El sábado 2/10 se presentó en la Feria de Editorxs 2021 el libro El imperialismo en tiempos de desorden mundial de Esteban Mercatante, con la participación de Candelaria Botto y Martín Schapiro. Marcelo Cantelmi envió una entusiasta recomendación de la lectura de esta publicación de Ediciones IPS.
Este sábado se presentó en la Feria de Editorxs 2021 el libro El imperialismo en tiempos de desorden mundial de Esteban Mercatante, publicado por Ediciones IPS. La charla contó con la participación de Candelaria Botto y Martín Schapiro y fue coordinada por Juan Duarte, editor de la colección “Ciencia y Marxismo” de la editorial. A continuación reproducimos el video y sintetizamos algunas de las cuestiones planteadas por el panel.
Martín Schapiro destacó distintos aspectos valiosos del enfoque del libro. En primer lugar, un tema que suele estar ausente en muchos enfoques habituales sobre las relaciones interestatales, clave en su opinión, “para entender a China y los EE. UU., y para entender las relaciones entre centro y periferia, así como la dinámica de la globalización”. En su opinión, “sin un abordaje de la cuestión del capital y del carácter del capital como nacional o trasnacional, qué significa eso o si hay una frontera tan clara entre uno y otro, es muy difícil entender las dinámicas de competencia y cooperación del capitalismo actual, y del capitalismo chino y el capitalismo estadounidense en este momento”.
Schapiro también consideró que una “cuestión que el libro hace mejor que otras obras a las que uno está acostumbrado es la no linealidad en la mirada de las relaciones centro-periferia. En esto los marxistas siempre han estado un poco mejor que quienes abrevamos en tradiciones nacional-populares o tradiciones digamos de nacionalismo popular latinoamericano, en el sentido de que hay que percibir a veces las diferentes formas de la intervención del capital de países centrales y de los países centrales en países que tradicionalmente se ubicaban en la periferia”. Desde este enfoque se puede abordar las diferencias entre “la dinámica de por ejemplo el imperio británico y el imperio informal británico que la argentina integraba en su desarrollo temprano a principios del siglo XX y a finales del siglo XIX, del modo de inserción que tuvieron economías como la coreana, la de Singapur o Taiwán y más adelante la de la China continental, para insertarse en el sistema de producción capitalista. El tipo de ventajas que se buscan en cada una de estas inserciones es diferente y las consecuencias son diferentes”. Desde esta mirada “surge una buena comprensión de qué es lo que pasó con China. Es muy difícil entender la inserción primigenia de China en el sistema si no se entiende a China como una de esas periferias que fue alcanzada por la expansión del capital, y en particular por la expansión del capital estadounidense. Si uno entendiera en clave puramente de competencias nacionales qué es lo que pasó y cómo llegamos hasta aquí, no podríamos entender cómo un país pobre periférico, con una inserción totalmente subordinada como sería China, que se introduce como un centro de producción barato en el esquema capitalista, hoy es una gran potencia. Y a su vez cuando pensamos las respuestas que puede tener un país como EE. UU. a esta aparición de China tampoco podría entenderse demasiado bien si no entendemos las dinámicas del capital y otra dinámica que también está presente en este libro y que tampoco debería ser dejada de lado, que es la de las relaciones de clase y la de las dinámicas de clases”.
La crítica a las visiones unilaterales que aducen la desnacionalización del capital en la actualidad, es otra de las cuestiones acertadas en el enfoque del libro de acuerdo con Schapiro.
Concluyó que “me parece que estamos ante un libro que tiene la virtud de introducir los debates que normalmente en la discusión académica y en la discusión de difusión no están; que lo hace con rigor y abordando múltiples puntos de vista. En este sentido me parece que es un libro importante, valioso y recomendable para profundizar en los debates centrales, y que creo que se destaca quizás sobre otras obras que se inscriben en el marxismo de periferias en cuanto a salirse de las miradas más lineales de dominación y meterse en debates rigurosos sobre lo que son las burguesías, sobre lo que significa la plusvalía para para la internacionalización del capital”.
Candelaria Botto aportó una mirada desde la economía feminista, a partir de los debates abordados en el libro respecto de las cadenas de valor y la superexplotación, a partir de las elaboraciones de John Smith y otros autores. Partiendo de destacar que la economía feminista no es una escuela homogénea ni “hay completa unidad en lo que pensamos, y de hecho en este mundo de nueva normalidad hay más debates sobre de qué hablamos cuando nos referimos a la economía del cuidado, qué significa la sostenibilidad de la vida y poner la vida en el centro”, evaluó que es “importante hablar de este libro en el contexto actual, donde ya vivimos estamos atravesando una pandemia cuya salida se da en un mundo más desigual, no solo en términos de género sino también en términos de clases, y que también se recrudece en términos de racialización y en términos de centro-periferia o de polarización en términos de Norte y Sur global, conceptos a los que yo soy adepta. Esto me parece que ejemplifica bien un fenómeno que se viene estudiando desde hace mucho desde las economías feministas, y que tiene que ver con lo que llamamos cadenas globales de valor”.
