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Primero Huawei y ahora TikTok: ¿qué intereses hay detrás del discurso de espionaje?

Ali Karku

TIKTOK
Ilustración; Mar Ned- Enfoque Rojo

Primero Huawei y ahora TikTok: ¿qué intereses hay detrás del discurso de espionaje?

Ali Karku

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Después del veto a Huawei, ahora le tocó a TikTok, que si no vende sus operaciones a una empresa norteamericana antes del 15 de Septiembre, sufrirá la misma suerte. ¿Es realmente la posibilidad de espionaje lo que tanto preocupa a Trump?

En los últimos meses el gobierno de EE. UU. ha hecho un uso excesivo de la palabra “espionaje” en el discurso utilizado para referirse a empresas digitales chinas. Primero fue con Huawei, y ahora nuevamente con TikTok y WeChat. En este artículo haremos un repaso de los acontecimientos seguido de un análisis de los intereses que se esconden detrás de este discurso.

En Mayo Huawei fue prohibida y puesta en una lista negra en EE. UU.. La supuesta razón que desde Washington se repitió hasta el cansancio fue que las instalaciones necesarias para el 5G de Huawei representaban un riesgo para la seguridad nacional norteamericana, porque podrían “espiar”.

El pasado mes de enero, el gobierno británico, viejo amigo de EE. UU., había decidido dejar que Huawei participe en la instalación de su red 5G en Reino Unido, a pesar de las presiones y advertencias por parte de Washington. Pero el pasado 14 de Julio dio un giro de 180 grados, indicando que Huawei será excluida de sus redes 5G, con fecha límite para el 2027, añadiendo además que se prohibirá la compra de equipos 5G Huawei a partir del 31 de Diciembre del presente año.

En un artículo que publicamos en febrero analizamos los intereses escondidos detrás de la prohibición de Huawei y el discurso de espionaje norteamericano (que repasaremos en el presente artículo), en el que habíamos dicho que probablemente veríamos a Trump hacer lo mismo con otras empresas tecnológicas chinas. Y así fue. Al igual que hizo con la multinacional de teléfonos móviles, Trump utilizó nuevamente este argumento en contra de las apps chinas TikTok (red social de videos perteneciente a la empresa china ByteDance, muy utilizada por jóvenes de todo el mundo) y WeChat (app de mensajería instantánea parecida a Whatsapp que además permite hacer pagos y transferencias de dinero, perteneciente a la empresa china Tencent, utilizada en todo el mundo, pero mayormente en ese mismo país). Si bien con Huawei había dicho que el espionaje sería a través de las instalaciones 5G, en estos casos el discurso de espionaje perdura, a pesar de que no haya 5G de por medio.

El 6 de Agosto Trump firmó un decreto para cesar la actividad en EE. UU. de dichas plataformas en manos de China, y el 14 de Agosto firmó otro que obliga al grupo chino ByteDance a vender las actividades de TikTok en Estados Unidos antes del 15 de Septiembre, o de lo contrario sería prohibida. Desde entonces, Microsoft, Twitter y Oracle están en una competencia por quién se queda con esta.

¿Qué hay detrás del discurso de “espionaje”?

Se dice de “espiar” a la acción por la cual un individuo, o colectivo, observan a otro sin que este último lo sepa. Las plataformas digitales, como analizaremos más adelante, generan sus ganancias a partir de los datos personales y de uso de sus usuarios. El usuario se ve obligado a aceptar los “términos y condiciones” y las “políticas de privacidad”, que probablemente nunca leyó debido a su larga extensión, en los que, de forma difusa y engañosa, se menciona este punto. De esta manera, las empresas juegan una especie de juego que causa cierta confusión en los usuarios, algo así como: “nosotros avisamos que serán observados, por lo tanto no es espionaje”.

Las plataformas digitales oscilan entre el espionaje y la observación forzada. Saben más de nosotros de lo que muchos suponen, desde dónde hemos estado (click aquí para verlo), hasta todo tipo de preferencias. Y si queremos utilizarlas, nos vemos en la obligación de permitirlo.

