Investigadores del Conicet y la UNSAM que trabajan en un proyecto de vacuna demostraron que en condiciones de laboratorio puede neutralizar al virus causante del Covid-19.
Jueves 14 de enero de 2021 23:03
Imagen: Agencia CyTA
Un grupo de científicas y científicos comenzaba a mediados del año pasado los estudios preclínicos (anteriores a las pruebas en seres humanos) de una vacuna de origen nacional. Esta vacuna utiliza una tecnología basada en proteínas recombinantes, la cual es muy segura y es en la que se sustenta por ejemplo la vacuna contra la hepatitis B.
En diálogo con Clarin, Juliana Cassataro, quien lidera el equipo de investigadores, cuenta que la fórmula utilizada induce anticuerpos que neutralizan al virus en condiciones de laboratorio.
Así es como cuenta que la técnica funciona: “nosotros tomamos diferentes partes del virus, como por ejemplo su proteína Spike, para producirlas en laboratorio. Esas proteínas, que son proteínas recombinantes, que nosotros producimos con células en el laboratorio, las purificamos. Logramos que queden recontra puras, de modo que al ingresar al organismo no infecten las células pero sean reconocidas por el sistema inmunológico para generar los anticuerpos necesarios y defenderse del virus real”.
Esto no es tarea sencilla, ya que se requiere probar una gran cantidad de combinaciones hasta poder seleccionar las mejores fórmulas que induzcan los mejores anticuerpos neutralizantes del virus. Es por ello que el equipo es interdisciplinario, ya que además de inmunólogos, era necesario contar con virólogos que puedan tener en cuenta las mutaciones del virus que circula en Argentina.
El proyecto cuenta con un subsidio de 6 millones de pesos de la Unidad COVID-19, compuesta por el Ministerio de Ciencia, la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y el CONICET. Sin embargo, Cassataro explica que “Hacer una vacuna es una frase que suena muy linda, pero no se puede lograr solamente en mi laboratorio. Nosotros solos no vamos a poder concretarla. Lo que sí pudimos, en esta primera etapa, fue poner a punto las técnicas para estudiar su respuesta inmune. Para avanzar hay que transferir el prototipo a una empresa que pueda producirla con una manufactura regulada por ANMAT, lograr que se apruebe y pasar a una fase 1. Ahí seríamos parte de una cadena que lamentablemente, en la Argentina, no está conectada”
Pero si considera que es posible desarrollarla hasta el final porque “en el país tenemos buenos científicos que pueden trabajar bien en un laboratorio. Tenemos también la posibilidad de ensayos clínicos (en humanos) buenísimos. Aquí se hicieron los de Pfizer y están en marcha los de una vacuna china. Además, existen empresas con capacidad de producir, por ejemplo, un principio activo de la vacuna de Oxford. Los eslabones están, pero falta el envión para empezar. Y, por supuesto, como se trata de un proceso largo y muy costoso, se necesita un amplio financiamiento y una decisión política a largo plazo”
Cabe recordar que Argentina cuenta con las capacidades de producir masivamente los principios activos de una vacuna, como es el caso del laboratorio Mabxience perteneciente al grupo Insud del empresario Hugo Sigman. Estas capacidades no se encuentran en el sector estatal, donde la producción pública de medicamentos en general ha sido históricamente relegada. Por el contrario, la política científica nacional se ha centrado en favorecer la asociación pública-privada, acompañada de conceptos como “emprendedorismo”, “transferencia de conocimientos e innovación”, “protección de la propiedad intelectual” y “creación de riqueza”.
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Sin embargo, la planificación a largo plazo, necesaria para el desarrollo de fármacos, vacunas o en desarrollo de estrategias para enfrentar una pandemia no es una característica que distinga al sector privado. Incluso en las grandes potencias, para investigación en vacunas contra el Covid-19 las grandes corporaciones farmacéuticas han recibido enormes sumas de financiamiento estatal: Moderna recibió 2.500 millones de dólares; AstraZeneca 2.000 millones y Pfizer 455 millones del gobierno alemán, además de 6000 millones en compromiso de compra adelantada de Estados Unidos y la Unión Europea.
En un mundo donde se está mostrando una enorme mezquindad con las dosis de las vacunas, incluso con sus patentes. Mostrar que la posibilidad de poner a punto una vacuna contra el Covid-19 no depende exclusivamente de negocios privados, es una noticia alentadora.
Las y los científicos que participan en el proyecto son: Juliana Cassataro, Eliana Castro, Eugenia Bardossy, Lorena Coria, Leandro Battini, Claudia Filomatori, Karina Pasquevich, Diego Alvarez, María Laura Darriba, Lucas Saposnik, Celeste Pueblas Castro, Laura Bruno y Lucía Chemes. Pertenecientes al Instituto de Investigaciones Biotecnológicas (IIB-INTECH, UNSAM-CONICET)
Santiago Benítez
Dr. en Biología. Investigador del Conicet. Militante del Partido de Trabajadores Socialistas (PTS).