El pasado 17 de abril, Minouche Shafik, la presidenta de la universidad de Columbia, compareció ante el Congreso estadounidense y se comprometió, frente a toda la nación, a combatir el “antisemitismo” en la universidad, consciente de que su puesto pendía de un hilo.
Ante los reproches de republicanos y demócratas de que había sido inconsistente en acallar a sus estudiantes pro Palestina, Shafik dijo: “El antisemitismo no tiene lugar en nuestro campus, y me comprometo personalmente a hacer todo lo posible para combatirlo de forma directa”.
En la Casa Blanca y el Capitolio, políticos y funcionarios estaban escandalizados de que, en el campus de una de las universidades de élite más prestigiosas del país, de la cual se graduaron 8 expresidentes, incluido Barack Obama, jóvenes con pañuelos palestinos sostuvieron durante semanas el Campamento de Solidaridad con Gaza. El campamento era una afrenta directa al gobierno y a un régimen aliado incondicional de Israel financiando el genocidio. Joe Biden, Donald Trump, los grandes medios de comunicación, las autoridades universitarias y todas las instituciones del régimen llevaban meses desprestigiando al movimiento por “antisemita”.
Pero el ruido del movimiento ha ido en crescendo, acallando las falsas acusaciones de anti semitismo, gracias a la movilización tenaz desde Octubre a la fecha de jóvenes palestinos, judíos y de todas las razas luchando codo a codo contra el genocidio y la ocupación sionista de Palestina. ¡No en nuestro nombre! Es la consigna de miles de jóvenes y no tan jóvenes judíos anti sionistas en Estados Unidos. La falsa emulación anti sionismo es anti semitismo quedó al desnudo ante millones. Si algo distingue a esta juventud es el anti racismo. Muchos de los que se movilizan hoy por Palestina fueron parte del BLM. Los más jóvenes eran niños en 2020 pero sin duda fueron parte del imaginario “Black Lives Matter” vía sus familias y hermanos. Son herederos de las luchas anteriores, pero hay algo especialmente disruptivo de esta nueva generación, cuya vanguardia está entre los 18 y los 24 años.
El movimiento pro Palestina cuestiona un aspecto altamente sensible de la política bipartidista que es la alianza incondicional con el estado de Israel. El Partido Demócrata, que ha sido capaz de cooptar a los grandes movimientos sociales del pasado, desde el colosal movimiento por los derechos civiles hasta más recientemente el Black Lives Matter, tiene una enorme dificultad con el movimiento actual porque el régimen bipartidista es sionista hasta el tuétano.
Esto no solo se expresa en el hecho contundente, por sí mismo, de que Estados Unidos está sosteniendo material y políticamente el genocidio, sino en que las instituciones del estado norteamericano y sectores del capital en Estados Unidos están moldeadas por las relaciones con Israel.
De ahí que la demanda central en los campus universitarios es que las universidades dejen de invertir parte de su presupuesto en instituciones ligadas al estado israelí, empresas estadounidenses patrocinando el genocidio o inversiones a través de programas culturales, sociales de todo tipo al estado de Israel. El movimiento BDS que, por años fue creciendo y masificando, ha cobrado nueva vida a través de este nuevo movimiento estudiantil, inspirado en los estudiantes sudafricanos que exigieron también el desfinanciamiento de las universidades que invertían en el régimen de Apartheid.
Los ecos del 68 –cuando los estudiantes estadounidenses desafiaron a su propio gobierno para exigir un alto a la guerra en Vietnam– recorren los claustros universitarios y se sobreponen al ruido de la calumnia y la difamación mediática. Está surgiendo en Estados Unidos, encarnada por la juventud, una conciencia antiimperialista.
Una de las diferencias entre la situación política general, entre el período de la guerra de Vietnam y el momento actual, es que el imperialismo estadounidense se encuentra en franca decadencia de su hegemonía mundial y el movimiento cuestiona directamente el rol de Estados Unidos como policía del mundo y su alianza genocida con Israel. La otra, es el peligro de que Donald Trump gane la presidencia en un contexto de alta polarización política y social en su intento posiblemente exitoso de sacarle su base sionista al Partido Demócrata, arguyendo que Biden no ha sido suficientemente duro con el movimiento.