Si nos espían, o nos obligan a ser observados, es un tema de debate en el que no nos adentraremos en este artículo. Pero Washington no habla de espionaje por parte de Google, Facebook o Amazon. Esto da a entender que, cuando en su discurso ataca a las plataformas digitales chinas, está suponiendo que éstas no solo recolectan datos personales de la misma manera que lo hacen las empresas norteamericanas, sino que van más allá.

El ejemplo más parecido al espionaje implícito en las acusaciones de Washington, es el que ellos mismos realizaron contra su población, dado a conocer por Edward Snowden, quien filtró información en la que demostró que la Agencia de Seguridad Nacional norteamericana espiaba a sus ciudadanos a través de la tecnología digital. Con espiar aquí nos referimos a que escuchaban conversaciones, leían chats, y hasta veían a través de sus cámaras.

Pero ninguna base militar o entidad que maneje información confidencial importante utilizaría tecnología china para comunicarse a sabiendas de que existe el peligro de que el PCCh esté interfiriendo en la comunicación. Los británicos, por ejemplo, en un primer momento, antes de ceder frente a las presiones de Washington, habían dicho que no vetarían a Huawei y sus redes 5G, pero que la excluirían de las cercanías de áreas militares y nucleares. Esto lleva a pensar que, si bien el espionaje por parte de China es una posibilidad, probablemente no sea la mayor preocupación de Washington.

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Es importante resaltar que esta “batalla digital” viene enmarcada por la guerra comercial entre EE. UU. y China, en la que EE. UU. intenta frenar el avance económico y geopolítico del gigante asiático que amenaza a la hegemonía norteamericana. En este sentido, Huawei, TikTok y WeChat son empresas que juegan un rol que preocupa mucho a Washington, porque podrían significar piezas importantes para China en este campo de batalla. En lo que sigue del artículo analizaremos algunos de estos aspectos.

El Machine Learning y la pelea por el monopolio de la economía

Es necesario antes de adentrarnos a analizar este nuevo campo de disputa y los intereses que hay en juego, hacer un pequeño paréntesis para intentar entender un poco de cuáles son las tecnologías que dieron nacimiento a esta pelea.

La base de esta batalla digital viene de la mano de los grandes avances en Inteligencia Artificial (IA) en la última década. Como ya es sabido, la IA es el área de la ciencia que crea programas de computadora que intentan imitar una tarea propia del ser humano. Pero una de las ramas más importantes dentro de la IA, y que como consecuencia de la gran importancia que ha tomado a nivel social, económico y político, nos vemos en la necesidad de hablar de ella, es la conocida como Machine Learning (ML) (Aprendizaje Automático).

El ML es el área que agrupa a los algoritmos que se caracterizan por “aprender de la experiencia”. Es decir, a diferencia de los programas de IA en general, el ML es el caso particular en que estos programas están hechos de manera que mejoran sus resultados a medida que van realizando dicha tarea con nuevos datos.

Por ejemplo, un algoritmo de YouTube creado con el fin de recomendarnos videos que pueden interesarnos, es de ML. A medida que más búsquedas realice el usuario, más videos vea, más comente, más utilice el “like” o “dislike”, mayor será la base de datos que el programa tendrá para analizar de dicho usuario, es decir, mayor será la “experiencia”, y por ende, mayor será la precisión que irá teniendo en las recomendaciones en relación con los gustos del usuario.

Es tanta la importancia que tomó el ML a nivel económico, que empresas como Google (Alphabet), Facebook y Amazon ascendieron a la cima del mercado mundial en menos de diez años, generando servicios “gratis” a cambio de obtener datos personales de millones de usuarios para luego aplicar hábilmente estos algoritmos. Más específicamente, utilizan los datos personales de sus usuarios (como por ejemplo productos comprados, búsquedas, ubicación, contactos, lugares frecuentados, estilos de páginas visitadas, gustos en común con otros usuarios, etc.) y mediante algoritmos de ML crean diferentes “etiquetas” con las que clasifican a los usuarios según sus intereses de consumo, las cuales se van volviendo cada vez más precisas a medida que más datos obtienen, es decir, a medida que la interacción del usuario dentro de la plataforma aumenta. Estas etiquetas son entonces vendidas a las empresas, que luego envían los anuncios de los productos a los usuarios específicamente seleccionados.

