La llegada de Trump al gobierno de Estados Unidos no ha pasado inadvertida para nadie, menos tras el inicio de la guerra comercial con China y el anuncio de nuevas alzas arancelarias para las importaciones. Medidas proteccionistas que convulsionan el escenario internacional.
Lunes 16 de julio de 2018
“América First”
En una economía “globalizadora” donde los acuerdos multilaterales y el libre mercado han sido la base de las relaciones internacionales, la consigna del presidente Estadounidense: “America first” (América primero), impulsada desde la campaña presidencial del año 2016, anunciaba fuertes cambios en la forma de relacionarse entre la potencia americana y el resto de los países del mundo. Las medidas no se demoraron en llegar y hoy nos encontramos en medio de la Guerra Comercial entre EE.UU y China.
Hace un par de meses Donald Trump ya habìa anunciado las alzas arancelarias a distintos productos chinos, frente a lo que le país asiático no dudo en responder y con la misma medida atacó. Entre esos dimes y diretes, la polìtica del “ojo por ojo” entre ambas potencias ha salpicado a distintos continentes y hoy, Canadá e India, anuncian la toma de posibles medidas proteccionistas.
¿Proteccionismo para quién?
Desde el 2008 se ve en el mercado una disminución del crecimiento del comercio mundial ¿qué quiere decir esto? dificultades para la acumulación del capital, reflejado en los pocos nuevos márgenes de inversión que se abren. Este escenario, donde prima la inestabilidad, sumado al descontento y desconfianza con los viejos partidos del régimen, abrió paso a fenómenos por izquierda como por derecha, siendo Trump la punta de lanza de estos últimos.
Trump llegó al poder con un fuerte discurso nacionalista y xenófobo, con el que busca imponerse nuevamente a nivel social y económico. En este último aspecto, el presidente estadounidense no se hizo esperar y, de la mano con una línea proteccionista, comenzó a revisar los acuerdos multilaterales con el resto del mundo, así fue con Irán, el Acuerdo de París y, recientemente, con la ONU. Dentro de este marco se da también la Guerra comercial entre la potencia americana y asiática, ¿pero qué buscan con este tipo de medidas?
Según reportajes, desde el 2008 se han implementado 10.000 normas proteccionistas, de las cuales el 14% corresponde a EE.UU., medidas que tienen como objetivo, en un escenario convulsivo, “resguardar la producción nacional para hacerla más competitiva”, pero de fondo, implica resguardar las ganancias capitalistas, ya que este tipo de políticas se transforma en mayores ataques a los sectores más precarizados: estudiantes, mujeres y juventud.
Medidas al agrado empresarial
Tal como mencionaba en un principio, la Guerra Económica que se está desarrollando actualmente se da a través del alza de aranceles bajo lógica del “ojo por ojo”, frente a la cual ninguna de las potencias está dispuesta a ceder. Esto a largo plazo provoca que aumente la inflación, desequilibrio entre la oferta y la demanda, que busca hacer menos competitivos los productos importados. Por ejemplo, EE.UU sube los aranceles a 20 productos chinos en un 25%, es decir, China deberá pagar un 25% más que antes para poder vender sus productos en el país americano. Asimismo, deberá venderlos a un valor superior para no perder ganancias, es decir, como repercusión, subirá el precio de la vida en el país que se implementa la medida (EE.UU según este ejemplo); al mismo tiempo, el país al que le aplican las alzas (China) debe reducir gastos de la producción ya que las ganancias no serán las mismas, por ende, aumentan los desempleados. Esto sumado a las políticas de “austeridad” que rebajan los presupuestos sociales como el de educación o salud.
Como podemos ver, esta disputa económica tiene repercusiones en ambos países, pero ¿a quién las cargan? a los dueños de las empresas, claramente, no.
Según la OCDE, si las medidas proteccionistas se siguen implementando, en India el nivel de vida bajaría un 25%; en Austria y China, un 15%; en Brasil y Chile, un poco más del 10%. Pero los bolsillos empresariales se quedan intactos.
En un escenario de mayores tensiones económicas a nivel internacional, los capitalistas buscarán salir lo menos dañados de este. Por ende, los proyectos a impulsar de los distintos gobiernos irá en esa misma línea. Y la historia ya lo ha mostrado, frente a las disputas de las potencias, la crisis se carga sobre los hombros de las y los trabajadores, mujeres y estudiantes. En ese sentido, queda abierta la posibilidad de mayores experiencias de lucha de clases donde las y los trabajadores se organicen frente a los distintos ataques que se busquen impulsar, ejemplo de eso es la reciente organización del pueblo haitiano frente a los ajustes del FMI.
Frente a la convulsión internacional, entre los desafíos de la izquierda revolucionaria más que nunca debe estar la construcción de una alternativa de choque con el régimen que ponga en el centro las necesidades del conjunto de la clase obrera y la auoorganización de esta, pues frente al fortalecimiento de la derecha nacionalista y xenófoba, el neorreformismo, como el Frente Amplio en Chile o Podemos en España, solo es una reoxigenación a este sistema desigual.