Como era de esperar, Trump logró la victoria en los caucus (la etapa preliminar donde cada partido define por estado, quien recibirá la nominación a la presidencia de los Estados Unidos) de Iowa. Joe Biden -Partido Demócrata- se posicionará como el mal menor, pero la única salida es la autoorganización de la clase trabajadora.
Martes 16 de enero 22:08
Las asambleas electorales de Iowa del 15 de enero fueron, en muchos sentidos, una conclusión inevitable. Donald Trump había estado liderando el estado por un enorme margen durante meses y ninguno de sus dos principales rivales, Ron DeSantis (actual gobernador de Florida) o Nikki Haley (ex embajadora ante la ONU durante el primer año de la presidencia de Trump) habían podido lograr avances significativos en su apoyo.
Trump ha tenido una poderosa ventaja en la carrera para convertirse en el candidato presidencial republicano de 2024 y los resultados de Iowa parecen indicar que, a pesar de los muchos escándalos y casos legales que rodean al expresidente, tendrá un camino relativamente fácil hacia la nominación si los intentos para mantenerlo fuera de la boleta no tienen éxito: actualmente ha sido expulsado de la boleta en Maine y Colorado, y la Corte Suprema se pronunciará en febrero sobre si violó la 14ª Enmienda y, por lo tanto, no puede postularse para un cargo. Ahora, Trump obtuvo el 51% de los votos en Iowa, lo que demuestra que la mayoría de los votantes republicanos en el estado lo apoyan para la nominación.
Esta es, por supuesto, una mala noticia para los rivales de Trump. Pero las malas noticias no terminan ahí: Trump ganó todos los condados menos uno y, al momento de escribir este artículo, está perdiendo ese condado por solo un voto. Esto muestra que el apoyo al expresidente es generalizado e incluye a votantes tanto urbanos como rurales. La base de Trump, como muchos han escrito, ha rehecho el Partido Republicano a su propia imagen. A modo de comparación, en 2016, Trump perdió Iowa ante Ted Cruz.
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No obstante, existen algunas limitaciones para considerar a Iowa como un barómetro para el resto de la carrera. Iowa es mucho menos diversa que el resto del país y más conservadora, con una mayor concentración de evangélicos. Esto hace que otros estados, como New Hampshire, parezcan más prometedores para Haley en su desafío a Trump, pero su base central se extiende por todo el país y no se limita solo a estados como Iowa. Otra especificidad interesante del caucus de Iowa es que tuvo lugar en medio de condiciones climáticas severas. Esto ocasionó que la participación estuviera muy por debajo de lo esperado por el Partido Republicano. Sin embargo, no perjudicó a Trump, quien obtuvo un desempeño superior a las expectativas generadas por encuestas recientes.
En muchos sentidos, Iowa era una carrera por el segundo lugar. Tanto DeSantis como Haley querían lograr buenos resultados que los hubieran ayudado a posicionarse como la alternativa a Trump. Haley específicamente esperaba superar a DeSantis y obligarlo a abandonar la carrera antes de New Hampshire, donde espera ser más competitiva que Trump. Al final, el único candidato que abandonó la carrera después de Iowa fue Vivek Ramaswamy, quien inmediatamente apoyó al derechista expresidente. En lugar de reducir la carrera contra Trump, el único cambio que se produjo fue a su favor.
Lo que todo esto indica es que la retórica antisistema de Trump, sus promesas de luchar por su base y sus proclamas en contra de seguir como hasta ahora siguen siendo poderosas entre su base. Este es el resultado directo de la insatisfacción con el régimen de Biden, que se ha convertido en el rostro de dos guerras extranjeras impopulares, una economía que ha dejado a muchos trabajadores luchando para cubrir las necesidades básicas y un neoliberalismo acalorado. Biden es actualmente el presidente más impopular desde George W. Bush (una verdadera hazaña considerando lo impopular que fue Trump en el cargo) y parece ser un candidato particularmente débil para oponerse a Trump o, en realidad, a cualquier republicano.
A lo que Biden está recurriendo en su búsqueda por asegurar un segundo mandato es, una vez más, a un mal menor con respecto a cómo Trump representa una amenaza para la "democracia". En muchos sentidos, es cierto: Trump es un candidato antidemocrático. Quiere erosionar los derechos electorales, pero también los reproductivos y queer, atacar a los inmigrantes y politizar aún más el Departamento de Justicia. Pero el problema con el enfoque de Biden es que también es un candidato antidemocrático. El actual presidente acaba de pasar por alto el Congreso para enviar más dinero a Israel y pasará a la historia como "Genocidio Joe" por el apoyo incondicional a la ofensiva criminal del Estado sionista hacia el pueblo palestino. Dejó pasar sin más que el derecho al aborto fuera anulado por una Corte Suprema antidemocrática. Biden quebró una huelga ferroviaria, a pesar de afirmar ser el presidente más pro laborista de la historia. Sobre todo, tanto él como Trump –en diferentes grados– apoyan el régimen antidemocrático en el que el colegio electoral, el Senado y la Corte Suprema son signos claros de cuán limitada es la democracia real en Estados Unidos.
Trump está surgiendo porque ha podido convencer a su base de que representa algo diferente. Y, en muchos sentidos, lo logra, aunque no es el tipo de cambio que realmente ayudará a la clase trabajadora. Más bien, representa un populismo de extrema derecha que culpa de las crisis del capitalismo a los inmigrantes y a los oprimidos, y representa a un sector de la burguesía imperialista que busca intensificar las tensiones con China y favorece una mayor intervención estadounidense en América Latina.
En realidad, nada de esto ayudará a quienes se ven obligados a pagar el precio de las crisis del capitalismo. Lo único que ayudará a la clase trabajadora y a los oprimidos es la lucha y la autoorganización, que permita derrotar las políticas imperialistas del sistema bipartidista, en el camino de derrocar el sistema capitalista y el régimen antidemocrático que lo sostiene. Trump no es la salida, pero tampoco lo es Biden. La única salida es que la clase trabajadora se organice y luche por sus propios intereses, que son opuestos a los intereses de los partidos burgueses representados por Biden y Trump.