Para que el lector o la lectora tenga una idea más clara de cómo es que se realizan este tipo de clasificaciones, se le recomienda ver cuáles son las etiquetas que Google le ha adjudicado, haciendo click aquí.

Esta nueva forma de hacer publicidad, conocida como “publicidad dirigida”, evita que los usuarios sean bombardeados con anuncios de productos que nunca consumirían, como sucede, por ejemplo, con las publicidades televisivas. Con la publicidad dirigida, el usuario recibe anuncios solo de productos que probablemente sean de su interés, prestando más atención a éste, aumentando así la posibilidad de compra.

En los últimos años, la publicidad dirigida se transformó en la base de la venta y en una herramienta fundamental del comercio y la economía. Las empresas necesitan de estas plataformas para vender sus productos, y las plataformas necesitan de usuarios y de sus datos personales. A mayor cantidad de datos por usuario, mayor será la precisión de los algoritmos; y a mayor precisión y mayor número de usuarios, mayor será la venta de productos.

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Si una plataforma digital que hace publicidad dirigida logra ser utilizada por una gran parte de la población de un país, pasa a convertirse en un importante medio para la venta de los productos de las empresas que comercian en él. Tener el poder de estas plataformas significa tener el dominio de una parte importante del comercio, lo que convierte a nuestros datos en un campo importante de disputa comercial.

El pasado 30 de Julio, los 4 gigantes de la tecnología digital, conocidos como GAFA (Google, Amazon, Facebook, Apple) dieron testimonio frente al Comité de Seguridad de la Cámara de Representantes de EE.UU., respondiendo a preguntas y acusaciones de incurrir en prácticas monopólicas. El poder que estas empresas tienen en el mercado mundial es enorme, y la sesión dejó en claro que con ese poder no les basta, sino que quieren tener el dominio del mercado en su totalidad.

Mientras las consecuencias económicas del Covd-19 golpean a la industria y el comercio de los diferentes países, el grupo GAFA no ha hecho más que crecer a causa de la multiplicación de sus ventas durante el confinamiento. Esto se debe, en gran medida, a que lograron aprovechar la parálisis de los locales de venta de productos para correrlos del tablero y ocupar su lugar. El valor bursátil de estas empresas ya se asemeja, o supera, al PIB de varios países. No debería sorprendernos si en algunos meses empezamos a ver que apliquen planes de ayuda económica a países golpeados por la crisis a cambio de introducirlos de lleno en su mercado. De hecho, Google ya anunció que invertirá 10.000 millones de dólares en la India, que muchos comienzan a ver como la mano de obra barata que China representó hace un par de décadas, en un contexto en el que EE. UU. viene haciendo alianzas comerciales y geopolíticas con el país de Asia del Sur, el cual, además, prohibió un total de 59 apps chinas el pasado mes de Junio.

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Las empresas digitales chinas están intentando formar parte de este juego. Su expansión alrededor de todo el mundo implica que éstas se hagan de los datos personales y de consumo de un gran número de personas. Esto, como estuvimos viendo, permite la caracterización de millones de usuarios según su perfil de consumo y el envío de publicidad dirigida de productos chinos según dicho perfil. Es decir, la expansión de las plataformas digitales chinas son una clave importante para ampliar el mercado del país. En el contexto de guerra comercial y tensiones entre EE. UU. y el gigante asiático, Washington no querrá permitir este desarrollo.

En este sentido, la iniciativa de la Nueva Ruta de la Seda china, mediante una red de rutas marítimas y terrestres, pretende conectar a China con el resto del continente asiático, Europa, África, el Ártico, e incluso América Latina. Este proyecto representaría el traslado de la mercadería china al resto de los países involucrados, mientras que las plataformas digitales, los medios de venta.

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El terreno digital había sido dominado indiscutiblemente por empresas norteamericanas en las últimas décadas, pero para sorpresa de Washington, las empresas digitales chinas empezaron a ganar terreno de manera acelerada en estos años. La batalla digital no tiene como único fin llevar a las propias empresas digitales a la cima del mercado mundial, sino que involucra, como estuvimos viendo, a la economía del respectivo país en su totalidad.

