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Red Internacional
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Opinión. "Yo sabia que a Walter Bulacio lo mató la Policía"

A 33 años de la desaparición y asesinato de Walter Bulacio sigue siendo un ejemplo de lucha contra la impunidad y la maldita policía que ataca a los jóvenes y a los sectores que se organizan.

Viernes 19 de abril 20:25

El 19 de abril de 1991, en medio de la mística ricotera que envolvía el concierto de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, una nueva "misa" se celebraba en el estadio Obras Sanitarias. Mientras, en los alrededores del recinto, un brutal operativo policial se desataba, dejando una cicatriz imborrable en la memoria colectiva. En medio de la razzia, Walter Bulacio, un joven de apenas 17 años, fue detenido por las fuerzas policiales.

Lo que siguió fue una semana de horror: Walter fue sometido a torturas inhumanas en manos del personal de la comisaría 35ª de Capital Federal. A pesar de su juventud y vulnerabilidad, su vida fue sesgada cruelmente. Hoy, al cumplirse 33 años de aquel fatídico día, el recuerdo de aquellos eventos sigue resonando con una intensidad dolorosa y urgente.

Tras su captura, el horror se desató en la oscuridad de la comisaría Nº35 de Núñez. Los informes posteriores revelarían que el cuerpo de Walter, marcado por golpes y traumatismos de cráneo, luchaba en vano por sobrevivir. Una semana después, el 26 de abril de 1991, la vida de Walter se extinguiría, pero su memoria se encendería como un faro de resistencia contra la brutalidad policial y la injusticia.

El caso de Walter Bulacio se convirtió en un grito de angustia y desesperación contra la represión estatal y la impunidad que la acompañaba. En 1994, la Corte Suprema de Justicia ordenó reabrir la investigación, un paso crucial hacia la búsqueda de justicia. Sin embargo, a día de hoy, esa orden sigue sin cumplirse cabalmente, dejando un amargo sabor de impotencia y desconfianza en el sistema judicial.

Actualmente, los jóvenes continúan siendo víctimas de la brutalidad de las razzias policiales, sobre todo en un clima represivo que se vive en Argentina. Bajo un gobierno que parece dar rienda suelta a la policía, la llamada "doctrina Chocobar" vuelve a estar en boca de todos, alimentando el miedo y la incertidumbre en la sociedad.

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, inció su gobierno lanzando el fallido protocolo antipiquetes para evitar la movilización contra el ajuste del gobierno de Milei y los gobernadores. Luego encabezó el relanzamiento del protocolo general para el empleo de armas de fuego por parte de las fuerzas federales, también conocida como "doctrina Chocobar", que por el momento solo regirá para Prefectura Naval. Esta normativa, originalmente dictada durante el gobierno de Mauricio Macri, ha vuelto a ser puesta en práctica, generando fuertes críticas por parte de organizaciones de derechos humanos.

Bajo esta doctrina, se permite a los agentes de las fuerzas de seguridad utilizar armas de fuego en casos que consideren "estrictamente necesarios" para defenderse a sí mismos o a terceros, o para detener a personas que presenten un "peligro inminente" para la vida o la integridad física de otros. Sin embargo, esta política ha sido duramente cuestionada por su potencial para aumentar la violencia policial y los abusos de poder. De hecho en la anterior de Bullrich, durante el gobierno de Macri, fue la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado y de Rafael Nahuel quien fue asesinado por la espalda por miembros de la Prefectura.

Alentando el gatillo fácil, el gobierno ha habilitado a las fuerzas federales a disparar sin identificarse, una medida que alimenta el accionar violento de las fuerzas represivas. Esta resolución, presentada como una regulación del accionar policial, en realidad abre las puertas a la impunidad, con excepciones tan amplias que prácticamente legitiman cualquier acto de violencia.

La justificación es aún más alarmante: Bullrich ha afirmado que busca más "agentes Chocobar", aquellos que actúan sin temor a represalias legales. Este respaldo a la violencia policial recuerda episodios oscuros de la historia argentina y representa un retroceso en la lucha por los derechos humanos y la justicia. Es fundamental denunciar y resistir esta peligrosa escalada de represión estatal, que pone en riesgo la vida y la libertad de toda la ciudadanía.

En un contexto donde la represión policial se intensifica y se justifica bajo el pretexto de la seguridad pública, la memoria de Walter Bulacio sigue siendo un recordatorio urgente de la necesidad de luchar contra la impunidad y defender los derechos humanos en Argentina.