Este sábado 1º de marzo se concreta la asunción de la fórmula ganadora en las últimas elecciones uruguayas. Con un acto que comenzará en el Palacio Legislativo y culminará en Plaza Independencia el actual presidente Lacalle Pou y su vice Beatriz Argimón dejan sus cargos para efectivizar el traspaso de mando a Yamandú Orsi y Carolina Cosse. ¿Qué podemos esperar de este cuarto gobierno del Frente Amplio?
Jueves 27 de febrero 11:11
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Transcurrieron poco más de 100 días desde que el Frente Amplio ganó en segunda vuelta las elecciones presidenciales de Uruguay con el 49.8% de los votos. A los pocos días de ese resultado se inició el proceso de transición entre las autoridades entrantes y salientes, que culminará este próximo sábado 1º de Marzo cuando Luís Lacalle Pou y Beatriz Argimón entreguen el mando a Yamandú Orsi y Carolina Cosse.
Ese día, siguiendo los tradicionales protocolos, el presidente y vice presidenta electos prestarán el “Compromiso de Honor” ante ambas Cámaras Legislativas reunidas en Asamblea General.
Luego del juramento se trasladarán a la Plaza Independencia donde se concretará el pasaje de mando y Lacalle Pou entregará la banda presidencial a Orsi, lo que dará comienzo al mandato del nuevo presidente.
Está planificado también un espectáculo artístico, aunque el lugar final para esta actividad depende también de las condiciones climáticas de ese día.
El futuro ministro de Relaciones Exteriores, Mario Lubetkin adelantó que esta asunción de mando contará con la mayor participación histórica de representantes extranjeros de primer nivel, desde el retorno de la democracia.
Confirmaron su asistencia entre otros los presidentes Luiz Inácio Lula da Silva (Brasil), Santiago Peña (Paraguay), Gabriel Boric (Chile), Luis Arce (Bolivia), Gustavo Petro (Colombia), José Raúl Mulino (Panamá), Bernardo Arévalo (Guatemala), Xiomara Castro (Honduras) y Luis Abinader (República Dominicana) el presidente de Alemania, Frank-Walter Steinmeier, y el presidente de Armenia, Vahagn Khachaturyan. También estará presente el Rey Felipe VI de España y altos funcionarios de China, Irán e India.
Un Frente Amplio renovado
Este nuevo periodo de gobierno consolida la renovación generacional a nivel de sus dirigencias que se venía procesando en la coalición progresista.
Los 3 gobiernos anteriores (2005-2020) fueron encabezados por figuras históricas como Tabaré Vázquez y José Pepe Mujica, y contaron también con figuras de larga trayectoria como Danilo Astori o Fernandez Huidobro entre otros.
Ese ciclo, que se cerró con la derrota en las elecciones de 2019, deja atrás cierto nivel de continuidad con aquel Frente Amplio de los orígenes (al menos a nivel de sus figuras políticas) ya que muchos de sus fundadores (ahora convertidos en dirigentes), tuvieron importantes roles durante esos mandatos.
En algún punto la expectativa que aún generaba el Frente Amplio en sectores populares y en las y los trabajadores tenía que ver con la mística que desprendían sus viejos dirigentes, algunos de ellos duramente perseguidos por la dictadura y con militancia en los periodos de auge obrero de los 60 y 70.
Lamentablemente la experiencia de esos 3 periodos de gobierno dejó bien claro que predominaba la “responsabilidad”, la adaptación total a los mecanismos de la democracia burguesa y el respeto a las instituciones; en desmedro de cualquier medida que pudiera considerarse una amenaza para el status quo; aunque más no fuera discursiva.
En cambio; este gobierno encabezado por Yamandú Orsi (también con la presencia de Alejandro Pacha Sánchez como futuro secretario de la presidencia) expresa una renovación generacional y también una “modernización” discursiva y de posturas que presentan al Frente Amplio más directamente como administrador y gestor del capitalismo, sin ningún ánimo de confrontar o hacer enojar a empresarios o representantes del imperialismo.
Esto mismo se vio durante la campaña electoral, cuando desde La Izquierda Diario decíamos que si bien las y los trabajadores rechazaban el gobierno regresivo y antiobrero de Lacalle Pou y su coalición Multicolor, lo hacían con casi nulas expectativas de que Orsi y compañía trajeran cambios profundos al país.
La apatía, baja militancia y escaso entusiasmo popular que generó la campaña del FA va de la mano con esta consolidación de la “responsabilidad” que lo lleva a posicionarse como una variante más del régimen político y económico que emergió con el retorno democrático en la década del 80; capaz a lo sumo de cierta “sensibilidad” social pero que no se traduce en medidas estructurales a favor de los explotados.
Las señales antes de comenzar el nuevo gobierno
En este contexto no extrañan algunas señales que vienen dando las principales figuras del nuevo gobierno, ya desde antes de asumir.
El nombramiento (anunciado en la campaña electoral como forma de ganar adhesiones en el centro político) de Gabriel Odonne como ministro de Economía es coherente con las declaraciones durante la transición donde vuelve a proponer desindexar los salarios. Toda una señal del futuro ministro, que parece achacar la mala situación económica a los aumentos salariales.
En un país donde más del 30% de sus trabajadores tienen salarios de hambre (los 25mil pesistas) este tipo pensamientos son casi una declaración de guerra contra la clase obrera. Si a esto se le suma que el propio Orsi ha dicho que el problema de la pérdida de fuentes de trabajo es la falta de competitividad (producto de supuestos altos costos laborales) podemos ver que el panorama no es bueno para las y los trabajadores.
La firma del proyecto Neptuno por parte de un gobierno saliente y derrotado en las elecciones (a las apuradas y sin legitimidad), va dejando también un panorama sombrío en relación a asuntos ambientales y los compromisos con los grandes capitalistas. En este tema resulta difícil imaginar algún tipo de postura de firme rechazo del nuevo gobierno; aunque seguramente propongan algún cambio no dejarán de asegurar las siderales ganancias de los empresarios que promueven el proyecto.
En relación a la seguridad social y la ley nefasta que nos deja el gobierno de Lacalle Pou, no hay una definición clara de que terminará pasando con la suba a 65 años de la edad jubilatoria que definió la ley de la Coalición. Lo que si está claro, porque hicieron campaña activa en este sentido, es que no van a tocar las AFAP y el lucro de la seguridad social.
El rol de la clase trabajadora
En el marco de una situación económica internacional que deja escaso margen al futuro gobierno, hay que prepararse para defender los derechos y conquistas que puedan verse amenazadas.
Sabemos que la dirección de la central obrera PIT-CNT no es una oposición consecuente, y que se ha subordinado a las intenciones del Frente Amplio perdiendo independencia política.
Las y los trabajadores, los verdaderos creadores de la riqueza, no pueden seguir siendo postergados por los gobiernos de turno, que priorizan los acuerdos con los empresarios para asegurar las ganancias del gran capital.
Los anuncios y señales de este nuevo gobierno no dejan margen para tener expectativas de cambio real; es la movilización obrera y popular, la que puede dar una salida a la crisis capitalista y a este sistema agotado que no tiene nada para ofrecer a las grandes mayorías.