El gigante asiático tiene un profundo conocimiento de la importancia del campo digital hace ya al menos una década. Facebook, Instagram, Twitter, YouTube, Whatsapp y Netflix, son algunas de las muchas plataformas que el gobierno chino viene prohibiendo desde el 2009. Por otro lado, empresas tecnológicas como Apple, que operan en China aceptando las respectivas restricciones, están obligadas a almacenar los datos de sus usuarios dentro de China.

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En China no hay Google, hay Baidu; no hay Amazon, hay AliExpress; no hay Whatsapp, hay WeChat; no hay PayPal, hay Alipay. En China no hay plataformas digitales norteamericanas, hay plataformas digitales chinas.

Pensemos que un niño que hoy tiene 12 años, utilizará internet probablemente por el resto de su vida. En 30 años las plataformas digitales tendrán tantos datos de esta persona, que podrán caracterizarlo con una precisión enorme. Poseer las caracterizaciones de toda una población según sus preferencias de consumo, y tener los medios para hacerles llegar las publicidades y los productos, le daría una ventaja importante a la economía china frente a la norteamericana.

En el caso particular de Huawei hay dos aspectos que lo hacen fundamental para los intereses chinos. En primer lugar, está el hecho de que, antes del veto, era uno de los teléfonos móviles más vendidos en EE. UU. y Europa. Los smartphones son el medio más efectivo para la publicidad dirigida. Son la base de datos más personalizada y precisa que las empresas puedan llegar a tener sobre sus posibles consumidores. Navegamos por internet, chateamos, accedemos a las redes sociales, leemos, vemos videos y películas, vendemos y compramos, todo a través del teléfono móvil. Y a medida que pasa el tiempo, más diversa es su utilidad, y por ende, más son los datos que recopila.

En segundo lugar, están las famosas redes 5G. Si bien éstas cumplen un rol fundamental en la carrera en la que compiten EE. UU. y China por dominar en el campo de la tecnología (que tiene grandes implicancias económicas), también son la base del “Internet de las Cosas”, que vendría a ser un nuevo tipo de tecnología relacionada con la interconexión digital de objetos cotidianos con internet, que se cree que comenzará a ser utilizada masivamente en los próximos años. Si Huawei fuese quien tuviese el dominio sobre el 5G, que antes del veto por parte de EE. UU. venía bastante encaminado para que así sea, lo llevaría a dominar también en el campo del Internet de las Cosas, lo que implicaría que tenga una base de datos muy grande sobre lo que cada individuo hace, utiliza y consume día a día. Esto, como ya vimos, implicaría una ventaja para China en el plano comercial.

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WeChat, por otro lado, además de ser una app de mensajería, permite hacer pagos mediante AliPay (perteneciente a las empresas chinas Alibaba y Ant Financial). En China el movimiento de capital a través de estas plataformas es muy grande. Sería de esperarse que en unos años la mayor parte de pagos y transferencias en todo el mundo se hagan a través de plataformas como estas. De ser así, las plataformas de pagos más utilizadas tendrían una gran base de datos de las transacciones entre las personas, lo que implicaría que conozcan casi en su totalidad los datos de consumo o actividades de los individuos. Además, es probable que el dinero en efectivo se vaya extinguiendo con los años, cediendo su lugar al dinero digital (en este sentido, no es casual que el gigante asiático se encuentre trabajando sobre su moneda digital, llamada DCEP). En este contexto, la expansión de WeChat con su medio de pago online, podría transformarse, en un futuro no muy lejano, en otra pieza importante para el avance del gigante asiático en el terreno económico y comercial.

Pero China no la tiene fácil. Las plataformas digitales, los smartphones y las redes 5G juegan un rol muy relevante para su expansión comercial, sin embargo, el dominio económico y geopolítico que mantiene EE. UU. en el resto del territorio mundial no es algo que pueda burlarse solo con jugadas comerciales. EE. UU. tiene el poder, entre otras cosas, para cortar las redes de suministros que China necesita para fabricar su tecnología, o para poner complicaciones en el traslado de su mercadería, así también como para presionar a otros países a que se unan a los vetos, como por ejemplo lo hicieron Reino Unido, India, Australia o Nueva Zelanda. EE. UU., además de dominar en el plano económico y comercial, domina también en el militar y geopolítico. Si China quiere quitarle la hegemonía a EE. UU., deberá ganarle en todos los terrenos.

