Este martes se inauguró la XIII Legislatura en el Estado español. Santiago Lupe, dirigente de la Corriente Revolucionaria de Trabajadores, señala tres estampas y un pronóstico.
Martes 21 de mayo de 2019 23:13
De las estampas, la primera es la que más se ha comentado hoy, que ha sido la presencia de cinco presos políticos en el hemiciclo: cuatro diputados y un senador. Es una estampa que ejemplifica claramente la ofensiva represiva que se vive en el Estado español contra los derechos y libertades más básicos y fundamentales. Una ofensiva que tiene como punta de lanza la persecución contra el movimiento independentista catalán y el juicio farsa que estamos viendo en el Tribunal Supremo.
La segunda estampa es la presencia de un grupo nutrido de diputados y diputadas de la extrema derecha. Una extrema derecha que viene marcando agenda en la campaña y antes, y que va a seguir marcando agenda en la próxima legislatura. ¡Y ojo! Marcando agenda no solamente al PP y Cs, sino también al PSOE y al previsible nuevo gobierno de Pedro Sánchez que salga de las próximas semanas. El PSOE no está muy a la zaga, no está muy atrás en la carrera por ver quien es más reaccionario en temas como la cuestión territorial o en esta guerra contra los derechos y libertades democráticos que estamos viviendo.
La tercera estampa es que en esta inauguración teníamos una novedad distinta. La novedad era la existencia y la presencia de presos políticos. Si lo comparamos con la inauguración de las dos últimas legislaturas, las del 2015 y 2016, es muy diferente. Entonces la estampa novedosa era la presencia de un grupo nutrido de 70 diputados y diputadas de Unidos Podemos que, según Iñigo Errejón, representaban la irrupción plebeya en las instituciones. Como que las grandes demandas democráticas y sociales que se venían expresando en la calle desde el 15M llegaban por fín a las instituciones. Bueno, de aquellas ilusiones o promesas queda más bien poco. El grupo de diputados y diputadas de Unidas Podemos que estaba hoy en la cámara, era más bien un grupo, y se presenta así, como un grupo de orden, que aspiran a gobernar con el PSOE, es decir a participar en un nuevo gobierno del turno, en este caso el bipartidismo ya no va de partidos sino de bloques. Y que en vez de cuestionar la Constitución o venir a asaltar los cielos como prometían hace cuatro o cinco años, lo que vienen es a defender esa Constitución, con la que han hecho campaña, y a intentar dar un salto más en la integración en el Régimen del 78 participando de un gobierno con los neoliberales “progres” o los social-liberales de toda la vida del PSOE.
Por último ¿qué advertencia o qué pronóstico querría hacer para los próximos días? Bueno, es que estamos a las puertas seguramente de un nuevo “golpe institucional”. Un golpe institucional que se parece mucho a lo que se vivió en Catalunya entre el año 2017 y el 2018. El golpe del 155 y la posterior injerencia permanente del Poder Judicial en los resultados electorales de las elecciones del 21 de diciembre. Si recordáis el 21 de diciembre ganaron en Catalunya, a pesar del golpe del 155, las candidaturas independentistas, el bloque independentista sacó mayoría absoluta. Sin embargo, el Poder Judicial estuvo injiriendo permanentemente en la labor del Parlament de Catalunya para vetar, primero a Carles Puigdemont, que era el candidato más votado del bloque independentista, y posteriormente a Jordi Turull, que el día previo a la segunda ronda del debate de investidura fue enviado a prisión provisional y todavía, a día de hoy, ahí sigue. Una injerencia clarísima del Poder Judicial sobre los resultados del 21 de diciembre intentando forzar una nueva convocatoria electoral que finalmente no se produjo.
Bueno, en esta ocasión la injerencia es distinta, pero de una naturaleza muy parecida. El PSOE suma 175 diputados si le añadimos a su grupo parlamentario los diputados y diputadas de Unidas Podemos, del PNV, Compromís, CC y PRC. 175 es un diputado menos de los 176 de la mayoría absoluta. Por lo tanto, para el proyecto de Sánchez que es tener un gobierno estable y no tener que contar ni con el voto a favor ni la abstención de los independentistas catalanes, le falta uno, no se lo dieron las urnas del 28 de abril. Así que si el resultado ni gusta siempre puede buscar un as debajo de la manga, o un juez debajo de la manga, para intentar modificarlo como intentaron en Catalunya después de las elecciones del 21D. En esta ocasión lo previsible es que la mesa del Congreso en los próximos días suspenderá a los diputados presos, a los cuatro diputados y previsiblemente también ocurrirá lo mismo con el senador. Eso rebajaría la mayoría absoluta a 174. Ahí sí que suma el PSOE. Es un nuevo “golpe institucional” para modificar la voluntad popular expresada en este caso en las urnas el pasado 28 de abril y construir una mayoría fraudulenta, pero que daría posibilidad de una investidura del PSOE y a un gobierno con una relativa estabilidad parlamentaria.
La novedad de este golpe institucional no radica tanto en lo que se va a hacer, sino en qué apoyos o quién va a ser parte de esa mayoría fraudulenta. El golpe institucional de 2017 y posteriormente las injerencias del poder judicial en 2018 contaba con el respaldo de la Zarzuela, de la Judicatura, el PSOE, el PP, Cs... En esta ocasión, a esta coalición o a esta mayoría fraudulenta se sumarían también los diputados y diputadas de Unidos Podemos que serían parte de esos 174 fieles apoyos al gobierno del PSOE, obtenida esta mayoría con estos métodos tan fraudulentos y tan antidemocráticos.
Me parece que lo que estamos es a las puertas, en los próximos días o las próximas semanas, no solamente de un salto en la degeneración autoritaria del Régimen del 78, sino también de un salto cualitativo de la integración en este régimen de esa nueva izquierda o esa izquierda del cambio que se prepara para ser parte de esa coalición de “vencedores” que intentarán lograr esa mayoría y esa estabilidad para la próxima legislatura de un nuevo gobierno del PSOE.