Desde hace dos meses, los trabajadores de Cultura de la Ciudad de México luchan por su reinstalación luego de ser despedidos por el gobierno de López Obrador y de la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum.
Óscar Fernández @OscarFdz94
Viernes 1ro de abril de 2022 17:17
Desde que en 2018 llegó a la presidencia de México, López Obrador (AMLO) y sus allegados del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), partido que se reclama progresista y de izquierda, han impulsado políticas públicas cuyo objetivo ha sido la creación de programas de cultura que permitan el acceso de la misma a los sectores populares de la sociedad.
En la Ciudad de México, la Jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum, convocó al programa de Puntos de Innovación, Libertad, Arte, Educación y Saberes (PILARES), mientras que a nivel nacional es el gobierno de AMLO el que impulsa el programa "Jóvenes construyendo el futuro"; ambos programas convocan a sectores principalmente juveniles para implementar diversas actividades culturales como talleres de arte, ciberescuelas, actividades deportivas, tener un primer empleo en diversos sectores públicos o privados (editoriales, escuelas, dependencias gubernamentales, etc.).
Sin embargo, en algo que coincide tanto la administración de López Obrador como la de la derecha neoliberal del PRI y el PAN es en continuar la precarización laboral y el subcontrato. Una de las últimas medidas que realizó el presidente Felipe Calderón (del ultraderechista y católico PAN) antes de concluir su mandato (2006-2012) fue el aprobar la reforma laboral que legalizaba el outsourcing, mismo que continuó bajo el mandato del represor Peña Nieto (PRI).
Oleada de despidos y precarización en el gobierno de López Obrador
A pesar de que AMLO impulsó un discurso de oposición en torno al outsourcing y afirmando que se revisaría, lo real es que con la administración del Morena han continuado los call centers e incluso se reafirmó el esquema bajo la figura de "empresas especializadas"; en el plano de las políticas públicas, el subcontrato se encarna en los programas de cultura que lleva adelante el Morena. Quienes los implementan son jóvenes, y en su mayoría mujeres, egresados de universidades públicas en las que esta es su primera experiencia laboral y a quienes no se les respetan sus derechos al figurar como "beneficiarios", "becarios", "promotores culturales" o "talleristas", mismos que ganan cerca de $6,000MXN (USD$300) y que son "reestructurados" (léase despedidos) cada año. El gobierno insiste en afirmar que los jóvenes no son trabajadores para facilitar la oleada de despidos; es decir, son empleos precarios disfrazados de programas sociales donde no se les respetan los derechos laborales ni el acceso a prestaciones a los jóvenes que los llevan a cabo.
Durante la pandemia, los trabajadores de cultura han sido llamados para reforzar las campañas de vacunación y asistir a la población en inmunizarse en los centros sanitarios que el gobierno puso en marcha. Pero estas medidas expusieron a los jóvenes de distintos programas al COVID-19 al carecer de equipos de protección personal y seguridad social. Asimismo, los jóvenes de estos programas han sido también utilizados para realizar proselitismo político a favor del Morena.
A pesar de ingresar con un discurso que prometía en campaña en 2018 que se respetarían los puestos laborales y que solamente afectarían a los directivos porque "las escaleras se barren de arriba a abajo", la realidad es que cada año surgen conflictos laborales en el sector estatal con oleadas cotidianas de despidos. De igual forma, si ha habido un sector que se ha visto intacto es justamente el de los directivos; en el caso de la dirección de Vinculación Comunitaria, su titular, Magali Cadena, goza de un sueldo de $82,000MXN (USD$4083).
Te recomendamos leer: Precarización y reestructuración del trabajo en el sector público en México
Te recomendamos leer: Precarización y reestructuración del trabajo en el sector público en México
Es este marco el que posibilita al Morena despedir en masa a distintos sectores de trabajadores al no reconocer su pase a planta, mismo que les habían prometido en campaña y que hoy mágicamente se esfumó de su discurso. Es así que el 10 de febrero de este año, las convocatorias confirmaron que el 90% de los trabajadores habían sido despedidos, así como dejar intactos los salarios de los directivos y coordinadores, mientras que los demás trabajadores sufrieron un recorte presupuestal que golpeó sus salarios.