Redes sociales y su influencia en la opinión pública

Es importante dar cuenta que en los sitios como Google o YouTube, el orden en que aparecen las páginas o videos cuando realizamos una búsqueda no es aleatorio, sino que siguen los patrones establecidos por los algoritmos de dichas plataformas. Estos son diseñados de manera que nos proporcionen un orden en las búsquedas según lo consideren. De esos algoritmos dependerá en gran parte qué páginas o videos serán más vistos, y qué páginas y videos no.

Lo mismo sucede en las redes sociales con las publicaciones de los contactos que seguimos, las cuales son seleccionadas por los algoritmos de ML para que podamos verlas, o no, en un orden determinado en nuestro muro. De esta forma, un algoritmo podría decidir qué publicación puede hacerse viral y qué publicación no.

Los algoritmos de ML permiten clasificar millones de comentarios o videos según su contenido. Entonces, tener una plataforma digital con un gran porcentaje de la sociedad que la utiliza, y decidir el funcionamiento de sus algoritmos para seleccionar y ordenar las búsquedas y publicaciones, implica tener el control de qué temas se hablarán en ella y qué temas no. El control de las redes sociales es una herramienta de relevancia para influir en la opinión pública.

Quienes se venían encargando de realizar esta tarea eran los medios de comunicación tradicionales, como la televisión, la radio y el diario impreso, que cada vez están perdiendo más público, siendo reemplazados poco a poco por las plataformas digitales. Son, en su mayoría, personas mayores a los 35 años quienes siguen utilizando los medios tradicionales para formar su opinión. Las generaciones más jóvenes usan mayormente plataformas digitales.

TikTok además de ser una plataforma digital que trabaja con los datos personales de sus usuarios, también es una red social donde millones de jóvenes opinan y escuchan otras opiniones a través de videos cortos.

La orden ejecutiva de Washington que obliga a vender TikTok se dio semanas después de que fanáticos del pop coreano hicieran una campaña para que las personas reservaran tickets de asistencia a un acto electoralista de Trump, y no fuesen. Esto incomodó al presidente estadounidense, que esperaba un estadio colmado, y se encontró con muchos lugares vacíos. Probablemente haya sido la gota que rebalsó el vaso, y obligó a venderla.

En este punto es importante aclarar que las redes sociales, al igual que los medios tradicionales de comunicación, son, como ya dijimos, una herramienta más para influir en la opinión pública, pero no son determinantes. Sería un error caer en la doctrina de que con las “nuevas tecnologías” las clases dominantes mantienen un control absoluto de la población, y que por ende nada se puede hacer para cambiarlo. Las redes sociales son un punto importante a tener en cuenta para quienes militamos por la revolución socialista, pero hay que tener en claro que no determinan nuestra opinión como sociedad, ni mucho menos nuestro comportamiento.

De todas formas, TikTok se muestra cada vez más alejada del gobierno chino. Actualmente, la plataforma social almacena los datos de sus usuarios internacionales en servidores ubicados en EE UU y Singapur, y pretende abrir su primer centro de datos europeo en Irlanda. Si bien pertenece a ByteDance, que tiene su sede en Beijing, pretende mostrarse como un proveedor tecnológico fiable independiente de las autoridades chinas.

A modo de cierre

En esta nueva década en la que estamos entrando, la batalla digital recién comienza. Probablemente seguiremos escuchando hablar de espionaje y viendo nuevos vetos por algún tiempo. Quien tenga de su lado a las plataformas digitales más utilizadas, tendrá mucho por ganar.

En primer lugar, tenemos que librar una lucha permanente contra todo intento de las empresas en avanzar con el manejo de nuestros datos personales, su privatización y su comercialización. Pero nuestro fin último tiene que ser el de aspirar a una sociedad donde discutamos democráticamente en qué sentido y cómo se desarrolla la ciencia y la tecnología, lo que incluye a las plataformas digitales y las redes sociales.

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