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Red Internacional
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Panorama político. ¿Quién decide?

El Frente de Todos camina sus últimos días sobre un suelo que quema, y el peronismo entra en un período de redefiniciones. ¿Cuál es el proyecto? Con la renuncia de Alberto Fernández a la candidatura, les toca mover a Massa y a Cristina. La CGT hace sus apuestas. La izquierda y 1° de Mayo.

Jesica Calcagno

Jesica Calcagno @Jesi_mc

Martes 25 de abril de 2023 04:38

Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Fernández: los socios del Frente de Todos y las redefiniciones del peronismo l Foto: Telam

Sergio Massa, Alberto Fernández y Cristina Fernández: los socios del Frente de Todos y las redefiniciones del peronismo l Foto: Telam

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El pasado viernes llegó finalmente la noticia más cantada: Alberto Fernández renunció a su candidatura. “Mi decisión” tituló el presidente el video de más de 7 minutos. Aunque la aceleración de la crisis cambiaria, su propia imagen negativa que muestran diversas encuestas, y las presiones internas del peronismo fueron factores claves para ese desenlace. Las otras tribus frentetodistas festejaron la noticia: consideran que se despeja el camino para reordenar la coalición hacia las elecciones. Lo que sigue será la disputa de candidatos y si habrá PASO o llegan a un acuerdo.

El anuncio fue apenas un nuevo episodio de un gobierno que acumula fracasos y suma fragilidades económicas, que dan contorno a la difícil campaña electoral que deberán afrontar. En el rol que asumen los socios principales del Frente de Todos emergen las postales de un peronismo cruzado por múltiples crisis: de proyecto e identidad, de liderazgos, y de votos.

El lugar de Alberto

Una de las razones que esgrimió Alberto para bajarse es que quiere concentrarse en “resolver los problemas del país”. Como si hiciera falta desmentir algo que nadie cree, su agenda presidencial casi reducida a eventos protocolares confirma nuestras sospechas. Las principales preocupaciones del presidente están puestas en dos objetivos. Por un lado, insistir en dirimir las candidaturas en una PASO. Una forma de pelear su lugar en la mesa de decisiones del peronismo que viene, intentando esmerilar el peso del cristinismo. Algo así como aquellas declaraciones en off que le atribuyeron de buscar “terminar con 20 años de kirchnerismo”, aunque luego su entorno las desmintió. Por otro lado, su prioridad está en salir a disputar el balance de su gestión, intentando que se rescate algo de su “legado”. Este lunes empezó una ronda de entrevistas en medios con ese objetivo, repitiendo el libreto de culpar a “la herencia de Macri, la pandemia, la guerra, la sequía” como explicación a todo. Sostiene que su cualidad es que “no tomó ninguna medida contra el pueblo”. El ruinoso acuerdo con el FMI que convalidó la estafa de la deuda macrista no dice lo mismo. Myriam Bregman del Frente de Izquierda recordó el viernes que gobernó cuatro años “con un frente que hizo más ricos a los ricos y más pobres a los que trabajan”. Algo que está a la vista y se respalda con datos que brindó CIFRA de la CTA. ¿Cómo podrá el peronismo presentarse como opción luego de gobernar con esa orientación?

El Frente de Todos camina sus últimos días sobre un suelo que quema. Inflación y presiones devaluatorias, con el FMI respirando en la nuca con sus clásicas exigencias de más ajuste. Nada de esto parece tocar los planes del presidente, que está en su propio juego y profundiza su desenganche con la realidad.

Cristina y Massa: las palabras y los hechos

El ministro de economía está en el ojo de la tormenta de la crisis cambiaria, y apuesta todo a un “plan aguantar”. El escenario económico está abierto y hay distintas hipótesis, como detalló Pablo Anino este domingo en Ideas de Izquierda.

La apuesta principal de Massa está en una nueva negociación con el FMI para que adelante para junio todos los desembolsos que estaban previstos para lo que queda del 2023. De aceptar el organismo internacional, implicaría el ingreso de 10.000 millones de dólares para afrontar la largada oficial de la campaña electoral (el 14 de junio cierra la inscripción de alianzas y el 24 de junio se presentan los precandidatos). Todo tiene una contrapartida, nada es gratis. No solo en lo económico: Estados Unidos está exigiendo realineamientos geopolíticos por su disputa con China.

