Abdullah Öcalan, el líder del Partido de Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo) encarcelado por Turquía desde 1999, ha enviado un mensaje histórico. En medio de una brutal ofensiva de parte de Turquía contra los kurdos, Öcalan ordenó la disolución del PKK y el fin de la lucha armada. ¿Estamos viendo el fin de la guerrilla kurda?
Viernes 28 de febrero 11:58
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Fundado el 27 de noviembre de 1978 en la ciudad kurda de Amed, el Partido de los Trabajadores del Kurdistán [1] (en kurdo: Partiya Karkerên Kurdistan), que libra una guerra de guerrillas desde 1984, se encuentra en un punto de inflexión histórico. Su líder Abdullah Öcalan, preso en las cárceles turcas desde 1999, ordenó su disolución: "El colapso del socialismo real en la década de 1990 por razones internas, así como la desintegración de la política de negación de las identidades étnicas en el país y los avances en la libertad de expresión llevaron al PKK a un estado de insignificancia. Como resultado, como otros movimientos similares, ha llegado a su final natural y ha llegado a un punto en que su disolución es inevitable", airmó Öcalan en una carta leída por la delegación del partido DEM (antiguo HDP), la organización política pro kurda en Turquía.
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¿Cómo es posible que Öcalan tome semejante iniciativa en medio de un período de gran represión contra los kurdos en Turquía y Rojava?
¿Proceso de paz recargado?
El clima actual recuerda a la situación de 2013, cuando Öcalan estaba dispuesto a pedir al PKK que se desarmara. Ese "proceso de paz" fue un intento de colonizar el Kurdistán por "medios diplomáticos" o de liquidar la resistencia. Pero el auge electoral del antiguo HDP (Partido Democrático de los Pueblos, partido pro kurdo) le permitió ganar influencia en las metrópolis turcas. Este partido creció rápidamente, especialmente entre los jóvenes y formó un fuerte contrapeso al AKP, el partido del presidente turco Recep Tayyip Erdoğan que lleva adelante ataques permanentes contra los kurdos.
A este crecimiento ayudo también el proceso de autoadministración en Rojava (zona administrada por los kurdos en el norte de Siria, en la frontera con Turquía) y la resistencia que los kurdos de Kobane (también en Siria) llevaron adelante contra el Estado Islámico. Pero el llamado proceso de paz fracasó en 2015 cuando Erdoğan perdió las elecciones y el HDP se negó a apoyar el sistema presidencial que Erdoğan quería. Mientras que el HDP de Selahattin Demirtaş buscaba una clara demarcación de Erdoğan, Öcalan vio la posibilidad de un compromiso: sugirió que apoyar el sistema presidencial pondría a los kurdos en una situación ventajosa. Este desacuerdo provocó tensiones entre Demirtaş y Öcalan en ese momento. Durante esta fase, Erdoğan formó una alianza con el partido ultraderechista MHP, anunció nuevas elecciones y comenzó una ofensiva militar hacia las ciudades kurdas. Los políticos de la delegación en ese momento, como Sırrı Süreyya Önder, Ahmet Türk y Selahattin Demirtaş, fueron arrestados y/o suspendidos de sus cargos.
Hoy vuelven a renacer las esperanzas de un nuevo "proceso de paz". Curiosamente, todo el proceso comenzó con el impulso de Devlet Bahçeli, quien lidera el partido ultraderechista MHP y ha sido socio de gobierno del presidente Erdoğan desde 2015. Había prometido una posible liberación de Öcalan a finales de 2024 si el PKK deponía las armas. El partido DEM envió entonces una delegación encargada de iniciar negociaciones con los partidos gubernamentales y visitar a Öcalan en prisión. Irónicamente, Sırrı Süreyya Önder y Ahmet Türk están nuevamente en esta delegación. Durante este período, la delegación visitó a Öcalan dos veces. Durante la tercera visita se publicó la actual carta de Öcalan.
Hay algunas diferencias clave respecto al "proceso de paz" de 2013: en primer lugar, hoy Erdoğan es mucho más fuerte que entonces. Se le considera un ganador en Siria tras la caída de Assad y ha construido un sistema presidencial bonapartista en Turquía. Tiene ambiciones geopolíticas para influir decisivamente en la reorganización regional y, a nivel interno, busca condiciones para forzar una reelección. El nuevo proceso pretende, entre otras cosas, cumplir este propósito.
En segundo lugar, actualmente no hay un clima de flexibilización de las restricciones para las organizaciones y dirigentes kurdos. Hoy la situación de ataque y persecución a los kurdos es mucho mayor que en 2013. Incluso Ahmet Türk, que es parte de la delegación del nuevo "proceso de paz", fue destituido de su cargo en noviembre de 2024, a pesar de ser un alcalde legítimamente elegido.
En tercer lugar, el proceso hasta ahora no contiene ninguna exigencia, a diferencia de 2013. Los kurdos no saben qué pueden esperar a cambio del gobierno turco. Esto significa que la llamada paz aún no ha sido llenada de contenido.
El callejón sin salida de la guerrilla
En una entrevista reciente, Duran Kalkan, un miembro de alto rango del PKK, subrayó que todavía hay muchas preguntas sin respuesta: el proceso de paz "no es algo que pueda simplemente negociarse en un escritorio y resolverse mediante firmas; nadie debería pensar eso. El otro lado quiere eliminar al PKK, quiere destruirlo (…) Requiere un gran esfuerzo y será un proceso largo. Esto sucederá a través de la lucha. Por lo tanto, nadie debe esperar que la paz llegue inmediatamente y que los problemas se resuelvan mediante conversaciones en la mesa de negociaciones".
