La hoja de ruta de huelgas aisladas es la del Pacto de Estado y la vuelta a la LOE y Bolonia. La autorganización y un plan de lucha es la de la pelea por una educación pública, gratuita, laica y de calidad.
Jueves 16 de marzo de 2017
Foto: ID.es
Decenas de miles de estudiantes, personal docente, trabajadores de la educación, padres y madres vaciaron las aulas y ocuparon las calles de todo el Estado respondiendo a la convocatoria de huelga educativa del pasado 9 de marzo. Esta fue realizada por la Plataforma Estatal por la Escuela Pública, conformada por UGT, CCOO, STES, Frente de Estudiantes, Sindicato de Estudiantes y asociaciones de padres y madres.
Semejante respuesta estaba motivada por el alcance y las consecuencias de los recortes y toda la legislación mercantilizadora que, al calor de la crisis económica pero también desde la época de “vacas gordas”, lleva asolando desde hace años los centros de enseñanza pública en todo el país. Alrededor de 40.000 empleados menos en el sector, 127.000 estudiantes expulsados de la universidad como consecuencia de subidas de tasas de hasta el 66%, matrículas de 500 euros en FP que hasta hace poco eran gratuitas... son solo una parte de las cifras "duras" resultado de políticas como la LOMCE, el Plan Bolonia o el 3+2.
El alcance de la huelga viene a confirmar una cierta tendencia a la recuperación de la movilización. Así pudo comprobarse en las tres huelgas estudiantiles que, desde octubre y principalmente entre los estudiantes de secundaria, han movilizado a miles de jóvenes en todo el Estado; o las huelgas regionales que se han vivido en el último curso en Cataluña, Galicia y Euskadi. En este caso, el 9M, se ha contado con una mayor participación al tratarse de una huelga general educativa de ámbito estatal, al estar los sindicatos mayoritarios de trabajadores de la educación entre los convocantes, lo que también ha sido un impulso para la mayoría de las asociaciones y asambleas estudiantiles universitarias a secundar un paro que no habían seguido en anteriores ocasiones.
Como hemos dicho todo ello muestra un reverdecer en la voluntad de salir al combate por parte de sectores del profesorado y el estudiantado. Sin embargo, todavía se trata de jornadas de lucha aisladas y esporádicas, convocadas “desde arriba” y sin que las organizaciones convocantes apuesten por el desarrollo de asambleas, coordinadoras u otras formas de auto-organización de la comunidad educativa. Un tipo de movilización que por otra parte podemos decir que es a la medida de la estrategia de la burocracia sindical, que tal y como reflejan los objetivos de la pasada huelga, ceñía sus reivindicaciones al cumplimiento del Pacto de Estado por la educación -firmado por PP, PSOE y Cs- que sólo implicaría la creación de una subcomisión integrada por estos tres grupos., para la elaboración de dicho acuerdo.
Pero ¿qué clase de educación pueden dejarnos estos partidos?, los principales artífices de las medidas de privatización y elitización de la enseñanza de los últimos años. La misma Plataforma Estatal por la Escuela Pública denuncia el desvío de la mencionada subcomisión hacia la creación de documentos sobre la privatizadora Estrategia 2020, pero ¿acaso puede esperarse otro proceder por parte de los padres de la Estrategia 2015?
Para luchar por una educación pública, gratuita, universal y de calidad no podemos poner nuestro destino en manos de estos más que probados agentes del capitalismo. Como afirmábamos en un artículo anterior "si lo que se pretende es derribar las reformas que desmantelan los derechos laborales de los trabajadores de los centros educativos y la educación pública en pro de la privada, se revela necesario no sólo derribar la LOMCE, sino evitar un retroceso a cualquier reforma anterior en beneficio de los capitalistas ".
Luchar por estos objetivos implica la necesidad de poner en pie un movimiento estudiantil masivo y combativo que, junto a los trabajadores, plantee un plan de lucha sostenido hasta echar abajo la última de todas las medidas privatizadoras de la enseñanza.
Esta perspectiva no puede darse de la mano de la misma burocracia sindical que no ha llamado a huelga desde el 2013, mientras pasaban todos y cada uno de los ataques a la educación, como pretenden organizaciones como el Sindicato de Estudiantes o el Frente de Estudiantes, sino desatando una crítica abierta contra ella y luchando por limpiar -codo a codo con los trabajadores- las direcciones de los sindicatos de la misma. Esto pasa por denunciar abiertamente toda política encaminada a favorecer un Pacto de Estado auspiciado por los principales partidos y exigir, junto al resto de la comunidad educativa, la convocatoria de asambleas en todos los centros de estudio de estudiantes y trabajadores de la enseñanza para discutir un verdadero plan de lucha.
También desde Unidos Podemos brindaron su apoyo a la movilización del 9M, como lo habían hecho con las convocatorias estudiantiles anteriores de este curso. Sin embargo, como viene sucediendo con otras luchas, el respaldo a la movilización sigue sin pasar de la política de gestos y declaraciones. Un partido con 71 diputados en el Congreso, 21 senadores, decenas de diputados autonómicos, cientos de concejales... y que, sobre todo tras Vistalegre II, se llenó la boca de “volver a las calles” ¿como es que en sus tres años de existencia no ha llamado ni a una sola movilización contra los recortes en educación? ¿como ha podido guardar silencio sobre la paz social impuesta por las direcciones sindicales mientras se despedían a miles de profesores?
Al igual que en el caso de las organizaciones mayoritarias de la comunidad educativa, el nuevo reformismo mantiene una hoja de ruta en la calle que es coherente con un programa tibio. Como el PSOE o la burocracia sindical, desde Podemos se plantea una vuelta a la educación previa a 2010. Ni una palabra de readmitir a todos los universitarios expulsados y conseguir la gratuidad de toda la enseñanza, ni de acabar con el negocio de la educación concertada y la defensa de una red pública única o de derogar no solo la LOMCE, sino también las reformas previas que ya avanzaron y mucho en la elitización y privatización de la enseñanza, como la LOE o el Plan Bolonia, ambos aplicados bajo ZP.
Las y los estudiantes que integramos la red de agrupaciones conformada por Armas de la Crítica en Madrid, No Pasarán en Barcelona y el Sindicato de Estudiantes de Izquierda en Zaragoza participamos de la convocatoria de huelga del 9 de marzo, así como de las anteriores, alentado al seguimiento de la misma desde las asambleas y demás organismos de autoorganización de los estudiantes y los trabajadores de los que somos parte y ayudamos a construir día a día.
Apostamos por estos espacios de autoorganización, unitarios, democráticos y de base desde los que luchamos por conseguir la educación gratuita, acabar con la casta universitaria e imponer un gobierno de los centros de enseñanza media y superior con mayoría estudiantil, terminar con el control de la Iglesia de la mitad de la red de enseñanza sostenida con dinero público, con la reproducción del sexismo y el racismo en el sistema educativo, por la remuneración de las prácticas y por derogar todas las leyes privatizadoras y mercantilizadoras impuestas en las últimas décadas, entre otros puntos.
Para nosotros es clave impulsar en el movimiento estudiantil un programa anticapitalista, antipatriarcal, antirracista, revolucionario y de clase, que en última instancia dirija sus fuerzas contra el Régimen del 78 y el sistema capitalista, única vía para conquistar la educación y la sociedad a la que aspiramos. Llamamos a todos los jóvenes que compartan este programa y esta perspectiva a unirse a nosotros y ser parte de esta pelea por un movimiento estudiantil democrático, combativo y vinculado a la lucha de los trabajadores.