Botto destacó que “toda la primera parte del libro habla de la internacionalización del proceso productivo, y de cómo esa internacionalización del proceso productivo que se da fuertemente desde los 70 afecta a la vida de las personas”. Planteó la necesidad de leer estos impactos “no solo en términos de los conceptos clásicos de la economía sino también en crítica a qué conceptualizamos que es trabajo, qué conceptualizamos que da valor, cuál es el valor de esa fuerza de trabajo y como la economía más mainstream ha invisibilizado históricamente los trabajos domésticos y cuidados que recaen en las mujeres. Gran parte del marxismo no lo ha invisibilizado pero si le ha dado un lugar subalterno, en este salario de reproducción o en la reproducción de la clase trabajadora, teniéndolo un poco en segundo nivel al no pasar por el mercado”. Valoró que “la lectura de este libro y ponerse un poco más al día en los debates marxistas sobre el imperialismo” hace necesario “tender puentes entre las economistas feministas de la ruptura, que pensamos la necesidad de un cambio sistémico, que cuestionamos más los conceptos clásicos, no solo de la economía neoclásica sino también de la economía marxista, y remarcar las desigualdades en tanto centro-periferia, Sur y Norte global, para pensar la importancia de la regionalización y de los pactos regionales para pensar un desarrollo que sea más inclusivo en no estos desarrollos desiguales y basados en el despojo”.
Botto apuntó a la cuestión de las cadenas globales del cuidado, una de los grandes motores de la migración actual y que tiene a la fuerza de trabajo femenina como gran protagonista. Esta corriente migratoria va sobre todo desde el Sur global al Norte, pero también corredores regionales. Todas estas labores del cuidado y la reproducción, señaló, están fuertemente invisibilizados en los indicadores económicos que hablan de la productividad y la generación de valor, a pesar de que que son todos trabajos necesarios para sostener dicha productividad. Botto concluyó que “es clave repensar los conceptos con los que trabajamos para repensar qué críticas estamos haciendo sistémicas y que es lo que queremos conseguir. Hablar de deuda ecológica y de deuda hacia las mujeres y en particular hacia las mujeres migrantes tiene que ver con repensar el futuro que queremos el futuro que estamos haciendo”, partiendo de la centralidad que tiene el “conflicto que hay entre capital-vida, el conflicto que hay entre el desarrollo de un sistema que tiene como objetivo la rentabilidad y la acumulación de capital, en contra de un sistema que queremos que ponga la vida humana en el centro”.
Esteban Mercatante, autor del libro, señaló que el principal punto fuerte de la teoría del imperialismo, que la distingue de lo que son los enfoques habituales de las relaciones internacionales, tienen que ver con introducir el problema de las relaciones interestatales dentro de un todo integrado con la dinámica de la acumulación de capital y la lucha de clases, como tres dimensiones que –en un mundo internacionalizado cada vez más integrado, del cual justamente buscaban dar cuenta desde sus orígenes las teoría del imperialismo– no se pueden analizar separadamente. Para dar cuenta del imperialismo en el mundo contemporáneo, el libro toma como punto de partida la internacionalización productiva, “central para para interpretar por un lado lo que ha ocurrido con las relaciones capital-trabajo, en un período que tuvo a través de la conformación de las cadenas globales de valor y lo que llamo –tomando a Stephen Roach– el proceso de arbitraje global de la fuerza de trabajo, apoyado en lo que se llamó la duplicación de la fuerza de trabajo global, cambios estructurales en favor del capital, que puso a competir cada vez más a las fuerzas de trabajo de todo el mundo”.
La misma internacionalización marcó “un avance del capital trasnacional en su dominio de la creación de valor planetaria, creando redes a través de las cadenas globales de valor y creando sistemas basados en el dominio tecnológico y ligados también al control de canales financieros”. Esto es “uno de los aspectos de lo que señalaba Martín como la dinámica no lineal. Si la internacionalización productiva agudizó una dinámica de desarrollo desigual internacional donde algunos países periféricos pudieron colarse exitosamente, la otra dimensión que yo intento señalar ahí es que incluso estos éxitos relativos se dieron en un contexto mucho más dominado por el capital trasnacional y estuvieron entonces limitados, subordinados o integrados de alguna manera por este”. A esto se agrega que claramente estos casos de inserción exitosa en las cadenas globales de valor “estuvieron todos muy ligados a condiciones geopolíticas específicas que los hicieron posibles. No son casos que puedan ser imitados o reproducidos, a pesar de que sí han servido para habilitar una nueva ideología del desarrollo, que es ideología porque justamente repetir las condiciones ya sea de Taiwán, Corea, o Singapur es virtualmente imposible. Lo que no impide que se repita la idea de que hay que saber insertarse inteligentemente en las cadenas de valor etcétera. Pero lo que se repite la mayoría de los casos en este mundo cada vez más dominado por el capital transnacional es que es muy difícil para los países dependientes salirse de una dinámica de competencia que es una ‘carrera hacia el abismo’, como la llaman varios autores”.
