Los pibes del Lobo siguen entusiasmando a una hinchada que los aplaude hasta el final. Pero la Copa Sudamericana ya se hace muy cuesta arriba. Los de Brasil se conformaban con el empate, pero el arbitraje es más canalla que mediocre. Dos penales para Goiás que no fueron y uno anulado para Gimnasia que sí fue sellaron el 0-2. ¿La tecnología no llegaba a solucionar problemas?
Viernes 5 de mayo de 2023 12:09
Foto AFP
“La Conmebol, la Conmebol, se va a la puta que la parió”, fue uno de los cantitos más repetidos en la noche el jueves en el bosque platense. El coro de casi 30 mil almas estalló de bronca al ver cómo, ante sus narices, un equipo arbitral entregado a la farsa les arrebataba la posibilidad de sumar los primeros puntos en la Copa Sudamericana. Hasta los voceros de la transmisión oficial de ESPN se vieron obligados a no encubrir el mamarracho que dicta los destinos del fútbol subcontinental.
Otra vez, como en la primera fecha del Grupo G contra Universitario de Lima, la supuesta rigurosidad del VAR fue un factor determinante para que los pibes conducidos por Sebastián “Chirola” Romero se quedaran injustamente con las manos vacías pese a haber hecho un partidazo contra el Goiás de Goiânia.
Un Lobo que sigue dando que hablar
La gente de Gimnasia y Esgrima La Plata ya tiene las manos gastadas de tanto aplaudir al jovencísimo plantel conducido por Romero en cada una de sus presentaciones. Incluso cuando se perdió, esa mayoría de talentos salidos del club demostraron cuánto amor tienen por esa camiseta y cuánto quieren pelear por cosas importantes. Por eso este jueves a la tarde el estadio Juan Carmelo Zerillo se volvió a llenar.
Se sabía que la disputa de doble competencia (triple si se cuenta la Copa Argentina) iba a significar para el Lobo un esfuerzo muy grande, en una situación en la que hay pocos experimentados en el equipo y ante un duro desgaste, teniendo que jugar hasta dos partidos en 48 horas.
Conscientes de la realidad por la que se atraviesa, en cada partido los jugadores dejan todo. Cuando no se destacan Ignacio Miramón o Agustín Bolívar, se lucen Alan Lescano, Ivo Mammini o Guillermo Enrique. Los arqueros Tomás Durso y Nelson Insfrán dan cada vez más seguridad. Y ni hablar el aporte de los adoptados como propios por la hinchada Franco Soldano y Cristian Tarragona. Pero el costo no es menor y, además de tener una abultada lista de lesionados, Romero necesita analizar con lupa de relojero cada decisión que va a tomar.
El cambio abrupto del once titular (literal, cambió a todo el equipo a último momento) a mucha gente le pareció una locura, como si el técnico hubiera decidido “regalar” el partido al equipo brasilero y, con ello, la continuidad en la Sudamericana. Pero a lo largo de estos meses de Copa y Liga, en rigor, no se vio con claridad un equipo armado con nombres inamovibles. Al contrario, Romero justamente es disruptivo porque hace cambios audaces apoyado en el profundo conocimiento del “capital” que administra. Él conoce como nadie lo que pueden dar sus jugadores. Pero tanto para los impacientes como para los que adhieren a la idea de que el éxito a cualquier costo es el motor de la historia, Chirola "no entiende nada". En fin.
El once titular de Gimnasia contra Goiás jugó un muy buen partido y hasta se podría decir que mereció ganarlo. Vaya si eso no es destacable. No sólo diez jugadores del equipo que salió a jugar provienen de las inferiores, sino que el promedio de edad del plantel es de 22 años y en este mismo encuentro debutó en primera uno de los pibes, Rodrigo Gallo (22), nada menos que como defensor ante los brasileros.
Primera mitad prometedora
El primer tiempo fue casi todo a favor del Lobo. Si bien los cambios realizados por Romero dejaron afuera a varios de los “creadores” de buen juego, con toque y ritmo los pibes fueron protagonistas desde el pitazo inicial del ecuatoriano Luis Quiroz. De hecho hasta casi los veinte minutos de juego el Goiás de Emerson Ávila se la pasó en su propio campo y muy cerca de su arquero Marcelo Rangel.
Al primer minuto de juego el local tuvo la primera acción de peligro tras un córner (conquistado por Tarragona) que terminó en los pies de Alan Sosa. Ranger pudo contener con esfuerzo el buen disparo abajo y a su izquierda.
El control del mediocampo de Agustín Sánchez, las subidas de Enrique (el mejor del local al final de la noche) por la línea derecha, combinando con Alexis Steimbach y con Tarragona, así como las avanzadas de Franco Torres (que a los 9 tuvo una muy clara frente al arquero) en el ataque por izquierda generaron mucha preocupación en los visitantes. A los 17 Tarragona tuvo una clara oportunidad al entrar al área y recibir una buena asistencia de Enrique, pero no pudo definir ante el cierre del arquero.
