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Red Internacional
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Entrevista. “Para convertir derrotas en victorias”: se juega la Copa Numada de la juventud garífuna en Honduras

Desde 2016, Edgardo Benedith viene organizando el proyecto futbolístico Copa Numada para el rescate de la juventud garífuna, amenazada por la criminalidad y las penurias económicas crecientes, en el marco de los enfrentamientos históricos de su comunidad con grupos económicos y estatales que buscan expulsarla de sus tierras. Este fin de semana se juega la final de este gran torneo juvenil.

Sábado 20 de noviembre de 2021 17:04

Los garífunas en Honduras son una comunidad afroindígena que lleva más de 200 años viviendo en las bellas zonas costeras del norte del país. Llevan adelante una lucha histórica por el reconocimiento de sus derechos sobre la tierra, que se han visto constantemente atropellados y amenazados por empresas privadas turísticas y extractivas, con la complicidad del estado hondureño. En los últimos años, el conflicto ha recrudecido, con la multiplicación de los casos de persecución judicial, desapariciones, torturas y asesinatos de los defensores de tierras garífunas. En este marco ha aumentado también la criminalidad y la presencia del narcotráfico, que actúa en connivencia con los grupos privados y estatales que intentan expulsar al pueblo garífuna de sus tierras.

Esta situación y las condiciones económicas resultantes han llevado a muchos a emigrar, pero el pueblo sigue en resistencia y ha puesto en pie numerosos proyectos comunitarios para la protección de sus tierras, su cultura y su juventud. Edgardo Benedith es un líder histórico de la comunidad que viene organizando desde 2016 un proyecto deportivo para el rescate de la juventud garífuna: el torneo futbolístico Copa Numada. En estos pocos años se ha convertido en el proyecto juvenil garífuna más grande de la historia del país. Este fin de semana se juega la final de la Copa Numada y La Izquierda Diario conversó con él para que nos cuente en qué consiste el proyecto y lo que significa para la juventud garífuna.

¿Puedes describir la situación que se vive actualmente en Honduras y en la comunidad garífuna en particular?

En Honduras hay un problema de criminalidad. La justicia no funciona. Muchas personas son asesinadas en el país a diario. Y todas esas muertes quedan impunes. Podemos ver también los altos niveles de migración de hondureños, no solo de raza negra o garífuna, sino de todas las razas. Huyen por la gran criminalidad que se vive en el país. Es un estado fallido, sin derecho, y en un estado de ese tipo, lo que menos vale es el ser humano. Eso es lo que estamos viviendo.

Las comunidades garífunas han sido perseguidas históricamente. El interés del gobierno es desarrollar emporios turísticos, sin la participación del pueblo garífuna. Las comunidades se han resistido a esto. Han tenido que ir a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, donde han podido demostrar que el estado hondureño es un violador de derechos humanos y que existe una intención de desaparecer al pueblo garífuna.

Por esas resistencias que se han dado, todo aquel que se opone es perseguido y asesinado. Varios líderes se han tenido que irse huyendo a Estados Unidos y a otros países. Y otros que no logran huir son asesinados. La mayoría de esos asesinatos han quedado totalmente impunes. Recientemente han sido desaparecidos cuatro miembros de la comunidad de Triunfo de la Cruz y hasta ahora no ha habido ningún tipo de respuesta sobre qué pasó y dónde están. El gobierno ha sido incapaz de dar una respuesta no solamente al pueblo garífuna sino también al mundo sobre qué fue lo que pasó.

¿Cuál es el impacto que ha tenido esta violencia en la comunidad?

El impacto no lo podemos ni siquiera medir. Esta ola de violencia ha cambiado definitivamente la vida de la comunidad. La gente ya no goza de la tranquilidad de la que gozaba anteriormente, especialmente los niños, que son los más afectados. A nosotros, los adultos, nos afectan estos cambios; imagínese cómo afectan a los niños. Pero aún así la comunidad resiste. Siempre está en pie de lucha y con la esperanza de que las cosas puedan cambiar en nuestro país.

¿El narcotráfico ha afectado de manera significativa a las comunidades garífunas en los últimos años?

Se podría decir que sí, porque el estado ha permitido la entrada de drogas a las comunidades, para que dejemos de pensar por nosotros mismos. Se habla de que han introducido drogas a las comunidades. El mismo estado lo permite y lo distribuye. Cuando el mismo estado es cómplice, es difícil hacer algo, por más esfuerzo que hagan las comunidades. Eso no es parte de nuestra cultura. Por la situación económica, hay jóvenes que se van por ese mal camino, quizás tentados por el dinero. Pero no es culpa de la comunidad, sino del mismo estado. El estado es el responsable de lo que está pasando, no solamente en las comunidades garífunas, sino que en Honduras.

