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Red Internacional
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Ucrania. Trump negocia con Putin: ¿la Unión Europea, próxima víctima de la victoria rusa?

Donald Trump ha anunciado que ha mantenido conversaciones con Vladimir Putin con vistas a la apertura "inmediata" de negociaciones de "paz" en Ucrania. Un balde de agua fría para Kiev y para una Unión Europea atrapada en la política del imperialismo norteamericano.

Jueves 13 de febrero 23:30

Oficina de Prensa e Información de la Presidencia, junio de 2019

Oficina de Prensa e Información de la Presidencia, junio de 2019

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Artículo original publicado este 12 de febrero como editorial en el medio Révolution Permanente, parte de la red internacional de La Izquierda Diario: Ukraine. Trump négocie avec Poutine, l’UE future victime de la victoire de la Russie ?


Al parecer, durante la llamada entre los dos jefes de Estado no solo hablaron de la apertura de negociaciones para poner fin a la guerra que dura ya casi 3 años, sino también de visitas oficiales de ambos a sus respectivos países. Aunque Trump anunció inmediatamente que llamaría a Volodymyr Zelenski para informarle de la discusión, no es baladí que excluyera a los líderes europeos de estos intercambios, al menos inicialmente. Todo parece indicar que está enviando un mensaje a las potencias de la Unión Europea: el tiempo en que Estados Unidos soportaba el mayor peso de la guerra en Ucrania y, sobre todo, de la seguridad del continente europeo ha terminado.

Pero el mensaje también se envía a la base social y política del presidente norteamericano. Como en el caso de la guerra genocida de Gaza, Trump debe mantener su imagen de "hombre providencial" capaz de poner fin a los grandes conflictos internacionales. Sin embargo, estas negociaciones entre Trump y Putin sólo pueden conducir a un resultado reaccionario. Queda por ver con qué rapidez se abrirán estas negociaciones y cuál será su contenido concreto, pero es muy probable que no resuelvan ninguna de las contradicciones estructurales que condujeron a esta guerra.

No hay que olvidar que Trump, durante su primer mandato, contribuyó en gran medida a militarizar Ucrania y a alimentar la política de cerco a Rusia, que luego fue utilizada como argumento por Putin para justificar el desencadenamiento de su guerra reaccionaria. Desde este punto de vista, lo primero que hay que decir es que las y los trabajadores, jóvenes y oprimidos en su conjunto no pueden confiar en que estos dirigentes capitalistas pongan fin de verdad a las guerras catastróficas. Como en el caso de Palestina, las negociaciones entre Putin y Trump podrían llevar a una precaria situación de paz, impulsando la militarización no sólo de Ucrania sino de todo el continente, preparando así nuevas guerras en un futuro no tan lejano.

A través de esta política, Trump también podría estar buscando una forma de acercamiento a Rusia con el objetivo de distanciarla de China y potencialmente utilizarla contra Pekín. Es una política que reclaman algunos analistas del imperialismo estadounidense críticos con la estrategia ante la guerra de Ucrania. Sin embargo, es difícil decir en este momento si esta es realmente la intención de Trump e incluso si tal política podría funcionar. Estados Unidos ha demostrado una y otra vez que está dispuesto a traicionar sus compromisos, incluso con sus socios, cuando ello redunda en su propio interés. Por lo tanto, existe una gran desconfianza hacia Estados Unidos, especialmente por parte de los Estados considerados por el imperialismo estadounidense como «enemigos del orden mundial» como China, Rusia e Irán, entre otros.

De cualquier modo, para muchos, especialmente en Europa, abrir negociaciones para poner fin a la guerra bajo los términos de Moscú equivaldría a concederle la victoria a Rusia. Trump lo sabe bien. Pero parece querer "ganar con Putin". Es decir, busca que el acuerdo de paz sea percibido como una derrota para Ucrania y la Unión Europea, pero no para Estados Unidos ni para la OTAN en su conjunto. Durante esta guerra, Washington ha obtenido importantes avances tácticos y estratégicos, como el distanciamiento de Alemania respecto a Rusia, el aumento generalizado del gasto militar de las potencias europeas de la OTAN y la conquista de una mayor cuota del mercado energético europeo, facilitada además por el sabotaje de los gasoductos Nord Stream 1 y 2.

