Tras las elecciones presidenciales, el régimen de Putin anuncia para la primavera rusa una nueva fase de reclutamiento militar, una de las más ambiciosas de los últimos diez años.
Miércoles 3 de abril 22:57
Cada año, en primavera y otoño, se organiza el servicio militar obligatorio en Rusia. Tradicionalmente, los hombres de entre 18 y 27 años se ven afectados. Sin embargo, a principios de 2024, el límite de edad para el servicio militar obligatorio se elevó a 30 años, y el objetivo fijado para esta primavera es uno de los más altos de la última década: 150.000 hombres. Es fácil ver por qué. En las condiciones de la guerra con Ucrania, lo que está en juego en este servicio militar obligatorio es mayor porque en los últimos dos años Rusia ha sufrido grandes pérdidas y busca constantemente fortalecer sus tropas en el frente y en la retaguardia.
El régimen de Putin ya llevó a cabo una primera ola masiva de “movilización parcial” en 2022, sometiendo a los civiles rusos a un entrenamiento militar rápido y superficial y enviándolos directamente al frente, un enfoque que luego demostró su ineficacia. También intentó movilizar a los prisioneros de las colonias penitenciarias con la promesa de libertad condicional a quienes firmaran un contrato con el Ministerio de Defensa que les obligara a luchar hasta el final de la "operación militar especial". En cuanto al servicio militar obligatorio, el régimen inicia activamente procesos penales contra todos aquellos que intentan eludirlo. En 2022, 1.121 personas fueron condenadas por deserción del servicio militar, con penas de hasta dos años de prisión.
El servicio militar obligatorio podría servir en el frente
Los jóvenes reclutados no serán enviados directamente al frente, asegura el Estado Mayor ruso. Pero en realidad, hacia el final de su servicio militar obligatorio, estos soldados pueden enfrentar intimidaciones y diversas presiones por parte de sus superiores que buscan obligarlos a firmar contratos con el Ministerio de Defensa para enviarlos al frente. Incluso antes de firmar dichos contratos, algunos de los soldados reclutados serán destinados a las regiones fronterizas de Belgorod y Kursk, que son objeto de bombardeos por parte del ejército ucraniano e incluso de incursiones terrestres de determinadas unidades. En este sentido, el servicio militar obligatorio presenta cuestiones de vida o muerte para los hombres involucrados.
Según informaciones del medio ruso Verstka, que se basa en fuentes de la administración del presidente, el Kremlin también está planeando una nueva ola de movilización militar para reclutar a más de 300.000 hombres en el frente. Esto implicará el reclutamiento de reservistas, estudiantes de universidades militares y soldados reclutados a los que la jerarquía presionará hasta que se firmen los contratos. El régimen espera reunir un número suficiente de hombres a través de estos canales para evitar una nueva persecución masiva similar a la movilización parcial de 2022, que provocó actos contra las oficinas de reclutamiento militar como el éxodo de decenas de miles de trabajadores a los países de Europa, el Cáucaso y Asia Central. Dos semanas después de las elecciones presidenciales marcadas por las manifestaciones y el sangriento ataque a la sala de conciertos de Crocus City Hall, el régimen no quiere más problemas internos.
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Guerra en Ucrania: ¿cuáles son los objetivos de Putin en 2024?
¿Para qué se está preparando exactamente el régimen de Putin? Tras el fracaso de la contraofensiva ucraniana a lo largo de 2023 y el inicio de una nueva ofensiva rusa a partir de octubre, Rusia logró capturar aproximadamente 518 km² de territorio ucraniano, según "The Daily Telegraph". El ejército ruso tomó en particular la ciudad de Avdiivka (este de Ucrania. N. de T.) obligando a mil soldados ucranianos a retirarse de esta posición. Después de estos magros éxitos, Rusia se está preparando, según The Economist, para una gran ofensiva en mayo-junio que sería la más ambiciosa desde el intento de guerra relámpago de febrero de 2022. Si se confirman estas informaciones, podríamos hacer algunas suposiciones sobre si el momento actual es apropiado para una nueva ofensiva rusa.
