A continuación, Ezra Brail de Left Voice (parte de la Red internacional de diarios La Izquierda Diario) analiza, desde Nueva York, el resultado contradictorio de las recientes elecciones intermedias en Estados Unidos, donde los votantes han desmentido las esperanzas republicanas de una “ola roja” y, en cambio, han elegido proteger el derecho al aborto a nivel estatal, en una elección mucho más reñida de lo esperado. Este artículo fue publicado originalmente en Left Voice bajo el título “The Red Wave Crashes on the Rocks of Voter Rejection”.
[Desde Nueva York] Las elecciones de medio término de 2022 han dado un mensaje claro: la llamada “ola roja” (en referencia al color que distingue al Partido Republicano) que muchos esperaban no sucedió. Si bien el Partido Republicano estaría ganado la Cámara de representantes, en el Senado se impusieron los demócratas. Todo el resultado ha sido mucho más disputado que lo anticipado por las encuestas.
Estas elecciones de medio término tuvieron lugar en una situación más de derecha que varias elecciones pasadas. A diferencia de la ola anti-Trump de 2018 y las elecciones de 2020 a raíz de BLM (Black Lives Matter), estas elecciones de 2022 han reflejado un avance de la derecha, en especial a nivel de los estados. Los republicanos, cada vez más en alianza con sectores de la extrema derecha, han desatado ataques horrorosos contra derechos democráticos básicos, como a la autonomía corporal de las personas, al derecho a elegir la identidad y al voto. Todos los indicadores muestran que continuarán haciéndolo. Mientras tanto, los demócratas, incluso mientras sostienen al gobierno nacional, no han podido defenderse de estos ataques, en su lugar, los utilizan para convertir el miedo en votos, mientras moderan su discurso contra la derecha y apelan a sectores de los votantes republicanos que no están precisamente cautivados por el trumpismo.
La elección estuvo inicialmente enmarcada por los demócratas como un referéndum sobre el derecho al aborto; en su campaña hicieron hincapié en que protegerían el aborto a nivel estatal y federal. Los republicanos contrarrestaron esto al enmarcar las elecciones como un referéndum sobre la economía (aunque algunos sectores también buscaron convertirla en otro episodio de la batalla cultural). Como quedó claro que la economía era lo que los votantes priorizaban y el derecho al aborto podría no ser suficiente para mantener el control del Congreso, los demócratas dieron el alerta e intentaron alejar su campaña de los derechos reproductivos a nivel federal para proteger el aborto en cada estado y diferenciarse del Partido Republicano con su propia visión de cómo combatir la inflación.
Los resultados iniciales sugieren que, aunque los demócratas cambiaron el rumbo y se jugaron por un enfoque demasiado limitado respecto a los derechos reproductivos, el derecho al aborto fue crucial para ganar votos. Dicho esto, los temores sobre la economía aún impulsan las decisiones de muchos votantes. Que estos problemas, el derecho al aborto y la economía, fueron centrales surgió de las encuestas de boca de urna. En la encuesta nacional de la NBC, el 31 por ciento de los votantes dijo que su problema más importante era la inflación, mientras que el 27 por ciento (el siguiente número más alto) dijo que era el aborto.
En este contexto más de derecha, el resultado es positivo para los demócratas a corto plazo, ya que pudieron mantener muchos escaños que en un momento parecía que perdían. El apoyo al derecho al aborto también se vio en cada una de las consultas particulares sobre el tema, que universalmente, desde Kentucky hasta Michigan, tuvieron resultados a favor de proteger los derechos reproductivos. Esto resalta una vez más que la base está a la izquierda del establishment político y apoya abrumadoramente la protección al derecho al aborto. Existe un apoyo popular en todo el país no solo para codificar el fallo Roe vs. Wade (recientemente revocado por la Corte), sino también para hacer que el acceso a un aborto sea una ley federal. Pero los demócratas no harán esto; en cambio, favorecen un enfoque de ir estado por estado, manteniendo la cuestión del aborto (que es su activo electoral más valioso) sobre la mesa durante más tiempo y también utilizando medidas de votación estado por estado como una táctica para aumentar sus posibilidades en esos estados.
De hecho, los resultados favorables para el derecho al aborto en estas votaciones y el rechazo de muchos (pero no de todos) de los republicanos más conservadores, contrasta con la línea política que habían sacado a relucir sectores desde el ala populista del Partido Demócrata (y que inclusive se hizo eco en el sitio web socialdemócrata Jacobin), buscando dejar en segundo plano el derecho al aborto para separarse de posibles votaciones adversas en este punto. Los resultados desmienten el argumento utilizado por estos demócratas de que a la clase trabajadora no le importa el aborto y solo se preocupa por la economía. Sin embargo, con la economía en la cima de las preocupaciones de las personas, el alivio temporal que están expresando estos resultados de medio término para los demócratas puede no durar mucho.