Trump podría tratar de imponer una forma de distensión con Putin sin que ello signifique una vuelta a la situación anterior a 2022. Para lograrlo, será importante mantener una forma de conflicto "congelado" entre Ucrania y Rusia, obligando a la UE a convertirse en el garante último de la seguridad de Ucrania. Esto podría significar el envío de tropas europeas al país. En otras palabras, los ejércitos europeos se estacionarían directamente en la frontera con Rusia, en un país no perteneciente a la OTAN. Pete Hegseth, Secretario de Defensa de Estados Unidos, dejó claro el miércoles en Bruselas que"cualquier garantía de seguridad debe estar respaldada por tropas europeas y no europeas competentes (...) las tropas desplegadas en Ucrania no deben formar parte de una misión de la OTAN, ni estar amparadas por la cláusula de defensa mutua del artículo 5 de la alianza".

De este modo, la administración Trump enfría el ardor de Kiev respecto a sus pretensiones de adhesión a la OTAN, al tiempo que presiona a las potencias europeas para que sigan aumentando sus gastos militares. Esta militarización podría dar peso a ciertos Estados como Polonia, que no ha ocultado sus ambiciones de convertirse en una potencia militar en el continente. Pero Francia también podría reposicionarse como actor clave, dado su peso militar dentro de la UE.

Un acuerdo en el que Rusia pudiera aparecer victoriosa sólo alimentaría la propaganda de quienes presentan a Moscú como una amenaza para toda la UE, lo que en el curso de esta guerra ha demostrado ser bastante falso (Rusia ni siquiera ha sido capaz de derrotar militarmente a Ucrania). De hecho, este discurso es funcional a los intereses de quienes desean la militarización de Europa, incluido Estados Unidos. Lo cierto, sin embargo, es que esta situación está revelando hasta qué punto las potencias imperialistas dependen en última instancia de Estados Unidos para su seguridad. Esto será una fuente de inestabilidad tanto dentro de las potencias de la UE como en el exterior. También podría ser un factor más de fortalecimiento de las corrientes nacionalistas, ya que la UE paga en términos de seguridad décadas de subordinación al imperialismo estadounidense.

En cuanto a Ucrania, el otro gran perdedor potencial en estas negociaciones, corre el riesgo de tener que ceder franjas enteras de su territorio a Rusia. Zelensky no tiene más remedio que aceptar los planes de Trump. Es el resultado de su política de sumisión a las potencias imperialistas, empezando por Estados Unidos. Durante la guerra, Zelensky y sus partidarios hablaron mucho de defender la autodeterminación ucraniana frente a Putin, pero en realidad estaba transformando el control de Moscú en el de los imperialistas occidentales. Su lucha nunca fue por la verdadera independencia de Ucrania, que sólo puede lograrse mediante una lucha sin cuartel contra los intereses capitalistas en el país y contra la influencia y la opresión imperialistas.

En este contexto, Zelensky tendrá que hacer frente ahora a un posible aumento de las tensiones políticas en Ucrania. La ley marcial y la guerra le han permitido seguir al frente del país a pesar de que su mandato terminó oficialmente en mayo del año pasado. Pero cuanto más nos acercamos al final del conflicto, mayor es el riesgo de que surjan tensiones políticas internas, sobre todo si el acuerdo de paz se percibe como demasiado desfavorable para Ucrania. La extrema derecha podría pasar a la ofensiva, con la legitimidad de haber participado directamente en los combates.

Es muy probable que Ucrania salga de la guerra con gran parte de su territorio amputado, endeudado, aún más sometido a las potencias extranjeras y, al mismo tiempo, totalmente militarizado. Gran parte de su población sigue en el extranjero y otra parte está desplazada dentro del país. Cada vez está más claro que el país nunca podrá recuperar una verdadera autodeterminación a manos del imperialismo. Trump lo ha confirmado brutalmente.

Las negociaciones actuales abren la puerta a una congelación temporal del conflicto, conforme a los intereses del imperialismo estadounidense. Las potencias imperialistas europeas podrían verse obligadas a desempeñar un papel central en la militarización de Ucrania, incluso enviando tropas al territorio ucraniano. Una situación que subraya la urgencia de una política independiente de los imperialismos occidentales y de la OTAN, en defensa de la autodeterminación de Ucrania. El único camino hacia esta solución es el de una Ucrania socialista, obrera e independiente. El movimiento obrero europeo e internacional debe prepararse para luchar contra las futuras tendencias de militarización en el continente.