Cuando la realidad no espera en la puerta a que termine la cursada. Ya no estamos en tiempos de monasterios con órdenes monásticas donde los aprendices se dedican a conservar las sagradas escrituras.
Viernes 29 de diciembre de 2017 10:11
Desde el primer año hasta el último del plan de estudios en cada profesorado de la provincia cita en las bibliografías a Bourdieu, Althusser, Paulo Freire, Pérez Gómez, Tenti Fanfani, Inés Dussel y muchos otros filósofos, pedagogos y escritores que —más allá de las diferencias que podamos tener— difícilmente se puede decir que elaboraron textos sagrados. En los programas de estudio aparece hasta Karl Marx, quien lejos del misticismo eclesiástico bregó toda su vida por una ciencia (y una práctica) profana.
Además, a lo largo de nuestra formación docente, los estudiantes realizamos diversos tipos de trabajos en los que se destaca el contexto económico-político y social en la escuela, intentando develar las múltiples determinaciones existentes. Incluso estudiamos sobre nuestra misma historia como sujetos de cambio, de transformación social: ¿hay algún estudiante que haya aprobado segundo año de la formación docente sin conocer la Reforma del ´18?
Pero sucede que cuando en nuestra institución educativa, el IES N° 5, ni docentes ni estudiantes podemos pedirle al mundo que espere en la puerta a que terminemos nuestra cursada porque, sin más, cierran carreras, despiden y detienen a nuestros padres por ser obreros, y hasta matan a jóvenes por ser parte de la lucha del pueblo mapuche, un sector de autoridades del profesorado sufre una amnesia académica y responde como un educador del siglo XI: “No compete a la institución”.
Esto es lo que sucedió en la última sesión del Consejo Directivo del miércoles 27 a la hora de discutir un pronunciamiento solidario con los obreros de la Esperanza y de repudio a la represión y las detenciones perpetradas por la policía de la provincia contra estos trabajadores que defienden su fuente laboral.
El argumento de los consejeros alineados con el rectorado fue ese: “No compete a la institución”. Ciertamente hay docentes y estudiantes que apuestan a un modelo de escuela tradicional, aun en los profesorados de ciencias sociales. Pero también y sobre todo es cierto que el rechazo a pronunciarse por la situación de los obreros del ingenio La Esperanza tiene que ver con una decisión política de la rectora Silvia Subelza y sus aliados de avalar las políticas antipopulares y represivas del gobernador Gerardo Morales y la coalición Cambiemos.
Lo vimos cuando este consejo —la mayoría alineada con la rectora— le dio la espalda a los estudiantes y los docentes que salían a las calles contra resolución del cierre de carreras y lo vemos ahora, cuando los gobiernos nacional y provincial avanzan en criminalizar la protesta social. Ellos saben que esta represión a los trabajadores es un antecedente grave para los estudiantes y docentes que intenten defender la educación pública de futuros ataques; el discurso de la institución “neutra” y abstraída de la realidad solo es una excusa para ser cómplices de los métodos de disciplinamiento social del gobierno.
¿Qué dirección marca la dirección del estudiantado?
El pronunciamiento solidario con los obreros fue una propuesta de los conejeros Mario Bautista y Daniela Muñoz, ambos de la agrupación Izquierda Estudiantil (PTS e independientes). Contó con el apoyo de los consejeros estudiantiles Ismael Agüero (Creo) y Franco Ramírez (Bicentenario), pero no pudo aprobarse por dos votos de diferencia, que podrían haber sido los de los otros dos consejeros de Bicentenario, Telma Farfán y Santiago Mamaní, quienes esta vez votaron en contra.
Escribo “esta vez” porque contradictoriamente fueron parte, como miembros de la conducción del centro de estudiantes, de la votación por unanimidad en solidaridad con los mismos obreros apenas fueron despedidos.
Estos dos consejeros, que en la primera sesión ya votaron a favor del aumento de aranceles a las constancias de alumnos, ahora como consejeros deshacen lo que hacen como Centro, votando políticas funcionales a las autoridades y al gobierno ¿Dónde queda la supuesta “independencia” tan declamada en la campaña de Bicentenario? ¿Qué intereses defiende en realidad esta agrupación? Sí, tal parece que cada vez son más independientes… pero de los estudiantes y de los trabajadores.
No estamos viendo aquí una contradicción personal simplemente, sino la de una agrupación que, aparte de tener tres consejeros directivos, dirige el centro de estudiantes del terciario más grande de Jujuy.
“Una de cal y otra de arena” se definiría en el lenguaje popular la política de Bicentenario, a lo que habría que agregar -para no crear falsas expectativas sobre este tipo de coaliciones- las palabras de un gran teórico y revolucionario: “Cuando dos fuerzas tienden en direcciones opuestas, la diagonal del paralelogramo de fuerzas se aproxima a cero” (Respuesta de Trotsky a las preguntas de Marianne, 20 de diciembre de 1937).
En otros términos, lo que expresa Bicentenario es el resultado de fundar agrupaciones sin acuerdos programáticos ni estratégicos con el único fin de ganar esos espacios de poder, llámense órganos de gobierno institucional o Centros de Estudiantes. Sin unidad de propósitos no puede haber unidad de acción, y el estudiantado necesita una orientación clara para poder vencer.
Contra el modelo de escuela tradicional, la tradición del movimiento estudiantil
Ya lo vimos con la Resolución 7239: el paquete de contrarreformas neoliberales y el avance de políticas represivas de Macri y de Gerardo Morales no va a perdonar ningún titubeo del movimiento estudiantil. Por eso, desde Izquierda Estudiantil afirmamos que los terciarios públicos, donde estudian más de treinta mil hijos de trabajadores jujeños, no son una isla. Que al movimiento estudiantil nunca le regalaron nada, todo lo conquistó con la lucha. Que todo lo conquistado hasta hoy se hizo con la auto-organización, en las calles y junto a los trabajadores.
Retomemos a tradición que corre en nuestra historia, la de la Reforma del ´18, la del Cordobazo, la del Mayo Francés, pongamos en práctica el 40 % de la teoría de nuestras carreras que algunas autoridades quieren que solo sea tinta y papel.