El 18 de abril, un día después de comparecer ante el Congreso, Shafik actuó en consecuencia y envió a la policía de la Ciudad de Nueva York, encabezada por el alcalde demócrata, Eric Adams, a evacuar violentamente a los estudiantes de Columbia. Cometieron un gran error. Desestimaron el cambio profundo en la opinión pública estadounidense respecto a Israel, el genocidio en curso y respecto a la asociación criminal entre el estado sionista y el estado estadounidense. Como muestran encuestas recientes, solo el 36 % histórico de la población americana simpatiza con Israel. Desestimaron el fuerte impacto que ha tenido el movimiento estudiantil pro Palestina en los últimos seis meses y el impacto de las brutales, casi distópicas imágenes del pueblo de Gaza siendo masacrado por la maquinaria sionista. Desestimaron que esta juventud sueña con ver en vida, una Palestina libre. La represión solo atizó el fuego de la revuelta estudiantil en curso.
Los campamentos se extienden por todo el país
Los videos de la represión en Columbia y los estudiantes resistiendo los arrestos con métodos de desobediencia civil pacífica viralizaron de inmediato. A través de las redes sociales de las organizaciones estudiantiles palestinas que encabezan el movimiento como Students for Justice in Palestine y otras redes sociales que se han convertido en los canales de comunicación del movimiento y un puente entre Estados Unidos y Gaza, las imágenes de nuevos campamentos en otras universidades fueron llegando. Los estudiantes de la Universidad de Texas en la ciudad de Austin, en uno de los estados más reaccionarios del país, instalaron su propio Campamento en solidaridad con Gaza como respuesta a la represión. En la Universidad de Emory en Atlanta, el sur profundo de Estados Unidos, los estudiantes tomaron la estafeta [oficina de correos]. En Boston había por lo menos tres campamentos cuando escribimos estas líneas: en Emerson College, The Massachusetts Institute of Technology y Tufts University.
En Nueva York, después de la represión en Columbia aparecieron campamentos en cuestión de días en New York University y la Universidad de la Ciudad de Nueva York –una de las más grandes universidades públicas del país–. Los estudiantes de Columbia retomaron la iniciativa y recuperaron su campamento. Yale, Princeton, Harvard, Berkeley, la Universidad de los Angeles… una verdadera revuelta universitaria con demandas comunes: “Desinversión” y “Por una Palestina libre”, y también demandas diversas que expresan las luchas locales que se intersectan con la causa palestina. Es una revuelta nacional. Se calcula que en 42 universidades se instalaron en un período de dos semanas campamentos en todo el país.
Bombas para el genocidio en Gaza, balas de goma para los estudiantes en casa
A pesar del creciente apoyo popular a la lucha de los estudiantes, el creciente repudio a la represión y un extendido sentimiento de solidaridad con Palestina, la decisión del régimen de conjunto, desde Joe Biden, Donald Trump hasta los dos partidos –con excepción del ala progresista del partido demócrata de Bernie Sanders, AOC, Rashida Tlahib, Ilhan Omar– fue reprimir.
Presionados in extremis por la necesidad de avanzar en un acuerdo con Netanyahu ya que la crisis en Gaza le puede costar la elección a Biden y arrastrar a Estados Unidos a una guerra regional impredecible; y presionados también por el poderoso lobby sionista estadounidense, los demócratas tomaron el camino de la brutalidad policial para acallar a palos a los estudiantes. Una reminiscencia de la represión al movimiento anti guerra de Vietnam que cala hondo en la conciencia estadounidense. Y la represión fue brutal.
El 25 de abril en la universidad de Emory, decenas de agentes de policía de Atlanta y policías estatales de Georgia arremetieron contra los estudiantes y los profesores que los defendieron con bombas de gas pimienta, pistolas paralizantes y balas de goma hiriendo gravemente a decenas de personas, destruyendo el campamento y arrestando alrededor de 30 estudiantes. Ese mismo día, los estudiantes de la universidad de la ciudad de Nueva York instalaron su propio campamento en el City College de la Ciudad de Nueva York en Manhattan.
Hacia la noche del 30 de abril, un colectivo del campamento de Columbia, después de casi una semana de negociaciones fallidas con las autoridades que llegaron a un impasse, decidió escalar y tomar el Hamilton Hall, uno de los edificios del campus de la Universidad. La respuesta de Shafik y el alcalde de la ciudad Eric Adams fue expedita. Dos demócratas prominentes, Jarry Nadler y Adriano Espailla llamaron a las autoridades universitarias por X a “moverse rápida y expeditamente para remover a los estudiantes que están realizando actos ilegales”.
La policía de la Ciudad de Nueva York, entró con armas de fuego al Hamilton Hall, evitó que la prensa tomara evidencia gráfica de lo que pasó al interior del edificio y arrestó violentamente como evidencian los primeros testimonios de testigos, a 112 estudiantes. Los arrestos se dieron en el emblemático aniversario 56 del asalto policial en 1968 del mismo Campus y el mismo edificio donde cientos de estudiantes protestando contra la guerra de Vietnam fueron arrestados.