¿Nos puedes contar un poco sobre tu rol en la comunidad y sobre tu proyecto actual?

Dentro de la comunidad he venido desarrollando varias actividades desde que tenía apenas 12 años. Yo era mucho chico y ya era secretario de mi hermano, que fue el primer presidente del Comité de Defensa de Tierras. Se llamaba Víctor Armando Benedith, que en paz descanse. Él siempre me llevaba para que yo escribiera las memorias de todo lo que se hablaba. Fue a través de él que aprendí sobre títulos de dominio pleno [sobre la tierra]. Me enseñó mucho sobre derechos humanos y convenios internacionales, sobre la Constitución de la República, las leyes y los derechos laborales. Desde muy niño iba aprendiendo muchas cosas de él, sobre el liderazgo.

Después me convertí en presidente del patronato cuando tenía apenas 21 años. Muchos me veían muy joven para ser presidente. Y mi mamá se puso a llorar porque ella no quería que yo fuera presidente, porque mi hermano había pasado momentos muy difíciles de persecución. Lo buscaban y a veces tenía que dormir en una casa y a veces en otra. Era un momento muy difícil en la lucha por la tierra en la comunidad, entonces no era fácil tomarse una responsabilidad de esas. Pero tenía un mandato y mucha gente estaba contenta porque era presidente.

También fui subdirector de la radio comunitaria y corresponsal de Radio Progreso. Fui presidente de consejos y patronatos afro hondureños y de Guatemala y también he fungido como asesor principal del Comité de Defensa de Tierras de las comunidades garífunas en Honduras. Además fungí como auxiliar propietario, que era la persona que comanda la comunidad. Siempre estuve involucrado en las cuestiones sociales.

Cuéntanos sobre el proyecto de la Copa Numada y cómo surgió.

La Copa Numada es un proyecto juvenil para niños de entre 11 y 14 años de edad. En las comunidades había un campeonato que se llama “Campeonato Navideño”, pero solamente era para los adultos, no para los niños. Un día se hacía la gran final del torneo y estaba toda la gente viendo el partido. Cuando termina el primer tiempo del partido de los adultos, se reúnen un montón de niños, agarran su pelota y van para el terreno. Formaron dos cuadros y empezaron a jugar muy alegres. Cuando la gente regresó, les dijo a los niños que se fueran. Pero había un cipote que iba perdiendo y él estaba muy enojado e hizo un reclamo. Dijo “¡Solo ellos quieren jugar!”. Les dijo a los otros “Ustedes no nos han ganado todavía. ¡Vámonos para la playa!”. Entonces todos aquellos niños se fueron para la playa.

Pero me llamaron la atención esas palabras: “Solo ellos quieren jugar”. Entonces yo me fui detrás de los niños y ellos empezaron a jugar, y eran los niños más felices. Gol tras gol, empataron como 12 goles a 12. Y el partido terminó porque ya estaba oscureciendo, porque si no hubieran seguido jugando. Estaban muy contentos. Y ahí me di cuenta de que los niños no quieren estar en drogas, en alcohol, en maras [pandillas]; no quieren estar haciendo nada malo. Solamente le dicen a la sociedad “Por favor, denme una oportunidad para que yo también pueda manifestar mi grandeza”. Entonces en ese momento yo reuní a los niños y me comprometí a hacer un torneo exclusivamente para ellos.

Pero, claro, no era muy fácil para mí, porque no estaba siempre en la comunidad. Tenía que trabajar en los barcos para buscar el pan de cada día para mi familia. Ese acontecimiento fue en el 2007. En el 2015 sueño que yo estaba realizando el torneo en mi comunidad. En el sueño vienen dos niños y me dicen “Tío, todo está listo para que empecemos a jugar, pero aquel señor que está allá me está preguntando cómo se llama este torneo. Entonces le digo “¡Cierto! No tiene nombre el torneo. ¿Cómo le vamos a llamar?”. De repente vino ese señor, un señor adulto que venía con un bastón, me tocó la espalda y me dijo que lo tenía que llamar “Copa Numada”. “Numada” significa “amistad” [en garífuna]. Entonces traducido al español se llama “Copa de la Amistad”. Y el señor me felicitó y fue a sentarse y dijo “Ya estoy listo para ver ese partido. Estoy muy agradecido contigo por lo que estás haciendo con los niños.

