Más del 70% del sector trabaja en la informalidad, sin obra social ni aportes jubilatorios. La pandemia, dejó a estas mujeres expuestas a despidos, suspensiones, recortes y no pago de salarios y frente a esto, llegaron las primeras muestras de organización.
Gabriela Boyadjian @gabyrub_
Miércoles 17 de junio de 2020 12:39
En un informe especial para el programa Mundo Conurbano, parte de la programación de La Izquierda Diario multimedio, presentamos un trabajo de investigación sobre la situación de las trabajadoras de casas particulares. Mujeres que limpian paraísos ajenos en los barrios privados más exclusivos del conurbano bonaerense como Nordelta, Villanueva, Abril, El Talar, Parque Las Naciones, entre otros, pero viven en las barriadas del mismo conurbano, allí donde sobran las carencias y los problemas estructurales que el peronismo, el radicalismo y el macrismo nunca se ocuparon por resolver.
Algunas de esas barriadas quedaron asentadas sobre terrenos bajos en los alrededores de estas obras monumentales que fueron erigiéndose fruto de la especulación inmobiliaria. Es así que cuando llueve, el agua desciende hacia los barrios que desprovistos de infraestructura se inundan. Muchas de las mujeres que limpian los lujos ajenos salen de estas barriadas. Ultraprecarizadas, en su mayoría sin obra social, forman parte de uno de los sectores más afectados por la pandemia que dejó al descubierto, más crudamente, las desigualdades, a las que, a su vez, ellas les dan pelea para mejorar sus condiciones de vida.
Los números de la precarización
En Argentina, 1.730.000 mujeres trabajan en casas particulares, de las cuales, 515.000 están registradas y el resto, 1.215.000 sigue en la informalidad, según los datos aportados por el Instituto de Estadística y Censos (Indec). Son sostenes de hogar en casi un 42% y el resto, contribuye con su salario a la economía del hogar junto a otros ingresos. En el conurbano bonaerense, el sector que compone el trabajo doméstico y tareas de cuidado en casas particulares es con 92%, mayoritariamente femenino y a la vez es uno de los más precarizados con el 77,1% de mujeres en situación de trabajo o registrado [1]. El 3 de abril de 2013, durante el gobierno de Cristina Fernández se promulgó la Ley 26.844 de Régimen Especial de Contrato de Trabajo para el Personal de Casas Particulares, sancionada el 13 de marzo del año 2013. Sin embargo, sólo un 32 % está registrado en el conurbano.
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Muchas forman parte del ejército de mujeres que han sufrido la desocupación a raíz de los cierres de fábricas, o por despidos relacionados por enfermedades que se cargaron mientras dejaban la vida en la fábrica, como tendinitis y lumbalgias. Rotas van a romperse más, trabajando en la precariedad para mantener impecables los paraísos ajenos, donde conviven empresarios como Paolo Rocca de Techint, Alfredo Coto, Marcelo Tinelli, Susana Giménez, políticos, Ceos y artistas. Cansadas y rotas no sólo de limpiar lo que ensucian otros en sus espacios privados, sino que también por las horas de viaje en el transporte público, regresan a sus casas, al otro lado del conurbano, a las barriadas para seguir con los mismos cuidados de sus hogares, transformándose en una doble carga laboral, pero al precio de una. En Argentina el 75% de quienes trabajan de forma remunerada realizando trabajo doméstico también están a cargo de la realización de este trabajo en sus hogares de manera no-asalariada, y por tanto no remunerada.
Trabajar menos, para que trabajen todas
Según datos de Economía Feminita [2] en relación a la cantidad de horas que trabajan semanalmente las empleadas domésticas, un 54,1% son ocupadas “plenas”, es decir que trabajan entre 35 y 45 horas semanales, o están conformes con la cantidad de horas que trabajan. Al mismo tiempo un 33,2% se encuentra subocupada, trabajando menos de 35 horas semanales por causas involuntarias, estando dispuestas a trabajar más horas. Por su parte, un 10,5% está sobreocupada, trabaja más de 45 horas por semana.
En cuanto a la cantidad de hogares en que se desempeñan, un 71,4% trabaja en una sola casa, por lo que al mismo tiempo casi un 30% de ellas trabaja en más de una vivienda. Mientras que las que son contratadas por un sólo hogar trabajan cerca de 25 horas semanales (jornada part-time), aquellas que trabajan en más de una casa trabajan en promedio menos de 18 horas por semana en la ocupación principal, acercándose a las 24 o 26 horas semanales con las ocupaciones secundarias.
