La crisis sanitaria, económica y social no golpea a todos por igual, dialogamos con inmigrantes ghaneses del barrio de Constitución, que sobreviven a la pandemia, el racismo y la xenofobia.
Jueves 9 de julio de 2020 19:23
La crisis económica, sanitaria y social por la que está pasando la humanidad no golpea igual a todos en este sistema. Los trabajadores terminamos siendo siempre los más afectados mientras que los dueños de la mayor parte de la riqueza siguen ganando a costa nuestra. Si a eso le sumamos el hecho de ser negro e inmigrante, la cosa empeora.
Las masivas movilizaciones en respuesta al racismo y a la violencia policial que están surgiendo en el mundo, particularmente en EEUU por ser la principal potencia imperialista y la profunda crisis política que éstas desataron, nos llevan a pensar que no podemos ser ajenos al fenómeno del racismo en nuestro país.
Ya sea por los gobiernos de turno o los grandes medios de comunicación, las personas afrodescendientes han sido sistemáticamente silenciadas, perseguidas y reprimidas. Varios hemos escuchado muchas veces el discurso de que el racismo en la Argentina es un asunto menor, “casi no hay negros en Argentina”. ¿Pero qué hay detrás de este silencio?
El racismo, nacido como justificación del capitalismo para legitimar uno de los pilares más importantes para su desarrollo, el comercio de esclavos fue evolucionando y tomando muchas expresiones, pero aún conserva su función inicial: la deshumanización de las y los trabajadores negros con el fin de favorecer la explotación y la precarización. Los negros “no existen” en Argentina porque no llegan a ser ciudadanos relevantes, sin embargo, representan muchos de los trabajadores que vemos todos los días.
«Algunos de los chicos intentan salir a vender en la calle porque no queda otra, de algún lado tiene que salir el dinero. Pero muchos de ellos no consiguen el permiso para salir y la policía los agarra. Sabemos cómo es la policía, es muy violenta»
La mayoría de ellos se gana la vida con trabajos insalubres, con un abandono total por parte del Estado y desechados cuando ya no representan ganancias para los empresarios. El mismo gobierno que se dice abrazar varias organizaciones sociales solidarias es el mismo que permite la exclusión laboral de la mayoría de estos trabajadores, y el accionar de intendentes de distintas fuerzas políticas junto a la policía son los que realizan actos de violencia racista como sucedió a fines del 2019 en La Plata con la policía de parte del intendente Garro o en febrero de este año en el barrio de Flores de nuestra Ciudad de Buenos Aires.
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Estuvimos hablando con X, representante de un grupo de inmigrantes venidos de África vecino de Constitución y nos cuenta cómo es el día a día de su comunidad transitando la cuarentena por Covid-19.
“Muchos trabajamos vendiendo mercadería en la galería de en frente a la estación, donde pueden llegar a cobrarte hasta $50.000 por mes por un local chico de 2m x 3m. En situaciones normales, podemos llegar a trabajar hasta 12 o 14 horas para cubrir ese gasto. A eso sumémosle los gastos de alquiler del departamento donde vivimos con nuestras familias”.
Esto exorbitantes precios empujan a la venta ambulante y así nos lo explicaba: “Algunos directamente no pueden afrontar el gasto del local y tienen que vender en la calle. Los argentinos nos ven todo el tiempo, si hay algo que no pueden negar es que a los chicos se los ve trabajando siempre en donde pueden”.
Sobre como son las condiciones ahora, en medio de la pandemia, nos relató: “Ahora con la cuarentena se complica porque la galería está cerrada. Estamos cobrando los $10.000 de ANSES pero a muchos de nosotros se lo rechazan, y entre que hacemos el reclamo en ANSES y nos notifican el porqué, puede pasar un mes. ¿En ese tiempo como alimentamos a nuestros hijos? Estamos en el medio de una pandemia y los hijos tienen que comer fruta para tener las defensas altas pero la fruta está carísima. Nos la pasamos comiendo arroz y tomando agua ¿Cómo pagamos el alquiler? Muchas veces recibimos aprietes de los dueños de los lugares donde vivimos. También quisimos recurrir a la Defensoría del Pueblo pero no nos llaman. Lo que más queremos es salir a trabajar”.
A pesar de la cuarentena la realidad apremia por eso “algunos de los chicos intentan salir a vender en la calle porque no queda otra, de algún lado tiene que salir el dinero. Pero muchos de ellos no consiguen el permiso para salir y la policía los agarra. Sabemos cómo es la policía, es muy violenta”.
“Por otro lado, vendemos algunas cosas por Facebook, pero al estar la Galería cerrada por la cuarentena, el dueño retiene la mercadería y nos obliga a pagarle un porcentaje por cada venta. La galería está cerrada, pero las expensas las sigue cobrando, y sin posibilidad de que podamos sacar nuestras cosas”.
Sobre el trabajo en la calle nos agregó: “Queremos denunciar todo esto, pero hay mucha corrupción y nosotros tenemos que tener mucho cuidado. Tenemos problemas con el idioma y cuesta mucho conseguir trabajo. Entre nosotros nos cuidamos mucho cómo podemos, tratamos de ayudarnos lo más posible y organizarnos para sobrevivir”.
Finalizando nos deja esta interesante reflexión: “Somos muchos y somos varias comunidades de varios países, los argentinos nos ven en la calle laburando. No tenemos dinero y el trabajo falta, pero los impuestos los seguimos pagando, el monotributo lo pagamos, el IVA también. Eso el gobierno lo ve, la justicia lo ve. Hay gente muy rica, con mucho dinero ¿Por qué tenemos que pagar nosotros la pandemia?”.