Se cumplen 33 años de la masacre que perpetró la burocracia china contra la gran protesta estudiantil y popular de 1989. Sobre la base de reformas previas, la brutal represión que dejó cientos de muertos, despejó el camino para la restauración capitalista.
Sábado 4 de junio de 2022 20:18
Las protestas que tuvieron lugar en la primavera de 1989 en la Plaza de Tiananmen, situada en el corazón de Pekín, flanqueada por la Ciudad Prohibida, el Parlamento y el Museo Nacional sigue siendo un tema vetado en China.
La muerte de Hu Yaobang, ex secretario general del PCCH, (impulsor de las reformas económicas junto a Deng pero que era visto como un ala más democrática de la burocracia dirigente), ocurrida el 15 de abril de 1989, reavivó las movilizaciones de los estudiantes, los trabajadores y, en menor medida, de los intelectuales chinos, que se movilizaban por libertades democráticas y contra la corrupción; contra las reformas procapitalistas (o restauracionistas) económicas implementadas por Deng Xiaoping y su primer ministro Li Peng, que comenzaban a crear desigualdades sociales, desocupación e inflación.
Esta unidad de reclamos cristalizó en la inmensa Plaza de Tiananmen, que, durante el mes y medio de movilización, sirvió de escenario de catalizador de la protesta social contra las reformas procapitalistas que impulsaba el PCCH.
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El 4 de mayo, aproximadamente 100.000 estudiantes y obreros marcharon en Beijing pidiendo reformas para la libertad de expresión y un diálogo formal entre las autoridades y los representantes de los estudiantes. El 13 de mayo grandes grupos de estudiantes ocuparon la plaza de Tiananmen y emprendieron una huelga de hambre, pidiendo al Gobierno la retirada de la acusación realizada en el editorial del Diario del Pueblo y que comenzaran las conversaciones con los representantes elegidos por los estudiantes. Cientos de estudiantes siguieron la huelga de hambre y recibieron el apoyo de otros miles de estudiantes y residentes de Pekín, que continuaron las protestas durante toda la semana. Los estudiantes cantaban La Internacional en las manifestaciones y mostraban su apoyo al socialismo chino, aunque reclamaban reformas.
“Había muy escasa aceptación entre los trabajadores de la idea de Deng Xiaoping de que todo iría bien si ‘unos cuantos se hacen ricos primero’; esto lo consideraban sencillamente como una injusticia distributiva”. Por añadidura, “muchos trabajadores se sentían hondamente agraviados hasta por diferencias salariales que no se considerarían muy grandes de acuerdo con criterios occidentales ahí donde se advertían, sin embargo, como injustas […]. Un resentimiento especialmente agudo fue el que provocó la brecha cada vez mayor entre las bonificaciones pagadas a los trabajadores y las que recibían los gestores superiores de las empresas, que en algunos casos podían ser de veinte a treinta veces mayores que el pago equivalente a los trabajadores”, señala Pieranni en China 1989: Los manifestantes, el Partido y la matanza de Beijing
Así, el 20 de mayo el Gobierno declaró la ley marcial y en la madrugada del 3 al 4 de junio el uso de las FFAA, del Ejército Popular de Liberación (EPL), contra los obreros y estudiantes. Los soldados avanzaron desde la parte oeste de la ciudad y le disparaban a la gente. Los tanques mientras avanzaban hacia el corazón de Pekín, a través de bloqueos improvisados formados con autobuses y disparando salvajemente a las multitudes de residentes furiosos de que el gobierno estuviera usando la fuerza armada.
La entrada de las tropas en la ciudad recibió la oposición activa de los ciudadanos que construyeron grandes barricadas en las carreteras que ralentizaron el progreso de los tanques, pero la plaza quedó vacía en la noche del 4 de junio, tras la masacre.
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El combate continuó en las calles que rodeaban la plaza, con los manifestantes avanzando repetidamente hacia las tropas armadas del Ejército Popular de Liberación, que respondió con fuego automático. El ejército tenía órdenes de, “a como diera lugar, desalojar la plaza las primeras horas del 4 de junio”, relata 30 años después Jiang Lin, teniente del EPL.
Se estima en varios miles de muertos, los que murieron producto de la represión llevada a cabo esa noche.
Además de la masacre, el PC de China castigó a miles de personas tras la dura represión de las manifestaciones. Además del millar que envió a la cárcel, muchas más fueron destinadas a campos de trabajos forzados para que fueran reeducados al ser tachados de "contrarrevolucionarios".
En declaraciones en Singapur ante ministros de Defensa, militares de alto rango y expertos, el general Wei Fanghe, actual ministro de defensa de China se preguntó por qué el mundo siempre dice que China "no gestionó el incidente de forma correcta". "Estos 30 años demostraron que China vivió grandes cambios", afirmó, añadiendo que, gracias a la acción del gobierno, "China goza de estabilidad y desarrollo, la actuación del gobierno durante las protestas de Tiananmen en 1989 fue correcta".
La derrota de Tiananmen abrió paso a la restauración capitalista bajo la dirección del Partido Comunista
El año 1989 constituye un parteaguas en la reciente historia de China, pues fue este el año en que sobre la derrota de la lucha de los estudiantes y obreros en Beiying, el Partido Comunista emprendió la restauración capitalista en el país, y fue precisamente esta derrota de las masas lo que empujó finalmente a China por el camino neoliberal hacia la globalización.
La restauración capitalista de China se dio bajo la forma de la liquidación de la planificación económica, del monopolio del comercio exterior, la privatización de numerosas empresas, la privatización del campo, el desarrollo de fuertes desigualdades sociales entre la ciudad y el campo, entre el Norte y el Sur, una gran superexplotación, las burbujas inmobiliaria y financiera, el ahogamiento de cualquier expresión democrática; y todo bajo la férrea dirección del Partido Comunista. Hoy esto se ve en Hong Kong dónde por tercer año consecutivo fueron prohibidas las conmemoraciones por la masacre de Tiananmen.
La restauración capitalista, vino acompañada de un enorme crecimiento económico del país basado en las multimillonarias inversiones de monopolios imperialistas que se beneficiaron de la mano de obra barata china. Pero tal crecimiento no significó un beneficio para las grandes masas, sino un retroceso inaudito en cuanto a las diferencias sociales, las pérdidas de conquistas de la revolución y un descomunal desastre ambiental que transformó a China en uno de los países más contaminados del planeta. Al mismo tiempo, la burocracia mantuvo el reaccionario y represivo régimen de partido único, hoy presidido por Xi Jinping.
Una muestra fehaciente de esta situación la dio la aparición del Covid-19 y su transformación en pandemia. El gobierno gestionó la enfermedad apelando a medidas escandalosas como poner vallas en edificios donde hay casos positivos de la enfermedad, quitar las llaves de los moradores de las viviendas para que no salgan a la calle, u obligar a miles de trabajadores a dormir en las fábricas para que las mismas no detengan su producción.
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Ariel Iglesias
Nació en Buenos Aires en 1969. Es docente (jubilado). Militante del Partido de los Trabajadores Socialistas (PTS). Escribió en Ideas de Izquierda "La Educación en el país de los soviets"; "Chubut: Crónica de un triunfo popular contra la Megaminería". Escribe y edita La Izquierda Diario+ en Chubut.