Entre trabajo precarizado e ingresar a las fuerzas de seguridad, hay una tercera opción para la juventud que es trabajar, estudiar o ambas, organizarse y salir a luchar junto a los trabajadores.
Martes 26 de julio de 2016 12:51
Cada vez son más los jóvenes que deciden ingresar a las Fuerzas de seguridad. ¿Por qué? Fácil: mientras Scioli destino el 66% del presupuesto 2015 a ampliar las filas de las policías locales no le pagaba a los docentes; por su parte el macrismo, ofreció casi como burla, el plan “Primer Empleo” es decir, trabajo precario en la cadena de comida rápida McDonald’s. Para nosotros, les hijos de los laburantes, solo hay 2 opciones posibles: trabajo precario o hacerte poli.
No la contamos desde afuera, sino que nosotros mismos hace tan solo unos meses vimos nuestro futuro ligado a ingresar como Agentes de las policías locales, Federal o bonaerense. Aquí nuestra historia.
No importaba, si de última, es un trabajo como todos. Así, al menos, te lo venden en la tele. Los medios nos quieren hacer creer que ser policía es cuidar a tu vecino, ayudar a la señora a cruzar la calle, darle el asiento al Don en el bondi (que, tranca, la policía NUNCA paga el boleto). Nos quieren hacer creer que los casos de gatillo fácil, no son tantos ni tan fáciles: seguro algún negrito, villero, rata, chorro, vago se zarpó y le cabió. Quien mal anda, mal acaba dicen. También desde los grandes medios, los mismo que venden ,mujeres desnudas y bailes que ofrecen más escándalos que deleite artístico, son los que cuando desaparece una mujer lo primero que preguntan es con quien se fue, por qué se fue, cómo estaba vestida… claro, la pollera era muy corta. Omiten decir, que esas mujeres que son secuestradas por las redes de trata están en esclavitud con no solo la vista gorda, sino la necesaria complicidad de la policía. De policías varones y policías mujeres.
Cuando enganchan un pibe fumando un porro, lo meten en cana, le pegan, lo torturan, le arman una causa por fumar sin joder mientras los narcos manejan el negocio de la clandestinidad de las drogas desde sus casas en el Nordelta. También con la complicidad de las fuerzas. ¿O cómo pasa la droga por la frontera que cuida la gendarmería?
Pero…
Pero son $3500 pesos de beca inicial, $10000 pesos de sueldo –como mínimo- obra social, facilidades crediticias para compararte la casa, el auto, irte de vacaciones. En fin, todos los derechos que los trabajadores y sus hijos conseguimos luchando contra los gobiernos. Y que siempre encontramos la represión de esa maldita policía. Pero, otra vez pero, en el Mc Donalds son $4000. Y entre viáticos, fotocopias, cuadernos, comida… ir a la Universidad, al profesorado se hace cuesta arriba. Y, a eso, sumarle el aporte en casa. Porque si, en las familias obreras todas las bocas suman, todas las manos son necesarias para parar la olla.
Mientras esperábamos el periodo de inscripción y el resultado de la solicitud de ingreso, nos anotamos en la universidad. Para estudiar. Para ver que pintaba mientras tanto. Las clases empezaron en febrero, marzo. El ajuste había empezado unos meses atrás y se empezaba a sentir en las aulas. Recorte de becas: el primer golpe. Asambleas, clases públicas. Tarifazo al boleto: segundo golpe. Asambleas, clases abiertas, y la organización de los estudiantes. Paritaria docente y la exigencia de la aprobación del boleto educativo gratuito: acá se armó. Otra vez asambleas, clases públicas y la marcha nacional educativa: 40 mil personas, 40 mil gargantas jóvenes gritando, diciendo que los derechos se conquistan en la calle. Y vimos la policía en la UBA. y habíamos visto como esa policía reprimía a los trabajadores de Cresta Roja. Y ya sabíamos de Luciano Arruga y Julio López. Y en el verano, las murgas hacían mucho ruido para la poli otra vez, al “servicio del orden” reprimieron. Una murga. Pibitos y pibitas. Báncala.
Nunca seré policía
En los primeros meses del cuatrimestre también supimos de los estudiantes que en Brasil peleaban contra el golpe, nos estremecimos con la juventud francesa codo a codo con los trabajadores contra el plan de súper explotación del gobierno y la represión.
Y descartamos para siempre la idea de ser policía, gendarme, federal, militar. No. Porque no aceptamos ser los guardianes del Estado, cuidadores de las patronales y la burocracia mafiosa de los gremios. Nos negamos a ser.
Si, estos meses fueron de mucha adrenalina. Contradicciones. Militancia por la idea de que no es posible que algunos pocos vivan a costa del padecimiento de miles. De millones. En Argentina, en Brasil, en Francia. En el mundo. Eso nos ayudó a sacar la conclusión de que no se puede sólo. Que si entramos de policías, o de gendarmes, o de milicos nos salvamos. Lo cual es cierto. Pero la pregunta que nos empezó a asediar la cabeza, las tardes de mates, los silencios en el viaje a la Universidad y el quilombo de ideas y emociones a la vuelta de las marchas y las clases públicas fue “¿cómo?” y “¿con quiénes?” Porque vimos la necesidad de organizarnos. En la universidad conocimos al PTS y así nos acercamos más a las ideas de la izquierda. Y empezamos a charlar la posibilidad de no solo activar para las asambleas y clases públicas. Entonces nos solidarizamos con los trabajadores de Menoyo, las despedidas de Kraft, Mapa Virulana. Marchamos al grito de Ni una menos. Sacamos la conclusión de que los estudiantes tenemos que sumarnos a los trabajadores a construir nuestra propia organización política, un partido de trabajadores independiente de los patrones y los gobiernos.
Lo inaceptable, es que la burguesía busca reclutar sus perros guardianes en la clase obrera, la misma que ellos explotan y en momentos donde la lucha de clases se hace más tensa es cuando más utilizan estos medios. Para descargar la crisis y contener el malestar de las masas, mediante la represión, la militarización de los barrio, el gatillo fácil. Como vimos en Brasil, Chile, Francia, Estados Unidos: son los patrulleros y quienes los manejan los que aplican el orden. No seremos nosotros los que engrosemos las filas de una institución nacida para mantener la dominación del hombre por el hombre y destinada a perecer consumida por el ardor de la juventud, los trabajadores y las mujeres organizados en las calles para “liberar la vida de toda opresión y de toda explotación y vivirla plenamente”