Sin poder concretar, el Lobo fue lentamente cediendo terreno (pese al esfuerzo, Tomás Muro y Sosa no tuvieron su mejor noche) y los buenos jugadores verdolagas no perdieron la oportunidad de equilibrar el juego. Felippe Bastos, Vinicius Silva y Matheus Peixoto pusieron a prueba a una defensa “nueva”, integrada por Enrique, Tomás Fernández, Diego Mastrángelo y el debutante Gallo.
Recién a los 23 minutos Goiás tuvo su primera chance con un cabezazo de Peixoto, que recibió un centro de tiro libre de Bastos, que se fue peligrosamente besando el palo derecho de Insfrán. Mientras tanto, el árbitro ya anticipaba su animosidad hacia el equipo platense al cobrarle una falta a Muro que no cometió, sacarle amarilla y cortar un buen avance a su equipo en la puerta del área.
A los 39 Steimbach quiso meter un centro desde afuera del área, por el costado derecho. No le pegó bien y la pelota terminó desviándose hacia el arco. Pegó en el travesaño. Hubiera sido un casual bonito gol. La suerte sigue siendo esquiva hasta en eso.
En la primera etapa Gimnasia fue superior ante un rival que, en los papeles, aparecía como favorito (pese a tener sólo dos empates en las fechas previas). Los pibes le complicaron los planes a Goiás, que pese a su buen manejo de la pelota no pudo generar prácticamente peligro. Así se fueron a los vestuarios mientras en las tribunas se pronosticaba un segundo tiempo prometedor.
Partido quebrado
Al primer minuto del segundo tiempo Gimnasia ya tenía un tiro libre frontal al arco rival, que no aprovechó. Pero un minuto después apareció el chamuyo arbitral y cambió radicalmente el rumbo del partido.
La Conmebol tiene un protocolo minucioso, restrictivo y por momentos incoherente en lo que hace a la organización de los partidos. Los clubes anfitriones se ven expuestos a pagar multas de varios miles de dólares si no se respetan los caprichos de “seguridad” y “ceremonial” de los “funcionarios” de la confederación. Pero ese rigor se transforma en la nada misma cuando se trata de la responsabilidad en el desarrollo del juego dentro de la cancha. Si no, no se entendería cómo se dan el lujo de nombrar árbitros que hacen aguas por todos lados y de dejar que desde el VAR se hagan desastres que tuercen resultados.
La jugada merecía un análisis fino. Peixoto entró al área entre los defensores Fernández y Mastrángelo. Se tiró y pidió penal. El juez de línea levantó la bandera y el árbitro cobró posición fuera de juego. Pero se quedó esperando instrucciones del VAR, comandado por el chileno Miguel Vergara. Cuatro minutos después anunció que iría a ver la jugada en el monitor. La gente no sabía si lo que se discutía era el off side o un posible penal. Durante tres minutos más deliberaron los árbitros. Finalmente Quiroz marcó el punto penal.
La posición adelantada puede no haber sido tal. Pero lo que seguro no existió fue la falta que el árbitro le adjudicó al pibe Mastrángelo, al que de paso le sacó tarjeta roja (por un falso “último recurso”). Históricamente se dijo que, ante la duda, el árbitro debía abstenerse de cobrar. Hoy, con VAR incluído, esa máxima se invirtió. Los árbitros pueden no sólo dudar sino cambiar más de una vez de opinión. En este caso (como en otras oportunidades que también sufrió Gimnasia) la maniobra quedó al desnudo. El gol de Silva consumó el robo (sin cargar la culpa en el delantero brasilero, claro).
Lógicamente, las y los casi 30 mil hinchas triperos masticaban bronca. En los celulares ya se veía la jugada del falso penal. No lo podían creer. “La Conmebol, la Conmebol, se va a la puta que la parió” fue el grito que surgió de los cuatro costados. De todos modos el equipo de Romero asumió la caprichosa desventaja y decidió ir por el empate, sabiendo que con diez debía cuidarse mucho ante los volantes y delanteros verdolagas.
A los 17 Tarragona tuvo una muy buena chance al cabecear un centro abajo y a la izquierda del arquero Rangel, que con mucha exigencia logró desviar. Poco después la tuvo otra vez “Tarra” dentro del área, que no pudo dominar la pelota que había pateado Steimbach y le terminó rebotando en el pie sin dirección. Con un jugador menos, la primera media hora del complemento siguió siendo en gran parte favorable al Lobo. Aún cuando Steimbach debió retrasarse para reforzar la defensa, debilitando de hecho el ataque.
El empate parecía estar cerca y los cambios de Chirola le dieron aire fresco al local. A los 18 entró Ivo Mammini por Torres (que se fue aplaudido). A los 29 entraron Leandro Mamut y Franco Soldano por Muro y Tarragona (también aplaudidos). Y a los 35 Nacho Miranón y Eric Ramírez (que al igual que Tarra regresaba de una importante lesión) entraron por los exhaustos y también ovacionados Sánchez y Sosa.
