1 de cada 3 franceses votaron en blanco o no fueron a votar. La crisis del régimen francés vista a través de las urnas.
Lunes 8 de mayo de 2017 15:08
Emmanuel Macron obtuvo el 66,10% de los votos y se alzó con el triunfo en el balotaje frente a Marine Le Pen, convirtiéndose así en el presidente más joven de Francia. Varios analistas han destacado su capacidad para organizar su propio espacio político en tiempo récord, por fuera de los partidos tradicionales y de las reglas de la política francesa.
Además, Macron ganó en todos los distritos del país (y en las regiones de ultramar), menos en dos: Pas-de-Calais y Hauts-de.France, donde Le Pen logró el triunfo, con poco más del 50% de los votos.
Sin embargo, la elección de ayer muestra algo más que la victoria de Macron. Expresa su debilidad y escasa legitimidad, que se tradujo en la baja en la participación electoral y en la cantidad de votos blancos y nulos.
Si en la primera vuelta, la participación fue del 78,69%, en el balotaje se redujo al 75,34%. En París, Lyon y Marseille, las ciudades más populosas del país, es donde más alta fue la abstención, creciendo con respecto al 23 de abril. Por ejemplo, en París, donde Macron ganó por más del 90% de los votos válidos, la abstención pasó del 16,15% en la primera vuelta al 21,51% en la segunda.
Si bien Macron logró 20.753.704 de votos, la abstención y el voto en blanco sumaron 16.800.000 de votos, incluso superando en 4 millones a Le Pen, que obtuvo 10.643.937.
El voto en blanco y nulo fue del 12% de los votantes o 9% de los inscriptos. En la primera vuelta ambos sumaron apenas 1,99%.
De cada 100 franceses:
25 no votaron
9 votaron en blanco o nulo
22 votaron a Le Pen
44 votaron a Macron
La crisis del régimen francés: Ni Le Pen ni Macron
El rechazo que suscitaban ambos candidatos era notable. Se veía en las calles, en las marchas que durante dos semanas levantaban banderas con una clara consigna: ¡Ni Le Pen ni Macron!
Las condiciones de vida y de trabajo de los franceses, en especial de la juventud, son cada vez peores. Menos oportunidades laborales y bajos salarios, que las patronales intentarán seguir empeorando, como lo vimos durante el 2016 con la reforma laboral. E incluso, con la llamada “Ley Macron”, otro instrumento para flexibilizar la contratación de trabajadores que implementó Macron en sus años de ministro de economía.
Que 1 de cada 3 franceses no haya elegido por ninguno de los candidatos expresa la bronca y la falta de representatividad, no sólo de los partidos tradicionales, sumidos en enormes crisis, sino del régimen francés de conjunto. Si nos tenemos que remontar a 1969 para encontrar indicadores similares en las elecciones, habla del nivel de degradación en el que se encuentra el imperialismo francés. Incluso, ese año, el porcentaje de votos en blanco fue la mitad de los que cosechó el balotaje menos entusiasmaste de las últimas décadas.
Macron obtuvo el apoyo se grandes aparatos partidarios, como el partido republicano y el partido socialista, no tanto por simpatía hacia el exministro sino porque eran conscientes que la alternativa Le Pen iba a llevar a un proceso de ruptura de Francia con la UE, entre otras tantas medidas que no concuerdan con la línea globalizadora del mundo financiero y empresario francés. Este apoyo y el miedo a Le Pen sirvieron para que prevalezca la lógica del “mal menor”.
Pero eso no es garantía de un gobierno legítimo. Y Macron no cuenta con más que el apoyo del 18% de los franceses, el número real que lo votó en primera vuelta. Y será difícil que le alcance sin entablar alianzas con los partidos que dominaron el juego político francés en las últimas décadas de la V República: el socialismo y el republicanismo, aunque sumidos en el descrédito y la falta de representatividad.
En sólo un mes el líder de En Marcha! tiene el primer gran desafío: las elecciones legislativas. Ahí empezará a aparecer la táctica que empezará a desarrollar Macron para construir gobernabilidad.
La agudización de la crisis orgánica del régimen francés tuvo este domingo su nuevo capítulo, con el rechazo a ambos candidatos y con la incertidumbre que reinó durante la campaña electoral. Esta nueva subjetividad de la clase obrera francesa, que se viene expresando en las calles, en la lucha contra la Ley El Kohmri, las marchas contra la brutalidad policial y este rechazo en las urnas bajo la campaña ¡Ni Le Pen ni Macron!, son las bases para la emergencia de una nueva etapa de lucha de clases en el movimiento obrero francés.
Fuente de datos: Ministerio del Interior de Francia