En primer lugar está el cansancio de la guerra del lado ucraniano, donde el efecto de la “unión sagrada” en nombre de la defensa de la patria se agotó después de dos años de privaciones y de numerosas derrotas en el frente. Los voluntarios llenos de entusiasmo patriótico son raros en Ucrania por estos días y cientos de jóvenes buscan activamente escapar del servicio militar obligatorio. El apoyo financiero y militar brindado a Ucrania por la OTAN desde el comienzo de la guerra fue considerable, y Estados Unidos realizó en los últimos dos años la mayor inversión extranjera desde el Plan Marshall en 1948. Pero hoy, el Gobierno de Biden está sumido en una verdadera crisis política, con el Partido Republicano bloqueando activamente cualquier plan legislativo para enviar nuevas armas a Ucrania. El probable regreso al poder en noviembre de Donald Trump, que aboga por una política exterior aislacionista, no augura nada bueno para Ucrania, que depende enteramente del apoyo de los distintos imperialismos para sus necesidades militares. Ante esta debilidad estadounidense, los estados europeos se han comprometido a brindar un apoyo más activo a Ucrania: el Reino Unido, Alemania y Francia han firmado garantías de seguridad con el país y la Unión Europea ha enviado un importante paquete de ayuda militar a principios de este año. Pero estos esfuerzos pueden no ser suficientes para reemplazar el papel que jugó Estados Unidos en este conflicto. Y es esta brecha la que Putin está tratando de aprovechar.
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¡Abajo la carnicería de la guerra!
La guerra de movimiento librada por el ejército ruso en febrero de 2022 en todo el frente ucraniano reveló enormes limitaciones militares y logísticas del ejército ruso. Basándose en información incompleta o incluso falsa de sus oficiales, sargentos y generales, el Estado Mayor de Putin perdió decenas de miles de soldados profesionales en ofensivas imprudentes. Desde que Rusia pasó a la defensiva, el frente se ha abastecido de reclutas civiles y del sistema penitenciario ruso, pero también de un flujo de voluntarios que firman contratos con el Ministerio de Defensa con la esperanza de mejorar sus condiciones económicas, siendo los militares el único sector de la economía que paga salarios altos a hombres sin educación superior.
Forzados o voluntarios, todos estos hombres son enviados a una muerte casi segura en una guerra de trincheras donde su coraje o combatividad individual no cuenta mucho frente a los drones ucranianos de bajo costo que los matan cada día por cientos. Estos hombres sirven como carne de cañón para su mando, que está dispuesto a sacrificar sus vidas masivamente para conquistar posiciones sin importancia estratégica como Bakhmout o Avdiivka. Lejos de la propaganda nacionalista chauvinista del régimen de Putin que promete gloria a los soldados, son estas muertes absurdas y sin sentido las que realmente muestran lo que es la guerra en el siglo XXI.
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Esta es la razón por la que el servicio militar obligatorio en Rusia es una verdadera tragedia, al igual que lo es en el lado ucraniano. El Estado recorre sus territorios, apuntando en particular a las repúblicas nacionales y a las regiones rurales, reprime a sus jóvenes, sacrificándolos en el altar de esta guerra sangrienta y profundamente reaccionaria. Quienes no mueran en el barro de las trincheras quedarán mutilados, física o psicológicamente, de por vida, con una generación entera que quedará marcada, como después de las guerras de Afganistán o Chechenia, por el trastorno de estrés postraumático.
Dos años después del inicio de la guerra, es obvio que la única manera real de poner fin a esta masacre no será un alto el fuego temporal decidido desde arriba, sino una rebelión de las clases trabajadoras rusa y ucraniana contra sus líderes y contra las potencias imperialistas, quienes hacen posible esta carnicería.