El presidente chino, Xi Jinping, visita Moscú por primera vez desde el inicio de la guerra. En la agenda: la guerra en Ucrania y un fortalecimiento de las relaciones comerciales entre ambos países.
Martes 21 de marzo de 2023 20:10
La visita se produce en un momento crucial en el curso de la guerra. Tanto Rusia como Ucrania buscan fondos y material para volver a poner en marcha su maquinaria bélica. La guerra se ha transformado, de facto, en una guerra de desgaste, en la que ninguna de las partes ha conseguido ganar terreno en forma sustantiva a pesar de los últimos avances del grupo paramilitar ruso Wagner en Bajmut.
Una visita bajo el espectro de la guerra en Ucrania
Pekín lleva algunas semanas reforzando su injerencia en el conflicto ucraniano, tratando de crear una imagen de interlocutor diplomático privilegiado del bando ruso frente a Estados Unidos, que está plenamente comprometido con el bando ucraniano y hace todo lo posible por prolongar indefinidamente la guerra.
Tras su exitoso golpe diplomático en el restablecimiento de las relaciones entre Irán y Arabia Saudita, a China le gustaría hacer lo mismo en el conflicto ruso-ucraniano. En muchos sentidos, China cuenta con varias ventajas. Mantiene importantes relaciones comerciales con Rusia, pero también con Europa, lo que constituye una importante palanca diplomática. Sin embargo, se enfrenta a la hostilidad de los aliados de la OTAN, que la consideran no sólo demasiado próxima a Moscú, sino a largo plazo como un competidor del orden mundial dominado por Estados Unidos.
Pekín esbozó una propuesta de plan de paz el 24 de febrero, pero muchos analistas la consideraron demasiado vaga e inviable. No obstante, ambas partes se mostraron abiertas a las propuestas, lo que supuso una bofetada a la diplomacia occidental. El presidente Volodymyr Zelensky mostró interés en una resolución diplomática por parte de China, pero la negativa a mencionar una retirada de las tropas rusas de Ucrania (incluido el Donbass) en este plan de paz significa que, en última instancia, seguirá siendo nulo. En realidad, el plan propuesto por Xi Jinping es principalmente un ataque a la hegemonía estadounidense y a su "mentalidad de Guerra Fría".
Para Putin, lo que está en juego con esta visita en el contexto de su invasión a Ucrania es doble: en primer lugar, necesita romper el aislamiento de Rusia, pero también su propio aislamiento. Hace sólo unos días, la Corte Penal Internacional (CPI) emitió una orden de detención contra él. Los signatarios del Tratado de Roma están obligados a detenerlo si viaja a cualquiera de los países miembros. Irónicamente, Estados Unidos no podría detenerlo en virtud de los términos del tratado, ya que siempre se ha negado a ratificarlo -desde la promulgación de una ley en 2002, Estados Unidos se permite incluso invadir los Países Bajos, donde se encuentra la CPI, si un ciudadano estadounidense es detenido en La Haya-.
En segundo lugar, Putin necesita urgentemente armas y equipamiento, pero las posibles entregas de armas chinas a Rusia, que EE.UU. cree inminentes, podrían no producirse, al menos no a través de los canales tradicionales. La posición de supuesta neutralidad de China en este conflicto es una importante palanca diplomática. Putin tiene pocas esperanzas en este frente. Para algunos analistas, pero también para la diplomacia ucraniana, Xi preferiría extraer escasas concesiones de Putin en el frente ucraniano, y reforzar así su papel de mediador entre los dos beligerantes.
El verdadero tema de la reunión: reforzar las relaciones comerciales bilaterales y su alianza geopolítica
La "amistad sin límites" entre Rusia y China, tal y como se presentó en una declaración realizada durante la visita del presidente Putin a Pekín unas semanas antes del estallido de la invasión rusa, encontró rápidamente sus límites, ya que Pekín seguía negándose a apoyar oficialmente la "operación especial" (Rusia denominó así su invasión y guerra a Ucrania. NdeE) en Ucrania y se plegaba a las sanciones occidentales. Sin embargo, la pseudo-alianza de circunstancias se ha mantenido en general, en contra de las esperanzas de algunos analistas estadounidenses: la pérdida de ingresos creada por las sanciones contra Rusia se ha compensado en parte con una explosión de las relaciones económicas entre ambos países, en las que China, por ejemplo, se ha convertido en el mayor importador de petróleo ruso, ocupando el lugar que antes ocupaba Alemania. También han aumentado mucho las exportaciones chinas, especialmente de semiconductores, a través de circuitos indirectos. Estos chips son de vital importancia para Rusia, ya que los utiliza para su armamento.