Se trata de buscar un salvavidas momentáneo, e intentar despejar un escenario catastrófico como el que rodeó la salida de Mauricio Macri en 2019. Vale recordar que si la mayor dispersión electoral en este 2023 hace todo más impredecible, su resolución tendrá un largo camino de tres meses por delante: en agosto las PASO, en octubre las generales y en noviembre el balotaje. Para la precaria situación económica y política de nuestro país, hay una eternidad entre agosto y el 10 de diciembre cuando asuma quien sea electo. Se sabe que “los errores involuntarios” de actores económicos -como el que reconoció Max Capital- para presionar a devaluaciones, se suelen multiplicar en períodos de transiciones electorales. Una forma de adelantar “el trabajo sucio” de un mayor ajuste contra las mayorías trabajadoras y sectores populares.

Con una inflación en abril que se vuelve a sentir fiera en los bolsillos, Sergio Massa insiste con una agenda que apunta a complacer a Estados Unidos y al poder económico más concentrado. Además de continuar con el “dolar agro”, sumó nuevos anuncios para grandes empresarios petroleros. Prometió que enviará al Congreso dos proyectos claves para el sector: beneficios impositivos (y seguramente que dispongan de dólares con más libertad) para el desarrollo del Gas Natural Licuado (GNL) y del hidrógeno. Fue en “IDEA Vaca Muerta”, donde habló en un panel moderado por el CEO de Pan American Energy, Marcos Bulgheroni. Todo en medio de la corrida. Esta semana tiene previstos otros anuncios frente a distintas cámaras empresarias.

Con 7 meses por delante en el gobierno, se suman medidas a favor del poder económico más concentrado. Sigue sin aparecer un rumbo para revertir la caída sistemática del poder adquisitivo de las mayorías.

Que la hoja de ruta de ajuste del ministro de economía tiene el aval de la vicepresidenta no es ningún secreto. No solo quedó claro con la votación del presupuesto 2023 (ordenado a partir de las metas del FMI) que contó con el apoyo del cristinismo y La Cámpora. También han halagado a Massa, casi como si fuera un “salvador”, y hasta es uno de los candidatos ponderados para competir en las presidenciales.

La expectativa ahora está puesta en Cristina Fernández que hablará este jueves en La Plata. Con la excusa de presentar “la Escuela Justicialista Néstor Kirchner”, se espera que haga alguna definición electoral. O, por lo menos, algunos gestos. Algunos creen que puede dar marcha atrás y finalmente candidatearse a algo. Sino, entre los nombres de posibles candidatos que podría respaldar, se barajan algunas opciones. Aunque ninguna entusiasma. Además de Wado de Pedro, no se descarta a Sergio Massa. En las últimas horas, crecieron las versiones que no desestiman la posibilidad de que Axel Kicillof juegue finalmente en la presidencial, dejando vacante la gobernación de la provincia de Buenos Aires.

El título de la convocatoria que difundió la propia vicepresidenta en sus redes sociales es: “La Argentina Circular: El FMI y su histórica receta de inflación y recesión. Fragmentación política y concentración económica”. El recordatorio de que el Fondo siempre promueve recetas de inflación y recesión, podría haber sido más útil antes de convalidar la estafa del gobierno de Macri. Una deuda que ni siquiera investigó el Frente de Todos.

Cristina Fernández y su espacio son parte de ese legado: su gobierno se sumó a la lista de los que pagaron una estafa a costa de más hambre, pobreza y precariedad en la vida de las mayorías. No alcanza con no haber sido quienes contrajeron la deuda con el FMI. La cuestión está en qué hicieron con esa deuda, las prioridades que se desprendieron de eso, y las consecuencias sobre las mayorías.