Como una de las ramas del trabajo precarizado, una de las características del sector de casas particulares es el exceso de horas que trabajan muchas mujeres que no en pocos casos deben dejar a sus familias y sino las tienen resignan la posibilidad de estudiar, disfrutar tiempo libre, etc. En pos de "sobreexplotarse" para poder acceder a cubrir sus necesidades mínimas. Por ejemplo, hay chicas jóvenes que trabajan cama adentro para poder “girar” dinero a sus familias; y por otro lado, la realidad de la mayoría de la juventud, no sólo en el conurbano sino a lo largo y a lo ancho de todo el país, es la del desempleo.
Esta información, revela la necesidad de plantear una solución de fondo a esta problemática que se puede plasmar concretamente en la pelea por el reparto de las horas de trabajo, con un salario que logre estar al mismo nivel de la canasta familia, así también se transforma en una medida para paliar la desocupación.
Trabajo formal vs. trabajo informal
Como otro problema estructural, hemos mencionado el "no registro” y aunque hay una legislación que avanzó sobre esa cuestión, resultó ineficiente. ¿Y qué sigue implicando para las trabajadoras domésticas no estar registradas? 73,5% no percibe descuento jubilatorio, el 69,2% no cuenta con vacaciones pagas, el 68,1% no percibe aguinaldos, 72,2% no percibe el pago en caso de enfermedad, 72,6% no cuenta con cobertura de salud mediante obra social. Y en el medio de la pandemia del Covid 19 el segundo sector más afectado es el compuesto por las trabajadoras de casas particulares con 500.000 mujeres, un 13% de despidos [3]. Y en este marco, una parte quedó aislada con sus patrones, para no perder el empleo.
El salario promedio roza los índices de indigencia y muchas trabajadoras migrantes, de una población de 100.000 aproximadamente, no pudieron percibir el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE). Las que pudieron hacerlo, no llegan a cubrir las necesidades básicas. Como detalle, el Gobierno de Alberto Fernández no movió una sola pieza en el tablero de ajedrez para mejorar estas condiciones laborales que de conjunto sufren las y los trabajadores precarios e informales, aunque si se preocupa por pagar a los empresarios con el programa ATP. Cabe también la responsabilidad de los ministerios de Mujer, Género y Diversidad a cargo de Elizabeth Gómez Alcorta en nación y de Estela Díaz en la Provincia del Gobernador Axel Kicillof, quienes responden con silencio a los reclamos de miles de mujeres.
Sin embargo, como respuesta, los trabajadores y jóvenes se organizan y salen a las calles. Una porción representativa es protagonista, junto a otros sectores precarios como los empleados de casas de comidas rápidas y apps, de las últimas movilizaciones para reclamar mejores condiciones y derechos laborales, el cese de los despidos, suspensiones y recortes de salarios y un IFE de 30 mil pesos, para poder vivir.
Ayer desperté con un llamado a mi celular. Era una propietaria Nordelta, del barrio Castores. La “señora” me ofrecía ir a limpiarle la casa seis horas por día con el pago doble y me daba un certificado trucho para movilizarme como si fuera que voy a cuidar un abuelo. Soy empleada doméstica, hace un mes atrás tuve una entrevista con esta misma persona y me quería pagar un sueldo que llamarlo de miseria es poco. En aquel momento no acepté porque me parecía una locura. En esa casa había otra chica, de Paraguay, que trabajaba con cama adentro. La casa es tan grande que podrían vivir tres familias y nunca se encontrarán
El que antecede, es el testimonio de una trabajadora entrevistada para La Izquierda Diario y se figura en la cabeza de quien escribe el recuerdo de otra mujer de Nordelta que contaba lo difícil que es poder contactar a otras trabajadoras y cómo con el “apartheid” que hicieron prohibiéndoles en Nordelta subir al transporte que daban acceso a los barrios privados, fue un puntapié para empezar a organizarse, y vencer el miedo, y unir a varias mujeres, para luego estar un día relatándole a un grupo de pibas cómo hicieron tal escándalo en uno de los lugares más prestigiosos de la PBA, cerrando el relato de la experiencia con un “y en tremendas casas no se imaginan, que en uno de esos cuartos, ahora hay una trotskista conspirando para organizar más mujeres contra la miseria a la que nos someten y de la que ya no aceptamos ser parte”.
Seguí: Mundo Conurbano
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[1] Datos de 2019 de Observatorio del Conurbano de la UNGS basado en EPH-Indec
[2] Natsumi Shokida en base a EPH - https://economiafeminita.com/informe-servicio-domestico/