De igual forma, el gobierno de López Obrador ha sido experto en crear figuras legales que fungen como mecanismos de simulación contractual, así como crear estructuras donde las diferencias salariales en la jerarquía de los organigramas pretende dividir a los jóvenes trabajadores entre "beneficiarios" y "coordinadores". Otro intento de división fue que el 10% de los trabajadores de cultura restantes fueron seleccionados de manera arbitraria y favoreciendo a los "coordinadores", pero a pesar de ello, los coordinadores no escapan de las oleadas de despidos masivos y muchos de ellos han continuado luchando junto a sus compañeros de base por el reconocimiento de sus derechos como trabajadores.
Desde hace varias semanas que los trabajadores de cultura se han venido movilizando de manera unificada y han recibido la solidaridad de otros sectores de trabajadores y de otras dependencias, como lo son los trabajadores del Instituto por el Desarrollo Integral de la Familia (DIF), trabajadores y docentes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de Mexico (UACM), así como trabajadores de otros programas de cultura que se ven igualmente afectados; es una lucha contra la precarización que el gobierno de AMLO mantiene y profundiza con respecto a las administraciones anteriores. Un gobierno que desde que llegó afirmó pomposamente que con él llegaba "el fin del neoliberalismo" pero que en los hechos hace poco por poner en marcha su discurso de "transformar" al país.
Párrafo aparte merece la mención de la Agencia Noticias del Estado Mexicano (NOTIMEX), la cual es directamente un órgano de la administración pública y en la que el gobierno de AMLO despidió a gran parte de la plantilla. Dichas medidas han sido implementadas por la periodista otrora crítica Sanjuana Martínez, nombrada por el mismo López Obrador para encabezar la agencia pero que se ha desempeñado en hostigar a los trabajadores del sindicato, quienes llevan más de dos años en huelga exigiendo reinstalación y en medio de la pandemia que ha golpeado a sus periodistas, en su mayoría mujeres, con mayor fuerza.
A pesar de las maniobras del gobierno y sus saboteadores que intentan dividir, los trabajadores de cultura han declarado con fuerza "¡que nadie quede fuera!" y exigen la reinstalación plena de todos los despedidos, incremento salarial y basificación, es decir, pase a planta para garantizar estabilidad en el empleo y acceso a derechos laborales como pago de vacaciones, aguinaldo y seguridad social (ahorro para pensiones y atención de salud). Derechos que el gobierno de AMLO y el de Sheinbaum a nivel local se rehúsan a reconocer, lo cual se agrava al tratarse de jóvenes en su mayoría recién egresados de universidades públicas y sin empleo y que constituyen uno de los sectores que más los votaron en 2018.
En ese sentido, las demandas de los trabajadores de cultura son medidas que López Obrador ha dejado claro que no pretende resolver y que solamente ha dado concesiones gracias a la fuerza de las movilizaciones. Por ello, la solidaridad de los trabajadores de distintos sectores es un factor clave que puede determinar el triunfo de su lucha.
López Obrador quiere cooptar y contener la crisis en México
La victoria de López Obrador fue el resultado de la crisis en la que entró el sistema político mexicano, los partidos tradicionales y el Estado en su conjunto luego de la desaparición de 43 estudiantes normalistas en 2014. La crisis orgánica salpicó a los dos partidos neoliberales que implementaron la militarización, el Partido Revolucionario Institucional (PRI, de centroderecha), el Partido Acción Nacional (PAN, de la derecha católica) y al Partido de la Revolución Democrática (PRD, un partido de centroizquierda derechizado) por verse directamente implicado en la desaparición. Su hundimiento fue lo que permitió la victoria del Morena y López Obrador en 2018.
Pero a pesar de su retórica progresista, a mitad de su mandato se vio con total descaro cómo AMLO le rendía pleitesía a dos administraciones estadounidenses supuestamente opuestas: la del republicano magnate y racista Donald Trump y la del "progresista" y demócrata Joe Biden, quienes avalaron el despliegue de la Guardia Nacional para detener las caravanas migrantes. Asimismo, en el transcurso de la pandemia la Casa Blanca exigió la apertura de las industrias maquilera y automotriz, exigencia que AMLO diligentemente cumplió. Con la firma del T-MEC, la explotación laboral y el subcontrato solamente se han profundizado en México.
Óscar Fernández
Politólogo - Universidad Iberoamericana