Ya fuera de la presidencia, Trump enfrenta un segundo juicio político por “incitación de la violencia” por la toma del Capitolio el 6 de enero pasado.
Lunes 8 de febrero de 2021 22:35
EFE/EPA/Will Oliver
A menos de un mes de haber dejado la Casa Blanca el magnate neoyorquino enfrenta su segundo proceso de impeachment. Otra de sus grandes hazañas ya que será el primer político del país en pasar dos veces por el banquillo. Al igual que el anterior, hay casi nulas posibilidades de condena por lo que será más bien una disputa política de cara al electorado por un lado y un intento bipartidista de restaurar la fe en la “democracia más perfecta del mundo” por otro.
Como se sabe, el 6 de enero un (reducido) grupo de ultra derechistas, supremacistas blancos y conspiranoicos tomaron el Capitolio de EE. UU. para intentar impedir la certificación de la elección presidencial que dio por ganador al demócrata Joe Biden. Un hecho de tal magnitud política que el ex presidente George W. Bush dijo en un comunicado que así es como se resuelven las elecciones en una “república bananera” y que los ánimos de los participantes habían sido “inflamados por falsedades y falsas esperanzas”.
Statement by President George W. Bush on Insurrection at the Capitol pic.twitter.com/rF77j0fIBK
— George W. Bush Presidential Center (@TheBushCenter) January 6, 2021
Que lo diga un ex presidente que afirmó que “Dios lo eligió para terminar con la tiranía en Irak”, con los resultados que conocemos, pone de manifiesto la profundidad de la crisis institucional en el país.
Inmediatamente se escucharon los gritos espantados de los demócratas pidiendo impeachment que se elevaron por sobre el mantra de Biden, unidad. El Partido Republicano quedó con el paso cambiado y cada quien hizo lo que le pareció. Algunos defendieron a Trump, el incitador de la violencia, otros condenaron el ataque a la institucionalidad democrática y los más, pusieron cara de que les habían robado la billetera.
Este lunes, a más de un mes de la toma, los líderes de ambos partidos en el Senado se pusieron de acuerdo en qué y cómo van a discutir. Comenzarán por debatir la constitucionalidad de imputar a un ex presidente y luego continuará el juicio en sí mismo. Cada partido tendrá la misma cantidad de tiempo para los interrogatorios y para los argumentos finales. El resultado está cantado en un senado con 50 bancas para cada partido y necesitando dos tercios para lograr una condena.
Así, cada quién tendrá su posibilidad de sacar provecho. Los demócratas quedarán como los defensores de las sagradas instituciones de la República. El ala izquierda del partido, que no tiene representación en la cámara alta, se disfrazará de enemiga mortal de la derecha. Los republicanos moderados (o sea, los menos derechistas) intentarán despegarse de la figura del ex presidente pero no de sus votos.
Finalmente, Trump tendrá la oportunidad de hacer campaña pública contra la elección que le robaron y de quedar como un hombre fuerte, que pelea hasta el final contra la injusticia y el establishment político. Eludirá un poco el cerco mediático que le impuso el régimen al sacarlo de los medios hegemónicos (incluso FOX hasta cierto punto) y las redes sociales como Twitter que bloqueó su cuenta. De los casi 74 millones de votos que obtuvo en noviembre pasado, un nada despreciable 40 %, aproximadamente, cree que Biden es un presidente ilegítimo. Por más que Trump pierda esta pelea, para él será todo ganancia.
EE. UU. es el país con más muertos por coronavirus y sufre una crisis política y económica profundísima. Este impeachment intenta desviar un poco la atención de estos problemas y bajar la polarización política del país para restaurar la confianza en la democracia. Pero los fenómenos que causaron esta situación llegaron para quedarse. No se puede tapar el sol con un dedo.