Yo me desperté del sueño y dije “¡Guau! Copa Numada”. Entonces lo tomé como un reto. Era un sueño que yo tenía que hacer realidad. Yo en ese momento estaba en Francia, en el barco. Y cuando volví de vacaciones, me fui a buscar amigos solidarios en Miami, me fui a Atlanta, Georgia, viajé a Carolina del Norte. Viajé hasta llegar a Nueva York a hacer la promoción del proyecto. Era un proyecto que nadie conocía, así que no era muy fácil.

Fue así como en el 2016 llegué a desarrollar el primer proyecto Copa Numada, pero no pensé que iba a ser un éxito. No me lo imaginé. La gente y los niños estaban muy felices. Comenzamos con cuatro equipos. Después al año siguiente, un montón de gente me llamó y lo aumentamos a ocho equipos. Al año siguiente tuvimos dieciocho y ahora en todas las comunidades garífunas, desde Gracias a Dios hasta el departamento de Cortés tenemos treinta y ocho equipos. Hacemos eliminatorias por sectores en nuestro país para poder elegir los veinte mejores equipos. La gran final se está haciendo en una localidad en Sambo Creek.

Pero la Copa Numada no solamente incluye lo que es la parte deportiva, sino que también hay una parte cultural. Todos los equipos tienen que desfilar con su uniforme. Traemos las bandas de guerra y los grupos de danzas garífunas. Todas estas manifestaciones culturales acompañan a los niños. Es un espectáculo. El proyecto se ha convertido en tan poco tiempo en el proyecto juvenil garífuna más grande de toda la historia de nuestro país.

¿Cómo ha sido el proceso de conseguir financiamiento para el proyecto?

No ha sido nada fácil. Nosotros hemos querido hacer tantas cosas en nuestro país con los niños, pero lamentablemente en Honduras es difícil. Yo he estado con el gobierno, con diputados y con ministros y nunca tienen nada para las comunidades negras en Honduras. ¡Nunca tienen nada! No tienen dinero para eso, pero sí tienen para robar y para todo lo demás. Ahí no pude encontrar la ayuda que se necesita para los niños.

Pero no nos hemos decaído. Seguimos trabajando. Hemos formado un equipo de personas en Nueva York, Nueva Orleáns y Texas, con cantantes y artistas garífunas que hacen conciertos, equipos de futbol que juegan y gente que vende comida para recaudar fondos. Esto es necesario para conseguir los recursos para que los niños coman y puedan tener una habitación donde estar durante su competencia, para que puedan tener transporte, agua y toda la logística. Tal vez no conseguimos todo lo que quisiéramos, pero por lo menos logramos que ellos estén bien y que puedan disfrutar de un evento digno.

¿De qué manera pueden ayudar los lectores a apoyar el proyecto?

Se pueden contactar con nosotros a través de la página de Facebook. Tenemos una página que se llama Copa Numada HN para poder colaborar con nosotros. También me pueden escribir por WhatsApp al número (504) 89081068 o a través de mi correo electrónico [email protected]. Nosotros les daremos las pautas de cómo pueden hacer un donativo.
Además estamos buscando patrocinadores, para que el proyecto pueda seguir sobreviviendo. A veces tenemos temor de que el proyecto pueda morir porque todos somos voluntarios. Más bien aportamos de lo poquito que tenemos para que se logren algunas cosas. Por eso necesitamos gente que quiere aportar y ayudarnos de manera que podamos conservar por muchos años más este proyecto.

¿Cuáles son tus esperanzas para el futuro del proyecto y en cuanto al impacto que puede tener en la juventud de la comunidad?

Yo estoy pensando que el proyecto va a ir más allá. Siempre he soñado con que seamos más importantes que la misma Liga Nacional hondureña. Si no nos frenan, para allá vamos. Con muy poco en mano, pero con la riqueza y la voluntad que sale de lo más profundo de nuestro corazón, vamos a llegar muy, pero muy lejos.
Los niños necesitan mucho de nosotros. Muchos de nuestros niños están siendo arrastrados hacia un mundo de corrupción y violencia. Solo podremos convertir a esos niños en protagonistas del cambio de su propia historia cuando la sociedad sea más justa, cuando haya más personas conscientes de lo que está pasando y estemos dispuestos a revertir historias, a convertir derrotas en victorias.