Ese mismo día, un grupo de estudiantes en el City College de Cuny tomó el edificio de la administración y en cuestión de horas la policía universitaria y la policía de la Ciudad de Nueva York rodearon el campus, arremetieron violentamente contra la gente que se manifestaba afuera en solidaridad y una vez que limpiaron afuera destruyeron el campamento. Entre Columbia y CUNY, 300 estudiantes fueron arrestados esa noche.
La situación es tan imbricada y hay tanta polarización alrededor de la cuestión palestina que un nuevo actor entró a la escena política en las últimas 72 horas: la ultraderecha sionista organizada. En la Universidad de California en Los Angeles, los estudiantes montaron su campamento. Era quizá uno de los campamentos más nutridos de estudiantes junto a Emory.
En la noche del primero de mayo, una horda de alrededor de 200 sionistas financiados por el CEO de Pershing Square Capital, Albert Ackman, atacó el campamento pacifico de la UCLA. Durante 7 horas, los sionistas asediaron al campamento lanzando ladrillos, rociando gas pimienta y arrojaron fuegos artificiales contra los estudiantes. Los jóvenes de UCLA resistieron valientemente y eventualmente repelieron el ataque sionsita pero muchos quedaron gravemente heridos. Teresa Watanabe de Los Angeles Times reportó que los sionistas gritaban mientras atacaban a los estudiantes: ¡Segunda Nakba!
Ante el fallido ataque sionista, dos días después, el campamento fue asaltado y desmantelado con extrema violencia por la policía de Los Angeles. Balas de goma, dispositivos explosivos para desorientar a la multitud, gas pimienta. Nuevamente, por lo menos 1.000 estudiantes defendieron tenazmente el campamento coreando las consignas que ya son la marca de agua del movimiento: ¡Palestina Libre! ¡Del río al mar, Palestina será libre!
La ola represiva lleva extendiéndose por todo el país y muchos campamentos han caído por la represión. Algunos siguen resistiendo mientras cerramos estas líneas. Algunos han ganado algunas de sus demandas. El movimiento está vivo pero perdimos bastiones y alrededor de 2.000 activistas a nivel nacional fueron arrestados. Algunos salieron con fianzas, algunos siguen presos, muchos enfrentan cargos penales. En medio de esta escalada represiva con consecuencias aún inciertas, el primero de mayo se movilizó en Estados Unidos y el mundo el movimiento obrero con contingentes izando orgullosamente la bandera Palestina.
La causa palestina es contagiosa
En Estados Unidos la juventud pro Palestina que en muchos casos es parte de las luchas por sindicalización de los últimos dos años está contagiando al movimiento obrero. Se ha vuelto común que jóvenes universitarios abandonen sus carreras para ir a organizar sindicatos en Amazon y otros centros de trabajo. Unas semanas antes de la oleada de campamentos en solidaridad con Gaza se celebró en Chicago la conferencia Labor Notes.
Alrededor del 60 % de la conferencia de alrededor de 4.000 personas, según mis camaradas de Left Voice que estuvieron allá, llevaban el pañuelo palestino. Los paneles sobre la causa Palestina estaban entre los más concurridos. Por abajo, muchas corrientes sindicales están peleando para que sus sindicatos pasen declaraciones por el cese al fuego. El UAW dirigido por Shwan Fain se pronunció contra el genocidio y exigió cese al fuego, desafiando la política tradicional de la burocracia sionista de la AFL-CIO por presión de las bases. El UAW organiza a los sindicatos universitarios –incluidos los sindicatos de estudiantes trabajadores– que están energizados por estos jóvenes pro Palestina y prosindicatos. En plena conferencia, activistas y trabajadores organizados en Labor 4 Palestine se movilizaron por Palestina y fueron reprimidos por la policía local.
El primero de mayo, un día después de la represión en Columbia y CCNY en Nueva York, una marcha de 4.000 sindicalistas, trabajadores y estudiantes se movilizó hacia Washington Square con el repudio a la represión y el repudio al genocidio como ejes. Sindicalistas del UAW, Sindicatos Universitarios, de Maestros, etc. marcharon hacia las 5 universidades que fueron ocupadas izando la bandera palestina. Como parte de las acciones obreras en Nueva York ese día, destacó el “sickout” de los profesores de CUNY que en solidaridad con todas las demandas de los estudiantes de CUNY (The Five Demands) y contra la represión, realizaron un “paro” laboral en la forma de no presentarse a trabajar por enfermedad desafiando la Taylor Law, que es una ley antiobrera que le prohíbe el derecho a la huelga o paro a los trabajadores públicos de la ciudad de Nueva York y está penalizado con cárcel.