La pregunta es cómo reaccionará el PKK a la carta de Öcalan que les ordena disolverse y deponer las armas. Porque Öcalan considera que el PKK está "en un estado de insignificancia", lo que debería tener consecuencias estratégicas ya que según esa lógica la lucha por el derecho a la autodeterminación kurda sería obsoleta: "Las consecuencias inevitables del nacionalismo extremo, como las demandas de un Estado-nación separado, el federalismo, la autonomía administrativa o las soluciones culturalistas, no pueden proporcionar una respuesta". La solución debe ser la democratización de la República Turca: "No hay otro camino para la búsqueda de sistemas y su implementación que el democrático. No puede haber tal manera. El consenso democrático es el método fundamental", dice la carta de Ocalan.
Un motivo central de la decisión de Öcalan parece ser su comprensión de que ya no existe una base social suficiente para una guerra de guerrillas en el Kurdistán del Norte [región sudoriental de Turquía, donde la mayoría de la población es kurda]. La lucha armada, que antaño contaba con un fuerte apoyo en las zonas rurales del norte del Kurdistán, ha perdido importancia. En cambio, el movimiento político kurdo en Turquía está ganando cada vez más fuerza a través de la sociedad civil y de medios parlamentarios. Öcalan se da cuenta de que la guerra de guerrillas ya no es el camino adecuado. Pero su conclusión representa un giro hacia la derecha en sus creencias políticas: de un Frente Popular paso a paso a una integración liberal-democrática en la República Turca.
El PKK nunca ha hecho intentos serios de establecerse orgánicamente entre los trabajadores para convertirlos en sujetos de su liberación. Mediante una teoría voluntarista-subjetivista, se difundió la ilusión de que la propaganda armada podía crear condiciones objetivas para liberar al Kurdistán. Aunque organizó a los kurdos empobrecidos y sin tierras a nivel de base, sectores de los terratenientes kurdos también estuvieron entre sus aliados. En el 7º Congreso del Partido, celebrado en 2000, el PKK finalmente eliminó de su programa los restos de los ya débiles elementos socialistas. La nueva orientación estratégica se basó en la autonomía democrática en el marco de una República Turca democrática. Desde entonces, todas las fuerzas organizadas del movimiento kurdo intentan convencer a los gobiernos de un proceso de paz y centran toda su atención en el parlamento turco. Así, el PKK se convirtió poco a poco en una fuerza pasiva en el Kurdistán del Norte, mientras que el partido parlamentario (bajo diferentes nombres en vista de los procedimientos de prohibición) entró en escena. Los acontecimientos actuales deben considerarse en este contexto.
Si las guerrillas deponen las armas o se unen a las fuerzas en Irán o Rojava es una cuestión táctica. El problema estratégico es que el movimiento kurdo en su conjunto se encuentra en un callejón sin salida.
Lo sorprendente es que en su supuesto llamamiento, Öcalan no hace ninguna referencia a Rojava, la región autónoma kurda en el norte de Siria. Mazlum Abdi, comandante general de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS), destacó: "El llamamiento de Öcalan se dirige directamente al PKK y tiene como objetivo el desarme de las guerrillas del PKK. No está dirigido directamente a nuestra región ni a nuestras fuerzas. (…) Si este proceso tiene éxito, tendrá un impacto positivo para nosotros y Turquía ya no tendrá ningún pretexto para atacar nuestra región".
Pero la esperanza de Abdi no parece realista. El llamado presidente interino de Siria, Mohammed al-Julani, es un aliado cercano de Erdoğan, quien subraya repetidamente que no aceptarán “ningún grupo que tenga armas en sus manos”. La autoadministración de Rojava no se corresponde con el nuevo modelo sirio, por lo que la presión sobre las FDS continuará.
La opresión nacional kurda sigue sin resolverse
La carta de Öcalan ha iniciado una nueva fase en Turquía y el Kurdistán del Norte. En las próximas semanas y meses se sabrá si con ello ha iniciado el fin del PKK. Lo decisivo será cómo reaccione el propio PKK a este llamado y si su estructura de liderazgo está preparada para apoyar este paso radical. Es probable que haya divisiones dentro del movimiento kurdo.
Los políticos kurdos parten de la base de que el gobierno turco está ahora obligado a responder al llamado de Öcalan con una oferta democrática. Si se negara a hacerlo, se desacreditaría a sí mismo. El movimiento kurdo subraya que ya no porta armas por convicción estratégica, sino por necesidad, ya que no le está permitido ejercer la política por motivos legales. La idea de que esto presionaría al gobierno turco para que haga una oferta democrática no tiene ninguna base seria.
El hecho de que la carta no contenga ninguna exigencia al Gobierno turco, ni siquiera a nivel democrático, como el kurdo como lengua oficial, el derecho a la autonomía, la amnistía para los presos políticos, etc., suena a declaración de quiebra. Actualmente no hay indicios de que el gobierno de derecha de Turquía conceda a los kurdos oprimidos sus derechos democráticos, y mucho menos les permita ejercer su autodeterminación. Todo el proceso parece más una coerción que un proceso de paz. Esto significa que el movimiento kurdo está bajo una enorme presión: o se disuelve el PKK (y en última instancia las FDS en Rojava/Siria), o el partido DEM se enfrentará a una mayor represión, persecusión y ofensiva militar de parte de Turquía.
El presente artículo fue publicado originalmente en alemán en el sitio Klasse Gegen Klasse, parte de la red internacional La Izquierda Diario en Alemania.
[1] El Kurdistán es una región históricamente reclamada por el pueblo kurdo, que incluye el sudeste de Turquía, el noreste de Siria, el norte de Irak y el oeste de Irán