Mercatante también apuntó, retomando lo señalado por Candelaria Botto, cómo los procesos que están en la base de la conformación de las cadenas globales de valor han profundizado todas las desigualdades y todas la cargas que recaen sobre sobre la fuerza de trabajo femenina, ya sea que integren el mercado de trabajo o que están invisibilizadas en las tareas de cuidado. “Cuando se habla de todas las cadenas globales de valor, lo que a veces se analiza poco es la asimetría que hay entre el impacto o el trastorno que tuvieron las políticas de los últimos 40 años en desestructurar lo que eran todavía formas de producción más comunitarios, como las economías campesinas o semicampesinas, que estaban que estaban por fuera de los mercados y que tenían ciertos mecanismos de reparto de organización de la vida y cómo esto impactó regresivamente. Obviamente las relaciones imperantes allí eran muy contradictorias del punto de vista social y de las condiciones que imponían a las mujeres. Pero la rápida desestructuración de las mismas y los procesos de urbanización caótica que en muchos países que no crearon ciudades en sentido estricto, sino que produjeron el tipo de urbanización que Mike Davis describe como un ‘planeta de villas miseria’, redujo las opciones para gran parte de la fuerza de trabajo y sobre todo para las mujeres. Las alternativas terminan siendo o meterse en los eslabones más débiles, más precarios, de estas cadenas globales de valor que están altamente feminizadas, sobre todo en lo que son las maquilas, o ser parte de la fuerza laboral migrante de la cual una parte significativa se vincula a las cadenas de los cuidados”.
Sobre cómo el marxismo se aproximó a las labores de la reproducción social, invisibilizadas por la economía política del capital (porque las invisibiliza la propia operatoria capitalista), el autor destacó los aportes de teóricas como Lise Vogel, que analizaron desde el marxismo –sin ahorrar críticas, en algunos casos discutibles, a toda la elaboración previa desde esta tradición– la relación entre los trabajos necesarios reconocidos socialmente y aquellos trabajos socialmente necesarios pero que no son reconocidos como tales, sino dados por supuestos y apropiados gratuitamente, al estar recluidos en aquellas esferas que caen en el ámbito de lo privado, por oposición a lo social.
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Marcelo Cantelmi, periodista y jefe de política internacional de Clarín, también envió un comentario sobre el libro, que reproducimos a continuación.
En su opinión es “realmente, un libro necesario. Para mí es la misma manera más interesante elogiar un libro. Realmente acerca pensamiento, ordena, aunque él trabaja la idea del desorden. Ordena, acerca pensadores, es un libro que ayuda a entender el presente. A mí me gusta mucho el concepto desorden, es amplio, es provocador. Sin duda no es suficiente, pero vamos a partir de ahí”.
Una coordenada central que aborda Cantelmi como punto de partida es la ruptura por parte de EE. UU. de los acuerdos de Bretton Woods y su abandono del patrón oro, en agosto de 1971. En ese momento comienza “un desorden diferente en el mundo. Arranca eso que en mi profesión sobre todo se llama, de manera bastante ligera, creatividad financiera. La nueva modalidad de intermediación, un juego económico que empieza a bordear peligrosamente los límites del fraude. De la misma mano que se producía esto había también otro tipo de cambios. Es interesante notar todo lo que pasa en el EE. UU. de este entonces. Cómo gradualmente se van demoliendo gran parte de los sistemas de contención social. Eso lo hacen todos los presidentes, republicanos y demócratas, con una coherencia bastante fuerte en este desorden del que hablamos”. En su opinión, “en el cenit de todo este movimiento está el gobierno de George W. Bush hijo”, que arranca con las quiebras de Enron y WorldCom, y luego de los atentados del 11S despliega toda la agenda neoconservadora. La crisis de Lehman, la competencia con China, y el gobierno de Donald Trump, son otras de las paradas obligadas de este proceso de desorden mundial cuyos hilos sigue Cantelmi hasta la actualidad, dialogando con los abordajes realizados en el libro comentado.
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