Goiás aprovechaba la ventaja numérica (y la diferencia de desgaste físico) para hacer circular la pelota cada vez que zafaba de la presión albiazul, esperando a contraatacar mientras defendía el 1-0. Y a los 36 le llegó un segundo premio del árbitro Quiroz. Otro penal fabricado. Una nueva y astuta zambullida de Peixoto mientras peleaba la pelota con Tomás Fernández fue comprada a muy bajo precio por el árbitro, ya decidido a hacerle pagar a Gimnasia váyase a saber qué condena.
En esta ocasión no hubo VAR. Y aunque los pibes triperos moderaron la protesta, a los ojos de cualquiera quedaba claro que no había sido falta. Incluso el referí le sacó sólo una amarilla a Fernández, cuando por su lógica ilógica debería haberlo expulsado como a Mastrángelo. Un chanta. El remate de Peixoto, fuerte, rasante y al medio de la red dejó sin chances a Insfrán de detener el afano.
Lanzado a la búsqueda del descuento y un cada vez más alejado empate, Gimnasia volvió a inclinar la cancha contra el arco de Rangel. La gente daba por hecho que, al menos, el árbitro tendría la dignidad de dar no menos de diez minutos de tiempo adicional. Pero no. Quiroz dio sólo ocho, es decir apenas lo que demoró en sus elucubraciones con el chileno Vargas en el primer penal. Pero aún quedaba otro capítulo del robo.
A los 45 Mamut remató al arco desde afuera del área pero la mano del defensor Sidimar cortó el recorrido. El árbitro esperó a que terminara la jugada y marcó el punto del penal. El brasilero tenía el brazo despegado del cuerpo y su contacto con el balón truncó el remate del volante argentino. No había mucho que analizar. Algo de justicia parecía asomar sobre el final. Pero no.
Eric Ramírez ya estaba parado frente a la pelota y Rangel se agazapaba para intentar evitar el gol, cuando Quiroz nuevamente hizo de las suyas. Hizo seña de que lo llamaban del VAR y volvió a dirigirse al monitor ubicado al costado de la cancha. La hinchada volvía a brotar de rabia e insistía “la Conmebol, la Conmebol…”. Fue penal para todo el mundo, menos para quienes debían convalidarlo. Apoyándose en la supuesta “veracidad” de la tecnología del VAR, el árbitro anuló su decisión previa.
No sólo el referí había dado unos escasos ocho minutos adicionales, sino que tampoco dio más minutos de juego tras la nueva deliberación en el VAR. A los 53 dio el pitazo final y desató el repudio generalizado de las miles de personas que habían visto cómo le robaban a su equipo la posibilidad de cosechar los primeros puntos en su dura pelea dentro el Grupo G de la Sudamericana.
¿Hay una conspiración contra Gimnasia? Obviamente que no. ¿Hay una preferencia de Conmebol por los equipos brasileños más que por los argentinos? Es probable. Lo cierto es que al Lobo tres de los cinco goles que le hicieron en la Copa Sudamericana fueron por penales mal cobrados, convalidados por los “expertos” de la tecnología audiovisual que, supuestamente, están para aclarar las dudas y no para legalizar las estafas. Penales vitales para los triunfos de los rivales.
En la conferencia de prensa postpartido, Chirola Romero fue muy claro, sin perder la serenidad que lo caracteriza. “Tengo mucha bronca e impotencia porque nos ganaron con dos penales que no fueron. Esos mismos, cuando son a nuestro favor, no los cobran”, dijo el DT sentado junto a Ignacio Miramón, uno de los jóvenes talentos que él viene formando en los últimos años. “Hay que cuidar lo que pasa dentro de los 90 minutos de juego, el equipo mereció más, se hace muy difícil así”, insistió.
El entrenador afirmó que “ya no se entienden las interpretaciones que se analizan en el VAR. Yo los ví en el vestuario los penales y estaba claro. Tienen la posibilidad de ver la repetición en una pantalla y, así y todo, cobran algo que no sucedió. Si te cobran dos penales que no son, es difícil hacer algo más. Pero estuvimos a la altura. Vamos a seguir insistiendo hasta conseguir los resultados”, finalizó antes de volver al vestuario y arengar a los pibes de cara al desafío del próximo lunes contra Arsenal en Sarandí por la 15° fecha de la Liga Profesional de Fútbol.
Comentario final. Mientras Gimnasia jugaba contra Goiás, en Italia el Napoli se consagraba campeón del Scudetto por tercera vez en su historia. Las dos anteriores fueron con Diego Maradona como capitán, en los años 80. Como se sabe, Diego murió siendo aún director técnico de Gimnasia y, entre los pibes de las inferiores que él miraba con expectativa, estaba Miramón, quien hoy con 19 años acaba de ser convocado por Javier Mascherano para disputar en pocos días más el Mundial Sub-20 con la camiseta de la Selección Argentina. Maradona, Gimnasia, Selección, Mundial… palabras que tal vez tocaron alguna fibra de la Conmebol en la fría noche del jueves platense.
Ah, y no te olvides. ¡Lolo Regueiro Presente! ¡Juicio y castigo a los asesinos y sus cómplices!