A solo 37 días del plebiscito que en Chile definirá si se inicia un proceso constituyente, se analiza en el siguiente artículo una de las trampas más importantes de la convocatoria: el quórum de 2/3, por lo que una minoría de los partidos tradicionales puede bloquear cualquier cambio.
Viernes 18 de septiembre de 2020 17:49
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El levantamiento popular que tuvo lugar en Chile en octubre de 2019 y que se extendió hasta el inicio de la cuarentena, tuvo una bandera clara: acabar con los 30 años de herencia neoliberal que había quedado de la dictadura pinochetista y que no había sido modificado por ninguno de los gobiernos posteriores. Esa herencia era ni mas ni menos que la privatización de la salud y la educación, de las jubilaciones, la desigualdad y la precarización laboral, la brutalidad policial, entre otras.
Todo esa herencia se puso en duda con el estallido social, y la forma que encontró el debilitado Gobierno de Piñera para encausar parcialmente esa furia fue negociar con las fuerzas parlamentarias (desde la derecha hasta las neoreformistas), un llamado a reformar la constitución. Sin embargo, esa convocatoria está plagada de trabas, para que finalmente no se puedan realizar modificaciones de fondo. Entre ellas se encuentra la restricción para la participación de nuevos partidos, que no puedan votar los jóvenes de entre 16 y 18 años (que fueron los protagonistas de la rebelión) y tampoco aquellos con Covid-19 (en medio de la pandemia y sin dar una solución alternativa). Además el calendario largo, que llega hasta el año que viene buscaba que el fuego de octubre pasado se vaya apagando, lo mismo que el llamado a al plebiscito previo, que se realiza en el próximo octubre, donde además de votar por una constituyente se pide que se vote por una convención constituyente (con todos sus miembros electos por voto popular) o una mixta (donde la mitad sería elegida por el mismo Congreso que defendió esa herencia pinochetista por años). Además, durante todo el proceso, el desprestigiado Piñera se mantendrá como presidente y también estarán en sus puestos e impunes los carabineros y militares responsables de las peores vejaciones durante el estallido social.
Sin embargo, una de las restricciones más importantes es el llamado Quórum de 2/3.
¿Qué significa que exista un quórum de 2/3?
La Convención que salga elegida deberá aprobar las normas y el reglamento de votación por un quórum de 2/3 de sus miembros en ejercicio, por lo que no podrá alterar los quórum ni procedimientos para su funcionamiento y para la adopción de acuerdos. Como bien lo explica Daniel Vargas, abogado y dirigente del Partido de Trabajadores Revolucionarios (PTR): “ Con el quórum de 2/3 se le otorga un enorme poder de veto a una pequeña minoría, en defensa de los grandes grupos económicos, como BHP. Luksic,Matte,Angelini o el mismo Piñera. Solo con el 33% de las y los representantes que voten negativamente una propuesta, se podrá bloquear cualquier decisión”.
En términos concretos, al usar el mismo sistema electoral que usan los diputados, el país se dividiría en 28 distritos que eligen entre 3 a 8 delegados, sumando un total de 155 delegados- tal como la actual Cámara de Diputados-, que se verán regidos por un quórum de 2/3 para aprobar cada una de las normas que se quieran integrar a la nueva Constitución, es decir, que de 155 delegados, se necesitaría del acuerdo de 104 delegados para aprobar lo que se proponga.
Esto quiere decir que basta con que un delegado no tenga acuerdo con alguna norma- digamos establecer con rango constitucional la garantía del Estado para una pensión digna mediante un sistema público o que se garantice un sistema de Educación Universitaria Gratuito y de calidad-, para que esto no se realice, dejando en evidencia lo fácilmente manipulable que puede ser el sistema que rige a ambas Convenciones, permitiéndole a una minoría poder tomar decisiones por sobre la mayoría de la misma forma que han hecho durante años.
Es por esto que debemos volver a luchar por una Asamblea Constituyente Libre y Soberana, que permita disponer de métodos realmente democráticos y transparentes que nos permitan decidir a las y los trabajadores el camino que queremos seguir para responder a todas nuestras exigencias.