Sin embargo, hay amplios sectores que están a la izquierda de las campañas de cualquiera de los partidos. Esto se puede ver en las propuestas de campaña, más allá del aborto. Maryland y Missouri legalizaron el cannabis (a pesar de que Missouri tuvo una mayoría republicana); Tennessee y Alabama aprobaron medidas que modifican sus constituciones para prohibir la esclavitud y la servidumbre involuntaria como castigo por un delito. Estas medidas, restringen el uso de mano de obra penitenciaria en Alabama, Tennessee y Vermont. Illinois votó a favor de promover la negociación colectiva en su constitución; Dakota del Sur (uno de los estados con más peso de los republicanos en esta elección) votó para expandir Medicaid, el programa estatal y federal que brinda cobertura médica. En Nebraska y Nevada se votó para aumentar el salario mínimo. Estas son demandas políticas que no son asumidas en su totalidad por ninguno de los dos partidos.
El hecho de que la carrera electoral haya estado tan pareja, incluso que los demócratas hayan obtenido más victorias que pérdidas, evidencia la polarización e inestabilidad continúa que existe a nivel nacional. En este sentido, los resultados de las elecciones pueden tomarse, con sus límites, como un rechazo parcial a la derecha. Pero no deben tomarse como un abrazo a los demócratas. Dicho de otra manera: los demócratas no ganaron tanto como los republicanos perdieron. Está claro que muchos votantes están más atemorizados porque el partido republicano tome el poder que entusiasmados por los candidatos en las boletas demócratas. Los resultados de muchas de las iniciativas durante la votación son un pequeño ejemplo de esto. Reflejan la conciencia cambiante entre los sectores amplios de la población que apuntan hacia los intereses comunes de nuestra clase en la lucha contra la explotación y la opresión, en temas que van desde el racismo hasta la atención médica. Son intereses que podrían organizarse y por los cuales podría luchar un partido propio que no confíe en los partidos capitalistas.
El surgimiento de DeSantis frente a un Trump golpeado
Aparentemente Trump mantiene su idea de anunciar el lanzamiento de su campaña presidencial 2024. Pero las elecciones de medio término de 2022 vienen siendo el contexto de importantes pujas internas del Partido Republicano. En muchos sentidos, estas elecciones fueron una prueba del poder de Trump. En las primarias, Trump ganó las batallas principales entre su ala y el establishment, y logró que varios de sus candidatos fueran seleccionados para competir en una difícil pelea interna. En las generales, si bien los resultados son (por supuesto) contradictorios, parece claro que varias de las derrotas republicanas más dolorosas fueron sufridas por candidatos respaldados por Trump: Oz y Mastriano en Pensilvania, Cox en Maryland, entre otros candidatos. Ganó la batalla de las primarias pero perdió la guerra de las elecciones de medio término, aunque los candidatos trumpistas obtuvieron victorias importantes en la carrera electoral por el Senado en Carolina del Norte y Ohio.
Esto le da lugar al establishment republicano para responderle a Trump haciéndolo responsable de la falta de éxito en estas elecciones, y pintándolo a él y a sus candidatos como incapaces de ganar elecciones generales, y tratar de marginarlo hacia 2024. Este intento de responsabilizar a Trump por las derrotas tuvo una ayuda, y fue uno de los únicos puntos positivos para los republicanos en toda la noche: la victoria de Ron DeSantis en las elecciones a gobernador por Florida.
DeSantis es una figura interesante dentro del Partido Republicano. Por un lado, está estrechamente vinculado al Trumpismo y, retóricamente, ha tomado muchas lecciones de Trump. Por ejemplo, su discurso de victoria el martes por la noche fue sacado del libro Trump playbook. Condenó firmemente al “woke mob” [en varios países occidentales usaban el término woke, en general de forma irónica y peyorativa contra movimientos por la ampliación de derechos y antirracistas N. del T.] y dijo que “Florida es a dónde Woke va a morir”. Pero a diferencia de Trump, DeSantis se muestra mucho más amable con el establishment republicano, ha adoptado la línea republicana principal sobre política exterior y tiene una relación más combativa con la clase trabajadora que Trump. Mientras Trump intenta pintarse a sí mismo como un hombre de derecha pero como parte “del pueblo”, para atraer a un sector de la clase trabajadora blanca, DeSantis se basa en la retórica de la “guerra cultural” dirigida a la clase media, que está preocupada por cambiar las concepciones culturales. Sumado al hecho de que DeSantis es una figura política mucho más estable que Trump, y hace que DeSantis sea un candidato mucho más atractivo para el establishment republicano que Trump.
