A causa del calentamiento global se está por producir el mayor desprendimiento registrado, de 6.400 km2, en los hielos permanentes de la Antártida.
Viernes 23 de junio de 2017
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En los últimos 60 años la temperatura del continente se ha elevado en hasta 2.5°C y como consecuencia es inminente el desprendimiento de un bloque de hielo antártico, perteneciente a la plataforma de hielo de Larsen C, que tendrá hasta unos 6.400 Km2. Esto es parte del retroceso continuo de los hielos denominados de tipo “permanentes” de todo el mundo, causado por el calentamiento global.
Así ha venido siendo señalado en los estudios realizados por el Proyecto Midas, perteneciente a las universidades británicas de Swansea y Aberystwyth, quienes llevan años investigando los efectos del calentamiento global y del cambio climático en la Antártida occidental.
Esta barrera de hielo se ubica en la península antártica, y no es la primera en derretirse en el océano: la Larsen A, la más pequeña de la península, se desintegró en enero de 1995, mientras que la Larsen B se derritió casi en un 90 % en febrero de 2002.
En 2012 la grieta tenia “solo” 30 km de largo, pero en febrero de este año ya había llegado a los 175 km, mientras que en junio alcanzó los 190 km, más una profundidad de 533 metros y en algunas zonas los 3 km de ancho. Solo quedarían 13 km de largo que lo conectan a la masa fija de la península.
Para tener una idea del tamaño de este desprendimiento de hielo, equivaldría a 22 veces la Ciudad Autónoma de Buenos Aires o al ancho del Río de la Plata desde la provincia de Entre Ríos hasta la ciudad de La Plata, y tendría una altura promedio de 500 metros, es decir, de cuatro o cinco cuadras.
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Capitalismo, clase y especie
A lo largo de la historia natural de la Tierra hubo cataclismos y extinciones masivas que cambiaron radicalmente la vida del planeta, hasta puntos donde el 99 % de la vida fue borrada de la superficie. Sin embargo, durante este breve pestañeo que representa la historia de la humanidad, la clase dominante actual, la capitalista (o burguesía), ha puesto en peligro mismo el equilibrio todos los procesos naturales, con una velocidad nunca antes registrada en las eras geológicas pasadas.
La liberación de dióxido de carbono (CO2) contenido en el carbón y petróleo quemado por la industria, en pocas décadas, elevo su concentración en el aire a niveles que hubiera tardado millones de años en producirse por actividad volcánica.
Este aceleramiento continuo es parte del mismo funcionamiento de su sistema económico para revalorizar al capital, y hace que la clase burguesa se comporte como un parasito hacia el resto de su propia especie como con las demás.
Proponer una solución de fondo a los problemas ambientales implicaría que sus responsables, las grandes empresas relacionadas con la energía, la minería, la agricultura, la ganadería, la pesca, construcción, transporte etc., tengan que ceder gran parte o toda su ganancia, por lo que los problemas del medioambiente son incompatibles con los intereses del puñado de capitalistas que gobiernan el mundo.
Es por esto que el problema de una planificación racional esta ligado a la expropiación y estatización de los medios de producción. Estos deben ser gestionados democráticamente por sus productores junto con los consumidores, para planificar qué cosas y con qué métodos se produce, restableciendo el intercambio metabólico entre naturaleza y humanidad, garantizando la existencia de si misma y de todas las especies con quien comparte el planeta.
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