Según informó el jefe de gabinete, a partir de una pregunta de diputados del Frente de Izquierda, desde que asumió el gobierno el 10 de diciembre de 2019 hasta fines de febrero de 2023, pagaron al FMI 27.816 millones de dólares. Así y todo, al 28 de febrero de este año la deuda con el organismo asciende a 52.990 millones de dólares. El préstamo original que contrajo Macri fue de 44.000 millones de dólares. Con estos números se podría graficar muy bien esa “Argentina circular” y su impacto en una pobreza que rozó el 40% a fin del 2022 y promete seguir creciendo en 2023.

La caída del Frente de Todos en las encuestas no cae del cielo. Las dificultades para delinear una estrategia electoral (y sus candidatos) hablan de un momento de redefinición del peronismo. No solo en cuanto a liderazgos. Está en juego una identidad y cuál vaya a ser de ahora en más, con nuevas generaciones de trabajadores, jóvenes y barriadas populares alejados del relato de un pasado que no vivieron ni los interpela. Que solo conocen este peronismo gobernando. ¿O cómo va a reconfigurarse el peronismo en otro contexto geopolítico, con una Argentina más dependiente y poco margen de maniobra con el FMI adentro? ¿Alguien sabe cuál es el proyecto?

Para completar el panorama de la sintonía en la que está el peronismo, no puede faltar el papel estelar que está haciendo la CGT. Parece que recién descubren que hay “una escalada inflacionaria que pulveriza los salarios” y una “informalidad laboral y pobreza inaceptable”. Bueno, tan inaceptable no es: lo único que hicieron fue… escribir el diagnóstico en un papel. Sumaron el anuncio de un acto para el 2 de mayo, por el día del trabajador, invitando a Sergio Massa. Es que la cúpula de la central sindical cerró filas para promover al ministro como “candidato de consenso” del oficialismo. El acto del 2 de mayo será estrictamente electoral y para dar un mensaje en la interna del peronismo. Por las dudas, en el osado documento dejaron abierta la puerta para ofrecerse de aliados de un eventual próximo gobierno de otro signo político. Promueven “la convocatoria de un gran consenso político, económico y social que permita alcanzar acuerdos básicos para el diseño de un programa de mediano y largo plazo”. Un explícito “estamos para todos los negocios”. La dirigencia sindical también da un paso más en su degradación en medio de esta crisis.

Por izquierda

La conducción de la CGT es parte del repertorio que da algunas pistas del por qué buena parte de la agenda pública está copada por la ultraderecha.

El encadenamiento de fracasos de Juntos por el Cambio y el Frente de Todos pulverizaron los ingresos de las mayorías, y avanzó el saqueo y el poder del FMI sobre nuestro país. La tregua permanente de la dirigencia sindical, aportó algo más en ese dejar pasar el ajuste de ambos gobiernos. Nicolás del Caño del Frente de Izquierda, sostuvo que “eso también alimenta a que no se piense en salidas colectivas, de organización, de lucha, como se ve, por ejemplo, en Francia”. Un terreno allanado para que los valores individualistas y meritocráticos que promueven desde Javier Milei a los referentes de Juntos por el Cambio, ganen peso. O para que la resignación a lo que se puede aquí y ahora, obture cualquier imaginario que rompa los límites de lo que venden como posible. Una fórmula encerrada en variantes de ajuste.

Que la clase trabajadora, la juventud y los sectores populares desplieguen su fuerza en la lucha y la organización colectiva es parte fundamental de la batalla con la agenda de la ultraderecha, de la que muchos empiezan a tener preocupación por su crecimiento electoral. Una pelea que empieza enfrentando el ajuste que hoy está llevando adelante el gobierno.

Es la apuesta del Frente de Izquierda impulsar y unir esas luchas colectivas a una alternativa política de las y los trabajadores. El próximo lunes 1° de Mayo, convocan actos en plazas de todo el país para darle fuerza a este camino. La política tradicional y los empresarios tienen sus mesas de decisiones todos los días. Para que no decidan por nosotros y nosotras, la clase trabajadora necesita deliberar desde abajo su propia salida.


Jesica Calcagno

Nació en Buenos Aires en 1984. Licenciada y profesora en Sociología (UBA). Acreditada en el Congreso.

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