rosas está dispuesta no solo a poner el cuerpo en estas peleas del movimiento de mujeres y de la clase trabajadora, sino también a discutir contra las ideas en esta "batalla cultural" donde la derecha reaccionaria y patriarcal de los libertarios, momentáneamente, nos lleva la delantera. Debemos reconquistar las redes sociales, desmintiendo cada una de las afirmaciones que lanzan atacando al feminismo y al socialismo, desmontando todas sus falacias sobre los supuestos beneficios del capitalismo para las grandes mayorías, combatiendo las salidas individualistas que son puros espejismos y mostrando otra perspectiva por la que vale la pena luchar colectiva y solidariamente.
En Pan y Rosas sostiene la perspectiva de un feminismo socialista que se propone terminar con la brutal desigualdad de un puñado de mega-multimillonarios que son propietarios de los grandes medios de producción y los bancos, que parasitan el trabajo asalariado de millones de seres humanos, que se benefician del trabajo impago de las mujeres para la reproducción cotidiana de la vida, que expolian los territorios y explotan los bienes comunes causando la depredación sin límites del planeta que habitamos. La perspectiva de un feminismo socialista que lucha por establecer una planificación democrática de la economía en función de las necesidades sociales y no de las ganancias de unos pocos. Porque como decía Karl Marx, "El reino de la libertad solo empieza allí donde termina el trabajo impuesto por la necesidad".
No es un camino fácil, porque necesitamos romper las divisiones, uniendo a la clase trabajadora, a las mujeres y todos los sectores socialmente oprimidos, a les jóvenes que se niegan a tener un futuro de esclavitud. Todas y todos juntos, ponernos en pie de lucha contra los capitalistas y su Estado. No es fácil, pero es lo único realista para iniciar el camino para la emancipación, no solo de las mujeres, sino de toda la Humanidad.
Por eso, si llegaste al final de este artículo, si te gustó, si estás de acuerdo con lo que decimos, te invitamos a organizarte con tus amigas, con tus compañeras de trabajo o de estudios o con tus vecinas, en Pan y Rosas, para construir una gran corriente feminista socialista y luchar por hacer real esta perspectiva.
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