Cuatrocientos trabajadores participaron del “paro” que fue votado en una asamblea de 200 profesores de base del PSC (Sindicato de Profesores de CUNY) organizada por Cuny 4 Strike. Los profesores de Left Voice en CUNY están apoyando con todo esta asamblea, empujando para dar una lucha a la altura para que todos los cargos contra los estudiantes sean levantados y seguir expandiendo y masificando el movimiento contra el genocidio en Gaza y por una Palestina libre. Parte de esta pelea es exigirle al sindicato de profesora de CUNY (PSC) que también se ponga a la altura y defienda a los profesores movilizados y se haga parte activa del movimiento. Pensamos que es urgente comenzar a organizar al movimiento estudiantil, a los profesores universitarios que están en la primera línea en defensa de los estudiantes y contra el genocidio y los trabajadores universitarios solidarios, en organismos amplios como asambleas por campus que tomen en sus manos la dirección del movimiento y discutan todos los pasos a dar. En Nueva York podemos impulsar asambleas por campus que después manden delegados votados por la asamblea a una coordinación de todo CUNY y eventualmente de todas las universidades en lucha.
Ejemplos como este de unidad obrero estudiantil contra la represión y contra el genocidio comienzan a extenderse. Los estudiantes de NYU fueron acompañados por trabajadores del UAW cuando retomaron las instalaciones después de la represión. El sindicato de profesores de la UCLA anunció un día de paro inmediatamente después de la represión en solidaridad con los estudiantes. Hay ya decenas y decenas de declaraciones en solidaridad con los estudiantes de profesores universitarios contra la represión circulando en redes sociales.
Aunque aún es incipiente, la entrada en escena de un sector del movimiento obrero como parte de la lucha contra la represión y el genocidio, energizado por esta juventud dispuesta a ir a la cárcel por Palestina es muy emocionante. La juventud radicalizada está rompiendo el consenso sionista estadounidense y conmoviendo a la clase obrera por una causa objetivamente anti imperialista. Si el movimiento estudiantil se expande y masifica, sabe enfrentar la represión y el movimiento obrero entra en escena, es posible ir más allá en la lucha contra el genocidio y afectar la maquinaria de guerra en Estados Unidos que no se puede mover sin el concurso de la clase obrera.
Fortalezas, desafíos y tensiones
Como todo movimiento vivo, esta gran revuelta juvenil que ya inspiró al movimiento estudiantil internacional, expandiéndose a Francia, Reino Unido, el Estado Español, México y otros países, tiene sus tensiones y desafíos en tanto que es muy heterogéneo y diversas corrientes políticas con diversas estrategias actúan en su seno.
En Estados Unidos, el movimiento tiene a la cabeza a organizaciones como el PSL (Party for Socialism and Liberation) a nivel nacional, organizaciones estudiantiles con peso a nivel nacional también como Students for Justice in Palestine y las organizaciones judías anti sionistas como Jewish Voices for Peace. Entre las organizaciones que dirigen el movimiento hay diferencias políticas y estratégicas que se están volviendo más evidentes conforme la lucha se endurece.
El desafío más urgente es quizá saber enfrentar la represión y evitar que el Estado y las universidades se salgan con la suya y expulsen a los estudiantes o que miembros del movimiento vayan a la cárcel. Necesitamos acumular fuerza para que no puedan romper nuestro movimiento con la represión estatal. La represión es internacional y es un peligro que se cierne sobre el movimiento en países como Francia, Alemania, Reino Unidos y Estados Unidos. Las organizaciones hermanas de Left Voice en Francia y Argentina también están sufriendo persecución y represión junto a organizaciones y activistas por oponerse al genocidio.
Nuestro camarada Anasse Kassib, sindicalista del SUD y vocero de Révolution Permanente fue citado por la policía francesa en el marco de una investigación por “apología del terrorismo” y reconocidos activistas como Jean-Luc Mélenchon de la Francia Insumisa y Phillippe Poutou del Nuevo Partido Anticapitalista podrían enfrentar causas también. Frente a la represión, Révolution Permanente y la Fracción Trotskista impulsamos una tribuna que colectó casi 500 firmas de artistas, intelectuales, dirigentes sindicales de todo el mundo como Enzo Traverso, Assa Traoré, Bashkar Sunkara, John Bellamy Foster, Nancy Frazer, entre muchos otros, repudiando la represión contra Anasse Kassib.
