Ucrania ha llevado a cabo un ataque con misiles balísticos ATACMS de origen estadounidense contra una instalación militar en la región rusa de Briansk, según confirmó el Ministerio de Defensa de Rusia. De los seis misiles lanzados, cinco fueron interceptados, mientras que uno logró impactar en su objetivo sin causar víctimas ni daños significativos.
Martes 19 de noviembre
El ataque representa el primer uso documentado de los ATACMS por parte de Ucrania contra territorio ruso. Fuentes militares ucranianas, citadas por el medio RBK, señalaron que el objetivo del ataque fue una infraestructura militar ubicada en la localidad de Karáchev, en la región de Kursk. Este evento marca un avance significativo en las capacidades ofensivas de Ucrania en el marco del conflicto.
Por otro lado, el Estado Mayor ucraniano había informado previamente sobre una operación exitosa contra un depósito militar ruso en Briansk, aunque sin especificar el tipo de armamento empleado. Ahora, la confirmación del uso de los ATACMS resalta un cambio en la estrategia de Ucrania, que busca extender el conflicto hacia puntos clave en territorio ruso.
El ataque coincide con reportes de medios estadounidenses que indican que la administración de Biden habría autorizado a Ucrania a emplear este tipo de misiles, de fabricación estadounidense, contra objetivos estratégicos en regiones como Kursk y Briansk, en territorio ruso.
Esta decisión encendió todas las alarmas ya que era algo que hasta ahora no había sido aprobado y sobre lo que el Kremlin había informado que de suceder lo consideraría como un ingreso directo de la OTAN y Estados Unidos en la guerra.
Las áreas de Kursk y Briansk tienen gran importancia para Rusia debido a su infraestructura militar, ya que albergan suministros de municiones, misiles antiaéreos y otros equipos esenciales. Además, en Kursk, Rusia ha reforzado sus posiciones con tropas adicionales, incluidas unidades provenientes de Corea del Norte.
La decisión de permitir el uso de los ATACMS refleja un cambio significativo en la postura del imperialismo norteamericano, que anteriormente se había mostrado reticente a autorizar ataques en suelo ruso por temor a una escalada del conflicto. La administración Biden hace este anuncio a dos meses de dejar la Casa Blanca y un día después de fuertes ataques de Rusia sobre infraestructura eléctrica de Ucrania.
Recordemos que Trump, presidente electo de Estados Unidos, había anunciado que acabaría con la guerra "en 24 horas", sin dar ningún indicio de que algo así pueda ser factible. La política de Biden evidentemente dificulta esta política. La respuesta de Biden es una maniobra arriesgada de último momento para no dejar el cargo en medio de un repliegue estrepitoso, tras haber destinado miles de millones de dólares en ayuda financiera y militar a Ucrania. A su vez, es un claro mensaje a Trump que modifica la situación antes de las negociaciones que puedan darse a partir del 20 de enero.
Rusia ha advertido que cualquier ataque en su territorio con armamento occidental será considerado como una acción directa de la OTAN en el conflicto, aumentando así la tensión internacional. Mientras tanto, el empleo de estos misiles por parte de Ucrania no solo amplía su capacidad de ataque, sino que también indica una intención clara de debilitar la infraestructura militar rusa más allá de sus fronteras.
Este episodio no solo refleja una evolución en el curso de la guerra, sino que también plantea interrogantes sobre las implicaciones geopolíticas a largo plazo, dado el nivel de involucramiento de los aliados occidentales y las posibles respuestas por parte de Rusia.
En un mundo convulsionado y cruzado por crecientes tensiones interimperialistas y guerras reaccionarias para los pueblos, maniobras de este tipo implican enormes riesgos y consecuencias inesperadas.