Moscú ha encontrado así en China un socio comercial que puede compensar las sanciones occidentales y mantener su maquinaria bélica. Por su parte, Pekín está más que satisfecho de poder comprar petróleo ruso a bajo precio. Este es el principal objetivo de la visita del líder chino a Moscú. Más allá del deseo real de presentarse como pacificador en Ucrania, la cuestión central de la visita de Xi Jinping es reforzar la cooperación económica bilateral entre los dos países. China necesita petróleo en grandes cantidades, y el circuito del petróleo de Arabia Saudita (su principal proveedor) y del Gas Natural Licuado de Qatar es largo y está lleno de escollos: los estrechos de Ormuz y Bab-el-Mandeb, el estrecho de Malaca y, por último, el mar de China Meridional.
La presencia a sus puertas de la mayor cuenca de hidrocarburos del mundo, en Siberia occidental, está empujando a China a revisar sus rutas de suministro y alejarse del Mar de China, rodeado por aliados de Estados Unidos. Para ello, uno de los principales puntos de discusión debió ser la puesta en marcha de un nuevo gasoducto, el "Power of Siberia II", que llevaría el gas de Siberia en línea directa a China, atravesando Mongolia. Este es un punto clave de discusión para China, e importante también para Rusia, pero no se informa mucho de él en los principales medios de comunicación, que se centran en la cuestión ucraniana.
En muchos sentidos, la reunión entre Putin y Xi es más importante para este último: China se ve perjudicada por los embargos comerciales actuales y futuros y busca nuevos socios. Se trata de una tarea difícil, ya que la mayoría de las empresas chinas prefieren tratar con Europa. Encontrar oportunidades en Rusia está resultando complicado. Por el momento, la evolución de las relaciones comerciales se ha limitado a los mercados de hidrocarburos y semiconductores. Los dos Jefes de Estado están muy interesados en diversificar las importaciones y exportaciones entre ambos países.
Aunque se presentan como amigos de toda la vida, la "alianza" entre China y Rusia, es una alianza de circunstancias más que una cercanía orgánica; Rusia necesita vitalmente el apoyo de China, aunque sea relativo, en su conflicto, ya sea político, financiero o militar; China busca reducir su dependencia comercial de un Occidente cada vez más hostil y de los Estados del Golfo, cuyas exportaciones están condicionadas al control de los estrechos que los separan, y en particular del estrecho de Malaca, "punto caliente de la seguridad mundial". Al mismo tiempo, China busca crearse una posición de interlocutor privilegiado en los conflictos que atraviesan el mundo, en particular con los BRICS y el "Sur global". El siguiente paso para Xi Jinping podría ser una conversación en los próximos días con Zelensky, la primera desde el comienzo de la guerra.
La política reaccionaria y hostil de las potencias imperialistas, empezando por EEUU, ha acercado a China y Rusia. Y aunque este acercamiento parezca basarse en una posición defensiva de ambos países, no es un detalle. Al contrario, es un acontecimiento importante en las relaciones internacionales y la competencia entre Estados.
Sin embargo, el hecho de que China y Rusia se opongan a las políticas de los imperialistas occidentales no las convierte en potencias "antiimperialistas". De hecho, Moscú y Pekín buscan sus propias vías para imponer los intereses de sus clases capitalistas en la escena internacional y, por lo tanto, son potencias profundamente reaccionarias y antiobreras. El movimiento obrero y la izquierda no tiene que elegir entre estos dos "bloques" reaccionarios, sino que debe tratar de crear una alternativa de clase independiente dentro de estas fricciones y tensiones internacionales.