En Argentina nuestra camarada congresista Myriam Bregman del PTS fue la única candidata presidencial que denunció la ofensiva militar Israelí sobre el pueblo palestino y la ocupación sionista dos días después del 7 de octubre y recibió virulentos ataques de la ultra derecha sionista y amenazas de muerte. Esto en el marco de que Javier Milei, aliado de Israel y amigo de Donald Trump, ganó la presidencia y viene aplicando un brutal ajuste a estudiantes, trabajadores y el pueblo pobre de Argentina, y reprimiendo a aquellos que lo enfrentan.
Algunas organizaciones del movimiento, en particular aquellas que han estado a la cabeza de los campamentos y han sido duramente reprimidas como Within Our Lifetime, CUAD o el PSL en Nueva York, denuncian correctamente la represión pero consideran que la lucha concreta por los presos políticos, los expulsados y contra la criminalización es secundaria y que distrae de la lucha contra el genocidio.
Como parte del movimiento, en absoluta e incondicional solidaridad con todas las organizaciones que son parte del mismo y están sufriendo la represión estatal, en Left Voice opinamos que esta es una falsa dicotomía, que luchar contra la represión al movimiento es fortalecer la lucha contra el genocidio para masificarla, que seamos más en la calle, con más poder para que no nos repriman y que, si nos reprimen, podamos defendernos y que no pasen encima de nuestro derecho a protestar. La lucha contra la represión y el desarrollo de la autoorganización nos puede permitir integrar a los miles de estudiantes, profesores, trabajadores pasivos que nos apoyan pero no están organizados, que tienen miedo, masificar el movimiento y poder tomar medidas colectivas para defendernos de los ataques de las autoridades universitarias, la policía y los sionistas.
Debemos seguir el ejemplo de las grandes campañas democráticas y contra la represión que pusieron en marcha los movimientos sociales que nos precedieron, el colosal movimiento por los derechos civiles y hasta el Black Power. En 1967, el líder de las Panteras Negras, Huey Newton, fue arrestado y acusado falsamente de asesinar a un policía. La campaña nacional e internacional por su liberación fue suficientemente poderosa para arrancar al activista de las manos del Estado.
En 1970, la activista y profesora universitaria Angela Davis fue encarcelada y juzgada por homicidio tras un intento de liberar a tres presos políticos de la cárcel. Un enorme movimiento democrático emergió en respuesta al grito de “Free Angela Davis” y el movimiento logró liberarla dos años después en 1972.
Algunos camaradas del movimiento opinan que poner énfasis en la represión puede limitar nuestras demandas y abrir el camino a la cooptación pero es el Partido Demócrata y Joe Biden quien está al frente de la represión en muchos estados como Nueva York. Demócratas y Republicanos están juntos en esto. El riesgo de cooptación, por más acciones radicales que tome el movimiento, proviene de permitir que, por una u otra vía, caiga en las garras del Partido Demócrata, o el mal menor. Es una contradicción que Shawn Fain, el dirigente del UAW se pronuncie contra el genocidio, por un lado, y llame a votar a Biden en las presidenciales. por otro.
El riesgo de cooptación proviene de convertir nuestra lucha en una lucha con métodos radicales pero con el objetivo de ser un movimiento de presión para que Biden modere su cooperación con el Estado de Israel. La organización del movimiento en cuerpos de democracia directa en las universidades nos pondría en mejores condiciones para que el mismo sea independiente del Partido Demócrata y cuente con sus propios cuerpos de organización y discusión. Por eso el segundo desafío es seguir el ejemplo de aquellos acampes que han realizado asambleas, seguir el ejemplo de los profesores de base de CUNY.
El tercer desafío inmediato es construir la más amplia unidad entre el movimiento estudiantil y el movimiento obrero. Esta unidad pasa urgentemente no solo por denunciar la represión -como hacemos todas las organizaciones del movimiento-, sino exigiendo y tomando acciones concretas para que todos los cargos de los camaradas detenidos sean levantados, por la liberación inmediata de aquellos que a nivel nacional sigan presos, ningún castigo ni medida disciplinaria contra estudiantes, profesores y trabajadores que protestan contra el Genocidio y porque todos los estudiantes expulsados sean readmitidos. Hay que echar atrás la criminalización de las organizaciones pro Palestina, suspendidas de los campus y censuradas en internet y exigir que la policía salga de nuestras universidades.
La tenacidad de esta revuelta estudiantil ya cambió a Estados Unidos. Vamos más allá. Vamos a organizar un gran movimiento de obreros y estudiantes de todas las razas por todos nuestros derechos y por el pueblo palestino en el corazón del imperialismo.
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