La fuerte victoria de DeSantis en la carrera electoral y el gran desempeño de los republicanos en toda Florida (que muchos atribuyen al liderazgo de DeSantis en ese estado), combinado con los tropiezos del trumpismo, lo ponen en una posición muy fuerte para competir por el liderazgo del partido. A medida que comienza el camino hacia la elección de 2024 en las próximas semanas, está claro que DeSantis será una figura central, aunque todavía tiene debilidades importantes, como su nivel poco claro de apoyo de la base de MAGA de Trump [Make America Great Again, movimiento que apoya a Donald Trump N. del T.], una base que es esencial para que los candidatos republicanos aprovechen.
Los demócratas a la espera
De alguna manera, el fallo del caso Dobbs que revocó el fallo de Roe vs. Wade sobre el aborto, fue lo mejor que pudo haber sucedido para los demócratas y Biden. Les permitió alejar el foco de su impotencia legislativa y su incapacidad para cumplir con la gran mayoría de sus promesas programáticas y tocar su melodía favorita: “Tus derechos están en la boleta”. Este miedo permitió a los demócratas ocultar su falta de resultados en la lucha por cualquiera de los derechos que aparentemente están en la boleta electoral.
Por su parte, Biden tuvo una de las mejores noches posibles. Puede decir que sufrió algunas de pérdidas en las elecciones de medio término de las que cualquier presidente en estos tiempos modernos puede tener y que mantuvo unidos muchos sectores de su coalición. En realidad, el aborto y los problemas entre los candidatos republicanos son más los responsables del éxito de los demócratas que el liderazgo de Biden, pero es innegable que estos resultados fortalecen a Biden como el líder del partido.
Sin embargo, ante la posibilidad de un gobierno dividido, la pregunta que queda abierta es cómo Biden gobernará en los próximos años. ¿Tratará de pasar su agenda a través del Congreso, con la esperanza de que el bloqueo de los republicanos en la Cámara los perjudique políticamente? ¿Gobernará a través de órdenes ejecutivas? Cualquiera de estas opciones es arriesgada. Hay que agregarle la cuestión de cómo los demócratas se mantendrán unidos y abordarán sus complejas tareas en el próximo período. Los demócratas no pudieron encontrar un consenso dentro de sus filas para aprobar una legislación más ambiciosa mientras tenían control sobre ambas cámaras del Congreso, entonces, ¿pueden encontrar un consenso para impulsar efectivamente una agenda con el control del Congreso dividido? ¿Qué papel jugará el sector de derecha de los demócratas, que han tenido el poder en los primeros dos años del gobierno de Biden para el próximo período? ¿Seguirá el ala progresista manteniendo la línea, o sentirá la presión de su base para causar más problemas a Biden? Todas estas preguntas quedan abiertas y tendrán un gran impacto en los próximos dos años de Biden.
Lo que es cierto, y que no debe ser pasado por alto, es que ninguna de las partes tiene soluciones para la creciente crisis. A pesar de su foco en la inflación, el único medio de los republicanos para controlarlo es sumergirnos en una recesión y obligar a la clase trabajadora a pagar la crisis, la misma respuesta que la administración Biden está llevando a cabo actualmente. A pesar de todos sus discursos sobre el aborto, los demócratas no tienen un plan (o un interés) en protegerlo realmente a nivel federal. Ninguna de las partes quiere asumir la responsabilidad de la próxima crisis, y ambas buscan formas de responsabilizar al otro. Dado esto, la (probable) división del Congreso beneficia a ambas partes, ya que ninguno de los dos tiene que asumir toda la responsabilidad de la crisis.
Lo que esta elección muestra es que el populismo de derecha, ya sea organizado como trumpismo o de alguna otra forma, está aquí para quedarse. A medida que la crisis económica y los ataques contra los derechos democráticos empeoran, la necesidad de que la clase trabajadora tenga un partido propio se vuelve más clara. Debemos construir un partido de clase trabajadora con una estrategia socialista, que asuma y organice una respuesta de clase trabajadora a los ataques que se nos presentan y que luche contra el régimen bipartidista, que está unido en su deseo de obligarnos a pagar su crisis mientras la burguesía continúa intacta.
Nuestros medios de vida, nuestro derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestro derecho al voto no deberían estar bajo un ataque constante. Pero lo estarán siempre que estemos atrapados bajo el régimen bipartidista del capitalismo. Tanto los demócratas como los republicanos son reaccionarios de principio a fin. Debemos construir algo propio, un partido para representar a los trabajadores recién sindicalizados, las y los jóvenes trans, los defensores del derecho al aborto y cualquier otro trabajador que se dé cuenta de que este sistema sólo tiene para nosotros dolor, miseria y explotación.
Traducción: Gloria Grinberg
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